Ejido de Tila: un
año construyendo autonomía
Video de SubVersiones
Pueblo Ch’ol del Ejido Tila
Publicado el 21 dic. 2016
El 16 de diciembre de 2015, luego de
décadas de batallas legales ganadas pero incumplidas, ejidatarios y ejidatarias
marcharon para exigir, una vez más, la salida del Ayuntamiento.
A un año de
emprender la construcción de su autonomía, los preparativos para la fiesta del
primer aniversario son una prueba del funcionamiento de los trabajos
colectivos. En los días previos a la celebración, Tila se nota activa,
organizada, alegre. Todas y todos los miembros de la comunidad están
involucrados en la organización: la fiesta es un regalo que el pueblo se da a
sí mismo para conmemorar el primer año de autonomía y para comenzar una nueva
cuenta con los ánimos y las fuerzas renovadas.
Para más
información consulta:
Por Dante
A. Saucedo y Luis Gutiérrez Arias.
Agencia SubVersiones
20 diciembre, 2016
I
«Estamos más tranquilas», «ya no
tenemos miedo», «nos sentimos más
libres, felices». Ha pasado un año desde que el pueblo ch’ol del Ejido Tila
—en la región norte de Chiapas— decidiera ejercer su derecho a la autonomía
expulsando al Ayuntamiento ilegalmente asentado en tierras ejidales, y el
sentimiento es compartido: luego de décadas de despojo y discriminación, la
comunidad puede, al fin, habitar colectivamente la tierra que le pertenece.
Hace
un año, el 16 de diciembre de 2015, luego de décadas de batallas legales
ganadas pero incumplidas, ejidatarios y ejidatarias marcharon para exigir, una vez
más, la salida del Ayuntamiento. La escalada violencia
generada por los partidos políticos durante las elecciones locales de aquel año
fue el último de una larga serie de agravios ejercidos contra el pueblo ch’ol.
Ese mismo día, la comunidad expulsó al Ayuntamiento. Lo poco que queda de ese
edificio se mantiene como la ruina de una historia que, hace un año, llegó a su
fin.
Hoy,
la historia y los ánimos son otros: el pueblo organiza colectivamente cada
aspecto de la vida en común. Cada decisión es primero discutida en las casas
barriales —desde hace un año, puntos de encuentro y discusión activos día y
noche— y luego, en la asamblea general. Luego de la expulsión del Ayuntamiento,
la prioridad fue organizar la guardia ejidal: había que resguardar las entradas
y protegerse de los hostigamientos que vendrían. Los ocho barrios que
constituyen el núcleo urbano del ejido formaron grupos para recorrer sus
calles. Doce meses después, esos grupos continúan caminando las calles de Tila.
«De nada me sirve el ayuntamiento, yo no vivo ahí. Yo sé
trabajar, sé cortar café, sé tapiscar maíz, doblar maíz, sembrar frijol,
limpiar cafetal, cortar leña, cargar leña. Y yo no me canso de luchar mientras
vivo»
La organización comunitaria
se ha vuelto cada vez más compleja. Mientras el Comisariado se hace cargo de
los asuntos agrarios y del ejido en general, un juez ejidal —designado a
principios de 2016— se encarga de los problemas ‘penales’. La justicia autónoma funciona de manera radicalmente
distinta a la que impartía el municipio: no se cobran multas, y el juez
simplemente verifica que el daño sea reparado.
Aún con estos cambios, la
base fundamental de la organización colectiva —la asamblea de ejidatarios— continúa
siendo la máxima autoridad. Lo que la asamblea decide, el comisariado ejecuta;
las autoridades ejidales han cambiado la política de promesas por la del
trabajo colectivo. El Secretario del Comisariado lo dice con claridad: «la autonomía ejidal se trata de que el
pueblo manda y el gobierno obedece».
Gracias a esta organización
se ha podido afrontar un año que no ha sido fácil. El pueblo ha recibido
amenazas y hostigamientos constantes de un pequeño grupo de caciques
—perfectamente identificados por la asamblea— cercanos al ayuntamiento y a los
partidos políticos e históricamente vinculados al grupo paramilitar Paz y
Justicia. El
pasado 24 de noviembre, ese grupo realizó una marcha
dentro del ejido que apenas logró convocar a un puñado de ex-empleados del
ayuntamiento.
También las fuerzas del
Estado han hostigado de manera permanente a la comunidad. Además de las órdenes
de aprehensión levantadas contra miembros de la asamblea desde diciembre de
2015, la policía judicial de Chiapas ha rondado los límites del ejido,
hostigando y amenazando a miembros de la asamblea. Aun más, el
pasado 2 de agosto, miembros de la Marina Armada
ocuparon el parque central de Tila para tomar fotos y notas del ayuntamiento en
ruinas. El convoy de la Marina salió del pueblo escoltado por elementos de la policía
municipal, mostrando una vez más el involucramiento de todos los niveles de
gobierno.
Pero las amenazas a la
autonomía ejidal no se presentan siempre de forma tan evidente. Ejidatarios y
ejidatarias saben que el grupo cercano al ayuntamiento visita comunidades
cercanas para sembrar rumores sobre supuestas intenciones de la asamblea para
ampliar los límites del ejido. Los caciques y paramilitares han llegado incluso
a ofrecer seiscientos pesos a cualquier persona dispuesta a conformar grupos de
choque.
