Mareas de color
violeta (2 de 3, #24A en Cuernavaca)
Por María González
Fotografía de portada: CC
By-NC Alejandra López
Agencia SubVersiones
/03 mayo, 2016/
El domingo 24 de abril, en
el marco de la «Movilización nacional contra las violencias machistas»,
diferentes colectivas feministas (Divulvadoras, Comunicación Intercambio y
Desarrollo Humano para América Latina [CIDHAL], Comité contra el feminicidio,
La alambrería, etc.) así como feministas independientes y compañerxs
solidarixs, organizaron, en la ciudad de Cuernavaca, una rodada en bicicletas y
una jornada cultural para manifestarse, buscar vinculaciones solidarias y
generar consciencia respecto al tema. Además de las colectivas y gente que
acudió expresamente al evento, se sumaron personas que transitaban por la calle
y se encontraron con el acto político-cultural.
Las y los
asistentes escucharon sobre el hartazgo de que las mujeres no puedan caminar en
la calle sin ser agredidas o acosadas sexualmente, teniendo que cuidar la hora,
el lugar de tránsito, y la vestimenta. Escucharon sobre el hartazgo de que la
crianza de lxs niñxs recaiga casi exclusivamente en las mujeres, así como el
trabajo doméstico, que además no es reconocido por no ser remunerado. Se
mencionó el hartazgo de que el Estado sea omiso y cómplice ante la violencia
feminicida; de que en los medios masivos de comunicación violenten a las
mujeres con contenidos sexistas y misóginos, con publicaciones que las culpan
de la violencia que se ejerce contra ellas; hartazgo de la música que las
refiere como objetos sexuales carentes de valor; de la publicidad que las
representa como tontas, interesadas o desprotegidas, o que incita al asco de
los propios cuerpos y lo que sale de ellos, como la menstruación. «No queremos estar en nuestros días,
queremos que todos sean nuestros días y sentirnos seguras» declaró una
oradora.
Con la
lectura pública del pronunciamiento, las adherentes reclamaron también a la
sociedad en general:
Estamos hartas de perdonar la violencia por amor,
de aceptar maternidades como castigo por vivir una sexualidad libre o por ser
víctimas de una violación[1],
hartas de ocultar nuestra sexualidad por ser mal vistas y criticadas, hartas de
amar a otra mujer a escondidas.
También se
cuestionó que la sociedad haya normalizado
el acoso sexual que se ejerce sobre las mujeres ya que, apuntaron: «esto dificulta la denuncia pública, su
castigo y fomenta la impunidad». Se expresó enérgicamente el hartazgo de
que diariamente se cometan siete feminicidios con total impunidad.
Se resaltó
que las violencias social, económica y política no afectan por igual a mujeres
y hombres; que la normalización de la violencia contra las mujeres ha cobrado
tal impacto en la sociedad que se justifica al agresor y se cuestiona la voz y
el testimonio de las mujeres que la padecen, en espacios públicos como
privados.
Informaron
que en Morelos, los municipios de Cuernavaca, Cuautla, Yautepec, Jiutepec,
Temixco, Yautepec, Xochitepec, Emiliano Zapata y Puente de Ixtla son los más
violentos para las mujeres; que desde el año pasado, en que se decretó la
alerta de violencia de género contra las mujeres en Morelos, se han registrado
45 feminicidios y que en lo que va del sexenio se contabilizan 185.
El
pronunciamiento también señalaba:
Salimos a gritar que somos personas y tenemos
derechos […] exigimos: derecho a caminar sin que nos
molesten, a vestirnos como queramos y que eso no sea una excusa para que nos
acosen o nos violen, derecho a decidir sobre nuestras cuerpas, a amar
libremente sin ser señaladas o juzgadas, a elegir ser madres o no, a una vida
digna y libre de violencias.
