Calendario de continuación del 5º Congreso del CNI y del Encuentro “L@s Zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad”.
EJÉRCITO
ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL.
MÉXICO.
Enlace Zapatista
26 de octubre del 2016.
A l@s Científic@s
invitad@s y asistentes al Encuentro “L@s Zapatistas y las ConCiencias por la
Humanidad”:
A las compañeras,
compañeros, compañeroas de la Sexta Nacional e Internacional:
Hermanas y hermanos:
Reciban nuestros saludos.
Les escribimos para comunicarles lo siguiente:
PRIMERO.- Por indicaciones del
Congreso Nacional Indígena, que en estos momentos se encuentra consultando en
barrios, tribus, naciones y pueblos originarios de todo México, la propuesta
emanada de la primera etapa del Quinto Congreso, les informamos que la Asamblea
Permanente del CNI se reinstalará el día 29 de diciembre del 2016, en el Cideci-Unitierra
de San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
El CNI sesionará ahí en
mesas de trabajo los días 30 y 31 de diciembre del presente año. En esas mesas, o antes si así lo dispone el
CNI, se darán a conocer los resultados de la consulta. El día primero de enero del 2017, se
instalará la Asamblea Plenaria en Oventik, Chiapas, México, y se tomarán los
acuerdos si los hubiere.
Las compañeras y
compañeros de los barrios, tribus, naciones y pueblos originarios que se
acuerpan en el Congreso Nacional Indígena nos informan que tienen problemas
económicos para poder moverse a dicha reunión, por lo que piden el apoyo
solidario de la Sexta Nacional e Internacional, y de toda persona honesta que
quiera apoyar en ese aspecto. Para esto,
l@s compas del CNI piden que se comuniquen directamente con ell@s a la
siguiente dirección electrónica: info@congresonacionalindigena.org.
Ahí les indicarán dónde y cómo hacer llegar su apoyo.
Claro que si usted piensa
que al reunirse, pensar y decidir en colectivo sus pasos y destino, l@s compas
del CNI le hacen el juego a la derecha y perjudican el avance i-m-p-a-r-a-b-l-e de la izquierda
institucional, puede condicionarles el apoyo a que lo obedezcan a usted, o
agregar a su aporte algo como: “ahí les
dejo estos 2 pesos, pero no se dejen engañar y manipular por el cara de trapo”.
O puede darles el apoyo
sin más y, como tod@s nosotr@s, tratar de aprender de ell@s.
SEGUNDO.- Aprovechamos para
también confirmarles que el Encuentro “L@s
Zapatistas y las ConCiencias por la Humanidad” se celebrará en los días y lugar
anunciados originalmente:
Del 25 de diciembre del 2016 al 4
de enero del 2017 en las instalaciones del Cideci-Untierra en San Cristóbal
de Las Casas, Chiapas, México. Con un intermedio los días 31 de diciembre del 2017 y 1º
de enero del 2017. Si le interesa
asistir como escucha y/o vidente, el correo donde se registran para asistir es conCIENCIAS@ezln.org.mx
Así se realizarán, de
forma simultánea, las exposiciones sobre las Ciencias exactas y naturales, por
un lado; y las reuniones de trabajo del Congreso Nacional Indígena por el otro.
Es todo por ahora.
Subcomandante Insurgente Moisés.
Subcomandante Insurgente Galeano.
México, octubre del 2016.
Del Cuaderno de Apuntes del Gato-Perro, sección “ni historias, ni leyendas”: Lo que no
contará el Doctor John H. Watson.
Montañas del sureste mexicano.
Mucho llueve. Apenas si se
alcanzan a escuchar los gritos que, para darse indicaciones, se dan quienes
siguen horadando el muro. Hay quien se
mal protege del aguacero con un nailon, pero la mayoría está con las camisas,
blusas, faldas y pantalones empapados, lloviendo de nuevo sobre la tierra.
