Noticias Anti
Carcelarias
24 mayo 2014
Saludos compañerxs:
Escribo esta carta impulsado
por la fuerte necesidad que siento de comunicarme con lxs compas del exterior.
Estoy convencido de la importancia de estar enteradxs de cualquier
acontecimiento de lucha frente a lo que comúnmente llamas “el enemigo”, o sea, el estado-capital; pasando por sus mezquinas
instituciones y sus fascistas métodos de control.
La lucha anticarcelaria
también es importante y he aquí mi necedad de compartir mi situación como preso
anarquista, aclarando a priori que en ningún momento he intentado victimizarme
por lo que en este momento me toca vivir, pues como ya he dicho (o escrito)
antes: no creo ni acepto en la presunta inocencia
o culpabilidad de los delitos que se
me achacan (acusan), que me reclamo como anarquista de proyectualidad insurreccionalista
y revolucionaria secuestrado por el estado (y no “víctima” de secuestro, como leí en un comunicado) y que el hecho
de externar mi situación carcelaria es para denunciar públicamente tan solo una
pequeña parte de la forma de actuar de esta asquerosa institución. “Si no se ve no existe” y dentro de mis
escasas posibilidades, hacerlo que se vea por medio de este tipo de denuncia,
es parte de mi lucha anticarcelaria.
Hace aproximadamente un mes
(mediados de marzo) cuando aún estaba en la parte inicial de ingreso de este
reclusorio, ocurrió el primer golpe. Alrededor de las 7 de la noche me
encontraba con un compa de celda, cuando de repente se acerca un tipo de tosca
figura -que por cierto no conocía yo- y me empezó a buscar pleito con agresión
verbal y empujones; parte de la dinámica de la cárcel consiste en pelear cuando
está en juego tu “reputación” (cosa
que a mí me vale un cacahuate) pero al calor de las palabras y el estrés del
encierro, caí en esta dinámica.
Después de unos cuantos golpes
y como por arte de magia, apareció un
par de custodios (es raro o no tan frecuente que los policías entren a los pasillos
de las celdas) y nos “cachó” en plena
pelea. Ellos suelen bajar los ánimos con unas cuantas cachetadas y golpes con
puño cerrado al cuerpo para someter a los que pelean, y así lo hicieron conmigo
y el pesado sujeto con quien peleaba, (es una tremenda impotencia no poder
defenderte frente a los pinches putos policías de mierda, porque hasta otro
proceso te abren por agresión a su puta autoridad) y pensé que hasta ahí
llegaría la cosa; pero no. Después de humillarnos frente a todos los presos
presentes, nos bajaron por las escaleras a empujones, de repente ya no vi a mi
inicial agresor y solo me llevaban a mí, hasta hoy no he vuelto a saber de él,
y al llegar a la caseta me vuelven a dar golpes; fue hasta ahí que pude
soportar y les empecé a responder con insultos verbales con la firme idea de
pasar al insulto físico, pero no me dieron oportunidad debido a sus, cada vez más,
fuertes golpes. No recuerdo bien el camino pero me llevaron a un cuarto oscuro,
y antes de meterme ahí, me desnudan en totalidad y me avientan un bote de agua
adentro del cuarto, entonces me dan unos últimos golpes (como para que nunca me
olvidara de ellos) y me avientan al cuarto. Era de noche, hacia frío, me
quitaron toda mi ropa, el piso mojado, con muchos golpes en el cuerpo, el
cuarto sin un solo rayito de luz, ¿te imaginas qué noche pasé? Sentí miedo,
rabia e impotencia. Yo me atrevo a calificarlo como tortura física y psicológica.
Nunca he temido a la
oscuridad, hasta esa noche, fueron alrededor de 10 horas volteando (sin ver) a
todos lados esperando que algo más pasara, hasta que amaneció y fueron a
sacarme de ahí. Obviamente era ya otro turno de custodios.
