«YA CAYÓ EL DE ROJO». Sobre el asesinato de Yalid Jiménez en Asunción Nochixtlán, el 19 de junio de 2016
Colaboración
Agencia SubVersiones
19 septiembre, 2016
Recientemente, en el noticiero de Ciro Gómez Leyva, se
transmitió un video sobre los hechos ocurridos en Asunción Nochixtlán, Oaxaca
el pasado 19 de junio. En él, se aprecia a policías estatales disparando hacia
los manifestantes. También se ha identificado plenamente a José Luis Lazo
Sánchez, coordinador de proyectos y despliegue de la policía estatal de Oaxaca;
y, junto a él (se aprecia en la fotografía tomada desde el lugar donde fue
herido de muerte Yalid), se encuentran elementos de la Gendarmería apuntando
sus armas largas. Desde ese punto, dieron muerte a tres personas, quienes
cayeron baleadas una al lado de la otra; una fue Yalid Jiménez.
En el video se pueden
escuchar algunas frases dichas por policías estatales mientras le disparaban a
la población civil; una es: «¡al de
rojo!». Segundos después, se escucha otra: «ya cayó el de rojo, eh!». Ese día, Yalid Jiménez (el de rojo), así como miles de
habitantes de toda la región mixteca, acudieron a apoyar la lucha magisterial-popular.
Como decenas de pobladores de la región, él estaba ayudando al resguardo y
cuidado de los heridos. Fue a las 11:25 am del 19 de junio, cuando después de
las detonaciones de armas automáticas de la policía estatal, cayeron heridos
Jesús Cadena Sánchez y Anselmo Cruz Aquino. Yalid, quien estaba frente a los
hechos, acudió a auxiliar a los dos pobladores que fueron baleados, segundos
después, él mismo fue alcanzado por la metralla que lo hirió de muerte.
Debido a que la policía
estatal continuaba disparando en contra de quienes se encontraban en el lugar,
no fue posible auxiliarlo inmediatamente, sin embargo, al ver que la ráfaga no
daba tregua, algunos hombres arriesgaron la vida y corrieron entre los zumbidos
de las balas para sacar al herido del lugar; fueron cinco minutos en que «el de rojo» permaneció tirado. Las
palabras de quienes lo auxiliaron le pedían: «¡Aguanta carnalito, aguanta!», «¡no
te duermas!»; él solo balbuceaba pidiendo ayuda.
Así como Yalid, ese día,
muchas personas que auxiliaron a los heridos, fueron también muertos o heridos.
Yalid Jiménez (el de rojo), servía a
su comunidad, tenía el cargo de Regidor de Salud en Santa María Apazco, un
municipio regido por usos y costumbres cercano a Nochixtlán, sus vecinos lo eligieron por su trabajo comunitario
y por su solidaridad para con la comunidad, esa misma solidaridad lo llevó
aquel día a Nochixtlán, esa misma solidaridad lo llevo a auxiliar a los
heridos, donde fue alcanzado por las balas de las fuerzas policiales.
A tres meses de estos
hechos, y a pesar de las distintas pruebas contundentes que evidencian lo
ocurrido en Nochixtlán, no hay una sola persona procesada por estos hechos, ni
siquiera se han hecho las diligencias pertinentes en el lugar. «El de rojo», quien ese 19 de junio fue
un blanco para la policía, así como las otras diez víctimas fatales y una
centena más de heridos, siguen esperando que las instituciones que se supone
deben impartir justicia, hagan lo
correspondiente; que los autores materiales e intelectuales respondan por lo
ocurrido ese día, que la masacre de Nochixtlán no quede impune… Que la «verdad histórica» no se repita una vez
más.
Reconstrucción de
hechos con base en metadatos fotográficos
[Foto 1] 11:20:14 a.m. se ve a un
elemento policial documentando con su teléfono celular los acontecimientos en
ese momento.
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[Foto 3] 11:21:23 a.m. Se ve a un
elemento policial documentando con su móvil, en la parte trasera junto a la
camioneta de policía vial, se aprecia un elemento con un arma larga.
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[Foto cortesía] Mismo elemento, nos
lleva a deducir que la propia corporación policial tiene las evidencias de
quienes dispararon ese día.
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[Foto 4] 11:22:24 a.m. Se aprecia a un
elemento policial señalando hacia donde se encontraba Yalid Jiménez, el policía
del teléfono sigue documentando.
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[Foto 6] 11:24:43 a.m. se ve a
pobladores auxiliando a los heridos, se aprecia la parte trasera del autobús
que posteriormente fuera incendiado, y una ambulancia del municipio de
Nochixtlán.
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[Foto
10] 11:25:29 am. La persona de playera negra se levanta, y hace señas para
llamar la atención, esto con el fin de poder sacar a los heridos de ese lugar
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[Foto
11] 11:26:11 a.m. La ambulancia carga a varios heridos, entre ellos a Anselmo
Cruz Aquino.