El muro se extiende hasta
donde alcanza la mirada. A pesar de su
aparente fortaleza, cada tanto se cimbra en alguna parte de su larga
cortina. Según se dice, quienes en estas
tierras habitan sostienen que el muro es capaz de regenerarse a sí mismo, y que
por eso no deben detenerse en su empeño de mantener abierta una grieta. Consultando historias y leyendas que circulan
entre los pobladores, se concluye que el propósito del muro no es sólo evitar
que se conozca o se cruce al otro lado; también convence, a quienes le miran,
de que no hay otra cosa más allá, que el mundo acaba ahí, a los pies de su
sólida base y frente a la infinita extensión, en longitud y altitud, de su
superficie.
Afuera de una de las
champas cercanas al muro, sentada y con la barbilla reposando en una de sus
manitas, una niña mira. Pero sus ojos no
se dirigen a la soberbia muralla, sino a los pies de quienes golpean y arañan
la pared. O más bien al suelo sembrado
de lodo y charcos.
Un poco atrás de ella, un
ser extraño, parecido a un perro, o a un gato, se protege en el dintel de la
puerta. La niña voltea a verlo y le
dice:
“Oí tú, gato-perro, ¿acaso le tienes miedo a la lluvia? Yo no.
Viera que le tengo miedo, de balde me llamo ‘Defensa Zapatista’. ¿Tú lo crees que si estamos en el partido y
se llueve vamos a decir ‘ay no, mejor me salgo porque me mojo’? Nada de que nada. Ahí nomás con la pura mano te compones el
pelo, y como está mojado pues lisito que queda y a volar cuervos que te sacarán
los ojos. Pero no es que me hago así
para andar coqueteando con los pinches hombres.
No, es para que la puedo mirar la pelota cuando viene o cuando va. Si no, pues no. Y de balde te estás en la champa, manque seas
gato o perro, igual te vas a mojar.
Mira, ya me llegó una idea en la cabeza”.
La niña entra en la casa y
al tiempo sale con unas ollas, cubetas y botes de hojalata vacíos. Los va colocando en las hilachas de agua que
cuelgan del borde del techo de lámina.
Pareciera que es al azar que los coloca, pero no. Cada tanto los cambia de lugar. El ser a quien la niña llama “gato-perro”, ladra y maúlla. La niña lo mira y le dice: “Espera, ahí lo vas a ver qué estoy
haciendo”.
La niña sigue cambiando de
lugar las ollas y botes y, con cada cambio, muta el sonido de las gotas
golpeando su superficie. La niña escucha
un momento y vuelve a cambiar de lugar y de sonido la extraña sinfonía.
En eso está cuando llega
una pareja de hombres. Uno es alto y
desgarbado, el otro más bajo de estatura y de complexión mediana. Ambos traen finos paraguas y el más alto
porta un elegante abrigo, una especie de gorra y trae una pipa curvada en los
labios. Nada dicen, sólo miran a la niña
ir y venir. En determinado momento, el
desgarbado del gabán elegante carraspea y dice:
“Disculpe señorita, ¿me permite que la cubra con mi
sombrilla? Así no se mojará usted
mientras hace… mientras hace lo que sea que esté haciendo”.
La niña lo queda viendo
con hostilidad y responde:
“Acaso me llamo ‘señorita’, yo me llamo ‘Defensa Zapatista’ (la niña pone su mejor cara
de ‘aléjate de mis ollas y botes o mueres’). Y lo que
estoy haciendo es una canción”.
El hombre comenta como
para sí: “mmh, una canción, qué
interesante mi querido Watson, qué interesante”. El interpelado sólo afirma
con la cabeza mientras se arropa en el dintel mirando con desconfianza al
perrito… bueno, al gatito… bueno, a lo que sea eso que está junto a él en el
quicio de la puerta.
El hombre de la gorra
extraña observa con atención el ir y venir de la niña. De pronto su rostro se ilumina y exclama:
“¡Claro!
Elemental. Una canción. No podría ser de otra forma”.
Y dirigiéndose a quien ahora comparte con el gato-perro el
pequeño espacio donde la lluvia no moja, dice:
“Atención Watson, aquí tiene algo que no podrá referir nunca
en una de esas novelescas vulgarizaciones de la ciencia detectivesca con las
que atormenta a sus escasos lectores, si es que los tiene. Observe usted con atención. Lo que hace la señorita… cof… cof… quise
decir, lo que hace ‘Defensa Zapatista’ es combinar principios de matemáticas,
física, biología, anatomía y neurología.