Exigimos acciones que garanticen nuestra seguridad
social, nuestra vida cotidiana y procesos legales que no impidan nuestras
denuncias. Queremos que las dependencias que se encargan de la atención a
mujeres en situación de violencia cuenten con personal sensibilizado y
profesionalizado pues estamos hartas de que pongan en duda nuestra palabra, que
juzguen nuestra vestimenta y nuestros actos para justificar las agresiones y
que nos presionen para que los procesos queden inconclusos. Exigimos respeto
sin condición alguna, por ser personas. […] Exigimos
a los medios de comunicación que cuestionen sus discursos, sus imágenes, sus
contenidos. No permitiremos más violencia simbólica. […] Queremos espacios libres de violencia,
maternidades elegidas, reflexionadas y derechos que permitan abortar si así lo
deseamos porque éste es nuestro cuerpo. Estamos hartas y tenemos rabia, una
digna rabia que hemos organizado, que transformamos en alegre rebeldía, una
rabia que nos invita a bailar en comunidad, que nos invita a construir, a
transformar la realidad agobiante con círculos de mujeres amorosas. Tenemos
miedo pero éste no nos paraliza, nos mueve a defendernos, a ser sororarias, a
tejer redes, a crear manada. Este miedo, este hartazgo, esta digna rabia nos
mueve a ocupar las calles, un espacio que también es nuestro y que retomaremos
como campo de batalla todas las veces que sea necesario para demostrar que las
mujeres podemos organizarnos y que vamos a defendernos. No estamos solas, somos
muchas las que caminamos y construimos juntas, las que se unen y sueñan, porque
así somos más fuertes. Salimos a las calles a decir fuerte y claro: ¡ni una
muerta más, ni una mujer menos!, porque todas las compañeras desaparecidas,
asesinadas, nos hacen falta […] su
voz se volvió nuestra voz. Salimos a decir que vivas nos queremos pero también
nos queremos felices y gozosas, independientes, autónomas, libres. No
toleraremos más las violencias machistas. Si tocan a una responderemos todas.
—Concluye.
Entre las
actividades se realizó un mural para la visibilización del acoso en el que se
invitaba a mujeres a escribir sobre sus experiencias (tal como se hizo en redes
sociales pero en vivo, con presencia conjunta de escritoras y lectorxs). En
otro espacio se realizaron dibujos y se escribieron ideas, deseos y exigencias
para detener las violencias vividas por las mujeres. Se ofreció un taller de
esténcil para la autoexpresión y otro de elaboración de toallas sanitarias
ecológicas en el que se abordaron los temas de cómo vivir la menstruación como
un proceso de sanación; el tema de la ecología, de por qué usar estas toallas,
de cómo generar formas más solidarias y de empoderamiento con estas
alternativas para los propios procesos corporales; se informó cómo afectan las
toallas desechables ya que contienen blanqueadores, tintes y aromatizantes que
irritan la piel de la vulva y por la cual el cuerpo absorbe esos químicos,
además de que debido al plástico que contienen se presentan muchas infecciones
por hongos.
Entre los
actos escénicos hubo un performance en el que dos jóvenas exploraron su cuerpo
mientras se pintaban de pies a cabeza y realizaron una pequeña instalación con
objetos como una muñeca, un zapato, ropa interior de mujer, velas, una madeja
de estambre y una toalla sanitaria; al final leyeron un texto reivindicando la
propia expresión, la expresión por las genealogías femeninas acalladas en el
pasado y contra las expectativas sociales idealizantes del ser-mujer. Otra
compañera, Cherry hizo rap feminista, y otra compañera más (no escuché su
nombre) cantó con su guitarra a favor de la unión entre mujeres. Una chica
subió a leer algunos chistes misóginos y preguntó después a lxs asistentes si
les hacían gracia, porque a ella no. El coro de voces que respondieron ¡no!
socavó algunas risas que se escucharon entre el público. Señaló estos chistes
como ejemplos de una violencia simbólica que se vive cotidianamente y que es
reforzadora de estereotipos de género que dictan cómo deben ser las mujeres y
qué es lo que las hace mujeres. Finalmente hizo una invitación a cuestionar
nuestros discursos dado que estos producen realidades violentas.
