Inicia Festival de Resistencias y Rebeldías en Xochicuautla: tiempo de escuchar, de aprender, de luchar
Agencia SubVersiones
25 diciembre, 2014
Por Heriberto Paredes y María González
Fotografías de Gisela Delgadillo, Elis Monroy, Andalucía Knoll, Ranjhouz
Rahal, Ben Poweless y Jorge Ramos
Fuimos
creados para recordarle al mundo que no existe valor más precioso que la vida
misma, manifestada en esta Madre Tierra y que ésta no pudo ser remplazada por
el oro, plata y billetes que fueron creados por el hombre. Podrán decir que
estamos pobres y que nos negamos al desarrollo, pobres porque no tenemos
dinero. Ignoran que para nosotros, los indígenas, la felicidad se encuentra en
nuestro espíritu, que el dinero sólo deforma el alma.
Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla
«Nada de esto sería necesario, ni
resistencias, ni autodefensas, ni guerrillas, ni EZLN, nada de esto tendría
sentido si quienes detentan el poder gobernaran obedeciendo al pueblo». Así lo declararon las autoridades del
Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla en la ceremonia de apertura del primer
Festival Mundial de las Resistencias y
las Rebeldías contra el capitalismo el pasado 21 de diciembre. Esto luego
de una muy sentida ceremonia en la que, a través de rituales y cantos
tradicionales del pueblo ñathö –u otomí como se le conoce en buena parte del
país–, se dio agradecimiento por la posibilidad de realizar esta reunión
precisamente un 21 de diciembre, como símbolo de renovación y esperanza, ya que
es el día del año en que finaliza un ciclo agrícola y comienza otro. Después,
se ofreció un discurso de bienvenida en el que se mencionó a Xochicuautla,
comunidad anfitriona, como un gran ejemplo de resistencia ante los intentos
capitalistas de despojo. Se resaltó que el Festival se realizará para brindar
un mensaje de fraternidad y unión, para corregir el rumbo de nuestro planeta
–tan dolido por el actuar de los malos gobiernos– y reafirmar el compromiso de
los pueblos indígenas, así como de todas y todos los asistentes, para defender
la vida y perseverar en la lucha por la dignidad y la justicia.
Posteriormente se realizó una petición
solemne a la madre tierra y a los cuatro puntos cardinales por la presentación
con vida de los 43 normalistas que aún se encuentran desaparecidos.
A lo largo de la primera parte del acto de
inauguración, varios oradores expresaron a través de su palabra, el sentir de
comunidad en la que comenzó esta compartición entre pueblos: compartieron la
alegría por recibir a tantas luchas y a tantas organizaciones; se expresó,
además, la total solidaridad con las familias de los normalistas de Ayotzinapa
y el sostenimiento de la demanda central que hasta ahora no ha sido dejada de
lado: «Vivos se los llevaron, vivos los
queremos».
Una comisión de
familiares llegó a este acto inaugural y fueron recibidos por delegados del
Congreso Nacional Indígena, quienes –con un saludo de mano y la mirada a los
ojos mediante– abrazaron esta lucha que ha conmocionado al país desde el pasado
26 de septiembre. Más adelante, en su turno para hacer uso de la palabra, Don
Mario, padre de César González, agradeció el hermanamiento de las luchas y con
palabras sencillas sintetizó el motor que los ha mantenido firmes en la
búsqueda de sus hijos: «¡Cómo no luchar por estos 43 futuros
maestros rurales que darán clases a tantos hijos de campesinos que van a
reconstruir el país!»
Por su parte, la madre
de Julio César Nava, uno de los estudiantes asesinados la terrible noche del 26
de septiembre, expresó que su hijo quería hacer algo por su pueblo y aseguró
que se va a mantener luchando para que los ideales de él y de los otros estudiantes
se mantengan firmes. Con lágrimas en el rostro, agradeció la invitación y la
solidaridad expresada: «A pesar de mi gran dolor, me mantengo fuerte porque el
ejemplo de mi hijo me da fuerza», apretó la manta con la foto de su hijo y se
retiró mientras las y los asistentes aplaudían y gritaban consignas.
Los cuatro rostros de los proyectos
de muerte
Como parte del mensaje central, una integrante del
Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla expresó –mediante una voz clara, firme
y de tono tranquilo– lo que puede ser una de las más importantes descripciones
de los males que aquejan a los pueblos que habitan en el territorio mexicano,
precisamente, una caracterización de enfermedades, de dolencias que nos aquejan
como sociedades que vivimos bajo el sistema capitalista actual, es decir, bajo
el proyecto de muerte más voraz del que se tenga memoria.
