BUENAVENTURA DURRUTI, ANARQUISTA
CNT Zaragoza TV
Publicado el 7 oct. 2012
Se grabó durante los meses de febrero y
marzo de 1999 en La Cúpula, sala de ensayos de Els Joglars en Pruit. El
documental refleja el sistema de trabajo de la compañía a través del proceso de
creación seguido para recrear el personaje de Durruti y las circunstancias
históricas que le rodearon y de las que fue protagonista. Dirigido por el
cineasta francés Jean Louis Comolli autor de seis películas de ficción y una
veintena de documentales. Vida y muertes de Buenaventura Durruti, anarquista se
presentó en el Festival Internacional de Cine de Valladolid, fuera de concurso,
dentro de la sección Tiempo de historia.
ÁCRATAS (documental)
Publicado el 19 de septiembre de 2012
Miguel
Arcángel Roscigna
Miguel Arcángel Roscigna fue
un herrero de obra y militante anarquista de la Argentina, y uno de los
integrantes más prestigiosos del anarquismo expropiador argentino.
Nació en 1891 en Buenos Aires, Argentina en el núcleo de una familia de
inmigrantes italianos llegada en 1887. Se comenzó a interesar en las ideas
anarquistas durante 1909, luego de la muerte del coronel Ramón L. Falcón,
asesinado por el anarquista ucraniano Simón Radowitzky, luego apresado en la
cárcel de Ushuaia.
En 1924 Roscigna preparó la fuga de Simón Radowitzky. Para ese fin se
empleó como guardia carcelero en Ushuaia. El plan fracasó ya que, en Buenos
Aires, en una asamblea obrera, los socialistas y sindicalistas lo denunciaron.
Fue inmediatamente cesanteado y expulsado del penal por la policía. Antes de
abandonar el lugar y en represalia, Roscigna incendió la casa del Director del
Penal. Después Roscigna será quién organice la primera fuga del panadero Ramón
Silveyra, condenado a 20 años de prisión.
En mayo de 1925, Roscigna publicó un escrito titulado “Anarquistas incongruentes” en el que
califica duramente a los ácratas italianos que forman parte del Comité
Antifascista junto a socialistas, liberales y comunistas. Dirá allí: “No es admisible que en la actualidad quede
un solo anarquista militando en la ignorancia de lo que es y de lo que aspira a
ser el partido comunista. Millares de compañeros muertos, presos y proscritos:
he aquí el balance siniestro del gobierno que en Rusia ejerce una dictadura no
menos liviana que la del fascismo en Italia”.
Y más adelante señala: “¿Es que
los compañeros ignoran la tradición del oprobio y la obra nefasta desarrollada
por esos malos pastores dentro de las organizaciones obreras rebeldes de este
país? ¿Reconocerán acaso la labor de ‘bomberos” desarrollada por los comunistas
durante el inolvidable episodio de la toma de las fábricas en Italia? ¿Ignoran
la diaria masacre que, como una reeditada Cronstadt, se abate la silenciosa e
inexorable sobre todo lo que represente una oposición o simple discusión a las
órdenes emanadas de los nuevos amos de Rusia, aun cuando ella expresen los
mismos creadores del comunismo que pretenden conservarse en un terreno de
honesta consecuencia?”
Finaliza pronunciándose contra toda alianza con quienes “como antítesis de nuestros fines de
libertad propagan solamente autoridad”.
En 1924 llegaron a América los anarquistas
españoles Buenaventura Durruti (quien once años después se convertirá en el guía
indiscutido de los anarquistas durante la Guerra Civil Española), Francisco
Ascaso, Alejandro Ascaso y Gregorio Jover, integrantes del Grupo Los
Solidarios, que recorrían América en busca de fondos destinados a financiar el
derrocamiento de la monarquía española. Cometieron asaltos y realizaron
atentados en México, Cuba, Perú y Chile, y desde allí viajaron por tren hacia
Buenos Aires.
