25NovMx: Ángel-Zócalo-4pm ¡Libertad a todxs lxs presxs políticos del #20NovMx! y carta de Revueltas a los presos
¡Presentación con vida de los 43
desaparecidos de Ayotzinapa!
¡no estamos todxs,
Faltan lxs presxs!
¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!
¡Libres se los llevaron, libres los queremos!
¡Ya
basta de criminalizar la protesta social!
La Voz del Anáhuac
José Revueltas cumplió 100 años el pasado 20 de noviembre
(nació en 1914). Revueltas, haciendo honor a su apellido fue un rebelde toda su
vida. Siendo aún adolescente fue hecho prisionero por acompañar una lucha obrera,
recluido en las Islas Marías.
Más veces fue
encarcelado, pero esto lejos de doblegarlo, afianzó más su postura
revolucionaria. De convicción comunista, se atrevió a criticar a la dirección
del Partido Comunista Mexicano, del cual era militante, cuestionó la política del
PCM durante el movimiento ferrocarrilero de 1958-59 y en su obra “Ensayo sobre un proletariado sin cabeza”
negó la existencia de un verdadero partido de clase con capacidad de dirigir la
lucha por la emancipación de la clase obrera, por lo que fue expulsado del PCM.
En los años 60 fundó la
Liga Leninista Espartaco. En 1968 se incorporó como uno más al movimiento
estudiantil, jugó un importante papel en la formación de una conciencia crítica,
antidogmática. Enfatizó, adelantándose al momento que se vivía, la idea de la
autogestión universitaria, que proponía que estudiantes y profesores, en
permanente debate, construyeran una universidad ligada al pueblo y a sus
luchas.
El 7 de noviembre de
1968, pocos días antes de que él mismo también fuera hecho prisionero, escribió
una carta dirigida a los presos políticos del movimiento estudiantil-popular.
A continuación se reproduce
esta carta, pensando en lxs compañerxs encarcelados el 20 de noviembre de este
año:
JOSÉ REVUELTAS: CARTA A LOS PRESOS DEL MOVIMIENTO
ESTUDIANTIL DE 1968
7 de noviembre de 1968
COMPAÑEROS:
Forman ustedes el cuerpo de aquellos que en diferentes
momentos de la lucha, a partir del 26 de julio de este año violento, amargo
pero igualmente jubiloso y esperanzado, de 1968, constituyen nuestros primeros
caídos. La palabra suena áspera y desnuda: caídos, pero es el tono en que la
Historia habla. No sonrían ustedes y piensen que esto es simple retórica. Las
figuras verbales adquieren un contenido real, viviente y tangible, cuando han
dejado de estar vacías y las anima por dentro el gran aliento cálido de la
lucha de los hombres. Es por eso que la Historia nos da el derecho de hablar
por ella. Son ustedes los primeros. Caerán, caeremos más, pues por ahora es a
nosotros a quienes corresponde el turno de pagar, unilateralmente, el precio del
combate. No debe importarnos, pues caídos no quiere decir lo mismo que
vencidos. Atrás de aquel que cae, hay alguien siempre que recoge la bandera y
ésta ondeará, tarde o temprano, en el punto más alto de la victoria.
Ustedes compañeros,
nosotros, somos jóvenes, nuestro Movimiento es joven. Todo lo que lucha, todo
lo que no se deja vencer, todo lo que combate es joven en tanto brega por el
imperio de la razón y de la dignidad humana. Mediten hondamente en el
significado de nuestra actitud, de las posiciones de nuestro Movimiento y
asimismo en lo que significa en la vida de un hombre el ser un preso político a
una edad tan temprana. Esto indica el espíritu de entrega y sacrificio de una
generación nueva, despierta, viva, combatiente, que ha rechazado la abyección y
a la que no ha podido cegar el espejismo ignominioso del triunfo oportunista y
fácil, ni de la vida sin vicisitudes ni tropiezos.
Ustedes, compañeros
estudiantes que están en la cárcel, se han titulado de hombres con la boleta de
formal prisión, antes de obtener el título académico que los consagre en esta o
en aquella actividad profesional. Han preferido recibirse de seres humanos,
antes que abandonar sus existencias a la deriva gris de la conformidad y el
servilismo, en espera de ser mañana una mercancía más dentro de una sociedad
cuyo único dios es el dinero.
Compañeros: el luchar en
las filas del Movimiento Estudiantil es y ha sido una honra para todos aquellos
que participan en él y para todos aquellos que le prestan y le han prestado ayuda
desinteresada. Pero el estar presos por la causa de nuestro Movimiento es una
honra doble y un timbre de orgullo y dignidad que nadie podrá jamás
arrebatarles. Son ustedes y lo somos todos, una generación con rasgos
históricos muy especiales que la distinguen y delimitan muy precisamente en
relación a las generaciones anteriores. No se trata de que incurramos en un
alarde jactancioso respecto a cualidades que nos hagan mejores a las demás
generaciones del pasado. Ni peores ni mejores. Nos movemos y actuamos dentro de
un contexto social y político diferente en esencia al de otras épocas. Lo único
que nos distingue es que no queremos traicionar nuestro destino ni tampoco permitir
que nadie lo traicione…
…resulta imposible que
nuestra generación del año 68 traicione su destino. Ante nosotros se plantea,
en el mundo y en México, un único dilema insoslayable y rotundo: victoria o
muerte. La victoria, para nuestro país, será un México libre, democrático sano,
donde se pueda respirar, pensar, crear, estudiar, amar. La muerte -así
quedemos, para nuestra desgracia, vivos- será la noche del alma, las torturas
sin fin, el candado en los labios, la miseria del cuerpo y el espíritu.
Compañeros encarcelados por la causa de la libertad:
A todos nos sostiene, a ustedes
en prisión, a nosotros todavía “libres”,
la confianza que tenemos en el vigor inextinguible de nuestro Movimiento, en su
inagotable tenacidad para vencer, en su disposición resuelta a cualquier clase
de sacrificios, en la inquebrantable rectitud y pureza de miras.
¡Mantengamos nuestra
férrea unidad de propósitos, nuestra disciplina, nuestra mutua solidaridad,
nuestro espíritu combativo, firmes, resueltos, de una pieza, adentro o fuera de
la cárcel, en la lucha a campo abierto y en la obligada pasividad –no por eso menos
combatiente y orgullosa – de las prisiones!
José Revueltas
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