Para los pueblos
indígenas son cuatro las enfermedades que aún no se han erradicado: ignorancia,
apatía, miedo y avaricia. Si en la compartición que tuvo lugar en agosto pasado
en la comunidad tojolabal de La Realidad, Chiapas, se dieron a conocer los 29
primeros espejos que conforman la geografía de la resistencia, estas cuatro
enfermedades pueden considerarse como los rostros de la enajenación que
permiten el avance del capitalismo como proyecto de muerte que despoja y
asesina simultáneamente. Al respecto, cada mal fue definido de la siguiente
manera:
Ignorancia: Nuestros hermanos ignoran el peligro en el que se
encuentra actualmente nuestra Madre Tierra, porque los empresarios la están
sobre-explotando y con ello destruyendo.
Apatía: A pesar de que algunos de nuestros hermanos conocen lo
que está pasando, mientras a ellos no les afecte personalmente, no hacen nada.
Miedo: Muchos de nuestros hermanos mexicanos saben y conocen la
situación pero por temor a sufrir represalias no hacen nada.
Avaricia: Ven al dinero como un dios con el que pueden obtener
todo, quizás sí pueden obtener todo lo material pero están pobres en el
espíritu, y esta enfermedad la heredan, la contagian a sus descendientes, de
tal manera que para obtener eso hacen lo que sea, como destruir a nuestra Madre
Tierra; si es posible matan, desaparecen o encarcelan a quien se oponga a sus
intereses.
Durante los primeros
tres días de compartición entre los diferentes pueblos indígenas asistentes y
las diversas luchas que se conjuntaron, la comunidad de Xochicuautla fue un
centro de saberes, un espacio en el que la palabra fue tejiendo las ideas que
alentarán la lucha en adelante; bien lo dijo uno de los asistentes, el profesor
Alberto Patishtán, en su intervención:
«Las palabras tienen su efecto. Cada palabra que decimos
se impregna en el ser del otro, por lo que hay que creer en la fuerza que
podemos transmitir».
Nuestra labor de
escuchas se complementó con el trabajo de compilar las participaciones de
delegadxs representantes, oradoras y oradores, para cumplir con una tarea
importante en esta compartición: que todos los pueblos participantes se lleven
la palabra de los demás para poder compartirla y escucharla. En este sentido,
el trabajo de reflexión y de impregnación de los efectos de cada palabra dicha
y nacida de las experiencias de lucha, tomará su tiempo para convertirse en
nuevas estrategias y nuevos compromisos.
Esencialmente, el
objetivo de las comparticiones es que todas y todos los asistentes –los pueblos
mismos, presentes mediante sus representantes legítimos– escuchen e
intercambien sus experiencias y dolores frente al despojo del capitalismo,
pero, sobre todo, sus modos de resistencia para generar «un árbol colectivo […] un
gran mar de espejos […] por la
reconstitución integral de los pueblos». Esta acción, aparentemente
sencilla, es la continuación de la tarea histórica de conformar el tejido de
una fuerza colectiva que permita afianzar y crecer las luchas locales o
regionales para conectar y hermanar las resistencias y las rebeldías de los
pueblos de México y el mundo, pueblos que han dicho «¡NO!» al exterminio, que reafirman su derecho de existir conforme
sus propios modos de vida y su cultura, en armonía con la naturaleza. Esta
tarea se mira como un quehacer de por vida, como un deber de honrar a todxs lxs
que anteriormente han dado la vida por servir a la conservación de las
comunidades y su cultura; como un deber también para con los que vienen detrás,
las generaciones futuras que tienen derecho a disfrutar un mundo en el que
existan los bosques, los ríos, los mares azules, los animales, el aire limpio y
en el que puedan crecer y cuidar la tierra que los vio nacer y que por siglos
han habitado.
