Mil quinientos presos palestinos en huelga de hambre en Israel, encabezada
por el parlamentario preso Marwan Barghouti
La Arena
América
Latina en Movimiento
04 mayo,
2017
La huelga comenzó el 17 de abril y dio el puntapié inicial Marwan
Barghouti. Detrás suyo hicieron lo propio 1.500 presos palestinos en cárceles
israelitas. El nombre de la huelga es “por
la Libertad y la Dignidad”. El sionismo al desnudo, otra vez.
El 17 de abril está
instituido como día del preso palestino y el cronista no sabe cuándo fue
proclamado, tal la cantidad de presos de esa nacionalidad que vienen poblando
cárceles israelitas desde 1948. Allí se partió Palestina en dos estados, aunque
sólo se erigió uno solo, Israel, y el otro quedó para las calendas griegas o
semitas.
Tras la guerra de 1967 y la
ocupación israelita del territorio asignado por la ONU a la otra parte, o sea
en la Franja de Gaza, Cisjordania y la porción oriental de Jerusalén, -sin
contar en este balance al sur libanés y las alturas del Golán, sirias, que aún
siguen usurpadas-, los palestinos presos han realizado 25 huelgas.
Esa fue su protesta por las
condiciones infrahumanas, los castigos, privaciones de visitas, nula atención
médica, trabas a los abogados, prisiones arbitrarias, detenciones de menores y
tantas otras brutalidades del sistema penitenciario y judicial del estado
judío.
En los últimos años se
incrementó la ocupación sionista de Cisjordania, en tanto la Franja de Gaza fue
devuelta pero con un bloqueo total, por tierra y mar, e intermitentes invasiones
como la de 2014. Y como es inevitable y justo, tras esa redoblada opresión
nacional y colonial, surgió con más fuerza la resistencia, con lo que son
muchos más los muertos, heridos y presos políticos.
Desde octubre de 2015
-inicio de la llamada III Intifada- en pocos meses los palestinos presos se
incrementaron en 2.400. Así lo informó el 28 de noviembre de aquel año la
Sociedad de Presos Palestinos: “casi
1.200 de los detenidos son niños y adolescentes, menores de 18 años, que sufren
torturas crueles (…) Además, unos 500
palestinos han sido arrestados bajo detención administrativa en Al-Quds
(Jerusalén)”.
Al momento de comenzar la
actual huelga, hay en esas cárceles 6.500 prisioneros palestinos, alejados de
sus familias porque Benjamin Netanyahu los recluye lejos de Nablus o Ramallah y
otras ciudades cisjordanas. Así se violan los derechos humanos porque la IV
Convención de Ginebra, en su Artículo 76, obliga a la potencia ocupante a
mantener a las personas presas de la población ocupada en los territorios
ocupados hasta que cumplan la pena impuesta. También se dificulta la visita de
sus familias que tienen que atravesar los checkpoint
(retenes) de los soldados de Israel.
El 17 de abril pasado
comenzó la huelga de hambre número 26 de los presos, para ponerle un número
aproximado, con 1.500 adherentes que siguieron a Marwan Barghouti.
El lema de la huelga es “Libertad y Dignidad”. Reclaman trato
humanitario, derecho a visitas, atención médica, contacto con sus abogados, fin
de las detenciones arbitrarias (“administrativas”),
poder estudiar en la prisión y otras condiciones básicas que el régimen
sionista les niega. Después de meses de tramitar esas mejoras elementales y
ante la negativa de Israel siguiera a dialogar sobre esas temáticas, los presos
fueron a la huelga de hambre, su último recurso pacífico.
Barghouti
Este prisionero es un parlamentario palestino, miembro
del Legislativo de la Autoridad Nacional Palestina elegido en las urnas a pesar
de estar preso desde 2002. Bajo la acusación de ser el responsable de cinco
muertes de israelitas, que en la farsa del juicio no pudieron comprobarse, este
líder de Al Fatah fue condenado a cinco cadenas perpetuas y un plus de 40 años
de cárcel.
Como forma de desenmascarar
la farsa, el preso no designó abogado, impugnando al tribunal militar que lo
condenó, como condena al 90% de los palestinos enjuiciados. Allí lograr una
absolución por la duda es un milagro y una declaración de inocencia,
directamente imposible.
El prestigio de Barghouti
creció desde antes de su prisión, al punto que se lo sindicaba como posible
sucesor de Yasser Arafat, lugar que ocupó Mahmud Abbas, quien por estos días
tendrá una reunión con Donald Trump en Estados Unidos.
Un dato habla de la fuerza
de este movimiento huelguístico y también del prestigio de quien lo inició:
están participando no solamente los presos de Al Fatah sino también del resto
de las organizaciones palestinas muchas veces enfrentadas entre sí. Tal el caso
del movimiento de resistencia islámica Hamas, que gobierna la Franja de Gaza,
el Frente Popular para la Liberación de Palestina, el Frente Democrático, la
Yihad Islámica y otros.
