Comunicado de las
Milicias Populares ¡Basta Ya!
(Guerrero, México, 2014-10-16)
A todo
México.
De los 28 cadáveres encontrados en las
fosas de Pueblo Viejo, cerca de Iguala, ninguno corresponde a los normalistas
de Ayotzinapa. La búsqueda se ha enfocado principalmente hacia esa área porque
el procurador guerrerense aseguró en conferencia de prensa que dos sicarios y
un policía confesaron su participación en el asesinato de los estudiantes y
dieron la ubicación de las fosas clandestinas. En esas supuestas declaraciones
los "primeros detenidos"
señalaron a un tal Chuky como el que
dio la orden del asesinato. Ya nada más les falta encontrar a un individuo que
coincida con las características del Chuky
¿O no?
Hay
indicios de que inicialmente el gobierno pretendía realizar un montaje haciendo
aparecer que los normalistas de Ayotzinapa ya estaban muertos y enterrados a
manos de un difuso crimen organizado. Un montaje desde luego intentaría ocultar
algo más terrible.
Los
asesinatos y secuestros que cometieron los policías y sicarios fueron
presenciados y resguardados por el Ejército. Los sobrevivientes declaran que,
incluso ya en la madrugada del 27 de septiembre, varias horas después de las
balaceras contra los estudiantes, la Marina y el Ejército impedían que los
heridos recibieran atención médica, es decir tanto el Ejército como la Marina
no solamente estaban mientras se cometían los asesinatos y desapariciones
forzadas sino que claramente iban contra los estudiantes y a favor de sus verdugos,
el crimen organizado.
¿Quién
mató y quién agarro la pata? En México son lo mismo porque el Estado y la
economía mexicana se sostienen mediante el terror que siembra el crimen
organizado y a la vez, los cárteles sobreviven porque son útiles al sistema
ultra depredador tanto del ecosistema como de la mano de obra. En México la
vida no vale nada porque el Estado mafioso monopoliza la violencia represora y
criminal.
Esta
participación del Ejército y la Marina, testificada por los sobrevivientes,
casi no ha sido mencionada por los medios de comunicación. En la tele ni pasó.
Se enfocan hacia el crimen organizado como si fuera algo ajeno al Estado.
En este
momento, después de Tlatlaya, una prueba más de la participación del Ejército y
Marina en los ajusticiamientos masivos en contra de los que ellos consideran
enemigos, evidenciaría que estamos en el fascismo, donde las libertades de
expresión y manifestación, los derechos humanos y civiles no existen. Gobierna
el terror y eso podría espantar a los inversionistas extranjeros y echar abajo
los negocios en puerta gracias a las recientes reformas constitucionales.
La
movilización y combativa respuesta frente a los crímenes de Estado ha abierto
un nivel de contradicciones cupulares sobre cómo aminorar los costos en
credibilidad y gobernabilidad. Para algunos el montaje ya no es viable. Así lo
evidencian las contradicciones entre el gobernador de Guerrero, Aguirre Rivero
y el procurador de la República, Murillo Karam. Por eso debemos seguir con la
exigencia de que los queremos vivos
porque vivos se los llevaron.
La
versión, ingenua o mal intencionada, de que la
delincuencia penetró algunos niveles
de gobierno encubre que los señores
de las inversiones múltiples se adueñaron del aparato estatal para enriquecerse
aún más con negocios que implican crímenes de lesa humanidad como son el
desalojo y exterminio de las comunidades indígenas para apropiarse de sus
tierras y aguas; la minería que desertifica donde quiera que se instala; la
trata de personas para la explotación sexual o el trabajo esclavo; la
pornografía infantil; tráfico y secuestro de migrantes; cobro de piso; venta de
protección, tráfico de armas para la delincuencia; casinos; venta de bebés y
comercialización de placentas extraídas a mujeres embarazadas y que venden para
tratamientos rejuvenecedores, entre más de veinte actividades generadoras de
plus ganancia.
Otros
crímenes del sistema, quizá menos visibles son el ahogamiento de la educación
pública y la violación al derecho a un trabajo digno. Esta generación está
viendo el robo de su futuro e intentan mantenerla inmóvil mediante la
represión.
La
enorme acumulación de dinero y propiedades en tiempo mínimo obtenida por un
grupúsculo de empresarios extranjeros y nacionales sólo es posible con la
participación del crimen organizado de Estado, desde arriba, componente
fundamental y no como elemento ajeno que logró 'permear', gracias a la corrupción, a las instancias oficiales.
Dos
procesos que convergen en uno sólo demuestran el verdadero papel del Estado
mafioso. El desmantelamiento de las normales rurales ha sido constante:
ahogándolas económicamente, reduciendo la inscripción, no dando trabajo a los
egresados y reprimiéndolas.
Las han
cerrado parcialmente como la de Mactumactzá, Chiapas asaltada el 6 de agosto del
2003 en una acción en la que también hubo heridos, detenidos y desaparecidos,
incluyendo niños y padres de familia. Ese trabajo sucio lo realizó el
gobernador Salazar Mendiguchía, respaldado por el PAN, el PRD y el Verde dizque
ecologista. La resistencia de los estudiantes logró posponer el cierre de la
escuela normal pero le cancelaron el comedor, el internado y los módulos de
producción.
