Micah Xavier
Johnson: Nacer negro en Estados Unidos, una maldición lo suficientemente mala. Imagen:
BET
|
Por Mumia Abu-Jamal
–©’16maj
Agencia SubVersiones
10 de julio de 2016
Audio grabado por Noelle
Hanrahan: www.prisonradio.org
Texto circulado por
Fatirah Litestar01@aol.com
Traducción Amig@s de
Mumia, México.
Publicado por Amig@s de
Mumia de México
27 julio, 2016
Los eventos de la semana pasada siguen resonando en la conciencia nacional.
Los asesinatos no
provocados cometidos por policías en las calles del Medio Oeste de Estados
Unidos y los subsecuentes asesinatos de
algunos policías en Texas nos indican que se ha alcanzado una nueva etapa en la
guerra interna más larga del país, y que nadie sabe cómo acabará.
Obviamente el problema de
la violencia policiaca no es nada nuevo.
Cuando el reverendo Dr.
Martin Luther King, hijo, encabezó protestas contra la segregación racial
en Selma, Alabama en los años 60, los
policías no auxiliaron a los manifestantes. Al contrario, golpearon a los hombres
y mujeres indiscriminadamente para proteger los privilegios de los blancos. El
puente Edmund-Pettus bridge se volvió resbaloso con la sangre de los negros
derramada ahí.
Hoy en día asesinan con
impunidad total a hombres, mujeres, niñas y niños negros —como Mike Brown,
Rekiah Boyd, Tamir Rice, Eric Garner— y nada les pasa. Los grandes jurados que
operan en secreto, y los jueces que emiten fallas no tan secretas, coinciden en
dictaminar «homicidio justificable» y
los policías asesinos reciben ascensos de trabajo.
«Qué buen trabajo» —y nada.
Ahora los medios, los
políticos y los policías dicen que Micah Xavier Johnson es «un hombre loco», o según un político prominente, un «trastornado».
Pero si es un hombre loco, ¿qué es lo que provocó su locura?
¿Estaba loco cuando fue a
asesinar a personas afganas en representación del imperio? Tal vez su capacitación
era demasiada buena.
La opresión enloquece a la gente. La vuelve loca.
Convierte los cerebros calmados en mentes dementes, consumidos por la ira, la rabia y los
resentimientos.
Los medios, los pastores y
los políticos lo insultan, pero ya está fuera del alcance de sus maldiciones.
Su vida ya era una
maldición naciendo nigger en Estados
Unidos. Es una maldición suficientemente mala.
En 1951, el gran poeta,
Langston Hughes (1902-1967), escribió las siguientes líneas en su poema, «Harlem»:
¿Qué pasa con un sueño diferido?
¿Se marchita
como una pasa en el sol?
¿O se encona como una llaga —
y luego corre?
¿Apesta como carne podrida?
¿O forma una costra de azúcar —
como un dulce con jarabe?
Tal vez solo se hunda
como una carga pesada.
¿O explota?
Desde la nación
encarcelada soy Mumia Abu-Jamal.
Comentarios