Al cambiar de lugar esos extraños recipientes de metal y colocarlos bajo
los diferentes hilos de agua, obtiene diferentes sonidos individuales, los
cuales, en conjunto, producen distintas combinaciones de notas que, infiero,
llegarán a ser una melodía. Luego, cambiando los ritmos, tendrá música y de
ahí, elemental mi querido Watson, una canción.
¡Bravo!”
El hombre le ha pasado su
sombrilla al que está en el dintel y aplaude con entusiasmo.
La niña ha dejado por un
momento su tarea y se ha detenido a escuchar al hombre. Después de los aplausos, la niña pregunta: “tú dices una tonelada ¿no?”
“¿Tonelada?”, se repite el hombre y, después de pensarlo un
poco exclama:
“¡Claro! Tonelada, tonada.
Sí señorita, una tonada y no una tonelada, aunque en verdad que hay
tonadas que son muy pesadas”.
La niña frunce el ceño y
aclara: “Ya te dije que no me llamo ‘señorita’,
me llamo ‘Defensa Zapatista’, ¿tú cómo te llamas?”
El hombre responde: “Tiene usted razón, ha sido una falta de
educación el que no me haya presentado” y, haciendo una breve reverencia,
se presenta: “Mi nombre es Sherlock
Holmes, detective consultor. Y mi
acompañante, quien ahora tirita por la lluvia y el frío, es el doctor John H.
Watson, vulgarizador de la ciencia”, y, tendiendo la mano hacia la niña,
agrega: “Y usted es… ya, claro, me lo ha
dicho antes, ‘Defensa Zapatista’.
Extraño nombre para una niña.
Bueno, al parecer todo es extraño en estos rumbos”.
La niña ignora la mano
tendida, pero se muestra interesada. “Detective consultor… ¿y eso qué es?”,
pregunta. “Combato al crimen, señorita, investigo observando, analizando y
aplicando las ciencias”, responde el hombre con modestia mal fingida.
“Ah, como el Elías Contreras que es comisión de investigación
zapatista”,
interrumpe la niña.
El hombre trata de
aclarar, pero la niña sigue:
“Bueno, mira, yo ya lo hablé al Elías para que se entra al
equipo, pero resulta que ya está finado y anda en eso del mal y el malo, o sea
que está investigando al pinche sistema capitalista. Le dije que sí puede entrar al equipo, aunque
esté difunto, pero dice que el supmarcos lo manda luego a la investigación y no
se llega en los entrenamientos. Lo raro es que el supmarcos ya está finado
también. Creo que es que se entienden como finados que son ambos dos. Claro, ahorita no muy se puede entrenar
porque el potrero está todo enlodado y la pelota no camina, ahí nomás se queda
aplastada y por muchas patadas, nada que se mueve, apenas un poquito y ya otra
vez se echa de haragana. Entonces de
balde te llenas de lodo, y luego las mamaces con su ‘te tienes que bañar’ y pos
al río. ¿Tú te gusta bañarte? A mí no me gusta. Sólo si es que hay baile,
ahí sí, porque ni modo de estar toda enlodada cuando tocan ‘la del moño
colorado’. ¿Tú la conoces ‘la del moño
colorado’? Ésa es buena la canción
porque se baila así nomás
(la niña se balancea apenas, de un pie a otro mientas tararea), no que pura brincadera como los jóvenes de
ahora que les gusta esa música y acaban peor de enlodados que si no se hubieran
bañado. Pero las mamaces, ¿acaso les
importa si no hay baile? Nada, a bañarse
o si no, a volar cuervos que te sacarán los ojos. ¿Tú lo tienes mamaces? Bueno, mira, tú lo piensas si será que las
mamaces saben. Saben, de por sí. No sé todavía por qué es que saben, pero
saben. Tú lo deberías investigar cómo es
que saben. Yo le dije al Elías que lo
investiga, pero sólo se ríe el muy maldito.
Y peor el SupMoy, ¿acaso apoya?
Si anda por ahí y las mamaces dan orden de bañar, ¿tú lo crees que te va
a defender? Nada, que hay que obedecer a
las mamaces, dice. Yo le reclamé un día
que por qué hace así, si la lucha dice que mandar obedeciendo, que sea que las
niñas mandan y las mamaces obedecen.
