“El Estado
implementa un escenario de guerra contra la Resistencia Mapuche”
Andrés
Figueroa Cornejo
Entrevista
a Héctor Llaitul,
vocero
de la Coordinadora Arauco Malleco,
Nación
Mapuche
Red
Latina sin fronteras
28
enero, 2017
“Ha tardado el fin
de la noche”
Patricio Manns
La represión vieja y rabiosa del Estado chileno en
contra de la lucha Mapuche reinventa fórmulas para desintegrar a un pueblo
entero. Ahora es el turno de la Comisión Asesora Presidencial o “mesa de diálogo” aventurada por la
administración de la Nueva Mayoría.
Para conocer la opinión al
respecto de una de las fuerzas que encara mediante la acción directa y un
proyecto político anticapitalista en formación propiamente mapuche, nos
entrevistamos con el vocero de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM), Héctor
Llaitul.
-¿Cuál es la opinión de la CAM respecto de la llamada Comisión Asesora
Presidencial o “mesa de diálogo” que levantó la administración de la
Nueva Mayoría en el territorio Mapuche?
Para nosotros se trata de una apuesta más de las
autoridades de turno con la intención de enfrentar el conflicto entre nuestro
Pueblo Nación y el Estado chileno. Para nosotros es “más de lo mismo” simplemente. Existe una situación que no es
nueva. Se realizó un llamado para conformar una mesa asesora presidencial con
el fin de establecer algunas medidas para frenar el conflicto, pero a la larga
consideramos que no habrá ninguna respuesta concreta a la confrontación.
-¿Por qué?
Porque pareciera que son las voces más conservadoras
del sector empresarial que encabeza el régimen de ocupación colonial en La
Araucanía, sobre todo la industria forestal y el latifundio que han usurpado el
territorio del Wallmapu, el que tiene mayor preeminencia en esta “mesa de diálogo”. En consecuencia, la
propuesta y sus resultados fueron previamente definidos en el sentido de
mantener el actual estado de cosas y el capitalismo neoliberal a través de la
política extractivista que está causando estragos en nuestros territorios. Ella
tiene que ver con la depredación y el saqueo de nuestros recursos,
principalmente de la tierra y el agua. Por lo tanto, la “mesa de diálogo” sólo le ofrece mayores garantías a este sistema,
el cual está erigido sobre el principio fundamental del desarrollo capitalista
de salvaguardar a toda costa la propiedad privada.
-¿Por qué estimas que la “mesa de diálogo” emerge ahora y no antes?
Por el nivel de antagonismo irreconciliable que ha
alcanzado la lucha entre las comunidades movilizadas y sus representaciones
(entre las cuales nos contamos), y el sistema de propiedad privada usurpador,
principalmente de la industria forestal. Este combate se ha ampliado y
profundizado. Y lo que existe concretamente es una desestabilización de la
reproducción del capital y sus relaciones. Ese es el escenario que marca la
confrontación. Y en ello nos cabe una responsabilidad política real. En el Wallmapuche,
el capital y sus representaciones políticas institucionales ya no pueden
gobernar como lo hicieron antes. Hoy hay un conflicto de características
estratégicas.
-¿Qué significa esa estrategia?
Con los resultados del informe que se entregó al
ejecutivo se pretende el continuismo y con ello lapidar las aspiraciones de
autodeterminación que gran parte del Pueblo Mapuche ha asumido en el último
tiempo, más allá de la CAM. El movimiento Mapuche en general, y el autonomista
en particular, se han propuesto con mucha fuerza la lucha por la reconstrucción
nacional Mapuche.
-¿Cuáles son las características lapidarias para la causa liberadora
Mapuche que comporta la “mesa de diálogo”?
Hay un diagnóstico y hay propuestas que en el fondo
preparan al gobierno de turno para que ni siquiera se establezca el
reconocimiento constitucional o la posibilidad de un Estado plurinacional
dentro de los marcos legales y reformistas de su propia arquitectura política.
Por ello, muchos sectores mapuche distintos a nosotros y que están comprometidos
con una aspiración autonomista, también critican esa Comisión Asesora Presidencial
– “mesa de diálogo”.
El “caramelo” de la “mesa de diálogo”, al menos en el papel, considera
cupos parlamentarios para mapuche. Más allá de esa clásica forma de cooptación
sistémica que ha empleado el poder históricamente, ¿qué es lo de fondo para
ustedes?
