“En México se mata porque se puede matar”
por Eva
Usi
DW
03.05.2017
El fotorreportero mexicano Emmanuel Guillen Lozano fue
invitado por Reporteros sin Fronteras a hablar en Berlín sobre la situación que
viven los periodistas en México, en donde una fotografía mata.
La
organización Reporteros sin Fronteras (RsF) presentó en Berlín un libro con
fotorreportajes sobre los peores lugares en el mundo para la libertad de prensa
en 2016. México ocupa el lugar 149 en el ranking mundial de RsF, entre 180
naciones. El país es de los más peligrosos del mundo para los que se
dedican a informar y es considerado el más mortífero en
Latinoamérica. La publicación aborda la situación en 18 países, entre
ellos, Estados Unidos, México y Honduras en el continente americano.
Los
periodistas en México son asesinados o desaparecen por tener
información sobre organizaciones criminales y la colusión de políticos y
empresarios, pero a veces por los motivos más banales. El fotoperiodista
Emmanuel Guillen Lozano (Ciudad de México, 1992) que publica en medios
internacionales, acompañó durante dos años a los familiares de los 43
desaparecidos de Ayotzinapa.
RsF publica su
trabajo diciendo que mientras el actual presidente Enrique Peña Nieto quisiera
que no le recuerden el caso de los estudiantes desaparecidos, Guillen Lozano ha
acompañado a los familiares en su búsqueda de la verdad. Su lucha es contra el
olvido.
DW: ¿Se ha sentido alguna vez amenazado?
Emmanuel
Guillen Lozano: Quizá yo no tenga un perfil tan alto,
pero no es necesario tenerlo en México para ser amenazado. Yo mismo he recibido
algunas llamadas extrañas, sólo eso. Pero la situación para los periodistas,
especialmente para los fotógrafos, es extremadamente peligrosa. Uno se pregunta
cuáles son las razones por las que matan a los periodistas pero muchas veces no
se necesitan razones. En México se mata porque se puede matar. Es así de
simple. Un periodista puede haber caído mal, o puede haber abordado
un tema que no debiera. Se manda matar y ya está. Así de simple. A los
periodistas se los caza, como le ocurrió al periodista veracruzano Rubén
Espinosa que huyó de Veracruz. Huyó a la Ciudad de México, pero no pararon
hasta que lo mataron.
DW: Por el asesinato de Rubén
Espinosa se señala al ex gobernador de Veracruz, Javier Duarte, (ex-miembro del
Partido Revolucionario Institucional). ¿Se sabe el móvil?
EGL: Hay una hay una portada de la revista Proceso en la que el gobernador Javier Duarte
sale de perfil de medio cuerpo y se ve muy gordo. Y los periodistas locales en
Veracruz sabían que al gobernador no le gustaba que hablaran de su obesidad.
Rubén Espinosa sacó una fotografía que ocupó la portada de Proceso, se volvió
viral y Rubén recibió amenazas a tal grado que tuvo que huir de Veracruz y
denunciar al gobierno de Veracruz explícitamente. Dijo que si le pasaba algo el
responsable era el gobernador.
DW: ¿Una fotografía
puede costar la vida?
EGL: Es el caso de esa fotografía. No estamos
hablando de una imagen que tenga que ver con la violencia, con cárteles o
información delicada. Estamos hablando de la imagen pública de un personaje
público al que no le gusta que hablen de su talla. Así de simple. Eso le cuesta
la vida de un periodista en México. No es necesario hacer gran cosa para que te
corten la cabeza.
DW: ¿En qué contexto ocurrió la desaparición de los 43, un
caso que sigue sin aclararse?
EGL: Desde el punto de vista de quienes hacemos fotoperiodismo,
o foto documental, se trata de uno entre muchísimos casos que hemos visto
durante la guerra contra el narcotráfico desde que fue declarada por el
presidente Felipe Calderón en 2006. Desde entonces las desapariciones han sido
una constante. Cuando desaparecen los 43 normalistas ya hay unos 30 mil
desaparecidos en el país. Para los que nos dedicamos a cubrir esto, la
desaparición de los 43 era un caso entre tantísimos miles. Pero se volvió
mediático porque la prensa se volcó a cubrirlo y lo hizo fuerte, y porque en
este caso los desparecidos eran estudiantes.