Esta primera
compartición fue inaugurada oficialmente a las 10:20hrs. del 21 de diciembre de
2014 por el Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla. Participaron con su
palabra diversas luchas en defensa de la tierra y el agua, de la vida, la
vivienda y en contra de la represión como son: San Pedro Tlanixco, San Lorenzo
Huitzizilapan, San Sebastián Bachajón; la Sociedad Civil Las Abejas, Alberto
Patishtán (ex-preso político durante 13 años), Alejandro Díaz Sántiz (adherente
a La Sexta, preso político en el penal 5 de San Cristóbal de las Casas,
Chiapas), Fernando Jiménez Gutiérrez (yaqui preso político en el CERESO 1 de
Hermosillo, Sonora), la Fuerza Indígena Chinanteca, Oaxaca; la Tribu Yaqui; el
pueblo ñañu de Amealco por el Frente estatal de lucha de Querétaro, el pueblo
totonaco de Olintla en la Sierra Norte de Puebla; el Movimiento de Pueblos,
Comunidades y Organizaciones Indígenas del Distrito Federal; Tezontepec de
Aldama, Hidalgo; la Coordinadora de Pueblos y Asociaciones del Oriente del
Estado de México en defensa del agua, la tierra y su cultura; San Mateo
Atarasquillo, el pueblo ñathö de San Francisco Magú y el pueblo ñañu de San
Pedro Atlapulco, los tres del Estado de México; enlaces de organizaciones canadienses
con el Consejo Indígena Popular de Oaxaca; la Zona A Defender (ZAD) de Notre
Dame de Nantes, Francia; los colectivos canadienses Nadie es Ilegal,
Solidaridad sin Fronteras y Red de solidaridad con comunidades afectadas por la
minería, así como indígenas canadienses; la Federación Anarquista de Francia,
la Red internacional de lengua francesa; la Red de solidaridad con Chiapas de
Buenos Aires, Argentina; el Frente del Pueblos Resistencia Organizada, de DF;
el Frente Popular «Ricardo Flores Magón»
de Chiapas; el Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), los Profes de la
Sexta, el colectivo Brújula Roja (Iztapalapa), Unidad Obrera y Socialista
(UníoS), el Núcleo de Acción Revolucionaria Estudiantil (NAR-E) de la UAM
Iztapalapa, el Colectivo Xana’bil (Caminantes) de Chiapas, el Equipo juvenil de
cambio comunitario (valle de Teotihuacán), el colectivo No estamos todos,
adherentes a La Sexta de Querétaro, el Consejo Indígena y Popular de Guerrero,
el Frente Popular Francisco Villa Independiente-UNOPII; la Red contra la
Represión y por la Solidaridad, el Nodo de Derechos Humanos (Puebla), colectivo
La Otra Chihuahua, la comunidad indígena y popular Emperador Cuauhtémoc
(Chilpancingo, Guerrero) y el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra de San
Salvador Atenco. Los invitados de honor, por quienes la comandancia del EZLN
cedió su espacio, fueron la comisión de madres, padres y familiares de los 43
normalistas desaparecidos de Ayotzinapa, quienes después o durante cada una de
las participaciones que hubo a lo largo de los 3 días, recibieron el mensaje de
solidaridad y la reiteración de que «¡NO
ESTÁN SOLOS!» en la búsqueda de sus hijos y su lucha por justicia.
Además de los pueblos
pertenecientes al CNI y adherentes zapatistas, la comisión de registro comunicó
que asistieron un total de 500 representaciones de colectivos u organizaciones
adherentes a La Sexta Nacional, 90 medios libres nacionales, 100
representaciones de organizaciones o colectivos adherentes a la Sexta
Internacional y 30 medios libres internacionales. Asimismo en la logística del
festival participaron otras organizaciones y colectivos como Jóvenes en
Resistencia Alternativa (JRA) y el Frente Juvenil de Xochicuautla.
Cabe mencionar que faltó
la participación del colectivo de La Sexta Neza, quienes previa salida hacia el
festival, sufrieron el robo del vehículo en el que viajarían, por lo que
enviaron un comunicado urgente con saludos fraternos y responsabilizando al
presidente municipal de Neza, Román Núñez, así como al gobernador del estado, Eruviel
Ávila, por la inseguridad y la política de amedrentación contra adherentes
zapatistas.
Sirva de base para este
inicio del festival –como posiblemente sucedió en la compartición de Amilcingo, Morelos–
la definición de aquellas cuatro enfermedades que permiten el avance del
proyecto de muerte capitalista, y porque a lo largo de los días por venir habrá
mayor riqueza en la exposición y discusión entre pueblos indígenas, organizaciones,
colectivos, y demás asistentes. Tan sólo se trata del comienzo de este Primer
Festival Mundial de las Resistencias y las Rebeldías contra el capitalismo.
De bailes y ceremonias
Además
de las intervenciones de cada participante, uno de los ejes que sostuvo el
festival en los días de Xochicuautla fue el baile y las ceremonias. Dos rostros
de la espiritualidad indígena, en este caso ñathö y yaqui, abrieron y cerraron
el círculo de la reunión, dos pasos que permitieron agradecer y reafirmar los
compromisos con la lucha social.