La
normal rural del Mexe, Hidalgo fue convertida en universidad politécnica en el
año 2008. Los normalistas de Ayotzinapa fueron reprimidos constantemente por
los gobiernos federal y estatal, el 12 de diciembre de 2011 asesinaron a dos
estudiantes durante el cierre de la autopista del Sol en demanda de mayor
matrícula, de 140 a 170 plazas para el ciclo escolar 2011 - 2012 y rechazo al
recorte del presupuesto para la escuela.
De esta
forma eliminan la formación crítica y humanista de los jóvenes campesinos para
sustituirla por una educación acrítica. El actual sistema no necesita maestros
sino técnicos para que hagan producir más a los ranchos de los capos.
El otro
proceso es el de Abarca, el presidente municipal de Iguala, al que tanto el
gobierno estatal y federal encubrieron cuando secuestró a ocho activistas y
asesinó a tres, entre ellos Arturo Hernández Cardona. Hoy lo ocultan mientras
negocian con él para que no diga los nombres de sus jefes o buscan eliminarlo
porque ya no les sirve. Es cartucho
quemado.
Los dos
procesos convergen en el asesinato y secuestro de los normalistas de
Ayotzinapa. Era un crimen anunciado desde la represión en Atenco y el primero
de diciembre de 2012 y tiene el mismo mensaje: los inconformes, aténganse a las
consecuencias, que cada vez serán más brutales.
De vez
en cuando han salido a relucir muestras de que en estos tiempos de
globalización neoliberal los Estados son mafiosos. Desde el escándalo Irán–Contra y su similar Rápido y Furioso hasta las declaraciones
del Vicentillo en el sentido de que
el Chapo Guzmán trabajaba para la DEA por lo que le permitían traficar droga
hacia Estados Unidos a cambio de información sobre los otros cárteles. El
control del mercado de drogas desde el gobierno estadunidense. Precisamente fue
el Pentágono el que le impuso al gobierno mexicano la estrategia actual de
supuesto "combate a la
delincuencia". Ellos deciden qué cártel cae y cual sobrevive mientras
les es útil para el control político y la apropiación de las riquezas de los
pueblos. Un claro ejemplo es Aquila, Michoacán donde los narco sicarios
asesinaron a los opositores a la compañía minera extranjera Terrium y el
gobierno federal encarceló a los demás inconformes con el saqueo de sus
tierras.
Ante la
indignación popular, traducida en protesta combativa se viene recrudeciendo una
campaña mediática de odio contra los luchadores sociales. Vociferan contra las
tomas de palacios y camiones, contra el cierre de carreteras, contra las
pintas, contra las marchas y musitan o callan los crímenes de lesa humanidad y
la cancelación de la vida democrática.
Esa
campaña mediática pretende exacerbar el individualismo, condena la solidaridad,
sataniza la indignación social y pretende que creamos que el Estado asesino se
investigará y castigará a sí mismo. Los medios mercenarios nos dicen: váyanse
tranquilos a casa a seguir viendo tele mientras nosotros castigamos a los
presuntos culpables y ustedes se olvidan de que hay 43 estudiantes secuestrados
y desaparecidos por la policía municipal y los sicarios a vista del Ejército y
Marina.
Los
hechos de Iguala son parte de la intensificación de la ofensiva neoliberal
contra la educación pública y del intento por desaparecer a las Normales
Rurales.
Estamos
ante un Estado mafioso que creó, desarrolló y protege a su propia delincuencia
organizada y la usa o desecha según las propias necesidades económicas y políticas
del sistema explotador.
Hoy más
que nunca necesitamos que nuestra indignación y rabia se conviertan en
solidaridad. Hoy más que nunca necesitamos convertir el coraje popular en organización
del y para el pueblo.
Hoy más
que nunca necesitamos la organización de los trabajadores del campo y la ciudad,
de los que día a día sobrevivimos a la explotación y al terror.
Debemos
seguir insistiendo, a través de las diversas formas de protesta social, en la
presentación con vida de los desaparecidos y el castigo a los responsables
materiales e intelectuales.
Hermanas
y hermanos: Que nuestro dolor y rabia nos impulsen hacia la solidaridad, el
colectivismo, la construcción de nosotros mismos como luchadores honestos,
congruentes. Levantemos nuestras voces y nuestros esfuerzos, profundicemos esta
labor hormiga de formarnos como mujeres y hombres nuevos mientras vamos
construyendo el poder popular desde abajo y donde el mandar obedeciendo se nos
vuelva costumbre.
Este es
el momento de enfrentar la militarización con la movilización y protesta
popular nacional e internacional. Es el tiempo del trabajo silencioso, de
fortalecernos como organizaciones populares. La noche no es eterna, hagamos
posible el amanecer.
Milicias
Populares ¡Basta ya!
Guerrero,
México, 16 de octubre de 2014
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