Por Mateo Crossa
20 noviembre, 2015
Agencia SubVersiones
Como
respuesta a la creciente importancia que tiene China en el rompecabezas global,
Estados Unidos se encuentra redefiniendo su dominio a través del control de
comercio de bienes y servicios a nivel mundial. Si bien es cierto que no hay un
consenso entre los analistas sobre el grado de tensión que existe entre EU y el
país asiático, se acepta de forma general el hecho de que las contradicciones
entre ambos países aumentan debido a la motivación norteamericana por impedir la proyección
ampliada que China opera más allá de sus fronteras. EU está prendiendo todos
sus motores para reordenar el mundo y evitar, desde ahora, la posibilidad de
que China y sus vínculos más cercanos como Rusia se conviertan en un poder
mayor.
Para enfrentar dicho problema, podemos
observar y seguiremos observando en los años venideros que EU le da un giro a
la tuerca de su dominio y decide reordenar el sistema mundial capitalista
impulsando una renovada estrategia de control global a través de los dos
acuerdos económicos más grandes de su historia: Acuerdo Transpacífico (TPP),
Acuerdo Transatlántico (TTIP). El fin último de este movimiento
monumental es rearticular el mercado mundial a favor de las grandes empresas y
el poder político de EUA.
La resistencia en las Zonas Económicas
Especiales es constante y cada día se fortalece. Fotografía: Santiago Navarro
F,
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Todos los motores de EU están puestos en esa
dirección y a cualquier parte del mundo donde pongamos nuestra vista podemos
observar el interés del país norteamericano por renovar la correlación de
fuerzas del mundo a su favor y desarticular la economía expansiva de oriente.
El TPP aprobado por EU con el mecanismo antidemocrático, por excelencia,
llamado Trade Promotion Authority (también conocido como Fast Track) busca
transgredir y desarticular el corazón del dominio comercial chino en el Mar del
Sur de China y el Mar de China Oriental por medio de la inclusión al TPP de
Vietnam, Malasia, Singapur y Japón, mares que necesitaría China para proyectar
su poder económico y político a nivel regional. Por otro lado, también existe
un hostigamiento militar de EU hacia China por el control del mar del Sur chino y una revitalizada tensión entre Corea del Sur y Norte provocada por EU para
que China no logre un diálogo entre ambas Coreas. Incluso es posible que en los
próximos dos años veamos la integración de la, regionalmente, importante
economía de Indonesia al TPP y posiblemente la de Corea del Sur. Todo esto con el fin de ahorcar el dominio
chino en la región y obligarle a mantenerse estrictamente obediente al mando
estadounidense.
A la par, se negocia el TTIP, que si bien su
aprobación no está resuelta, tiene el objetivo final de deslabonar el mercado
Europeo de la economía Rusa y China y frenar la proyección conjunta que estos
dos países visualizan en la región europea a través de Banco Asiático de
Inversiones en Infraestructura. A través del TTIP, los grandes capitales
estadounidenses y europeos buscar frenar la creciente fuerza económica de China
y Rusia en Europa. Junto a esto, promueven la destrucción y descomposición de
países estratégicamente vinculados con Rusia en el Medio Oriente (Siria y
Libia) mientras que generan alianzas con Irán para quitarle a Rusia la
proveeduría energética de Europa.
Uno de los aspectos fundamentales en la
constitución de las ZEE es el control militar de la población. Fotografía:
Heriberto Paredes
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En América Latina, EU se cuelga de una
coyuntura económica negativa para los países sureños provocada, de una parte,
por la caída en los precios internacionales de las commodities y,
de otra parte, por el impulso desesperado de las clases dominantes
de América Latina por querer insertarse al nuevo teatro de la economía mundial
gestado desde Washington, viendo que ahí encontrarán mayor rentabilidad en sus
negocios. No sólo están pasando por una caída en la tasa de ganancia de sus
negocios, sino que están viendo que EU articula un nuevo orden comercial al
que, afanosamente tratarán de articularse. Por supuesto que esa
posibilidad está condicionada a profundizar políticas económicas de
liberalización que ya golpean a buena parte de la población en la región, desde
aquellas promovidas por llamados gobiernos progresistas, que comienzan a
aplicar paquetes de reformas neoliberales que precarizarán y desarticularán el
mercado nacional, hasta gobiernos llamados neoliberales que profundizan la
política de saqueo y privatizan aún más la economía. En el contexto de la
guerra, América Latina es pensada por EU como parte de su Homeland
Security (Territorio de Seguridad Nacional)[1] de
manera que busca y seguirá buscando controlar, conquistar y reconquistar los
territorios para asegurar su poder económico y político en el campo de la
competencia mundial.
México toma la delantera en cuanto a la
obediencia de los intereses y ordenes decretados por EU. La clase política y
los grupos empresariales del país preparan a México para ser el mejor portado
en la nueva configuración económica mundial. Para cumplir con esta tarea, el
aparato estatal tiene el mandato de despojar violentamente las tierras de
campesinos e indígenas, así como precarizar la vida de los trabajadores para
ofrecer al capital extranjero un territorio puesto al mejor servicio para la
inversión extranjera. La clase política y los empresarios repiten una y otra
vez a los capitales multinacionales que México está preparado para lo que viene
y ofrece una combinación de dos ventajas competitivas que ninguna economía del
mundo tiene: ser frontera con el mercado más grande y dinámico del mundo y
tener la mano de obra más barata de América Latina. En este
contexto, se lanza hoy en México la iniciativa de las Zonas Económicas
Especiales, zonas francas en el sur del país con excepcionalidad arancelaria.
Es decir, enclaves económicos de exportación a gusto del capital trasnacional.
Territorios libres, según la cosmovisión empresarial.
