Mareas de color
violeta (1 de 3, #A24 en CDMX)
Video: colaboración de
Luchadoras, La Sandía Digital & SubVersiones en el marco del proyecto Voces
de Mujeres.
Texto y fotos: Manada
Subversiva.
Materiales compartidos
bajo copyleft CC By NC 4.0
Agencia SubVersiones
/02 mayo, 2016/
Las mujeres del Estado de
México y del ex-DF decidieron movilizarse juntas para visibilizar, denunciar y
cuestionar la grave situación que viven las mujeres ante la ola de secuestros,
desapariciones, violaciones y feminicidios que ahí están padeciendo. El Río de
los Remedios es el río de la ignominia y la impunidad feminicida. Ahí arrojan,
como si fueran basura que nadie irá a buscar, los cadáveres de niñas y mujeres
violadas y asesinadas. Por eso se decidió que la caravana partiera del Palacio
municipal de Ecatepec, municipio con más alto índice de feminicidios
actualmente. Como señala una de las participantes:
En el Estado de México van 69 feminicidios en
2016, la mayoría en Ecatepec. Ecatepec es un municipio priísta que tiene
múltiples focos donde no sólo las mujeres han sido asesinadas sino también
arrojadas ahí, como en el Río de los Remedios, por ejemplo, que es la división
entre Ecatepec y Neza. Que mucha gente lo que hace es: pues ya la maté en algún
otro punto, la dejo en Río de los Remedios donde nadie se hace cargo, hay
muchísima impunidad.
Desde las
10:00 horas del #24A [24 de abril de 2016], ahí nos reunimos cientos y cientos
de personas para hacer un manifiesto político conjunto, así como compartir la
rabia y el dolor ante la muerte de cada morrx asesinadx por el Estado y el
sistema feminicida. Posteriormente, partimos en caravana sobre ruedas
–camiones, bicicletas, autos particulares– rumbo a la terminal del Metro Indios
Verdes. En el trayecto se gritaron y cantaron consignas, se dialogó sobre el
territorio que estábamos cruzando.
En el Metro
Indios Verdes se integraron muchas más personas –principalmente mujeres– a la
movilización, y alrededor de 500 personas continuamos la protesta en el transporte
público, lugar donde se nos recuerda constantemente que salir entre nosotras
para el patriarcado es «estar solas»,
que vestirnos con poca ropa supuestamente equivale a provocar/incitar
sexualmente a los hombres, donde se nos segrega en vagones especiales por
diferencia sexo-genérica[1] como si los hombres no pudieran simplemente
controlarse y no agredir a quien viaja a su lado. Ahí, para romper el tabú, el
silencio y los miedos, el coraje salió a ritmo de manada en Vulvatucada
Lesbitransfeminista: «mi cuerpo es mío,
yo decido, tengo autonomía, yo soy mía…; porque NO, te dije que NO,
pendejo NO!», ¡Ante la violencia machista: autodefensa
feminista!, ¡Si tocan a una
respondemos todas!, ¡Estamos hartas!,
No queremos que nos defiendan los
hombres, los policías, el Estado. No queremos que nos toquen, que nos violen,
que nos mate quien dice que «nos ama».
La Marea
Violeta se concentró cerca de las 14:00 horas en el Monumento a la Revolución.
Ahí nos esperaban ya miles de personas. Desde la convocatoria, se había
especificado que habría contingentas separatistas[2], que encabezarían la
movilización y lxs contingentxs mixtxs irían detrás. La caravana así se
organizó también desde Ecatepec: algunos camiones de puras compas, otros
mixtos.
La Marea
Violeta recorrió el asfalto de Av. Reforma rumbo a la Victoria Alada (esa
Ángela de la Independencia). La batucada llegó a unas escalinatas llenas de
mujeres y hombres que esperaban la marcha. Lxs fotógrafos se arremolinaban. A
los costados de la marcha se sumaban quienes fueron expectantes a mirar, observar,
escuchar lo que teníamos para gritar, visibilizar, denunciar, cuestionar. En
muchas ocasiones hubo que recordar a los gritos que la contingenta era de «¡sólo mujeres, sólo mujeres!», pues
algunos hombres se hacían los despistados para meterse, aún no terminamos de
entender por qué. Se les dijo decenas de veces; por las redes sociales, por el
sonido, mientras estábamos organizándonos en el Monumento a la Revolución (se
voceó muchísimas veces: «los contingentes
de sólo mujeres van a ir al frente de la marcha, los contingentes mixtos van
atrás»).
