¿Tenemos que pedir perdón?
¿Tenemos que pedir permiso
para ser libres?
La Voz del Anáhuac
Noviembre de 2016
El 18 de enero de 1994 el Ejército
Zapatista de Liberación Nacional publicó un comunicado en el que preguntó: ¿De
qué nos van a perdonar? Esto con motivo de que el gobierno federal después de
haber lanzado una feroz ofensiva militar que buscaba aniquilar la rebelión
zapatista, dio un viraje al emitir un “perdón”
que nadie le pidió. Luego del alzamiento del 1º de enero nadie más se alzó en
armas. Fue civil y pacífico el alzamiento que protagonizó la sociedad civil el 12 de enero. Exigió al
gobierno parar la masacre que desató en respuesta al alzamiento zapatista. Dar
oportunidad a la palabra, pidió la gente. Dialogar por la paz. Y los
zapatistas, ya entonces con la práctica de mandar obedeciendo escucharon la voz
del pueblo. La soberbia gubernamental entonces decretó el “perdón” y dispuso iniciar un diálogo dispuesto a conceder algunas
limosnas. ¿De qué nos van a perdonar? Fue la respuesta digna a la soberbia del
Estado.
Han
pasado desde entonces algo más de 22 años. El zapatismo ha reiterado su
voluntad política con iniciativas civiles y pacíficas diversas: La Convención
Nacional Democrática (agosto de 1994), el Frente Opositor Unido y el Movimiento
de Liberación Nacional (enero de 1995), la Consulta Nacional por la paz y la
democracia (agosto de 1995), el Foro Nacional Indígena (enero de 1996), los
diálogos de San Andrés (febrero de 1996), Congreso
Nacional Indígena (octubre de 1996), la fundación del Frente Zapatista de Liberación Nacional y la Marcha de los 1111 Zapatistas (septiembre de 1997), la Consulta Nacional por el fin de la
guerra de exterminio y el reconocimiento de los derechos de los pueblos
indígenas (marzo de 1999), La Marcha del Color de la Tierra (marzo de 2000), fundación
de las Juntas de Buen Gobierno (agosto de 2003), la Otra Campaña (2006), el Festival de la Digna Rabia (diciembre 2008), la Escuelita
Zapatista (2013), la iniciativa política CNI-EZLN (octubre 2016), por mencionar
sólo algunas, de las cuales la respuesta gubernamental siempre han sido
ofensivas militares, persecución, paramilitarización, hostigamiento, cárcel y
muerte.
Hoy
la campaña antizapatista desatada desde la derecha y la “izquierda” ante el acuerdo del V Congreso del CNI, que se está
consultando en los pueblos, aún antes de saber si es aprobado o no, sin que aún
se definan las formas en que se concretaría si es que la consulta lo acepta, ya
se ha desatado una tormenta de críticas, condenas, acusaciones, prejuicios.
Frente
a esto, bien vale por su plena vigencia recordar ese comunicado del 18 de enero
de 1994.
EZLN: ¿QUIÉN TIENE QUE
PEDIR PERDÓN Y QUIÉN PUEDE OTORGARLO?
Enlace Zapatista
18 de enero de 1994
¿De qué tenemos que pedir perdón? ¿De qué nos van a perdonar? ¿De
no morirnos de hambre? ¿De no callarnos en nuestra miseria? ¿De no haber
aceptado humildemente la gigantesca carga histórica de desprecio y abandono?
¿De habernos levantado en armas cuando encontramos todos los otros caminos
cerrados? ¿De no habernos atenido al Código Penal de Chiapas, el más absurdo y
represivo del que se tenga memoria? ¿De haber demostrado al resto del país y al
mundo entero que la dignidad humana vive aún y está en sus habitantes más
empobrecidos? ¿De habernos preparado bien y a conciencia antes de iniciar? ¿De
haber llevado fusiles al combate, en lugar de arcos y flechas? ¿De haber
aprendido a pelear antes de hacerlo? ¿De ser mexicanos todos? ¿De ser
mayoritariamente indígenas? ¿De llamar al pueblo mexicano todo a luchar de
todas las formas posibles, por lo que les pertenece? ¿De luchar por libertad,
democracia y justicia? ¿De no seguir los patrones de las guerrillas anteriores?
¿De no rendirnos? ¿De no vendernos? ¿De no traicionarnos?
¿Quién tiene que pedir perdón
y quién puede otorgarlo?
¿Los que, durante años y años, se sentaron ante una mesa llena y
se saciaron mientras con nosotros se sentaba la muerte, tan cotidiana, tan
nuestra que acabamos por dejar de tenerle miedo? ¿Los que nos llenaron las
bolsas y el alma de declaraciones y promesas? ¿Los muertos, nuestros muertos,
tan mortalmente muertos de muerte “natural”,
es decir, de sarampión, tosferina, dengue, cólera, tifoidea, mononucleosis,
tétanos, pulmonía, paludismo y otras lindezas gastrointestinales y pulmonares?
¿Nuestros muertos, tan mayoritariamente muertos, tan democráticamente muertos
de pena porque nadie hacía nada, porque todos los muertos, nuestros muertos, se
iban así nomás, sin que nadie llevara la cuenta, sin que nadie dijera, por fin,
el “¡YA
BASTA!”, que devolviera a esas muertes su sentido, sin que nadie
pidiera a los muertos de siempre, nuestros muertos, que regresaran a morir otra
vez pero ahora para vivir? ¿Los que nos negaron el derecho y don de nuestras
gentes de gobernar y gobernarnos? ¿Los que negaron el respeto a nuestra
costumbre, a nuestro color, a nuestra lengua? ¿Los que nos tratan como
extranjeros en nuestra propia tierra y nos piden papeles y obediencia a una ley
cuya existencia y justeza ignoramos? ¿Los que nos torturaron, apresaron,
asesinaron y desaparecieron por el grave “delito”
de querer un pedazo de tierra, no un pedazo grande, no un pedazo chico, sólo un
pedazo al que se le pudiera sacar algo para completar el estómago?
¿Quién tiene que pedir perdón
y quién puede otorgarlo?
¿El presidente de la república? ¿Los secretarios de estado? ¿Los
senadores? ¿Los diputados? ¿Los gobernadores? ¿Los presidentes municipales?
¿Los policías? ¿El ejército federal? ¿Los grandes señores de la banca, la
industria, el comercio y la tierra? ¿Los partidos políticos? ¿Los
intelectuales? ¿Galio y Nexos? ¿Los medios de comunicación? ¿Los
estudiantes? ¿Los maestros? ¿Los colonos? ¿Los obreros? ¿Los campesinos? ¿Los
indígenas? ¿Los muertos de muerte inútil?
¿Quién tiene que pedir perdón
y quién puede otorgarlo?
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