Hace 155 años, en diciembre de 1859, el
entonces presidente de EU James Buchanan impulsaba el afán expansionista
estadounidense en territorio mexicano a través del Tratado McLane-Ocampo, el
cuál le habría otorgado a perpetuidad el derecho a EU de transitar por el istmo
de Tehuantepec a cambio de un préstamo de 2 millones de dólares. El acuerdo se
trancó porque la guerra civil en EU estalló poco tiempo después y la puesta en
marcha del McLane-Ocampo habría beneficiado a los Confederados. Desde esas fechas
ya era clara la inspiración estadounidense por controlar el istmo de
Tehuantepec como espacio estrecho de tránsito entre los océanos Atlántico y Pacífico.
Chiapas es parte del corredor
comprendido entre el istmo de Tehuantepec y el canal de Panamá y es una de las
zonas más codiciadas por EU. Fotografía: Natalia Monroy
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155 años han pasado desde que se firmó el
acuerdo McLane-Ocampo y hoy, en voz de Peña Nieto, se renueva el interés de EU
por controlar el movimiento económico y político en el istmo mexicano a través
de lo que hace poco se ha anunciado como Zonas Económicas Especiales (ZEE).
Éstas fueron advertidas hace poco más de un año por Peña Nieto a días
de haber sucedido el asesinato y desaparición de estudiantes normalistas de
Ayotzinapa. A un año de esta tragedia que se mantiene en la impunidad, Peña
Nieto volvió a anunciar las ZEE, ahora como iniciativa de ley que
actualmente se discute en el Congreso. Es decir, se monta perversamente sobre
una tragedia que él mismo encabeza, para justificar un proyecto de
transnacionalización y venta del territorio nacional.
El proyecto de ZEE se discute como iniciativa de ley presidencial en el Congreso sin ningún
indicio mínimo de que sea rechazada o cuestionada. Toda la clase política,
partidos políticos, medios de comunicación, mundo empresarial, asociaciones civiles e intelectuales se encuentran
festejando el hecho, sin que haya algún tipo de crítica al respecto. Se
aprobará la ley de Zonas Económicas Especiales con el argumento tan usado de
llevar progreso y desarrollo al sur subdesarrollado de México y crear empleo en
esa zona marginada del país donde, según su perspectiva, existe un rezago
estructural de la productividad. En todos los medios de comunicación se repite
esta misma receta de palabras, empresarios y funcionarios en México y EU hablan una y otra vez sobre el escaso crecimiento del
sur mexicano y la grandiosa labor que las ZEE significarán para esta región.
Sin embargo, la iniciativa de ley está lejos
de tener una motivación de construcción de soberanía que busque brindar
condiciones de bienestar al sur. Pensar esto sería dejar de lado las
transformaciones que ocurren a nivel global. La iniciativa de las ZEE ocurre en
medio de un contexto mundial en el que EU está redoblando su dominio comercial
en el mundo y las regiones estrechas del istmo mexicano se convertirán en
espacios estratégicos para la nueva arquitectura económica que Norteamérica
impulsa en el mundo a través del TPP y del TTIP.
Fotografía: Santiago Navarro F.
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Anunciar esto públicamente sería dejar caer
el circo entero, pero para comprender el escenario con mayor amplitud y
percibir el motivo detrás de esta ley, basta con mirar la proyección
estadounidense en el mundo y su interés por controlar el comercio entre el
Atlántico y Pacífico. El discurso sobre el rezago del sur es pura ideología
estatal para ganar cotos mínimos de absurda legitimidad. ¿Qué diría Justo
Sierra si volviera a nacer? Seguramente repetiría las mismas palabras que
utilizó para describir el Tratado McLane Ocampo: «no es defendible y representa la constitución de una servidumbre
interminable».
México se suma de lleno y sin mucho titubeo
al renovado impulso dominador que Estados Unidos gesta a nivel mundial. Jugará
un papel importante no sólo por ser frontera de EUA, sino por representar un
espacio geográfico importante en el comercio entre el Atlántico y el Pacífico.
Habrá un mayor flujo de bienes entre ambos océanos y toda la franja del istmo
centroamericano hasta Tehuantepec serán un espacio preciado en el juego
geoeconómico y político de EU, como lo ha sido siempre, pero ahora de forma
revitalizada. No es casualidad, por ejemplo, que a la par de aprobarse las ZEE,
se esté llevando a cabo el proyecto de Zonas de Empleo y Desarrollo Económico
de Honduras (ZEDEs) que también significarán zonas comerciales e
industriales estratégicos para el dominio estadounidense en el marco del TPP y
TTIP. En este contexto, el istmo centroamericano y el de Tehuantepec se piensan
como territorios de seguridad nacional para EU.
El proyecto de las ZEE no es una iniciativa
de Peña Nieto. Viene gestándose desde círculos académicos de instituciones
universitarias estadounidenses como Harvard, particularmente el Center for International
Development dirigido por Ricardo Hausman, de quién ya he referido en otros escritos, también ha sido promovida
por el Banco Mundial y
bendecida por su presidente Jim Yong Kim, ha sido delineada por la OCDE, y promovida por el
Banco Interamericano de Desarrollo. No es un plan cortoplacista de Peña Nieto
ni de un grupo de gobernadores, senadores o diputados. La iniciativa se está
gestando desde EU y pensada a largo plazo, en el marco de la reconversión
comercial que el país norteamericano impulsa a nivel mundial. Por supuesto, el
presidente, gobernadores, senadores y diputados aprovechan esta coyuntura y
promueven un discurso desarrollista de bienestar y empleo para el sur del país
con el fin de parchar la ilegitimidad profunda desde la cual gobiernan.
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