El Movimiento
Estudiantil del Politécnico después de 1968 (Coloquio Movimientos Sociales en
la historia de México, Siglo XX, DEH-INAH)
La Voz del Anáhuac,
Noviembre de 2016.
En La Voz del Anáhuac hemos compartido algunos testimonios del
Movimiento Estudiantil-Popular de 1968, desde la perspectiva de estudiantes del
IPN.
Este tema será abordado en
el Coloquio
Movimientos Sociales en la historia de México, Siglo XX, que organiza
la Dirección de Estudios Históricos del INAH, este Coloquio se llevará a cabo
del 22 al 25 de noviembre. El domicilio es Sala de Usos Múltiples, Allende 172,
esq. Juárez Centro de Tlalpan, Ciudad de México.
Consultar el programa en:
Jesús Vargas participará
el jueves 24 de noviembre, de 13:15 a 13:45 horas en la Mesa 5 (Movimientos Estudiantiles en el
Centro y la Región), su ponencia es: El
Movimiento Estudiantil del Politécnico después de 1968 (1969-1976).
Jesús Vargas, originario
de Chihuahua, durante el movimiento estudiantil de 1968 estudiaba en la Escuela
Nacional de Ciencias Biológicas del IPN, de donde egresó en 1972. Es conocedor
del tema de primera mano. Fue uno de los delegados de la ENCB ante el CNH. Al
disolverse éste, se formaron Comités Coordinadores de Comités de Lucha en el
IPN y en la UNAM, desde donde se buscaba darle continuidad al movimiento
después de levantada la huelga.
Parte de los comités de
lucha del IPN se centraron entonces en “organizar
a los estudiantes a partir de sus demandas concretas, de manera independiente
del control estatal-priísta, para estar en condiciones de apoyar de manera real
y efectiva las luchas populares”.
Quienes aplicaron esta
estrategia tenían la expectativa de integrarse al pueblo y a sus luchas, con la
perspectiva de incidir en un proceso revolucionario. Se concebía la necesidad
de una revolución armada, pero no como lo veían las organizaciones
político-militares que en ese tiempo comenzaron a emerger, sino como un proceso
a mayor plazo. Se trataba de caminar junto al pueblo en los ejidos, en las
colonias proletarias, en las fábricas, minas, campos agrícolas, etc.,
participar en sus luchas concretas, hacerlas madurar, cuajar organización desde
las bases y orientar hacia el proceso revolucionario. No se concebía la revolución como una lucha
de un puñado de valientes, sino como parte de la lucha del pueblo mexicano por
su liberación.
Paralelamente surgieron
otras opciones:
La opción político-militar
guerrillera, decidida e emprender ya acciones de hostigamiento al Estado,
mismas que provocarían una insurrección popular. Las acciones que emprendieron,
tendientes a armarse y a equiparse (radios, medios de impresión -mimeógrafos, offset-,
autos, etc.) fueron expropiaciones en bancos, grandes comercios y otras. De
estas organizaciones, la que más contó con la participación de estudiantes del Politécnico,
fue el Comando Armado Lacandones. Otros politécnicos de se sumaron a la Asociación
Cívica Nacional Revolucionaria, al Partido de los Pobres o a la Liga Comunista
23 se Septiembre.
También hubo en esos años-
organizaciones marxistas leninistas enfocadas a la construcción de un partido proletario
de nuevo tipo, con una visión un poco más más ortodoxa del proceso
revolucionario.
Estas y otras formaciones
político ideológicas de esa etapa coincidían en la necesidad de una revolución,
democrático-popular, proletaria o socialista.
También coincidían en que
esta debía ser armada, aunque diferían en el momento, pues para unos era ya en
lo inmediato –“armarse o dejarse matar”,
decían-, o más a largo plazo, según su concepción; conformar milicias populares
a medida de que se fueran construyendo las bases sociales de apoyo o de plano
comenzar a formar un ejército revolucionario del pueblo.
Otra coincidencia era la
clandestinidad, nadie más que quienes estaban comprometidos con cada proyecto
revolucionario debía saber de su existencia ni de sus planes estratégicos.
Todas estas formaciones
político ideológicas partían de la caracterización despótica del Estado
mexicano, sobre todo a consecuencia de las masacres del 2 de octubre de 1968 y
del 10 de junio de 1971, veían clausuradas las vías civiles y pacíficas de
lucha.
Fueron centenares los jóvenes politécnicos que optaron por alguno de estos caminos en los años
que siguieron a 1968. Entre 1969 y 1971 se fue dando la integración de
brigadas, círculos, colectivos, relativamente pequeños, pero visto en
perspectiva, podemos afirmar que fue toda una oleada de cientos de jóvenes activistas del Politécnico
que buscaron otros caminos, otras formas, otros niveles de lucha.
Unos integrándose al
pueblo, otros militando en organizaciones guerrilleras o en otros proyectos revolucionarios
que así sentían estar cumpliendo con el asumido compromiso ético moral: “Por nuestros compañeros caídos, no un
minuto de silencio sino toda una vida de lucha”.
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