Lo trascendente es que, al no existir un
reconocimiento constitucional de nuestra condición de Pueblo Nación, el Estado
chileno se niega a declararse plurinacional y con ello coarta toda posibilidad
autodeterminista, que es la aspiración y demanda que más nos representa a
los mapuche. O sea, aquí la unidad monolítica del Estado de Chile no permite su
debate democrático. Ello expresa una posición extraordinariamente conservadora,
derechista y hasta fascista. Por tanto, nos encontramos, una vez más en la
historia, con una concepción que rechaza de plano el conjunto de derechos que
componen y son condición de la reconstrucción de la Nación Mapuche. En el
fondo, el Estado chileno y su administración se niegan una vez más a reconocer
la diferencia respecto de los sujetos colectivos que presentan formas de vida
distintas y que por cierto poseemos demandas propias. ¿Por qué? Porque no se
ajustan a sus intereses.
Lo anterior es altamente
grave para la Nación Mapuche y explica por qué nuestro proyecto emancipatorio
se basa en la realidad incuestionable de que somos un pueblo ocupado, sometido.
¿Cuál es la diferencia con la militarmente criminal “pacificación de La Araucanía” en nuestra contra impuesta por el
Estado de Chile hacia la última parte del siglo XIX? Hasta hoy persiste ese
mismo régimen de ocupación colonial, de “integración”
y chilenización forzada, en donde no tiene cabida nuestra concepción de
autodeterminación y soberanía. Y esa opresión no sólo ocurre en contra de
nosotros. Está presente en la base de las resistencias de los pueblos
palestino, kurdo, saharaui, de los pueblos indígenas de todo el Continente, del
pueblo vasco, de los movimientos de liberación africanos, asiáticos, en
Norteamérica, en Australia, etc.
-¿Qué ha cambiado respecto de otros momentos históricos para el Pueblo
Mapuche que pueda explicar por qué se lanza esta Comisión Asesora Presidencial
– “mesa de diálogo”?
Los múltiples esfuerzos del movimiento Mapuche (con
muertos, prisioneros, procesos de lucha, persecución política sistemática) han
ido creando una correlación y condiciones de fuerzas distinta con el objetivo
de viabilizar un proyecto autonomista. La lectura es que, la lucha mapuche autonomista
se ha intensificado y el Estado tiene que hacer algo frente a ello. Y dentro de
su repertorio habitual, la respuesta del Estado chileno es utilizar una
aparente estrategia de “diálogo”.
Claro que aquí hubo definiciones políticas y presiones de empresariado. El uso
de ese medio no sólo es un “portazo”,
una clausura unilateral a nuestra causa de autodeterminación, sino que atenta
contra todas las causas de autodeterminación de los pueblos y comunidades no
Mapuche sojuzgadas por el Estado chileno, y que trasciende con creces el
paradigma dominante de lo que territorialmente se denomina “país chileno”. Se trata de una bofetada brutal en contra de todos
los pueblos del mundo que pugnan por su autodeterminación.
-¿Qué significa “autodeterminación” para el conjunto de la Resistencia
Mapuche?
La existencia etno-política de las condiciones y
capacidades de autogobernarnos y definir nuestro propio destino. De seguir
siendo mapuche. De reconstruirnos, en el mapuche kimun, el mapuche rakiduam, el
ad mapu el itrofil mongen. Todo.
Siempre hemos sufrido dictadura
-¿Qué diferencias hay entre el trato de la dictadura pinochetista en
relación a los gobiernos civiles, con el mundo Mapuche?
Para el Pueblo Nación Mapuche no hay variaciones
sustantivas al respecto. Siempre hemos sufrido dictadura, independientemente de
las formas que ha adoptado el régimen político chileno.
-¿Qué es la dictadura para ustedes?
Nosotros seguimos padeciendo la dictadura del capital
monopólico financiero. Ella es la que ha regido el orden del racismo y la
intolerancia hacia nuestros derechos. Por eso, ante la presente contingencia,
por arriba, no habrá más que “soluciones” en la línea de la “integración”.
Integración como asimilación y subordinación a la totalidad del Estado nación
chileno. E incluso del intento de aniquilamiento concreto frente a nuestras
posiciones de lucha por territorio y autonomía. Ello acrecentará la
represión y la persecución política hacia los sectores más consecuentes con
estas aspiraciones.
-¿Qué pasa si luego del informe de la Comisión Asesora Presidencial –
“mesa de diálogo”, como se ha publicado por los medios, la Nueva Mayoría ofrece
una bancada parlamentaria mapuche?
Ciertamente que el gobierno ofrecerá representación
política, pero no a los legítimos dirigentes mapuche que sostienen coherentes
convicciones autonomistas, sino que a individuos mapuche que son funcionales a
sus intereses. Esto es, funcionales al proyecto desarrollista, productivista,
consumista y extractivista que está en el ADN de la acumulación capitalista.
