12
junio 2014
Zapateando
BABEL: VIOLENCIA, ACCIÓN DIRECTA Y NO VIOLENCIA
La agresión a periodistas,
fotorreporteros, perpetrada por individuos encapuchados que al parecer, al
menos así los identifica la prensa, se reclaman anarquistas ha desatado otra
vez los debates sobre la relación entre anarquismo y violencia. Sin
pronunciarnos sobre si son o no anarquistas los agresores (podrían serlo, al
menos en el sentido de que ellos se autoproclamen así, o podrían no serlo,
¿quién puede decidir si lo son? Lo más probable es que el hecho desate la
enésima cacería de brujas contra el
anarquismo, que es una de las especialidades de la policía del GDF-PRD y del
gobierno federal priista), recordemos una serie de distinciones claves para no
caer en la confusión reduccionista entre anarquismo y violencia, entre acción
directa y violencia y sobre todo la confusión entre no violencia y cobardía.
Comencemos por este último
caso. Porque independientemente de que puedan haber agentes de algún poder o
gobierno que se infiltren en las manifestaciones haciéndose pasar por
anarquistas para cometer estos hechos de violencia absurda, debemos reconocer
que entre los jóvenes inconformes (e incluso algunos no tan jóvenes) puede
resultar atractiva la idea de la violencia y hasta aparecer el argumento de que
sin ella no hay verdadera lucha, verdadera resistencia y rebeldía ni verdadero
anarquismo. Todo lo cual es falso. Sin violencia puede y debe haber verdadera
lucha, resistencia y rebeldía. Pero la doctrina de la violencia tiene un
argumento (por cierto machista) muy socorrido (explícita o implícitamente): se
es violento o se es cobarde. (¿Consideran valientes a los agentes del poder que
actúan de manera sumamente violenta?) Por ello primero veremos, siguiendo un
texto de un líder de la no cooperación y la acción directa no violenta, cómo ve
la relación entre violencia, cobardía y no violencia. No se trata de un clásico
ni de un no clásico del anarquismo, pero suponemos que un anarquista no es un
dogmático que “sólo lee literatura
anarquista”, sino que es una persona capaz de leer, procesar y discutir
ideas.
“Creo firmemente que si hubiera sólo la opción de elegir entre la cobardía
y la violencia, aconsejaría la violencia, Por ello, cuando mi hijo me preguntó
que qué debería haber hecho si hubiera estado presente cuando fui atacado casi
hasta la muerte en 1908, si debería haber salido corriendo y verme asesinado o
si debería haber usado la fuerza física que tendría y querría usar y
defenderme, le dije que era su deber defenderme usando la violencia. Por ello
participé en la guerra de los boers, la denominada rebelión zulú y en la última
guerra [al frente de voluntarios que condujeron ambulancias]. Por ello, también
aconsejé el entrenamiento militar para aquellos que creen en el método de la
violencia. Preferiría que la India se levantara en armas para defender su honor
que de forma cobarde se convirtiera en testigo indefensa de su propio deshonor.
Pero creo que la no-violencia es infinitamente superior a la violencia. […] Pero no creo que la India esté
indefensa. No creo que yo mismo sea una criatura indefensa. Sólo quiero usar la
fortaleza de la India y la mía para un propósito mejor.
“No quiero que se me malinterprete. La fortaleza no proviene de la
capacidad física, se origina mediante una voluntad indomable”.
Ya vemos que Gandhi no es
ningún mojigato liberal que condene la violencia “venga de donde venga”, pero piensa que la no-violencia es superior
y que la fortaleza no viene del físico meramente, sino de una “voluntad indomable”. Nada machín el razonamiento: hay en la lucha
social mujeres más fuertes que muchos hombres, precisamente por su voluntad
indomable.
Si deshacemos ese fetiche
que es la reducción del valor a la violencia, y de la no violencia a la
cobardía, podemos dar un siguiente paso. Deshacer el entuerto que ha
identificado la acción directa con la violencia. Es una ecuación falsa también.
Digamos de paso que también es falso decir que la acción directa es monopolio
del anarquismo o de los movimientos que se consideran de izquierda. De acuerdo
con Álvaro Delgado, el movimiento ultraderechista El Yunque tiene entre los principios exigibles a sus militantes la
acción directa. Y de acuerdo con el panfleto que Delgado incluye en uno de sus
libros sobre ese grupo, el ejemplo con que lo ilustran es una pinta, ni
siquiera esa ultraderecha (que no desdeña usar la violencia) identifica la
acción directa con la violencia.
Además, la acción directa
puede ser no violenta: de acuerdo con Gandhi, la no cooperación es acción
directa no violenta. Y por usarla y defenderla, también él y sus seguidores
fueron criticados. A los gandhianos, en México Morena los lincharía, por no
llamar a la unidad en torno a su caudillo. De hecho, a Javier Sicilia, los
articulistas lópezobradoristas lo lincharon por ello. En defensa de la acción
directa no violenta escribió el líder indio:
Opinión de Gandhi sobre la acción
directa:
“Pero mi crítico rechaza la acción directa. Porque, según dice, «no trabaja
por la unidad». No estoy de acuerdo. Nunca se ha hecho nada en esta tierra sin
la acción directa. Rechazo el concepto de «resistencia pasiva» por su
insuficiencia y por ser interpretado como el arma de los débiles. […] La mera sumisión cuando se
enfrenta a una arbitrariedad que le gustaría que desapareciera, no sólo no crea
unidad, sino que genera odio en la parte débil. Un odio que estalla cuando se
presenta la oportunidad. Mediante la cooperación con la parte débil, enseñándola
a cómo oponerse mediante una acción firme y directa pero sin violencia, les
hice sentir más fuertes y capaces de desafiar al poder físico. Se sintieron
capacitados para la lucha, ganaron confianza en sí mismos y, conscientes de que
el remedio estaba en ellos, cesaron de alimentar el espíritu de venganza y
aprendieron a satisfacerse con la solución de las injusticias que trataban de
remediar”.