En Buenos Aires, realizaron 2 asaltos
fallidos, con el saldo de un policía muerto: en estación Las Heras y la
estación de subterráneos Primera Junta en Caballito). Para el tercer atraco encontraron colaboradores
locales, que eran Andrés Vázquez
Paredes, Miguel Arcángel Roscigna y Emilio Uriondo, con
los cuales asaltaron la sucursal San Martín del Banco de la
Provincia de Buenos Aires.
El 19 de enero de 1926,
siete desconocidos (cuatro de ellos con antifaces) bajan de un doble faetón en
la esquina de Buenos Aires y Belgrano, a dos cuadras de la comisaría. Cuatro se
introducen en el Banco San Martín, y los otros tres, con armas largas, se
apostan en la entrada principal. Los que han entrado trabajan rápidamente.
Sortean los mostradores, revisan los cajones de los pagadores y van juntando
todo el dinero que encuentran. Recolectan $64.085. Los empleados bancarios
obedecen cuando una voz grita: ¡Al que se mueve… cuatro tiros! Pero dos de los
bancarios, que se han tirado tras el mostrador tratan de salir gateando por una
puerta trasera. Uno de los enmascarados los ve y sin dudar un instante los
balea, matando a un empleado e hiriendo a otro. Con el dinero obtenido, escapan
del automóvil. Los persiguen pero cubren su retirada a balazos.
En 1927 los anarquistas iniciaron una campaña de atentados contra
objetivos de origen estadounidense por el caso de Sacco y Vanzetti. La policía
creía que el inspirador de toda la campaña era el italiano Severino Di
Giovanni, aunque también se sospechaba de Roscigna.
El 24 de julio fue detenido en su casa, y acusaron a Roscigna junto a
Emilio Uriondo de ser los autores de la puesta de una bomba en la legación de
Estados Unidos en el Uruguay y de ser los que prepararon un artefacto explosivo
adentro de un libro, para enviárselo al director de la cárcel de Ushuaia. De
todas maneras, la justicia tuvo que ponerlo en libertad por falta de pruebas.
El subcomisario Buzzo le dijo claramente: "tenés
tres posibilidades: ir a criar gallinas a La Quiaca, meterte en un seminario y
estudiar de cura o directamente suicidarte, así nos ahorras el trabajo, porque
la próxima vez que te encontremos en alguna calle de Buenos Aires te baleamos,
te ponemos una pistola en la mano y te caratulamos resistencia a la
autoridad".
Roscigna comenzó a organizar la ayuda material y solidaria a los
anarquistas detenidos, pero también a preparar la fuga de algunos de los
anarquistas expropiadores detenidos. A este fin existía una organización creada
por los anarquistas que se denominaba Comisión Pro Presos Sociales y
Deportados.
Roscigna para continuar sus acciones contaba con su amigo Andrés Vázquez
Paredes, un español inteligente, experto en la fabricación de bombas, que había
sufrido cárcel por los atentados de 1921 en la campaña por la liberación de
Radowitzky. Vázquez Paredes fue quien facilitó la bomba al anarquista alemán
Kurt Gustav Wilckens con que mató al teniente coronel Héctor Benigno Varela,
autor de los fusilamientos de la Patagonia rebelde. A ellos se debía sumar el
anarquista argentino Emilio Uriondo, hombre de acción, pero que estaba detenido
en Uruguay por sus actividades de acción directa. Roscigna decidió reemplazar a
Uriondo por los hermanos Vicente Moretti y Antonio Moretti.
El 1 de octubre de 1927 se apostaron a la entrada del Hospital Rawson de
Buenos Aires, tres anarquistas con vendajes en la cabeza, y el restante
esperando a unos metros en un auto. Cuando llegó el auto con el pagador de los
sueldos, bajó con la maleta en la mano acompañado por un policía, los tres
vendados se les acercaron y les apuntaron con pistolas. El pagador soltó la
maleta, uno de los anarquistas la tomó y corrió hacia el auto, los otros dos
los siguieron, pero Roscigna al darse la vuelta notó que el policía había
sacado su pistola; entonces, dando una media vuelta dispara instintivamente y
asesta al policía un balazo en la frente, falleciendo en el acto.