-Sin embargo, existen grupos mapuche que no miran con malos ojos esa
“oferta”…
En efecto, existe una cosecha en curso ligada a un
quehacer político que es parte de la institucionalización de ciertas franjas de
la lucha mapuche. Y se expresa con personas de apellido mapuche que son
absolutamente funcionales a los poderes establecidos por arriba. ¿Cuál es el
problema principal en este ámbito? Que dadas las actuales condiciones de
resistencia, organización y lucha autonomista consecuente de amplios sectores
del Pueblo Mapuche, de producirse la institucionalización vía parlamentaria de
individuos mapuche, se agudizarán las contradicciones en el movimiento general.
-¿Qué pasaría?
El movimiento se polarizaría. Por un lado, quienes
estamos por la autonomía, incluso por la autonomía revolucionaria como lo
plantea la CAM; y aquellos que están por institucionalizar la lucha mapuche.
Bajo esas circunstancias se provocaría un quiebre. Desde nuestra perspectiva,
no deja de resultar un ejercicio doloroso, pero sano. Para nosotros un virtual
quiebre representa un desafío y una transparentación de las posiciones. En todo
caso, lo cierto es que no existe ninguna garantía de que haya diputaciones o senadurías
reservadas para mapuche que no pertenezcan a algún partido de la propia clase
política dominante que, por lo demás, se encuentra en medio de una crisis feroz
de su democracia representativa que no tiene por donde remontar.
Asimismo, “la oferta” de la gobernanza agrega las
típicas “ayudas” focalizadas y
clientelares que bien conoce el propio pueblo chileno.
La doctrina del enemigo interno y
el conflicto de baja intensidad
-¿Cuáles son las condiciones de la resistencia del movimiento
autonomista Mapuche?
Respecto del accionar del Estado chileno, nosotros
decimos que los hechos tienen más fuerza que las palabras. Lo que observamos es
que la institucionalidad está implementando un verdadero escenario para la
guerra, en la lógica de la doctrina del enemigo interno y el conflicto de baja
intensidad. Hablamos de una maquinaria política y militar para la guerra por
parte del Estado en la zona. Quien quiera ver, ahí está la creciente
militarización de última generación (se trata de armamento comprado a Israel),
criminalización y represión en el Wallmapu; la prisión política, los montajes,
la persecución sistemática, los controles de identidad. O sea, vivimos la
violación permanente de los derechos civiles y humanos de nuestra gente.
A ello sumamos que la
totalidad del personal militarizado estatal apostado en el territorio está allí
para cautelar los intereses empresariales. Operan como la “guardia pretoriana” del capital forestal. Asimismo, enfrentamos la
prórroga del Decreto 701 que tiene que ver con la certificación de la
expoliación forestal.
¿Qué piensa la izquierda de la resistencia
de nuestro pueblo?
-¿Y qué ocurre con las bocas de la
denominada “clase política”?
En ese sentido, nosotros emplazamos no sólo al sistema
político dominante, sino que también a las llamadas “izquierdas tradicionales” y a las “izquierdas revolucionarias”. ¿Cuál es su posición en relación a
nuestra lucha?
-Ya se conocen las posiciones de la “derecha tradicional” (UDI, RN,
etc.) y de otras tiendas sistémicas…
Que no haya un reconocimiento constitucional de
nuestro Pueblo Nación es el resultado de que se impuso la derecha económica en
la institucionalidad. Y la Nueva Mayoría
se subordinó a esa imposición. Sin embargo, lo que nos llama poderosamente la
atención es que sectores de la Nueva
Mayoría que se autoproclaman “progresistas”,
no tengan una posición clara al respecto.
Porque, ¿qué hay detrás de
la “mesa de diálogo”? Una continuidad
a un proceso de explotación de los recursos de basamento capitalista en su
forma extractivista, junto al exterminio del Pueblo Nación Mapuche.
¿Qué piensa la izquierda de
la resistencia de nuestro pueblo? Para nosotros no se trata simplemente de
apoyar a una machi o a un lonko en particular. Queremos conocer su pensamiento
práctico respecto de la opresión y saqueo total que sufrimos. Necesitamos
definiciones concretas respecto del modelo de desarrollo que nos está
destruyendo en el territorio. No nos interesan los “saludos a la bandera”.