Durante el
tiempo de la jornada el micrófono estuvo abierto a la participación voluntaria
y varias jóvenas y adultas, subieron a la tarima a relatar algunas de sus
experiencias de acoso sexual, callejero, de violencia obstétrica,
institucional, familiar y en la escuela. Algunas leyeron testimonios
provenientes de la convocatoria #miprimeracoso –ejercicio de visibilización
convocado y llevado a cabo en redes sociales, en el que miles de mujeres
compartieron experiencias de acoso que habían vivido. Este acto colectivo
conmocionó a amigxs y familiares al develar la altísima frecuencia de
agresiones, de diferentes intensidades, que las mujeres han sufrido desde la
infancia o la pubertad hasta la edad adulta–. La constante ante las agresiones
inesperadas fue un alud de sentimientos de miedo, confusión, impotencia,
tristeza, frustación y enojo, ya fuera una experiencia de la infancia o
posterior. Por ejemplo, una participante compartió que tras 40 años de ser
feminista, de conocer la teoría y haber tenido experiencias anteriores de
acoso, frente a un nuevo episodio de estos, aún se desequilibra. Expresó
entonces su gran preocupación por las niñas y niños e hizo un llamado a los
hombres a tomar consciencia y decidirse por una posición solidaria y de respeto
para con niñxs y mujeres.
Participó
después una compañera de la colectiva Las intrépidas –agrupación que cuenta con
una bici-escuela con perspectiva de género e incluyente– y habló de la
necesidad de perder el miedo a aprender y realizar actividades que tal vez anteriormente
les habían sido prohibidas a muchas mujeres por considerarse exclusivas de los
hombres, e invitó, sobre todo a las mujeres mayores, a que probaran el ciclismo
para empoderarse.
Testimonios
Sara, quien impartió el
taller de elaboración de toallas sanitarias ecológicas, compartió su reflexión
acerca de esta jornada cultural:
Fue muy bella, chiquita, como de por sí aquí es,
no multitudinaria como de seguro fue en el Distrito [Ciudad de México] pero por
lo menos mi taller fue súper lindo porque se acercaron mujeres de todas las
edades y de variadas procedencias con una apertura bien chida, incluso hombres
que estuvieron muy atentos, muy respetuosos, no sólo hombres que de por sí
ubicamos como solidarios, sino externos. No recuerdo otra actividad de este
estilo con una participación tan variada, aunque las compañeras de las
colectivas son muy activas. Me voy encantada y conmovida con toda esta
movilización que está habiendo, porque estamos en una crisis ya insoportable de
todas las violencias y ha sido curioso porque a nivel personal han aflorado
cosas que mueven, denuncias, la expresión de que estamos buscando sanarnos,
buscando justicia y nuestra posibilidad a una vida sin violencia.
Casandra,
del colectivo Divulvadoras, comentó que participó en la jornada debido al
hartazgo de las violencias que ella y sus amigas han vivido; porque ve que
nadie hace nada, incluyendo a la Iglesia, al gobierno y aún a las mujeres que a
veces no se apoyan entre ellas mismas y se criminalizan unas a otras.
Me gustó que hubo mucha participación, cosa que no
había visto en otros eventos, hubo gente que se animó a contar sus relatos, a
escribirlos, fue conmovedor. Creo que estamos tocando fibras porque a todas nos
pasan estas cosas. También encontré hombres que se acercaron a participar sin
querer tener esa participación central y reflexionando sobre su propio
ejercicio del acoso callejero. Que más hombres se den cuenta, que haya
esperanza y que muchas personas describieran cómo quieren esta ciudad para sus
hijas y nietas me hizo mucho bien. Ella participó haciendo el registro
fotográfico del evento y compartiendo en el micrófono formas de acoso callejero
para concientizar a la gente de la necesidad de detener esa práctica.