De los diversos bailes que se dieron entre cada momento de la compartición,
la «danza de los arrieros» tuvo dos
episodios en los que se mostró el colorido y alegría de la cultura ñathö
y el trabajo de preparación para que varias decenas de mujeres y hombres
bailaran al compás de la Orquesta de Xochicuautla. Don Adalberto Torres,
responsable de la orquesta y de la organización de esta danza, comenta que
simboliza lo que «antes era la hacienda,
en donde el patrón esclavizaba a los peones […] en sus bailes, cantos, está el patrón, el administrador, el mayordomo,
el rayador, los atajadores y los peones y los cocineros también. También el
vestuario cuenta». Para esta población otomí, el baile recrea uno de los
episodios más difíciles de superar y actitudes que aún no se han erradicado del
todo y que están relacionadas con los males que hemos referido; podríamos
decir, que el baile funge como una suerte de exorcismo.
Por otra parte, la Tribu Yaqui también ofreció dos representaciones de la «Danza del Venado», en la que se narra
la caza de este animal sagrado y su enfrentamiento con el cazador, un ritual
que rara vez se puede apreciar realizado por sus creadores fuera de territorio
sonorense. También los yaquis cerraron los tres días de encuentro con un
protocolo que, del mismo modo que la danza del venado, acostumbran realizar
solamente en su territorio –teniendo como figura central a la virgen de
Guadalupe– y que tiene como finalidad la reafirmación de los compromisos con la
lucha. Para los yaquis es necesario agradecer a la Madre Tierra, a la rebeldía
y a la resistencia encarnada en esta virgen, para tener claridad y certeza de
la continuidad que tendrá la lucha por la defensa del territorio y por la
preservación de los usos y costumbres, al igual que por la construcción de un
país justo y digno.
En presencia de integrantes del Consejo Supremo Indígena de Xochicuautla,
de otros representantes del CNI y de los familiares de los normalistas, Tomás
Rojo, vocero de la Tribu, concluyó la ceremonia afirmando que:
Sabemos que lo que le hagan a la Tribu Yaqui se lo van a
querer hacer a todos los pueblos indígenas de México; que lo que le hagan a los
normalistas de Ayotzinapa se lo van a querer hacer a todos los estudiantes de
México; y que lo que le hagan a los pueblos indígenas y a los estudiantes se lo
van a querer hacer a todos los mexicanos.
Durante los tres días que duró la inauguración y primera compartición del
festival en la comunidad de Xochicuautla –cuya resistencia actual es por
defender el bosque (y el agua que de él emana) contra la construcción ilegal y
devastadora de la autopista privada Naucalpan-Toluca–, todas y todos lxs
asistentes fuimos atendidxs con gran hospitalidad, como sólo una comunidad con
fuertes lazos de solidaridad puede hacerlo. Entre los trabajos hubo también
espacios para el arte consciente, la risa, la convivencia, las actividades para
niñ@s, y de l@s niños para tod@s (como la participación del coro infantil de
Xochicuautla, la lectura de cuentos realizados en el taller de escritura y una
exposición de dibujo). Igualmente muchas manos, durante muchas horas,
prepararon los variados alimentos que dieron energía a cientos de personas para
realizar todas las actividades planeadas; nunca faltó té, café o pan, como
tampoco gente que se sumara a ayudar a las faenas necesarias para que esta gran
reunión fluyera adecuadamente. Es así como en medio del frío del Alto Lerma,
pero con el calor humano que la fraternidad entre pueblos y compañeroas ofrece,
comenzaron las relfexiones profundas sobre las preguntas de siempre, que van
teniendo, cada vez, respuestas más claras y contundentes: ¿qué está pasando?,
¿quiénes somos?, ¿cómo vivimos?, ¿cómo queremos vivir? y ¿qué hay que hacer
para lograrlo?, con las cuales se da paso a un nuevo ciclo de resistencias y
rebeldías en México, con sus habitantes cada vez más hermanadxs, conscientes y
comprometidxs, ya que las amenazas crecientes y el recrudecimiento de las
condiciones coercitivas que impiden y destruyen los diversos modos de un «buen
vivir» así lo exigen.
De esa manera, luego de escuchar con atención cada una de las
participaciones, terminó la primera etapa del festival en la sede otomí
(simultánea a la sede morelense de Amilcingo) y con ello se abren las puertas
al resto de los eventos como el Gran Festival Cultural del 24 al 26 de
diciembre en Iztapalapa, Ciudad de México y demás comparticiones, del 28 de diciembre al 3 de
enero, en Candelaria, Campeche y San Cristóbal de las Casas, Chiapas.
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