No hay mejor manera de manifestarse que dejar testimonio
Redacción
Desinformémonos
23
febrero, 2017-02-24
Ciudad de
México/Desinformémonos. El actor y
director mexicano Diego Luna publicó un texto en el que criticó las acciones
del gobierno mexicano frente a la política de odio del presidente estadounidense
Donald Trump, desde que lo invitó a la residencia de Los Pinos hasta hoy, que “ha dejado ir sin excepción” las
oportunidades de demostrar “legitimidad
moral”.
“No hay ni siquiera una
voluntad de autocrítica”, señala Luna en su escrito, en el que asegura que
el presidente Enrique Peña Nieto insiste en desaprovechar “el momento para hacer lo correcto y dar un golpe de timón”.
Frente al panorama, Luna consideró que “la clave está en ser parte activa de la resistencia” contra las
expresiones y actos xenófobos de Donald Trump, a través de la solidaridad entre
el mismo pueblo mexicano, pero también con los centroamericanos, quienes forman
parte de la política de odio del magnate estadounidense.
“No permitamos que su voz se
apague. No hay mejor manera de manifestarse que dejar testimonio: todos
merecemos algo mejor”, concluye el cineasta mexicano.
A continuación, el texto completo:
Soy mexicano: aquí nací y aquí vivo. Y aunque la llegada de
Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos ha sido una de las peores
noticias de nuestra historia reciente, peor ha sido el pasmo y la respuesta
temerosa del gobierno que está a cargo de cuidar nuestros intereses ante la voz
que nos amenaza.
El gobierno mexicano
invitó a Trump a la residencia presidencial cuando era candidato y lo recibió
en nuestro país con bombo y platillo,
validando su discurso de odio y dándole un foro para repetir sus promesas de
campaña. El presidente de México le regaló a Trump la palabra y no pudo
contradecirlo cuando realmente importaba: no por Twitter, horas después, sino ahí, en la escena. Después de aquello,
el gobierno ha perdido la capacidad de exigir una comunicación más sana y
respetuosa.
Pero no solo eso. Mi gobierno
(y digo que es mi gobierno porque
formalmente así es, aunque aclaro que no me representa en ningún sentido) ha
tenido varias oportunidades de demostrar legitimidad moral y las ha dejado ir
sin excepción. Pudo recibir, por ejemplo, a las víctimas del decreto que
prohibía la entrada a inmigrantes y refugiados de varios países musulmanes y
que afectó a miles antes de que un juez los detuviera. Era una oportunidad
invaluable para ponernos del lado correcto de la historia y mostrar empatía con
aquellos que, como nosotros, sufren las consecuencias de un gobierno
autoritario. Pero Peña Nieto lo dejó pasar, temeroso, quizá, de una
confrontación con el bully de Washington.
No hay ni siquiera una
voluntad de autocrítica. Después de todo, hay pocos gobiernos más duros e
injustos con los migrantes que el mexicano. Basta leer los testimonios de los
centroamericanos que cruzan por México hacia la frontera norte para conmovernos
e indignarnos con sus terribles historias de abuso y extorsión. Para los
migrantes centroamericanos, la injusticia comienza y a veces culmina en México.
Este sería el momento de reconocer nuestras propias carencias. Nada más
valiente, al final del día, que aceptar un error. Pero el gobierno mexicano
tampoco ha mostrado ese tipo de imaginación. Y ni hablar de la unidad
latinoamericana. ¿Cómo es posible que Peña Nieto no voltee activamente al sur y
convoque a la solidaridad? ¿Cómo no ha buscado crear un frente común que nos
fortalezca frente al racismo del presidente de Estados Unidos?
En el fondo, es un
misterio: a pesar de tener los niveles de aprobación más bajos de la historia
de México, Enrique Peña Nieto insiste en no aprovechar el momento para hacer lo
correcto y dar un golpe de timón. No tiene nada que perder políticamente y
podría ganar mucho, empezando por la defensa de los más vulnerables: los
millones de mexicanos que viven en Estados Unidos.
Enrique Peña Nieto insiste en no
aprovechar el momento para hacer lo correcto y dar un golpe de timón
Las víctimas más cercanas
del odio y la cerrazón hoy nos necesitan. Este martes, el gobierno del
presidente Trump informó de nuevas directrices con el objetivo de ampliar el
número de inmigrantes indocumentados que puede deportar y acelerar su salida
del país. A partir de ahora, los agentes de inmigración y de aduanas tienen la
orden de deportar a cualquiera que haya sido condenado por cualquier delito. No
hay tiempo que perder, no podemos permitir el dolor, la separación e
incertidumbre de tantas familias. Actuemos a tiempo antes de que sea demasiado
tarde.
Trump, después de todo, es una amenaza, pero
también el posible comienzo de cosas mejores. El odio nos da la oportunidad de
responder reconociéndonos en los demás, de mostrar solidaridad y respeto a los
que, como nosotros, hoy la tienen más difícil que nunca. Hoy, el mundo siente
una empatía natural con México y es nuestro deber aprovecharla. La clave está
en ser parte activa de la resistencia, demostrar que somos capaces de practicar
la compasión no solo por los mexicanos que viven dentro de nuestras fronteras,
sino por los millones que están del otro lado, los mexicanos e hispanos en
general a los que hoy pretenden callar, a los que pretenden quitarles el
derecho a luchar. Contemos sus historias, dentro y fuera de Estados Unidos. No
permitamos que su voz se apague. No hay mejor manera de manifestarse que dejar
testimonio: todos merecemos algo mejor.
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