x Gilberto López y Rivas
La Haine
23/01/2016
México
En un acto genuinamente materialista, la asociación religiosa
Orden Hospitalaria de San Juan de Dios vendió a la trasnacional estadunidense Mexico Retail Properties, en 2012, por
la suma de 400 millones de pesos, los extensos terrenos que había adquirido por
donación, donde funcionó por cuatro décadas la clínica siquiátrica San Rafael,
en la sureña delegación Tlalpan. En estos 30 mil metros cuadrados, en los que
había más de 200 árboles de especies consideradas monumentos urbanísticos de la
ciudad, de los cuales 167 fueron talados, se inició de facto y sin mediar
autorización alguna, el megaproyecto conocido como Centro Comercial Patio
Tlalpan, que incluye 80 tiendas y servicios, entre ellos, Wal-Mart, Sports
World, SAM’s Club, Suburbia y 20 cines de la cadena Cinépolis, para el cual los
desarrolladores (sic) esperan siete
millones de visitantes al año, esto es, un promedio de 134 mil 600 a la semana,
que incluso aumentarán durante diciembre.
De manera inmediata, este
proyecto provocó la indignación y resistencia de grupos ciudadanos y habitantes
originarios de pueblos, como el más próximo, Santa Úrsula Xitla, que aún
conservan muchos de los signos de identidad étnico-cultural protegidos por la
Constitución y los marcos jurídicos internacionales, como el Convenio 169 de la
Organización Internacional del Trabajo (OIT). Así, el 30 de junio de 2015 José
Blanco hizo pública en La Jornada,
por medio de una carta dirigida a la entonces jefa de gobierno electa de la
delegación de Tlalpan, Claudia Sheinbaum, la denuncia de los habitantes de más
de una docena de colonias, pueblos y barrios que viven una creciente
preocupación por la catástrofe ecológica, vial y social en que desembocará el
complejo comercial Patio Tlalpan, calificado por el articulista como un
problema de dimensiones colosales. Con toda razón, agregaba en su diagnóstico
de la situación que viven los tlalpenses, el proyecto de Mancera de la Ciudad
de la Salud, que ocupará 208 hectáreas en la hipercongestionada zona de
hospitales, que tiene como centro la Secretaría de Salud y su rededor numerosos
hospitales públicos y privados de gran envergadura. A esto hay que añadir la
megatienda de autoservicio y la gasolinera impuestas, incluso con el uso de la
fuerza pública, al pueblo de San Pedro Mártir, así como el establecimiento de
numerosas gasolineras, edificación de complejos habitacionales (no precisamente
de interés social) y torres de consultorios, en una delegación caracterizada
por los graves problemas para el abastecimiento de agua y la difícil
construcción de un eficiente sistema de drenaje, dada la estructura del suelo
de roca sólida en un amplio territorio de la demarcación, por la erupción del
volcán Xitle.
En respuesta a José Blanco
y a diversas cartas en El Correo
Ilustrado, Sheinbaum identifica, en el mismo periódico, las distintas
instancias de gobierno que participan en el otorgamiento de autorizaciones como
cambio de uso del suelo, de impacto urbano, ambiental y vial, factibilidad de
servicios de agua y drenaje, alineación y número oficial, manifestación de
construcción, etcétera, que milagrosamente fueron siendo otorgadas a pesar de
la oposición vecinal y del dictamen negativo del Instituto de Ingeniería de la
UNAM, que señaló claramente que la zona aledaña al terreno que albergó el
hospital siquiátrico San Rafael presenta una alta saturación vial, aun sin la
presencia del nuevo desarrollo, por lo que no se debió autorizar el estudio de
impacto vial (La Jornada, 15/7/ 15).
En dicha carta, la titular de la demarcación opinaba que se debía poner por
delante del interés de los desarrolladores inmobiliarios, el interés de los
habitantes de nuestra delegación, y sostenía: Como manifesté en la campaña, es
inentendible que las diversas instancias del Gobierno del Distrito Federal que
dependen del doctor Mancera, y la propia jefatura delegacional de Tlalpan,
hayan otorgado diversas autorizaciones a desarrollos comerciales e
inmobiliarios, como Patio Tlalpan, en zonas de altísima saturación vial, con
vialidades sumamente angostas, carencia de agua y problemas de drenaje, que
causarán impactos urbanos sumamente graves.
Sin embargo, una vez en el
cargo, la titular de la delegación Tlalpan comunicó recientemente en una
circular dirigida a vecinas y vecinos de la colonia Santa Úrsula Xitla que: La actual administración delegacional hizo
una exhaustiva revisión de la documentación de este desarrollo y
desafortunadamente no encontró ninguna vía jurídica para impedir que se lleve a
cabo esta obra que ha provocado una importante queja vecinal, ofreciéndose
medidas de mitigación (sic), muchas
de ellas imposibles de cumplir, como ampliar Insurgentes (¡¡!!) y calles de seis metros de arroyo vehicular
(Arenal y Cuautla), y otras que ocasionarían
más daños colaterales, como la perforación de pozos. En suma, la empresa se
negó a modificar su proyecto y pretende, eso sí, que el entorno urbano se
transforme en función de sus intereses, postura finalmente aceptada por la
autoridad delegacional, en tanto los vecinos defienden sus derechos ciudadanos.
Promesas electorales
incumplidas aparte, lo que en los hechos está ocurriendo es que la construcción
de Patio Tlalpan sigue a pasos agigantados, mientras se despliega en las
colonias cercanas, particularmente en el pueblo de Santa Úrsula Xitla, lo que
las compañías mineras denominan ingeniería
de conflictos: desde el ofrecimiento de 2 mil empleos precarios, como los
que procura en el ámbito planetario Wal-Mart, notoria violadora de derechos
laborales; regalos de juguetes, pintada de fachadas, encarpetados prodigiosos
de calles, como el que se efectuó en la de Cuautla, de un día para otro, y un
claro trabajo político entre los pobladores para convencerlos de las bondades
de aceptar estos ofrecimientos, todo lo cual fragmenta el tejido social y busca
neutralizar y dividir las oposiciones.
¿Será que no hay más
salida que someterse a la corporación trasnacional? ¿Realmente se ha hecho una
revisión exhaustiva de los recursos jurídicos y particularmente políticos que
justifique abandonar a ciudadanos y pueblos a su suerte? ¿Es la claudicación y
el apoyo a la ingeniería de conflictos el papel de gobiernos que se autodefinen
de izquierda?
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