Dos
incidentes destacan derivados de esta situación: Xavier Ulloa fue señalado como
acosador y se le gritó que saliera de la marcha; al no alejarse —aún ante
gritos de «¡fuera!, ¡fuera!»— se le
roció aerosol en la nuca. Mientras que al periodista Carlos Mendoza se le sacó
a fuerza de empujones porque no respondía al llamado de «¡hombres no!» Después argumentó que pensó que era un performance y
que no había entendido que no podía estar ahí —por muy feminista que se dice
ser no leyó las convocatorias ni atendió al sonido[3].
En el
movimiento feminista hay muchas tendencias. Hay mujeres que no quieren
relacionarse con hombres, y hay mujeres que sí. Hay individuas y hay
colectivas. Hay las que se autonombran feministas, y a las que todos los «ismos» les sacan ronchas. Hay las que
trabajan en organizaciones, asociaciones civiles, instituciones, colectivas,
cooperativas, redes. Hay las que trabajan y viven solas, o las que estamos
aprendiendo que necesitamos estar juntas, reconocernos, apoyarnos,
desprogramarnos juntas, curar las heridas de las violencias identificándonos,
aceptando que no estábamos locas, que no estábamos solas.
Somos manada
En la Victoria Alada no
hubo sonido (eléctrico) pero hicimos mucho ruido. Aullamos, gritamos, aplaudimos,
batucamos. Le prendimos fuego a la piñata que representaba al que nos acosó, al
que nos violó, al que intentó tocarnos y no lo logró porque nos autodefendimos.
Por eso gritábamos «¡Verga violadora a la
licuadora!, ¡Despídete de tu verga
violador de mierda!, ¡Ante la
violencia machista: autodefensa feminista!, ¡Si tocan a una, respondemos todas!, ¡Ni una menos!». Porque estamos hartas de que consideren que ante
todas las violencias mencionadas tenemos que responder sin dolor, sin grito,
sin aullido, sin agresión ni maldad. Porque no admiten protesta,
cuestionamiento. Nos quieren buenotas
y buenitas. Quieren que nos quejemos,
pero casi que por escrito y en silencio, o en otro planeta, donde los
agresores, compañeros, padres, tíos, parejas, jefes, autoridades, jueces,
policías, profesores, tomadores de decisiones, políticos, opinadores
profesionales, analistas de la situación, no escuchen nuestra bulla, nuestra
algarabía, nuestra ironía, nuestra risa, nuestro llanto. Y ante eso nosotras
decimos: ¡No!, ¡No significa no!, ¡Somos
malas, podemos ser peores, y al que no le guste, se jode, se jode!, No somos las víctimas pasivas que los
agresores pretenden que seamos. La «maldad» como postura porque nos dijeron que
teníamos que ser señoritas bien portadas, recatadas, sumisas y que «calladitas
nos veíamos más bonitas».
Y, como ya
todas pudimos constatar, esta Marea Violeta se hizo maremoto y trae tendencia a
tsunami. Hemos dado vuelta a la hoja y no hay marcha atrás. A la revolución y a
la rebeldía también les hace falta feminismo. Poco a poco, pero con total
determinación, vamos construyendo espacios seguros para todas. Nos vamos dando
herramientas y dinámicas de memoria histórica, autoconocimiento, autocuidado,
autorecuperación, autodefensa, autonomía. Nos solidarizamos las unas con las
otras, intergeneracionalmente. «Si la
violencia es sistemática, nuestra organización también debe serlo».
NOTAS:
[1] El gobierno de la Ciudad de
México tiene varias de estas políticas: vagones, camiones y taxis rosas que no
detienen la violencia sistemática e incluso la profundizan al segregarnos como
las débiles y «minoría», así como
imponiendo estereotipos y prejuicios sobre el «ser mujer».
[2] Mujeres feministas que no
quieren la presencia ni «acompañamiento»
de hombres.
[3] «La autodefensa no es lo mismo que violencia». Ver Los límites de
La-crítica. Por Silvia Soler Casellas
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