El botín había sido cuantioso: 141.000 pesos. Roscigna y los hermanos
Moretti se trasladaron al Uruguay en lancha por el puerto de Tigre, gracias al
lanchero anarquista Bustos Duarte. Los tres prófugos cruzan el Delta del Río de
la Plata, pero fueron delatados por un supuesto colaborador. La policía
solicitó ayuda a las autoridades del Uruguay, y se movilizaron todos los medios
para dar con los acusados. Mientras tanto, Roscigna y los Moretti huyeron en
automóvil y a caballo hacia Montevideo, donde se escondieron en un barrio
obrero. Roscigna con el dinero, además de emplearlo para tareas de solidaridad
con su causa, financiará la falsificación de dinero argentino, ya que creía que
con el dinero falso se podía derrotar a la burguesía.
Alguna vez se hará justicia a los anarquistas y a sus métodos: nosotros
no tenemos a nadie quien nos financie nuestras actividades, como la policía es
financiada por el Estado, la Iglesia tiene sus fondos propios, o el comunismo
tiene una potencia extranjera detrás. Por eso, para hacer una revolución,
tenemos que tomar los medios saliendo a la calle, a dar la cara.
El 11 de febrero de 1928 recobraba la libertad en Montevideo Emilio
Uriondo, acusado de poner una bomba en la embajada de Estados Unidos en
Montevideo. Roscigna y Emilio Uriondo se opusieron decididamente a un plan que
habían elaborado los dos Moretti junto a tres anarquistas catalanes del grupo
de Durruti, los cuales les traían un mensaje a Roscigna: Durruti conocía la
capacidad de Roscigna como planificador y su coraje en la acción, y lo requería
en España. Roscigna no aceptó la invitación, prefiriendo seguir luchando en el
Río de la Plata (Argentina y Uruguay).
Antonio y Vicente Moretti radicaron en Montevideo a sus compañeras e
hijos y se instalaron en los altos de una casa de la calle Rousseau de Villa de
la Unión, y allí vivían una vida llena de estrecheces, ya que subsistían de la
venta ambulante de corbatas. Los tres catalanes era tres jóvenes del grupo de
Durruti a quien éste les aconsejó alejarse de España por estar muy
comprometidos.
Sobre ellos pesaba la pena de muerte, y eran los autores de más de cien
atentados con bombas en Barcelona. Se llamaban Tadeo Peña, Pedro Boadas Rivas y
Agustín Garcia Capdevila. Los tres anarquistas catalanes se lanzaron por su
cuenta y realizaron un asalto que concluyó en un desastre.
El asalto a la casa de cambios Messina fue extremadamente violento: se
llevaron 4000 pesos uruguayos y hubo un saldo trágico de 3 muertos y 3 heridos.
Por una confidencia, se llegó a saber que el grupo asaltante se encontraba en
los altos de la casa Rousseau Número 41. El Ejército y la policía con 300
efectivos, tomaron por asalto la casa, les cortaron el agua y la luz. Allí se
entregaron los 3 catalanes y Vicente Moretti. Antonio Moretti, quemó el dinero
para que la policía no se lo apropie y posteriormente se pegó un balazo en la
cabeza.
Vicente Moretti y los catalanes fueron apresados en el Penal de Punta
Carretas, pero Roscigna continuó prófugo y regresó a la Argentina, mientras
Emilio Uriondo se dirigió a Brasil.