Si nuestra decisión ante la
integración forzada y el avasallamiento del Estado y su sistema político es la
resistencia organizada y la autodefensa como ejes dinamizadores de nuestras
luchas, ¿cuál es la posición que adoptará la izquierda? ¿Qué dirán la izquierda
y el progresismo si hacemos el legítimo uso de las armas, fundado en el Derecho
a Rebelión de los Pueblos del mundo frente a la tiranía? El Estado ejercita a
diario y a discreción el monopolio de la violencia política en nuestra contra.
Nosotros ya no lo podemos aguantar. Es la violencia del Estado la que nos
violenta y no al revés.
No transamos con las políticas
estatales e institucionales
-¿Cuál es el proyecto político de la
CAM?
El ejercicio de reconstrucción nacionalitario (que no
tiene nada que ver con el nacionalismo patriotero del fascismo), la autonomía
sobre la base de la lucha por el territorio ancestral, y la autodefensa. Y la
autonomía también es independencia política de los poderes que nos someten,
adquieran la forma que adquieran (el capital, el Estado, las religiones, los
partidos, las ong’s, etc.). Nosotros hablamos de la construcción en proceso de
un nuevo proyecto y pensamiento mapuche, desde, con y para el Pueblo
Nación Mapuche, UN NUEVO RAKIDUAM. Se trata de definiciones colectivas y desde
abajo que hemos encontrado a través del devenir de nuestra propia lucha y que
tienen las categorías del anticapitalismo, antioligarquía, antiimperialismo. No
provienen de la academia ni de las élites. Ahora bien, nosotros estamos
empeñados en construir nuevas condiciones, superando las actuales, mediante la
lucha misma. Nuevas condiciones políticas, culturales, cosmovisionarias, y,
sobre todo, valóricas y éticas propias mapuche. Nosotros hablamos mucho de la
ética de la acción política, no sólo respecto de la acción directa, sino de la
conducta y actitud en la lucha. Por eso no transamos con las políticas
estatales e institucionales. Y el control territorial se vuelve nuestra
plataforma concreta para hacer frente a todo el andamiaje de poder que persigue
que perezcamos.
-¿Cuál es la diferencia entre el “nacionalismo” y lo “nacionalitario”?
Aquí nosotros combinamos dos modos mundialmente
conocidos respecto de lo que entendemos por liberación. Por un lado, está la
emancipación de las clases oprimidas por las clases opresoras, y por otra
parte, está la liberación de un pueblo cuando es sojuzgado por otro pueblo.
Ambas luchas son absolutamente legítimas. Nuestra resistencia conjuga ambos
momentos en un solo movimiento liberador. Nosotros hacemos converger la lucha
anticapitalista con la lucha de liberación nacional.
-¿A
qué sociedad aspiran?
Postulamos la liberación de la humanidad de toda
opresión. Y en particular, por nuestro lugar en el mundo, la liberación como
mapuche. Nuestro pueblo conformó históricamente una concepción colectiva de
pueblo y de nación. Con autogobierno, autodeterminación, autonomía. Los mapuche
somos una formación histórica y cultural común, con un idioma propio, con una
concepción del mundo y una espiritualidad propias; con un sentido de
pertenencia e identidad distintivo. En este contexto reivindicamos el concepto
de nación. La nación y las relaciones sociales y materiales que buscamos
recuperar de nuestros antepasados, de su legado, es un tipo de sociedad que
entra inmediatamente en contradicción con la sociedad capitalista. Estamos en
contra de la ideología de la modernidad capitalista, del desarrollismo productivista,
del falso progreso infinito a costa de acabar autodestructivamente con la
propia naturaleza de la que hacemos parte; estamos en contra del beneficio
individual y privado por sobre el bien común y colectivo. Los mapuche siempre
fuimos de mirada comunitaria y de reciprocidad con la naturaleza. Entonces ahí
queda clarísimo el choque entre dos modos concretos y culturales
irreconciliables. El desenvolvimiento de la reconstrucción del mundo mapuche se
torna anticapitalista. Y esta contradicción insalvable entre el proyecto de
desarrollo capitalista y la cosmovisión mapuche, la conocen muy bien los dueños
del capital y de ahí su objetivo de destruirnos.
Aquí debería existir una
reflexión profunda de aquellos que se dicen cercanos a la causa mapuche o
pro-causa mapuche, en el sentido de entendernos a nosotros como sujetos
revolucionarios.
-¿Algunos los acusan de “nacionalistas y
sectarios”?
Eso debe ser aclarado y que no haya equívoco. La
viabilidad de la liberación mapuche tiene que ver también con la liberación de
la sociedad chilena de la totalidad capitalista predominante. Por eso le
pedimos a esos sectores comprensión y autocrítica. No somos “proletariado rural, ni campesinado”.
Buscamos el acompañamiento y la solidaridad de las izquierdas.
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