Pero nada, nomás se ríe el muy maldito.
Bueno, mira, pon atención porque te voy a explicar: resulta que no hemos
completado el equipo. ¿Por qué? Bueno, pues porque no hay disciplina, que sea
no entienden la organización de la lucha.
Un rato te dicen que sí entran y otro rato, anda vete, ya agarraron
camino por otro lado. Que por esto, que
por lo otro. Puros pretextos que
ponen. O si no, que por los trabajos de
la lucha, dicen. ¿Qué acaso jugar no es
un trabajo de la lucha? El finado
supmarcos decía que el trabajo de los niños es jugar. Bueno, también decía que estudiar, pero no lo
vayas a publicar, ¿eh? Total, que así no
se puede completar el equipo, no hay seriedad, como quien dice. Pero tú no preocupas, no vas a desesperar que
no rápido se completó el equipo, de por sí lo sabemos bien que dilata, pero ya
vamos a ser más. Yo, como ahorita no se
puede entrenar y no me dejan que vaya a hollar el muro, que porque está
lloviendo y me mojo… ¿Vas a creer que
así dicen? Si de por sí cuando me baño
me mojo. Yo el otro día le quise echar
la plática política a mis mamaces y les dije que no es bueno que me baño porque
me mojo, y dicen en la escuela autónoma que no es bueno que las niñas se mojen
porque qué tal que se enferman de la tos, ¿ah verdad?
Entonces mis mamaces nomás se rieron, creo no
entendieron la plática política porque ahí nomás, anda vete, al río y que
lávate detrás de las orejas, que esto y que lo otro. Bueno, no te distraigas tú, como te llames,
resulta que, como no puedo entrenar ni puedo hollar el muro, entonces me puse a
pensar y a pensar. Y ahí estoy piense y
piense. Pero no tarugadas, sino que de
la lucha. Entonces lo pensé que
necesitamos una música para cuando gánemos el partido. Porque si no hay música,
pues no vamos a estar con contento que ganamos, ¿me entiendes? Qué vas a entender, si nomás estás
mirando. Bueno, te explico. Mira, las mamaces saben, no sabemos cómo es
que hacen, pero saben. Si tú lo tienes una pregunta difícil, vas con tus
mamaces y zás, tras que lo saben la respuesta. Bueno, pues resulta que mis
mamaces me contaron el otro día una como historia. Que dijo el finado que la
lucha necesita de las ciencias y las artes.
Yo no sé qué es ciencias y artes, y entonces ya mis mamaces me
explicaron. Creo que te explico porque
seguro tú no lo sabes. Mira, ciencias y
artes no es que haces las cosas como quiera, al aventón, sino que primero lo
imaginas cómo va a quedar lo que quieres hacer, ya luego lo estudias cómo vas a
hacer y pues ya luego lo haces, pero no nomás así, sino que alegre, con muchos
colores y muchas músicas ¿entiendes? Bueno, entonces lo pensé que imaginé cómo
es nuestra música que ganamos el partido.
Pues sí, bien alegre pero no de bailadera, porque es serio ganar un
partido, cuantimás si puro bulto tengo de equipo, como el gato-perro aquí
presente, que acaso obedece, nomás corre y corre, y como tiene las patas
torcidas pues ahora sí que se va de lado. Entonces la canción pues, tiene que
ser alegre, pero seria. O sea que da
gusto, que se pone contento tu corazón.
Entonces pues estoy aquí sentada pensando la música, o sea la tonelada
de la canción y ahí nomás llegó mi idea. Porque estoy escuchando el sonido que
hace la lluvia cuando cae, y lo miro que suena diferente según cada charquito.