Xóchitl,
feminista morelense e integrante de Radio Chinelo, quien participó en la
organización del evento, considera que la jornada cultural fue exitosa dado que
se acercó mucha gente a escuchar el porqué de las acciones que se llevaron a
cabo en todo el país. Comentó que además de las actividades realizadas se
estuvieron repartiendo volantes informativos para la comunidad y considera que
el haber escuchado los testimonios tan fuertes de violencia contra las mujeres,
que comienza desde que son niñas, generó empatía entre las asistentes y
reflexión entre los hombres que es con quien también quieren trabajar ya que
considera que son quienes ejercen esas violencias.
Respecto al
nivel de violencia en el estado, dijo:
En Morelos queremos hacer un llamado a que el
Estado deje de ejercer violencia y a que los hombres dejen de ejercer
violencia. Es importante visibilizar la situación con estas magnitudes.
Recientemente en redes sociales se vio que esas situaciones nos pasan casi a
todas entonces no deben de minimizarse. Nosotras aquí pronunciábamos que éste
es un evento que organizamos las mujeres, que no hay ningún partido político,
ninguna institución participando, pero que sí es importante que ellos tomen
medidas en el asunto porque en Morelos está activada la alerta de género pero
sigue habiendo muchos casos de mujeres desaparecidas y de feminicidios. En lo
que va del año llevamos 22 feminicidios, entonces nos parece necesario y
urgente que realmente se hagan cosas concretas, en los hechos.
Sobre la
importancia que le dan a esta clase de eventos, comentó:
Son importantes porque por un lado nos une a las
mujeres para el nivel organizativo, porque nos han enseñado que no podemos
trabajar juntas. Este tipo de acciones nos hacen sororarias, nos hacen tejer
redes y externar cosas que a veces no podemos comentar porque también nos han
enseñado que tenemos que callar, como esta misma idea de culpabilizarnos por la
violencia que se ejerce hacia nosotras como si fuéramos nosotras quienes la
causan. Por otro lado creo que es importante que la gente reflexione que tienen
que modificarse las conductas desde la educación de los hijos e hijas para que
no se sigan ejerciendo este tipo de violencias, que se han naturalizado y
normalizado tanto que a veces la propia sociedad cuestiona a quien es víctima,
a quien se acosa, a quien se viola y en los casos que se llega a hacer una
denuncia es muy difícil que éstas procedan, hay muchas trabas. Entonces hay que
hacer un trabajo muy grande de sensibilización, de información, de cambio
conductual. Nosotras buscamos usar las vías artísticas para que no sea como
siempre sólo el discurso, sino el performance o el uso de imágenes que den el
mensaje la población.
Diego,
oriundo de Cuernavaca, opinó:
El evento de hoy me pareció muy bueno, creo que
son los albores, los primeros movimientos de esta naturaleza que se están
realizando aquí en el estado y creo que son de importancia fundamental para
empezar a cambiar la mentalidad de todos. A mí lo que más me impactó fueron los
testimonios personales de las chicas porque son cosas que uno como hombre rara
vez vive y si no las vive, rara vez se las imagina; yo sí me quedé sorprendido
e impactado y estoy seguro de que no fui el único y que las personas que los
escucharon reflexionaron que hay algo que está mal y que tenemos que cambiarlo.
Respecto al
impacto o resultados de este tipo de acciones, compartió:
Pienso que ayudan a crear vínculos más cercanos
entre las chicas para que en lugar de que se siga el estereotipo de que son
competitivas entre sí, sean más unidas y nos ayuden a los varones, como a la
sociedad en general, a crear consciencia acerca de estas cosas. También se
genera reflexión sobre el tema de que el patriarcado y los estereotipos sobre
las mujeres se tienen que acabar, no sólo porque sean nuestras madres,
hermanas, hijas o novias, sino porque todxs somos seres humanos, todxs somos
iguales y todxs merecemos respeto.
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