Por Frida Guerrera
Villalvazo
@FridaGuerrera
Kaos en la red
Siempre he sabido que existen, sin embargo, como la mayoría
los he negado; creo que los conocen muy bien las madres, los hijos, los
hermanos, las amigas, de aquellas tan solo en lo que va de este día y año 2016,
208 mujeres asesinadas en manos de cualquiera, de un delincuente, del narco, de
un abuelo resentido, de un esposo celoso, de un novio incapaz, hasta de un
padre que las vio como objeto de venganza, sí, tú eres ese dolor que se
apodera, que devora, que sume en la desesperanza, tu eres el dolor abierto que
aquellas que estamos en vida nos hace imaginar sus últimos momentos de vida,
que nos llena la cabeza de múltiples imágenes, de sus rostros, de sus gritos,
de su llanto, de sus suplicas, de su no entender ¿qué pasaba?, de sus infinitas
preguntas: ¿por qué?, ¿qué te hice?,¡no
me mates!, ¿qué va a ser de mis hijos?
Tú, dolor, siempre
acompañado de ella, de la muerte, de esa que tiene permiso de caminar en mi
país, de esa que acompaña los más horribles pensamientos de aquellos que nos
matan, de ellos que solo buscan ejercer su poder por medio de ti…
asesinándonos, cercenándonos, degollándonos, dejándonos pudrir, atravesando
nuestros úteros: esos que otorgan la vida también de ellos, de quienes hoy nos
han asesinado.
Eres ese tipo de dolor al
que no me quiero enfrentar. Eres el dolor que no imagino, me aterra pensarte,
me aterra imaginar que tu compañera arrebate la vida de alguien que amo, sin
embargo, aplaude muerte tu poder; te has convertido en la herida que se creó de
la impunidad y que se alimenta de la indiferencia gubernamental. Eres el
desengaño, la traición, la humillación, el abandono y la injusticia.
Trato de escapar de
ustedes y procuro no pensarles, no leerles, porque lo único que me alivia es el
espejismo de la “normalidad”,
entonces pienso que YO, estoy trabajando, que no puedo hacer nada, que lo único
que puedo hacer es mi trabajo; me empeño en pensar que no somos tantas las
asesinadas, intento creer que las fiscalías especializadas en este delito
tienen razón. Nos matan los novios, los maridos, los amantes, nuestras
relaciones con la delincuencia organizada, nuestros trabajos como periodistas,
como prostitutas, como secretarias, como amas de casa, estudiantes, como seres “diferentes”, y las autoridades no
pueden hacer nada entonces creo que fue la culpa de cada una de nosotras desde
la pequeña de 3 hasta la mujer de 80 años, nosotras los incitamos, ellos no
querían hacerlo, se apoderó de ellos solo el deseo de venganza, de diversión,
de celos, los incomodamos con nuestro trabajo… nosotras te llamamos muerte,
para que el dolor se apoderara de nuestras familias, de nuestros amigos, para
formar parte de las estadísticas de este
México lleno de sangre, de muerte, de dolor.
Me tapo los ojos porque no quiero vivir dolida, pero ya me canso de
decir y pensar que todo está bien.
Y a pesar de ustedes dos
sonrío no porque sea feliz de conocerles de la manera más “cruel”, sino cuando encuentro buenos actos de la gente, no de
aquellas o aquellos que buscan escalar políticamente en nuestros nombres, en
nuestra sangre, sonrío cuando alguien en su corazón me recuerda, cuando alguien
sabe que hoy ya no existo y que puede hacer algo por visualizarme, cuando de
los cientos de casos se resuelve el de alguna de nosotras, de las muertas.
De las que estamos aquí,
tomadas de las manos, intentando todavía entender que pasó, a algunas nos duele
aun la herida, las llagas, intentamos darle consuelo a las más pequeñas, aunque
nuestros dedos no puedan acariciarlas porque nos los han mutilado, en algunos
momentos todas nos caemos cuando escuchamos los llantos de nuestras madres, de
nuestras hijas, de nuestras hermanas, de alguien que leyó la nota donde
informan de nuestros asesinatos y se unen a nuestros desasosiegos, cuando esto
sucede, acabamos metiéndonos en una espiral que nos absorbe y que nos aprieta
el alma.
Por esta razón, he
decidido decirles que sé que existen, que aún no estoy muerta, pero que como
muchas hermanas del alma sacaré la voz visualizando al menos sus asesinatos,
que desearía que no mataran a ninguna otra mujer, los números son alarmantes,
no estamos exentas, sin embargo, la herida que permanece en mí es eterna,
intento caerle bien a la vida, pero fingir ya me resulta bastante agotador y
desesperante. No hay nada más doloroso que intentar aparentar estar bien cuando
algo nos está lastimando por dentro, y hoy este día, a mi ellas me están
lastimando.
Sí, las sociedades están
podridas, los valores se han ido, la impunidad impera, el dolor y la muerte no
natural siembran llanto, injusticia, impotencia.
Sí, es degradante ver
políticos que solo nos han usado en la fiesta de cumpleaños de alguno de ellos,
es insultante lo que están haciendo con nuestros recursos, como nos quitan
derechos laborales, es dantesca la complicidad para acabar con nuestra
Pachamama.
Cimbra el alma ver como a
diario son asesinados, desaparecidos infinidad de “hombres”.
Pero ¡EIT¡, también nos siguen matando a nosotras, aquellas que a diario
les damos la vida.
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