Se especuló con que 200
militantes de Hamas se habrían apartado de la huelga de hambre, lo que podría
significar que esa organización ha dado una instrucción a sus militantes de
cesar la protesta. No está confirmado. De todas maneras, la huelga de hambre ha
tenido una enorme repercusión en toda Palestina, con una huelga general del 27
de abril, cierre de establecimientos y tiendas de campaña, protestas en los
caminos y algunos enfrentamientos con fuerzas de ocupación.
Israel respondió que los
presos son terroristas y con ellos no
se negocia. A los huelguistas los han confinado en celdas de aislamiento, con
prohibición absoluta de visita y de recibir ningún tipo de información
(diarios, radios, etc.) ni vínculo con sus letrados.
El ministro de Seguridad
Pública de Israel, Gilad Erdan, dijo que los presos “son terroristas y asesinos encarcelados que están recibiendo lo que
merecen, y no hay motivos para negociar con ellos”. Amenazó con que si
siguen con esa huelga los van a llevar confinados a una cárcel en el desierto
de Néguev. Dicho sea de paso, es la zona donde Israel tiene reactores atómicos
y una parte de su veintena de armas nucleares o más nunca inspeccionadas por la
Organización Internacional de Energía Atómica que tanto persiguió a Irán.
Barghouti no estaba solo,
mucho antes de comenzar con esta protesta. En 2013 su esposa fue a Sudáfrica y
allí logró que un compañero de Nelson Mandela, Ahmad Kathrada, desde la misma
cárcel de Robben Island donde aquél estuvo preso 26 años, lanzara una campaña
internacional por la “Libertad de
Barghouti y de todos los prisioneros palestinos”. Desde entonces se han
incorporado a esta campaña mundial ocho Premios Nobel de la paz, entre ellos el
argentino Adolfo Pérez Esquivel, representantes de 120 gobiernos y numerosas
organizaciones humanitarias y culturales.
Es de esperar que la actual
huelga de los palestinos motorice aún más dichos reclamos.
En Argentina también
Los datos sobre la cantidad de presos palestinos y sus
impresionantes sufrimientos sensibilizan en buena parte del mundo, Argentina
incluida. El martes 2 de mayo el embajador palestino en Argentina, Husni Abdel
Wahed convocó a una reunión informativa en Buenos Aires. Durante media hora
informó que el ejército de ocupación israelita mantenía hasta este abril de
2017 a 6.500 presos palestinos en los establecimientos carcelarios de Ramle,
Hadarim, Nafha, Ramon, Ashkelon, Jalameh, Gilboa, Ha Sharon, Damon, Megido,
Eshel, etc. De ese contingente prisionero, 57 son mujeres y de éstas 13 son
niñas. Entre los hombres, detalló Wahed, 500 son menores de 12 años, edad en la
que ya pueden quedar a disposición de tribunales militares.
Además de Barghouti hay
otros 13 parlamentarios presos. Y otra irregularidad notable, que enfatizó, son
las “detenciones administrativas”,
que permiten detener sin juicio en forma “preventiva”,
con prórrogas cada seis meses que en muchos casos se convierten en años. Así
están 500 palestinos, con esa “ley”
que data del 2000 y se aplica con más o menos rigor, según el nivel de las
protestas nacionales e internacionales.
El diplomático palestino
puntualizó la falta de atención médica en las cárceles israelitas, donde hay
200 enfermos terminales. Por eso los huelguistas piden por su salud y
tratamientos gratuitos. Que los atiendan bien en el establecimiento o los
lleven a los hospitales. Desde las ocupaciones sionistas de 1967 hasta hoy han
pasado por las cárceles unos 850.000 palestinos, que sobre una población total
de 4 millones suman más del 20%.
Los datos sobre aquellos
sufrimientos de un pueblo ocupado y contra el que el ocupante comete delitos de
lesa humanidad, genocidio y crímenes de guerra, han suscitado denuncias en todo
el mundo, incluido nuestro país (agosto de 2014 ante la fiscalía federal N°1 de
Enrique Senestrari, Córdoba). La huelga de prisioneros, que lleva 17 días,
vuelve a poner este tema sobre el tapete.
La embajada de Israel, las
cúpulas de la Daia y la AMIA, el lobby sionista, Clarín y los medios
concentrados y el gobierno de Mauricio Macri, no dirán ni una palabra de la
huelga. O peor aún, repetirán las mentiras de Netanyahu de que todo es mentira
de “los terroristas” palestinos. No
los asiste la verdad ni los ayuda la coyuntura, porque en estos días visitó
Buenos Aires el historiador Ilan Pappé, nacido en Haifa (Israel), y brindó
conferencias y publicó reportajes. Este israelita exiliado en Reino Unido y
profesor de la Universidad de Exeter, declaró ayer a Página/12: “el
sionismo es más peligroso que el ISIS (Estado Islámico), es la
razón principal de la ausencia de paz y de reconciliación. Israel es un país
colonialista”.
¡Pum! ¿Israel es más peligroso que el ISIS? Una bomba, y no
la puso Barghouti.
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