Ah caray, la violencia que
estalla de manera espontánea puede a veces ser el odio largamente reprimido de los
débiles y no necesariamente una demostración de fuerza. Entonces no solamente
son sinónimos no violencia y cobardía sino que violencia y debilidad así como
fortaleza y autocontención pueden ir juntas.
Anarquismo es el término
más difícil de explicar, ya no digamos definir, no porque no se pueda dar su
etimología y luego decir que es lo más chido
y que es la neta (y luego asegurar
que quienes no son así de chidos y netos no son anarquistas), sino porque
en la práctica quienes se dicen a sí mismos anarquistas son muy heterogéneos,
heteróclitos. Y algunos anarquistas han sido violentos, y no por meros tontos.
No eran ningunos tontos los Flores Magón ni los magonistas, ni lo era
Buenaventura Durruti. Leamos cómo Gandhi trata con respeto y critica a las jóvenes
anarquistas rusas que participaban en asesinatos o intentos de asesinatos de
los tiranos en su país (OJO: iban contra los tiranos, no contra periodistas por
más “mala onda” que les parecieran)
La opinión de Gandhi sobre las
anarquistas rusas:
“La opresión en su país es tal que han surgido numerosos grupos
anarquistas. Estos grupos creen que todos los gobiernos son opresivos y que el
Estado debería por tanto desaparecer. Para conseguir este objetivo asesinan a
sus gobernantes tanto de forma abierta como clandestina. En esto, sin embargo,
están cometiendo un error. Dichas aventuras sin criterio sólo sirven para
mantener las mentes de gobernantes y gobernados en un estado de constante
tensión. Dicho esto claramente, se debe admitir que personas capaces de tomar
tamaños riesgos deben tener una naturaleza valiente y patriótica.
“Incluso muchachas jóvenes se ven involucradas en tales intentos de
asesinato, afrontando graves riesgos. Se ha publicado recientemente un libro
sobre las vidas de algunas de estas jóvenes, inmortalizando su causa de esta
manera. Conociendo que la muerte estaba cercana, estas mujeres, sin miedo,
actuaron por patriotismo y espíritu de autosacrificio, segando las vidas de
aquellos que pensaban eran los enemigos de su patria y encontrando una muerte
agónica a manos de militares del gobierno. Afrontando estos riesgos, sirvieron
a su país de forma altruista. No sería de extrañar que un país con estos
líderes pudiera triunfar en su lucha por la libertad y contra la tiranía. La
única razón por la que no ha alcanzado inmediatamente la libertad es que su
patriotismo está mal dirigido, como hemos apuntado antes, y termina resultando
en un baño de sangre”.
Si bien a partir de lo
dicho no podemos postular una definición de anarquistas que excluya a priori a
los violentos, ni siquiera a los que ejercen esa violencia a lo menso… sí podemos deshacer varias
confusiones:
La violencia no es sinónimo
de anarquismo, y al revés, aunque ha habido anarquistas violentos, no es
obligado ser violento para ser anarquista. La acción directa no es
necesariamente violenta ni mucho menos son sinónimos. La violencia no es
necesariamente revolucionaria ni rebelde y, a veces, más que expresión de
fuerza, puede ser simple expresión de un odio impotente, de ira no contenida,
de (diría Fernando Savater) “un delirio
de omnipotencia de la impotencia”. La cobardía puede llegar a usar la
violencia, sobre todo si es respaldada por la impunidad que puede otorgar el
poder.
Lo que Gandhi dijo e hizo
fue mostrar que la fuerza y el valor pueden canalizarse mediante la no
cooperación y mediante la acción directa no violenta, sin condenar
hipócritamente a las anarquistas rusas que se sacrificaban usando métodos
violentos, pero diciendo que puede y debe hacerse otra cosa.
El anarquismo que organiza
y construye es menos espectacular y menos visible (también menos protagónico),
y desafortunadamente, cada vez que un presunto anarquista comete un acto de
violencia impotente y estéril, lo más frecuente no es que el Estado se vaya
contra el o los individuos que cometieron el hecho violento o la agresión,
normalmente se va contra los anarquistas no violentos, los que organizan y
construyen. Estos anarquistas que construyen y se organizan son aquellos a
quienes debemos defender de la cacería de
brujas.
Los zapatistas tienen una
gran simpatía por los y las jóvenes anarquistas, hasta les cedieron un buen de
páginas en un número de su revista Rebeldía
Zapatista (si los anarquistas las aprovecharon o no, juzgue el lector. A
inicios de la Otra Campaña en 2006 un amigo y una amiga de tendencia más bien
marxista y zapatista e incluso teología de la liberación, hicieron un análisis
de los impresos en la Otra y encontraron que los mejores entonces eran los
anarquistas, ¿sigue siendo así?). Y dos enseñanzas suyas, de l@s zapatistas,
vienen a colación muy bien ahora. Una es la que expresaron las bases zapatistas
ante el asesinato del maestro Galeano: “No
queremos venganza, queremos justicia”, (“si
no fuéramos zapatistas, ya hubiéramos hecho un reguero de sangre”…). Otra es
un principio zapatista básico: Solidaridad
con el agredido, no el agresor.
Si no hubiera sido por ese
hecho absurdo de la agresión a camarógrafos de prensa, la noticia de este 10 de
junio hubiera sido de una marcha ejemplar, valiente, digna y combativa.
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