Alejandro Mosqueda
Publicado por
Rompeviento TV
Fecha: junio 25, 2015
Las fotografías en blanco y negro tienen un
atractivo especial, ya sea por un dejo nostálgico de aquellas primeras fotos o
bien porque nos pueden pintar la realidad casi en dos tonos. Es así como
algunos quieren hacernos creer que la vida política se mueve y recientemente en
la coyuntura electoral, algunas opiniones así nos ponían la realidad: votar o no
votar.
El
personaje de la foto, en blanco y negro, representa la posibilidad de ver la
realidad más allá del “blanco y negro”.
Se intuye que es una foto tomada en la noche, en la cual vemos que la mano
izquierda -que apenas se dibuja- sostiene la pipa y la derecha es la que
enciende el fuego. Al centro de la imagen sobresale una mancha blanca, que se
entiende es el fuego que se desprende al encender la pipa. Por detrás: una
parte del rostro que se asoma por el pasamontañas con la mirada puesta en el lente
de la cámara. El fogonazo de la pipa queda captado en el momento, digamos,
exacto. Esta foto del Subcomandante Marcos -hoy Galeano-, imagen-personaje
icónico del EZLN, va más allá del blanco y negro: los tonos grises dan forma y
volumen. Así es la realidad: más amplia en gama de posibilidades. La foto fue
tomada en agosto de 1995 por Raúl Ortega, durante una entrevista al Sub en la selva.
Contra
todo pronóstico, el 1 de enero de 1994 un ejército rebelde -casi en su
totalidad formado por indígenas chiapanecos- le declaraba la guerra al Estado
mexicano, teniendo como objetivo la elección de autoridades, libre y
democráticamente y luchar por trabajo, tierra, techo, alimentación, salud,
educación, independencia, libertad, democracia, justicia y paz. Dos años antes,
el Subcomandante Marcos en su escrito “Chiapas:
el sureste en dos vientos, una tormenta y una profecía”, de agosto de 1992,
vaticinaba que se venía una tormenta producto del choque del “viento de arriba” y el “viento de abajo”. La tormenta era,
pues, el levantamiento de los indígenas organizados en el EZLN. Esa “profecía” del Sub, de 1992, se cumplió.
De 1994
a la fecha, el zapatismo ha venido caminando, en momentos en las primeras
planas y como un actor de importancia y peso social y político; en otros
momentos, poco o nada se sabe de él. Los zapatistas han consolidado un proceso
regional de autonomía e interlocución con grupos e individuos de la sociedad
civil a través de foros, encuentros y de la “Escuelita
zapatista”.
Como en
la foto, en una noche de marzo de 1994, en una pequeña choza de costera, en
total obscuridad, de vez en vez se veían los fogonazos de la pipa del
Subcomandante Marcos. Antes de entrar a la choza donde se encontraban dos
mujeres y tres hombres de organizaciones de la sociedad civil, llegaba el aroma
de tabaco de la pipa, posteriormente se abrió la puerta y de la oscuridad se oyó
una voz que daba una orden: no enciendan ninguna lámpara o encendedor. A los
pocos minutos se abre de nuevo la puerta y se cierra, la obscuridad sigue
siendo total y unos segundos después se oye la voz del Subcomandante: “La revolución es un proceso maravilloso”.
Ya luego durante la breve conversación se darían los fogonazos de la pipa,
breves, rápidos, fugaces. Dos de los “civiles”
luego confesaron que vieron algo así como un fantasma, no la cara del Sub.
Tal vez sería porque no traía pasamontañas. El Sub salió de la choza y por unos
momentos oscuridad y silencio se hicieron uno.
Otras “profecías”
Abril 2015. El Subcomandante Galeano (antes
Marcos) saca un comunicado que se conoce como “La Tormenta, el Centinela y el Síndrome del Vigía”. En este comunicado,
deja claro que no es lo mismo Estado, Gobierno y Administración; que tampoco
son las mismas funciones del Estado ahora, que hace 20, 40 ó 100 años. Que
tampoco son las mismas formas de sometimiento, represión, explotación, despojo,
discriminación y destrucción.
En el comunicado mencionado, 23 años después de
la profecía de agosto de 1992, Galeano anuncia otra tormenta:
“… nosotros, nosotras, zapatistas, miramos
y escuchamos que viene una catástrofe en todos los sentidos, una tormenta”.
Con el
levantamiento del EZLN en 1994, el “choque
de los vientos de arriba y de abajo”, se cumplía la profecía del ’92.
¿Ahora qué forma tendrá la tormenta profetizada por Galeano?
Difícil
imaginar la coincidencia entre un líder guerrillero y un político de viejo
cuño, formado y al servicio de la estructura e ideología que sostiene el
sistema contra el cual se levantó el EZLN. En el programa de Jaque al Rey, de Rompeviento TV, el
senador ex priísta Manuel Bartlett Díaz cierra con una especie de profecía que me
recuerda la “tormenta” de Galeano. El
senador dijo: “Lo que viene es gravísimo,
gravísimo… y los movimientos sociales van a hacer la defensa de su casa, de
todos los mexicanos”. Esto me hace recordar lo que dijo el Subcomandante
Moisés hace unas semanas en el seminario “El
pensamiento crítico frente a la hidra capitalista”, donde expresó: “Como zapatistas que somos, no llamamos a no
votar ni tampoco a votar. Como zapatistas que somos, lo que hacemos cada que se
puede es decirle a la gente que se organice para resistir, para luchar, para
tener lo que se necesita”. ¿Podría decirse: organizarse para crear
movimientos sociales, como lo dijo Bartlett, para hacer “la defensa de su casa, de todos los mexicanos?
De un
extremo y del otro del espectro político ven que se avecina algo “gravísimo” o una “tormenta”, que puede ser, tal vez, lo mismo. Y de alguna forma, de
un lado y del otro del espectro político ven que es necesaria la organización y
acción de la llamada sociedad civil. Sin embargo, me parece, ven formas muy
diferentes del qué hacer. Un extremo ve la salida y posibilidad de cambio
dentro del mismo sistema de normas e instituciones que alimentan esa posible
tormenta; del otro lado, la apuesta está en la organización social fuera de ese
sistema y sus reglas, del cual es parte importante el proceso electoral.
Como en
la fotografía, no todo es blanco y negro. En la realidad y la construcción de
un país con justicia y democracia, no todo se reduce a votar o no votar. Y sí,
hay que tener la mirada al frente, sin dejar que el fuego se apague.
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