DW: ¿Cuál es el contexto en el que
se encontraban las familias cuando ocurrió la desaparición?
EGL: Las familias se encontraban en una situación de
vulnerabilidad, sumergidas en la pobreza en un estado súper violento, rodeados
del narco, rodeados de la corrupción. A pesar de estar en estas condiciones,
algunos de ellos pensaban que nunca les iba a tocar este mal que ha estado
golpeando el país. Vivían su vida aparte de esta violencia, pese a estar
sumergidos en ella. Hasta que les pasa esto a sus hijos es cuando se dan
cuenta. Se vuelven activistas en el momento en el que se vuelven víctimas. Eso
es una constante, la gente en México no se activa hasta que le toca.
DW: ¿Se ha acostumbrado la sociedad
mexicana a las desapariciones?
EGL: En México ya no asustan las desapariciones. Vale lo
mismo decir que desapareció una persona, que desaparecieron 43, que
desaparecieron cientos. Hay lugares en México en donde en un solo día se
desaparecen a más de 50 personas y no pasa nada, no se vuelve mediático. No hay
acciones concretas al respecto y mucho menos se resuelven los casos.
DW: El cómo se resuelven los casos
nos lleva a la perspectiva del gobierno de México, ¿Cuál es su percepción?
EGL: El actual gobierno de México ha cambiado su aproximación
al fenómeno de la violencia. Es diferente al que tenía el gobierno del
presidente Felipe Calderón (Partido Acción Nacional, PAN) al comienzo de
la guerra contra el narcotráfico cuando la violencia era una bandera para
detener a las organizaciones criminales con el uso de la fuerza, liberando al
ejército y militarizando a la Policía Federal. El actual gobierno (Partido
Revolucionario Institucional, PRI) dice que ya no hay violencia, pero incluso
hay más. El 2016 fue el año más violento en una década. El pasado mes de
noviembre fue el más violento registrado en la historia de México, con una
persona ejecutada cada 23 minutos. El gobierno ha cambiado el discurso,
afirma que todo está bien e insiste en negar la violencia, pero es absurdo
mantener esta negación frente a las ejecuciones, frente a desapariciones y
frente al caso de los 43, el más grave del gobierno de Enrique Peña Nieto que
le tomó semanas pronunciarse sobre el caso.
DW: ¿Qué papel juega la comunidad
internacional en la causa de los Derechos Humanos en México?
EGL: La colaboración por parte de otros países con México es
un poco cómplice. Ha habido muchas denuncias abiertas sobre sobre el trato del
gobierno mexicano hacia su mismo pueblo y los países están enterados. ¿Por qué
no hacen nada al respecto? ¿Por qué no se pronuncian? ¿Por qué no presionan a
México de la misma manera como presionan a países como Venezuela? ¿Por qué no
hay presión de parte de la comunidad internacional? A veces pareciera que no la
hay porque conviene que en México haya un estado perpetuo de violencia.
DW: ¿Su presencia en Berlín le da
visibilidad a la situación de los periodistas en México?
EGL: Me da gusto que Reporteros sin Fronteras ponga atención
en la realidad de México, de América Latina, en mi país estamos en una
situación de urgencia desde hace mucho tiempo. La cifra oficial de
desaparecidos ya rebasa los 32.000. Ya rebasamos la cifra oficial de los
desaparecidos durante la dictadura en Argentina. La cifra oficial de ejecutados
en México ya supera los 186.000. El único país que nos aventaja en número de
muertos es Siria y nadie se fija en México desde hace años. Estamos
viviendo una guerra en donde hay un Estado paralelo, en donde hay un México
real y un México oficial. Y no se le pone atención a esa realidad.
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