Historia de cómo los Estados Unidos despojaron a México
la mitad de su territorio
Jesús
Vargas
20
enero, 2017
Hace dos años compartí este artículo, va de nuevo porque tiene relación
con lo que nos anda pasando últimamente.
Estamos
viviendo tiempos difíciles, saturados de información en ocasiones
contradictoria y muchas veces dudosa; tiempos de consternación e incertidumbre
derivados de un ambiente en el que el belicismo se ha entronizado, aplastando
las voces que clamaron en todo el mundo por la paz.
.- El 1 de octubre de 1800, el gobierno de
España devolvió la Louisiana a Francia.
.- En 1803 el gobierno de Napoleón vendió
Louisiana a los norteamericanos, quienes sin ninguna base empezaron a sustentar
que Texas formaba parte de ésta.
.- En 1808 Francia invadió España y,
aprovechándose de la situación, los Estados Unidos ocuparon la Florida
occidental. Dos años después, con las condiciones internacionales a su favor,
los norteamericanos declararon, sin ningún sustento legal, la anexión
definitiva de ese territorio.
.- En 1815, después de que Fernando VII había
recuperado el trono de España, se iniciaron las negociaciones de límites con
Estados Unidos, y el 22 de febrero de
1819 se firmó el convenio por medio del cual España renunció
definitivamente a sus intereses sobre la Florida, y a cambio de ello los
Estados Unidos reconocieron la frontera en la desembocadura del río Sabinas,
quedando así Texas como posesión española. Sin embargo, esto no significaba que
los Estados Unidos renunciaran a ese territorio.
.- En 1820, Moisés Austin, asesorado
secretamente por el embajador Poinset y en representación de 300 familias de
Louisiana, solicitó autorización para establecer una colonia en Texas. El
representante del gobierno español autorizó la colonización, y de allí en
adelante se inició un flujo constante de angloamericanos a ese territorio.
.- El 2 de marzo de 1836, cuando ya sumaban
decenas de miles, los colonos texanos declararon su “independencia” de México, y el 6 de julio de 1845 el Senado norteamericano aprobó la anexión,
oficializando así la invasión “pacífica”
que se había iniciado veinticinco años antes. Con esta acción, los Estados
Unidos recorrieron la línea fronteriza hasta el río Bravo; pero la expansión
imperialista no concluyó.
.- Meses
después de la anexión, el 13 enero de
1846, para proteger “su nuevo
territorio”, el presidente James K. Polk ordenó la movilización de un
contingente militar que se estableció en Corpus Christi.
.- El 12 de abril de 1846, estos soldados se
movieron a la orilla del río Bravo, frente a la población de Matamoros.
.- El 24 de abril, el jefe militar
norteamericano ordenó a una patrulla de 63 soldados y oficiales que hicieran un
recorrido sobre la margen del río, y cuando desempeñaban su misión de
vigilancia se enfrascaron en un combate cuerpo a cuerpo con soldados mexicanos,
resultando 14 norteamericanos muertos, la provocación yanqui había sido
exitosa.
Inmediatamente
el presidente de Estados Unidos empezó a buscar las condiciones “legales” para lograr que la Cámara de
Representantes y el Senado aprobaran la declaración de guerra contra México.
La
humanidad en general y los mexicanos en particular, tenemos que agradecerle al
presidente James Polk que se ocupara de escribir en su diario cómo fue
construyendo la declaración (supuesta justificación) oficial de esta guerra.
Sin que esa fuera la intención del documento, se rebela en sus páginas, con
plena nitidez, la lógica que han empleado y siguen empleando los políticos de
ese país para imponer su voluntad al mundo entero, a costa de lo que sea.
De
acuerdo a lo que escribió en su diario, desde finales del mes de abril empezó a
consultar con varios de sus colaboradores los términos y las condiciones de la
guerra contra México; y así, el 12 de
mayo de 1846 envió al Senado y a la Cámara de Representantes el documento
por medio del cual solicitó la aprobación de la declaratoria de guerra.
Entre
otras cosas y como argumento principal, esto fue lo que sostuvo el presidente
Polk:
“...después de reiteradas amenazas, México
ha traspasado la línea divisoria de los Estados Unidos, ha invadido nuestro
territorio y ha derramado sangre americana en suelo americano...
Como la guerra existe, y como a
pesar de todos nuestros esfuerzos para evitarla, existe por un acto de México
mismo, nos vemos apremiados por todas las consideraciones del deber y del
patriotismo, a vindicar con decisión el honor, los derechos y los intereses de
nuestro país”.
Tres
días después, el presidente Polk dirigió a sus diplomáticos en el extranjero,
el documento por medio del cual debían informar sobre esa declaratoria. Así se
expresó en la parte sustancial de dicho documento:
“Está en nuestro interés, como ha sido
siempre nuestro deseo, que México sea una república independiente y poderosa, y
que nuestras relaciones con ella sean del más amistoso carácter. Las sucesivas
revoluciones que ha tenido que sufrir y los hombres avariciosos y faltos de
principios que se han colocado a la cabeza de su gobierno, lo han puesto al
borde de la ruina...
Vamos a la guerra con México
únicamente con el propósito de conquistar una paz honrosa y permanente. Al
mismo tiempo que nos proponemos proseguir la guerra con vigor tanto por tierra
como por mar, llevaremos la rama de la oliva en una mano y la espada en la
otra, y cuando se acepte aquella envainaremos ésta”.
Antes
de que el presidente Polk firmara este documento, le pidió a su secretario de
estado, el señor James Buchanan que lo revisara, y éste, ingenuamente, agregó
un párrafo final en el que se leía que:
“al ir (Estados Unidos) a la guerra, no lo hacía con el propósito de
adquirir California o Nuevo México, u otra porción de territorio mexicano”.
Inmediatamente,
el presidente le dijo a su secretario de estado que esa aclaración era
innecesaria e inconveniente, y textualmente escribió en su diario:
“Le dije que aunque no hubiéramos ido a la
guerra con propósito de conquista, sin embargo era claro que al hacer la paz
podríamos obtener, si fuera factible, California y alguna otra parte del
territorio mexicano que fuera suficiente para indemnizar a nuestros reclamantes
contra México, y para sufragar los gastos de guerra que aquella nación nos
obligaba a emprender por sus largos y continuos ultrajes y perjuicios...”
Hasta
aquí nuestras referencias; el resto de esta historia todos lo conocemos. Sólo
para terminar, una reflexión más que no queremos dejar pasar:
“La
levedad de la memoria es un síntoma social de nuestro tiempo. Por más que las
huellas del pasado nos hablan y nos llaman a gritos, nosotros las ignoramos y
renunciamos a su luz”.
Comentarios