Roscigna participó en febrero de 1929 en el asalto a los
establecimientos Kloeckner y en octubre de 1930, en plena represión uriburista,
junto con Severino Di Giovanni, en el atraco al pagador de Obras Sanitarias, en
el barrio porteño de Palermo. El botín de 286.000 pesos, fue empleado en un 70%
para la ayuda de anarquistas presos, y Miguel Arcángel Roscigna junto con José
Manuel “el capitán” Paz viajaron a
Montevideo para financiar un plan para liberar a Antonio Moretti, los catalanes
y otros anarquistas presos.
En agosto de 1929, una familia italiana se instaló frente a la cárcel de
Punta Carretas, el nuevo vecino se llamaba Gino Gatti, y abrió una carbonería,
exhibiendo el anuncio: “Carbonería El
Buen Trato: venta de carbón, de leña y de piedra”. Pero en la primera
semana de marzo de 1931, a pesar de que los negocios marchaban bien, el
matrimonio decidió marcharse a Buenos Aires.
El 18 de marzo por la tarde los vecinos de la carbonería “El buen trato” avisaron a la policía
que estaban asaltando el negocio, ya que habían visto salir a sujetos
desconocidos por los fondos, creyendo que se trataba de ladrones. Al entrar al
local, la policía se encontró con un profundo pozo perfectamente iluminado y un
cuadrado de 2x2 metros apuntalado con maderas. De allí comenzaba un túnel de 50
metros de largo; estaba realizado en forma de bóveda y tenía iluminación
eléctrica al igual que caños para su ventilación. Los realizadores del túnel
eran además de Gino Gatti (a quién desde entonces se lo apodará "el ingeniero"), Miguel
Arcángel Roscigna, Andrés Vázquez Paredes, el “capitán” Paz y Fernando Malvicini (anarquista rosarino integrante
del grupo Severino Di Giovanni). En la cárcel los únicos que estaban enterados
eran Vicente Moretti, su cuñado y los tres anarquistas catalanes. El túnel
terminaba en el baño de la prisión. El primero en ir al baño fue Moretti, luego
salieron los tres catalanes y detrás de ellos, cinco presos comunes que
aprovecharon la oportunidad. Los otros presos que intentaron escapar fueron
apresados. Tres eran los coches que esperaban a los prófugos en la calle que
daba a los fondos de la carbonería, que huyeron sin dejar rastros.
Luego de pasar la noche en la casa del anarquista Germinal Reveira,
Vicente Moretti y los tres anarquistas catalanes tomaron distintos caminos. A
Moretti lo esperaba Roscigna en un escondite de la calle Curupí, pero el 27 de
marzo de 1931 un funcionario de la perrera municipal que había estado detenido
en Punta Carretas reconoce a Vicente Moretti, al que encuentra fortuitamente.
Dio aviso a la policía, que envió a 53 agentes y deteniéndolo junto a Roscigna,
Andrés Vázquez Paredes, Fernando Malvicini y el “Capitán” Paz.
Durante el juicio, los anarquistas asumieron ante los jueces ser los
autores de la evasión de Punta Carretas y de haber robado tres automóviles para
la huida de estos. La justicia uruguaya los condenará a seis años de prisión.
El 31 de diciembre de 1936 se cumplió el periodo de detención a que
habían condenado a Miguel Roscigna, Andrés Vázquez Paredes, Fernando Malvicini,
y José Manuel Paz. Una vez liberados fueron expulsados hacia Buenos Aires y
entregados esposados al departamento de Orden Social. El 25 de mayo de 1937,
cuando los familiares de Roscigna y los integrantes de la Comisión Pro Presos
fueron a inquirir el departamento de policía sobre el paradero de los
anarquistas, les informaron que los anarquistas han sido trasladados a La
Plata, en La Plata les informaron que estaban en Avellaneda, en Avellaneda que
estaban en Rosario, en Rosario que estaban en Tandil, y así sucesivamente. La
búsqueda fue infructuosa (hasta los grupos de Barcelona enviaron dinero para
que se continuase con la búsqueda). Roscigna, Vázquez Paredes y a Malvicini
jamás aparecieron con vida, y se sospecha que fueron arrojados al río de la
Plata.
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