Grupo Editorial de la Casa de Todas y Todos.
octubre, 2014.
El Editorial de Noviembre se
dedica a los y las que defienden a la madre en este caso, los estudiantes de
Ayotzinapa y tantos otros y otras que han venido cayendo y desapareciendo en el
camino del amor al pueblo.
Sentado sobre los muertos
que se han callado en dos meses,
beso zapatos vacíos
y empuño rabiosamente
la mano del corazón
y el alma que lo mantiene.
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
Vientos del Pueblo
(1936-1937)
Miguel Hernández
Mujer que
llora, “Chocacihuatl”, en
náhuatl, su leyenda vive en el imaginario colectivo y sirve para entendernos,
como mexicanos, representa a la madre que busca a sus hijos perdidos. Los llora
y llama, alzándose contra quien los retiene. Sólo ella nos quiere y busca.
Nosotros, el pueblo, todas y todos en cambio, retribuimos ese cariño venerando
a la madre que sufre en cada uno de los actos de nuestra vida, la defendemos,
luchamos y no permitimos que nadie la insulte. Así somos. Es nuestro pasado,
nuestra memoria, nuestra identidad.
Es una verdad histórica que luego de la
toma de “Tenochtitlan” (hoy Cd. de
México) por los españoles, los defensores mexicas, sitiados y diezmados
por la viruela fueron asesinados en masa, los pocos sobrevivientes fueron
marcados con hierros candentes y encadenados. Después fueron repartidos a los
soldados españoles “encomendándolos”
al servicio de sus haciendas y minas. De la separación de las madres indígenas
de aquellos sus hijos, surge desde entonces con mayor fuerza la leyenda de la “Llorona” que siempre está presente.
Hoy, los intereses económicos políticos y
militares de las potencias imperialistas imponen la “doctrina del shock” en todo el mundo, México incluido. Sólo en los
últimos 10 años, 100,000 muertes violentas, aún impunes, hay 30,000
desaparecidos que sólo las madres buscan, desde los años de la llamada “guerra sucia” hasta Ayotzinapa; cifras
ciertas que ninguna autoridad puede negar pero tampoco reconocer. Son políticas
ajenas, intervencionistas.
Con respecto a México, los imperialistas
y sus lacayos están jugando con fuego. Somos un pueblo tranquilo, trabajador,
hospitalario, orgulloso de su pasado, con profundas raíces históricas que nos
alimentan y mantienen unidos -ver libro México Profundo-. Para nosotros, todos
los pueblos somos hermanos.
Ahora debemos responder como uno sólo
cuando agreden a nuestra madre, en éste caso la tierra que nos vio nacer,
apoyar a todas y cada uno de las luchas que se gestan en nuestro país, como el
movimiento de los jóvenes politécnicos que hoy algunos critican sin un real
ejercicio autocrítico. Nosotros decimos que “los
errores son nuestros, los triunfos son ya de nuestro pueblo”.
Tampoco se toma en cuenta que el
movimiento politécnico tiene mucho en común con los compañeros de la Normal de
Ayotzinapa pues el Estado mexicano se encuentra de forma sistemática
criminalizando a la juventud y agrediéndola de forma física o minando su
derecho a la educación pública. ¡Vivos los
llevaron Vivos los queremos!
Es verdad que el sistema imperialista no
da para más, la doctrina del Shock no
es efectiva, los pueblos luchan y vencen siempre. Hace falta un nuevo
orden total de las relaciones humanas, un nuevo contrato social, justo y
equitativo, donde cada pueblo –sin intervención de nadie- decida cómo lograrlo.
La madre indígena, la madre llorona que
nos busca ya nos encontró. “Ya se mira el
horizonte”, hombres, niños y mujeres, los estudiantes, las obreras y los
obreros, todas y todos, las
campesinas y los campesinos irredentos y hambrientos, dicen BASTA a las represiones sistemáticas de
cuerpos militares y policíacos, con la caras pintadas que circulan por las
calles, imitando cuerpos represivos ajenos a nosotros. No lo podemos permitir.
Ya se escucha nuevamente el “Vivir por la Patria o Morir por la Libertad” de
nuestra primera Independencia. Nuestras madres no parieron cobardes, no les
fallaremos.
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