Manuel Pérez Rocha
América Latina en
movimiento
30/06/2016
La ejemplar rebeldía de los maestros –ahora con el apoyo de
considerables sectores populares y una tardía, pero creciente participación de
académicos y estudiantes– es, sin duda, el factor central del conflicto social
y político desatado por la pretensión de imponer por la fuerza una "reforma
educativa". Esta legítima, y para nosotros esperanzadora rebeldía, no es
una sorpresa para los autores y ejecutores de la supuesta reforma educativa; la
previeron e incluso su criminal estrategia fue provocarla, y preparar las
acciones armadas para enfrentarla, y ahogarla a como diera lugar. El señor
Claudio X. González, brazo operativo de la oligarquía mexicana que ha decidido
hacerse del control de la educación nacional, lo advirtió públicamente y en
varias ocasiones: "Si no hay
turbulencias, es un signo claro de que no estamos haciendo bien la cosas";
y por todos los medios han presionado para "que
la reforma se implemente ¡ya!, sin contemplaciones ni excepciones, en todo el
país".
Con miles de policías y el
apoyo del Ejército se ha llegado ya al extremo de asesinar a mansalva a muchos
inocentes. Ayotzinapa y Nochixtlán son sólo los casos más graves ¿Les parecerán
suficientes estas "turbulencias"?
La barbarie armada corresponde con la de los tecnócratas que están al servicio
de esa oligarquía. Ejemplo paradigmático son las actitudes arrogantes y
provocadoras, así como los conceptos de "educación"
y "cultura", del aspirante
a la Presidencia y circunstancial secretario de Educación, Aurelio Nuño, quien
declaró: "No tengo tiempo para la
cultura", y después de los asesinatos de Nochixtlán amenazó: "La reforma educativa se va a
profundizar". Este incalificable cerril desprecio a la cultura –y la
ominosa ofensiva contra las culturas que no son museos y galerías para las "clases altas"– se manifiesta
nítidamente en el plan expuesto por el secretario de Hacienda, Luis Videgaray,
en un artículo publicado en La Jornada (02/06/16): de lo que se trata es de
acabar con el México del sur-sureste improductivo, atrasado, dedicado a
actividades tradicionales (como la agricultura) que no aportan "valor" (¿qué comerá
Videgaray?).
La incultura de estos
funcionarios les impide percatarse de que están ante una invaluable realidad
sociocultural de profundas raíces históricas, no un problema económico o, menos
aún, policíaco. Repiten la anticientífica, inhumana e inculta doctrina que les
enseñaron en el ITAM los maestros de la escuela de Chicago: la vida y los
problemas de la sociedad se reducen al "crecimiento",
el "empleo", la "competitividad"; y buscan
aplicarla a como dé lugar (por supuesto para eso les pagan muy bien). Estos
funcionarios son incapaces de oír palabras como dignidad, cooperación, generosidad, reciprocidad, valores desde los cuales los pueblos "atrasados" del sur-sureste, y
otros muchos mexicanos, entienden y juzgan al mundo. Participan del desprecio y
odio que las "clases altas"
tienen a esa mitad de México que nos da identidad, y alimentan ese desprecio y
odio. En este tenor han impulsado, con el apoyo de los poderosos "medios" comerciales y no
pocos "intelectuales", una
campaña de propaganda digna de Goebbels, que pone el mundo al revés: ahora el
gobierno priísta y los dirigentes del SNTE son los buenos y la CNTE (que a lo
largo de 30 años ha dado ejemplo de una lucha heroica contra el corrupto PRI y
sus charros del SNTE) un nido de delincuentes
y criminales. Para ello no les
importa mentir, calumniar, amenazar y encarcelar ilegalmente. El señor Claudio
X. González se ha referido a los maestros de la CNTE como "minoría de delincuentes", "mafia", "monstruo",
"delincuentes con permiso"
y "criminales", y los ha
acusado de "salvajismo" y
de constituir un "cártel".
Esta campaña también ha
alimentado una de las peores vergüenzas de este país: el racismo. Véase un
extracto de las abominables reacciones de los lectores del periódico Reforma
ante noticias sobre la CNTE difundidas por ese periódico: "¿No sería tiempo de desempolvar las tanquetas de agua que compró
Calderón? Aparte de que buen favor les harían a estos indios piojosos dándoles
un baño"; "Yo no les veo ni
cara ni facha de maestros. Más bien parecen indígenas alquilados para venir a
armar desmanes al DF"; "Urge
guardar en el bote a este indio balagardo (sic, se refieren a Rubén
Núñez)... Hay mucho de donde hacerlo. Si
guardaron a la maestra no me digan que no pueden con este indio oaxaco";
"Puro indio delincuente que debe estar
en la cárcel"; "Buen
ejemplo con el hombre de Java en la fotografía (se refieren a un maestro). Ya ven, no son tan malos maestros: enseñan
la teoría de la evolución, y cómo algunos ejemplares del pleistoceno de hecho
sobrevivieron como especie y llegaron al siglo XXI"; "Ojalá se mueran todos, país de indios
ignorantes"; "¡Apestan a
mierda! Parásitos ¡Ojalá los desaparezca la sociedad civil! ¡Vividores! ¡Hernán
Cortez (sic) debió aniquilar a esta
escoria!"; "Mátenlos!
Maldita gente asquerosa que sólo sabe hacer desmanes... Necesitan su 2 de
octubre esos malditos maestros!" (Ya les hicieron caso, la criminal
represión del pasado 20 de junio nos recuerda justamente el 10 de junio de 1971
y al 2 de octubre de 1968.)
De lo que se trata es de
imponer una "reforma educativa"
tecnocrática, inculta, imponer un régimen laboral que anula conquistas básicas
irrenunciables, como la contratación y representación colectiva y la huelga, de
constreñir derechos básicos, como la manifestación pública. El fin último lo
explica cínicamente Videgaray: se trata de “generar
certidumbre a la inversión… proveerle con toda la infraestructura económica
(tangible e intangible), social y urbana
para que sean atractivas tanto para las empresas, como para la gente, además de
incentivos fiscales, laborales y aduaneros”. Se trata, como dictan el Banco
Mundial y la OCDE, de hacer del "sur-sureste"
del país una zona económica especial, o varias, donde las "culturas atrasadas" no sean sino el escenario folclórico,
domado, con luz y sonido… y muchas utilidades.
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