Entonces lo saqué las ollas de mi mamá y unos botes y cubetas del colectivo de
como mujeres que somos, y estoy aquí escuchando cómo se oye cada uno y cómo se
oye en colectivo. Porque no es el mismo como quien dice individual que en
colectivo, vieras. En colectivo es más alegre, se oye bien. En cambio, en
individual, puro lo mismo, aunque lo cambies la cubeta. Pero si los juntas, ya
es otra cosa. Claro, el asunto es cómo
le haces para que juntas y se oye bien alegre. ¿Entiendes? O sea que ahí es donde lo metes las ciencias
y las artes y sale cabal. No como el Pedrito que se presume que sabe cantar,
pero puras del Pedro Infante sabe. ¿Acaso sabe de amores? No, puras de caballos y de borrachos. Y de
balde, porque el Pedrito no toma trago dos veces, o sea que no toma porque es
niño y no toma porque es zapatista. ¿Tú lo crees que vas a conseguir tu marida
si le cantas de caballos? No, nada, nunca jamás. Y peor si es de borrachos la
cantadera. A mí, viera que me cantan de caballos, de balde, porque yo tengo
uno, nomás que está choco, que sea que un ojo mira y el otro no mira. Bueno, la mera verdad no es mío el caballo,
porque acaso tiene dueño. Nadie sabe de dónde vino, sólo apareció ahí de pronto
en el potrero. Yo rápido como quien dice que lo recluté para el equipo y lo
puse de portero, pero como no mira bien pues me tuve que poner yo de
defensa. Bueno, pero si me cantan una de
borrachos, pues ahí sí, unos zapes y a volar cuervos que te sacarán los ojos. Dicen las mamaces que el trago no sirve, que
los pone como mensos a los hombres. Bueno, más mensos pues. Y luego lo pegan a las mujeres. Claro, ahora
es diferente porque nos defendemos como mujeres que somos. Yo, como soy defensa
zapatista, también me entreno para que los hombres no me molestan cuando ya
críe, o sea cuando crezca y ya sea una soltera. Pero no te distraes, apúntalo
en tu cuaderno lo que te expliqué, apúntalo que las ciencias y las artes son
muy importantes…”
En eso, el gato-perro
empieza a ladrar y a maullar. La niña
voltea a verlo y le pregunta: “¿Ya?”. El gato-perro ronronea y gruñe.
La niña entra apresurada a la champa, justo cuando la lluvia corta su húmeda
falda y el cielo se aclara.
Ya no llueve cuando la
niña sale corriendo de la champa con un balón en las manitas. El gato-perro
sale corriendo detrás de ella.
Mientras se aleja, la niña
alcanza a gritar: “Ahí cuando acabes el
apunte vienes. No preocupas si no está cabal el equipo todavía. De repente
dilata, pero ya vamos a ser más”.
El hombre a quien llaman “Doctor Watson”, cierra su sombrilla y
extiende la mano para asegurarse de que, en efecto, ha dejado de llover.
El hombre de la gorra
absurda sigue mirando a la niña alejarse.
Luego extrae una lupa de su gabardina y se detiene a analizar cada uno
de los trastos ahora mudos, sin lluvia que les saque una canción.
“Interesante, mi querido Watson, muy interesante. Creo que valdrá la pena estar una temporada
en estos parajes. La atmósfera es limpia
y la niebla no deja de recordarme al Londres de la calle del panadero”, dice el hombre alto y
delgado mientras extiende los brazos para mejor aspirar el aire de las montañas
del sureste mexicano.
“¿Estar una temporada, Holmes? ¿Para qué?”, pregunta el otro hombre
mientras se sacude unas gotas de lluvia rezagadas, “no creo que seamos de mucha ayuda, aunque esa niña parece que sufre de
diarrea verbal, un tranquilizante le haría mucho bien… a quien tenga que
escucharla”.
“No, Watson, no vamos a ayudar a nadie. Sólo vine para encontrarme con un viejo
conocido. Pero creo que será difícil encontrarlo… al menos con vida”, dice el hombre mientras
guarda la lupa, y se echa a andar.
El otro hombre se apresura
a alcanzarlo mientras pregunta: “¿Y
entonces qué vamos a hacer aquí?, Holmes”.
“Aprender, mi querido Watson, aprender”, dice el hombre mientras
saca de nuevo la lupa y se detiene a mirar un insecto.
Mientras las dos figuras
se desdibujan en la niebla, se escuchan a lo lejos ladridos, maullidos, y una
risa infantil, una risa como si una canción fuera.
Entonces, aunque de forma
casi imperceptible, el muro se estremece…
Doy fe.
Guau-Miau.
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