Las y los ejidatarios, sin
embargo, no han caído en provocaciones y han sabido responder con serenidad a
estas amenazas. Las mentiras difundidas por el grupo cercano al ayuntamiento
son desmentidas siempre a través de comunicados que la asamblea hace públicos
en sus páginas oficiales en Internet. A pesar de la rabia que generan las amenazas y los
insultos, el pueblo sabe que las autoridades de los tres niveles de gobierno
buscan generar confrontación para justificar el uso de la fuerza. Una de las
autoridades ejidales lo resume en una frase: «la lucha no se gana con armas, sino con inteligencia».
II
A pesar de los hostigamientos, la asamblea no ha
parado de trabajar. Los preparativos para la fiesta del primer aniversario son
una prueba del funcionamiento de los trabajos colectivos. En los días previos a
la celebración, Tila se nota activa, organizada, alegre. Todas y todos los
miembros de la comunidad están involucrados en la organización: la fiesta es un
regalo que el pueblo se da a sí mismo para conmemorar el primer año de
autonomía y para comenzar una nueva cuenta con los ánimos y las fuerzas
renovadas.
Desde semanas atrás se
comenzó a organizar el programa cultural de los festejos. Además de celebrar la
expulsión del ayuntamiento, la Asamblea ha hecho de la fiesta un momento de
recuperación y renovación de la memoria de la comunidad. Una obra de teatro
colectiva da cuenta de la historia del ejido: las largas caminatas que los
abuelos hicieron hasta Tuxtla para exigir las tierras que hoy se siguen defendiendo.
También se ha preparado una representación del baile del negrito y las
‘maruchas’ y de la lucha entre los toros y el tigre, parte de la celebración
tradicional del carnaval de Tila.
La víspera de la celebración
comienza con una sorpresa: un colectivo solidario ha ayudado a montar una radio
comunitaria. El Milagro del Ejido Tila transmite desde el 103.5 y pronto se
escucha en los altavoces de cada barrio y tras las puertas de las casas. En la
plaza comienza a construirse una tarima de madera y en uno de los ‘anexos’ —comunidades que pertenecen al
ejido pero que no se encuentran en el núcleo urbano— hierve ya la comida para
el día siguiente.
El 16 de diciembre los
festejos comienzan temprano. En el parque central, flanqueado por las ruinas
del ayuntamiento y por el Casino del Pueblo, está listo ya el templete que
presidirá el mitin. A sus pies, un amplio espacio servirá de escenario
para las presentaciones preparadas por la comunidad. Del lado izquierdo, los
puestos de agua y comida son protegidos del intenso sol por lonas azules.
Cuando el parque está lleno
a reventar, y la gente comienza a subir al viejo Ayuntamiento para tener una
mejor vista, las autoridades ejidales marchan por el centro de la plaza hasta
llegar a su lugar en el templete. Allí, el Comisariado se dirige a ejidatarios,
ejidatarias y pobladores. Luego de él, los principales brindan su palabra a la
comunidad. La lengua ch’ol retiembla de nuevo en Tila.
Una comisión de la región
sur del Congreso Nacional Indígena (CNI) toma después la palabra. Se habla de
la propuesta del EZLN y el CNI para conformar un Concejo Indígena de Gobierno.
Pero, sobre todo, las y los compañeros del CNI reconocen y celebran la lucha
por la autonomía en territorio ch’ol. Tila es, ya, un ejemplo de resistencia
para todos los pueblos originarios del país.
El programa cultural
comienza después del mitin. Además de la obra de teatro y de la representación
del carnaval, la comunidad ha preparado bailables y canciones interpretadas por
niños y niñas. Poco antes de la comida —puchero, barbacoa, agua fresca hecha
con limones de los árboles de Tila— se presentan los músicos invitados: jaranas
y hip-hop mixe-popoluca
del sur de Veracruz.
La celebración continúa
hasta que la tarde comienza a caer. En el templete se libera el espacio para
que, por la noche, la banda pueda instalarse y el baile comience. Niños, niñas,
jóvenes, adultos y ancianos culminan así un día dedicado a celebrar sus propias
vidas, su organización, su tierra, su autonomía.
III
El pueblo sabe que el primer año de lucha es apenas un
momento en el largo y paciente tiempo de la resistencia. Algunos ejidatarios
recuerdan los años invertidos en recuperar los documentos del ejido y visitar
cada comunidad para mostrar los planos y comenzar la lucha. Cada miembro de la comunidad
tiene una historia personal ligada a las décadas de organización y resistencia.
Esa misma paciencia marca el
ritmo para el futuro: «vamos poco a poco»,
repiten las autoridades. Aunque prácticamente todos y todas las integrantes de
la comunidad están involucrados en la organización ejidal, el pueblo comienza a
hacer planes para lo que viene. Una de las jóvenes más activas en la
organización recuerda que aún es necesario fomentar la participación de las
mujeres en los cargos de autoridad y, tal vez, generar talleres para que los
niños y niñas se involucren desde pequeños en la lucha.
Aún con la cautela propia de
una comunidad que conoce los retos que debe enfrentar, el pueblo ch’ol de Tila
no puede ocultar su sonrisa. Como ellas y ellos no dudan en afirmar, el 16 de
diciembre de 2016 comenzó una nueva cuenta; un nuevo tiempo marcado por la
alegría, la organización y la autonomía.
«El desarrollo lo hace el pueblo, no lo hace un municipio, ni
lo hace un presidente municipal. Porque el desarrollo lo podemos hacer nosotros
mismos».
Comentarios