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[Foto
12] 11:26:41 a.m. llegan más personas a auxiliar a los heridos, entre dos
tratan de cargar a Yalid Jiménez.
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[Foto
13] 11:26: 53 a.m. Debido al peso del cuerpo, más personas se unen para
auxiliar a Yalid.
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[Foto
14] 11:27:02 a.m. Se unen más personas para cargar a Yalid, logrando
sacarlo del lugar donde fue herido.
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Los
testimonios
Fragmento de «Nochixtlán:
la versión de las víctimas» publicado por Eliana Gilet en Somos el medio.
Yalid llegó al lugar acompañado de otro miembro de su familia,
quien se reserva la identidad como medida de protección. Su relato: «Yalid me llamó para que fuéramos a buscar a
su papá, que estaba en la lucha. Como a las diez de la mañana ya estaban los
helicópteros, se pedía auxilio por todos los medios, por las radios, la
iglesia. Venía bajando del lado norte del pueblo cuando vi el despliegue. Tenía
dos llamadas perdidas de Yalid en el teléfono y algunos mensajes de whatsapp.
Cuando llegué a su casa, ya me esperaba en la puerta. Disculpen si dudo en el
relato, es que lo que vivimos me dejó traumado».
«Recuerdo que fuimos a la tienda en busca de Coca-Cola, que
ayuda para los gases lacrimógenos y de agua. Compramos cinco botellitas de 600.
Fuimos cuatro o cinco personas, entre ellas dos mujeres de la familia. Ellas se
fueron al hospital, que [está] hacia el lado del
panteón y nosotros nos acercamos a donde estaba la gente en el puente. Vamos a
buscar a ver a mi jefe, decía Yalid».
Empiezan los disparos. «Al principio, todos teníamos la esperanza
de que fueran balas de goma, hasta que escuchamos las ráfagas y nos dimos
cuenta de que no. Había gente por todos lados, avanzaban y retrocedían».
Yalid logró cruzar el
puente hacia el lado izquierdo, como unos 50 metros. «Yo le gritaba “¿a dónde vas chingada madre?, ¡Está muy peligroso!”,
pero por el ruido él no me oía, hasta que lo alcancé en un momento en que se
detuvieron las ráfagas de metralla».
En el descampado, del lado
izquierdo del puente, mirando hacia el puente, de espaldas al pueblo, hay unas
15 o 20 personas dispersas. «Nos tiramos
al suelo en la barranca de tierra que hay. “Malditos asesinos, si viven de
nuestros impuestos”, recuerdo que alguien gritaba. Vimos entonces que había un
grupo de federales dispersos ahí, cuatro o cinco policías, que si estaban a 150
metros de nosotros es mucho. Nos tenían en la mira y empezaron a dispararnos. A
Yalid le dieron el primer balazo en la pierna. Cuando llegué a él para ayudar a
jalarlo del lugar del ataque, le dieron el segundo balazo en ese momento».
Yalid Jiménez Santiago moriría con cuatro balas de arma de fuego, de la
policía, en el cuerpo.
«Él gritó, “ya me chingaron, corre” y recuerdo cómo se agarró
el estómago y se dobló. Cuando me aparté de él, le dieron el tercer tiro en el
piso».
Otros de los vecinos que
estaban en el bloqueo se acercan y logran recuperar su cuerpo que se desangra.
Lo trasladan. Cuando el testigo logra comunicarse con la madre, porque las
líneas de teléfono no funcionaban, le dicen que están en la funeraria.
El testigo relata cómo los
taxistas del Frente Democrático Popular, del sitio Asunción de María y del
sitio Bicentenario, llevaron a todo el que lo necesitara sin cobrar un peso.
Mientras que «los taxis amarillos y
azules, más de cien móviles, se escondieron cuando empezó la balacera».
«En la funeraria en que estaba Yalid había cinco fallecidos y
supimos que en otra había otra persona más. Más tarde ya eran ocho, eran diez.
El jueves, llevábamos contando 13 personas asesinadas, incluyendo a dos de los
que no se tiene identificación».
Otro de los primeros en
ser asesinado en la barranca junto al puente “La Comisión” –que cruza por encima de la carretera federal y da
acceso a Nochixtlán–, fue Anselmo Cruz Aquino, de 33 años, originario de
Tlaxiaco. Su hermano José Luis estaba junto a él cuando fue asesinado.
«El balazo le entró por la boca y le perforó el pulmón. Estaba
pecho a tierra, cubriéndose de las ráfagas. En ese momento ya no era un
plantón, era pura represión, porque los federales habían avanzado y ya estaban
entrando en la población. Todo mundo se dispersa, corre, se escuchan los
balazos. Cuando te tiras al suelo, te das cuenta que están los francotiradores,
porque los balazos vienen de lugares específicos, de lugares altos».
¡NI PERDÓN,
NI OLVIDO!
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