PROTESTA
ANTIGASOLINAZO O LUCHA ANTISISTÉMICA
La Voz del Anáhuac
Febrero 2017
En Nogales y Hermosillo, estado de Sonora;
Parral, Delicias, Camargo, Chihuahua y Ciudad Juárez, estado de Chihuahua; Ixmiquilpan, estado
de Hidalgo; Tijuana, Mexicali y Rosarito, estado de Baja California; Mérida,
estado de Yucatán; Cuernavaca, estado de Morelos; Tepic, estado de Nayarit; Oaxaca, Juchitán y Salina Cruz, estado de Oaxaca; Culiacán y Guasave,
estado de Sinaloa; Guanajuato, estado de Guanajuato; Guadalajara y Puerto Vallarta, estado de
Jalisco; San Martín de las Pirámides, San Salvador Atenco, Naucalpan, Ecatepec
y Texcoco, estado de México; Puebla, estado de Puebla; Xalapa, Estado de Veracruz; Tuxtla Gutiérrez, Comitán, Ejido de Tila, San Sebastián Bachajón, Acteal y San Cristóbal de las Casas, estado de Chiapas; Cherán, Santa María Ostula, Aquila y Morelia, estado de Michoacán; Ciudad de México y en
muchas otras partes del país se han realizado diversas movilizaciones: marchas,
mítines, bloqueos carreteros, vías del tren, instalaciones de Pemex, toma de oficinas
de gobierno, liberación de casetas de peaje. En muchas de estas acciones de protesta se ha empleado la fuerza
pública, en unos casos intentando detener la represión cantando el Himno Nacional o sentándose con las manos en alto, como formas civiles pacíficas de resistencia o empleando la autodefensa, se han disuelto a golpes las movilizaciones, deteniendo a ciudadanos
inconformes, disparando gases, balas de goma o de plomo, asesinando a jóvenes,
como sucedió en Ixmiquilpan.
El hecho
que hizo estallar la indignación popular fue el que se conoce como “gasolinazo”: el abrupto aumento del 20%
en el precio de las gasolinas y diésel, que según el gobierno tiene la
finalidad de nivelar el precio de los combustibles con sus precios
internacionales. Aunque el gobierno niega que esta medida, impuesta desde el 1
de enero, sea consecuencia de la llamada reforma energética, con la que se han
puesto en manos de los capitales transnacionales las industrias petrolera y eléctrica.
El
gasolinazo no viene solo, al mismo tiempo han aumentado las tarifas eléctricas
y se ha desatado una cascada de aumentos de precios en los bienes de consumo,
golpeando severamente la economía de las familias mexicanas.
Por esto
las protestas contra el gasolinazo se extienden por todo el país y expresan también
repudio contra las llamadas “reformas
estructurales” (laboral, energética, financiera, hacendaria, de competencia
económica, de amparo, de transparencia, de procedimientos judiciales, de
telecomunicaciones, educativa, de salud pública), todas ellas modifican las
leyes para imponer de tajo el modelo neoliberal, para favorecer la inversión extranjera,
para criminalizar la protesta social, para privatizar los derechos sociales,
pera despojar a los trabajadores y en general a los ciudadanos de los derechos
ganados tras largos años de lucha, para desmontar totalmente la estructura de
lo que se denominó estado de bienestar, es decir, desligarlo de toda
responsabilidad social.
Hay que
decir que desde 1982, cuando se comenzó a imponer en México el modelo
neoliberal, el Estado ha ido haciendo reformas y aplicando políticas en ese
sentido. Recordemos que en 1992 se impuso una reforma agraria que privatizó el
ejido, ocasionando una de las crisis más lesivas para los campesinos, que esto,
junto con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos
y Canadá fueron dos de los detonantes de la insurrección zapatista el 1 de
enero de 1994.
Esto,
entonces, no es nuevo, no es producto del mal gobierno actual, es parte de un
proceso depredador que lleva en México ya más de tres décadas. Es un error
entonces centrar la atención en quien hoy ostenta el cargo de jefe del
ejecutivo. No basta con que se vaya, por renuncia, destitución, “golpe de estado popular” o como quiera
que se enfoque su derrocamiento. No es una persona contra quien hay que luchar,
es contra todo un sistema de dominación, despojo, destrucción y muerte. Nuestro
enemigo se llama capitalismo.
Contra eso es contra lo que hay que luchar,
desmantelar ese sistema es el objetivo. No es cierto que todo se pueda resolver
luchando contra la corrupción, recortando los onerosos sueldos de los funcionarios
de gobierno, legisladores y magistrados, o eliminando las absurdas pensiones
vitalicias de los ex presidentes. No, no así, es acabando con el Estado
capitalista, destruyéndolo, desmontando el sistema de explotación capitalista.
Construyendo, desde abajo, un sistema sin explotación, sin despojo, sin
represión, sin humillación.
Es el
pueblo, los campesinos, los obreros, los pueblos originarios, los estudiantes,
los oprimidos todos del país quienes podemos lograr esto si nos unimos, si nos
organizamos, si luchamos en contra de toda esa estructura criminal llamada
capitalismo.
En los
pueblos zapatistas, en algunas regiones de Guerrero, Oaxaca, Michoacán,
Veracruz y otros estados existe ya un germen de lo que puede ser esta nueva
sociedad, donde nadie se enriquece con el trabajo de los más, donde el pueblo
manda, donde se ha expulsado a todos los partidos políticos, donde se construyen
la autonomía y el autogobierno, donde se practica la autogestión. La autonomía
no es en sí misma la emancipación, pero sí es un camino emancipatorio que
permite la construcción del poder del pueblo, que lo organiza trabajando en
colectivo, por y para el bien común y demuestra que sí se puede construir algo
diferente, nuevo, mejor, erradicando las prácticas que reproducen el
capitalismo.
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