Me llevaron a mi celda -no sin
lanzarme una breve amenaza de no decir nada de lo ocurrido- y al llegar a mi
celda preferí no hablar con nadie, no por la amenaza si no porque aún me
encontraba consternado. Coincidentemente ese mismo día me llevaron a la
siguiente fase de ese centro de extermino llamado Reclusorio Oriente, por la
noche ingresé a C.O.C (Centro de observación y Clasificación) donde desde que
ingresamos los casi 150 internos, nos recibieron con su habitual “terror psicológico”. Allí en C.O.C. me
esperaba otra sorpresita. Muy temprano nos llamaron para hacer la famosa “fajina”, que es la limpieza del
edificio, o mejor dicho, la supuesta limpieza, pues en realidad es un pretexto
para realizar una jugosa extorsión. Al formarnos a todos nos dijeron: “al chile (expresión muy utilizada por
acá) ¿Quién se va a ponchar y pagar $2500
pesos para no hacer fajina? Porque nosotros nos encargaremos de que no aguanten
y de todos modos paguen”, algunos accedieron a su petición. Pero otros
decidimos enfrentarnos a esa fajina. Recuerdo que me decían “mejor paga güerito, tu debes de tener
dinero, no te hagas wey, nosotros vamos a hacer que te ponches”. Ese primer
día hice la fajina, la cual consiste en hacer “ejercicio” de una manera casi deshumanizada con la firme intención
de que tu cuerpo reviente y accedas a pagar y claro está, siempre con unos
gorilas detrás de ti exigiendo mayor rapidez y si no vas al ritmo, vienen los
golpes. Esto es 2 veces al día, alrededor de 3 horas de tortura.
Al día siguiente me repitieron
“mejor pónchate tú solo” y a la media
hora de fajina, al estar haciendo una especie de “carritos” que consiste en inclinarte y limpiar el suelo con un
trapo mojado, esto a gran velocidad, me caí y fue entonces que me levantaron de
un patadón en la espalda-cadera.
Yo de por sí tenia un poco de
problemas con mi espalda, pues allí ya no me pude parar de inmediato. El dolor
fue demasiado y recuerdo que voltee a ver al agresor (un preso borrega que
trabaja con los de la fajina) y me dieron ganas de responderle, pero una vez más,
no pude, aun iba con los estragos de la paliza de hacía apenas dos días en la
pelea y cuarto oscuro, y ahora con la espalda lastimada, ni hablar. Como pude
me paré y fui con el encargado de la fajina, el solo me dijo: “pues si ya no puedes, entonces paga”.
Fue así como caí en esa extorsión.
Tuve que llamar a una persona
para que me depositaran $2000 pesos. Al hablar con esta persona que menciono no
pude evitar llorar, a causa de la gran impotencia y dolor, pero nunca les di el
gusto de hacerlo frente a esos asquerosos fajineros.
Hago un breve paréntesis para
recordar que en ningún momento me hice la víctima. Ofendido sí, pues intentaban
pisotear mi dignidad.
Como “coincidencia”, en dos semanas le negaron el acceso de visita a mi
madre, que era la única visita que recibía yo, argumentando que había un
problema con su identificación al llegar a C.O.C. los borregas te hacen una “inspección”
y te roban dinero y tarjetas de teléfono. Yo no llevaba dinero pero sí tarjeta,
la cual robaron junto con mi agenda de números telefónicos. O sea, que esas dos
semanas estuve incomunicado, misteriosamente incomunicado. Solo pude hacer la
llamada para pedir el dinero…
Nunca pensé en ir a quejarme
ante las “autoridades” de la
institución, pues de sobra sé que es parte de la misma pandilla de culebras de
total complicidad. Menos ante los “derechos
humanos” pues sus derechos son a conveniencia y yo no les creo nada.
Tocando el tema de las
extorsiones, quiero aclarar lo siguiente: Cuando me refiero a extorsión, hablo
de una presión que alguien te ejerce para conseguir ciertos resultados
favorables para alguien, aun en contra de tu voluntad, pues por “x” causa queda fuera de tu control; no
a la “extorsión” de que alguien te
pida dinero y tú, por miedo a que no te golpeen les des cierta cantidad.
Y es que una persona muy
querida para mí, en una ocasión me dijo “ya
no les des dinero”, como si yo hubiera optado por la segunda definición de
extorsión, sé que no fue su intención pero comprendo que varias personas se
pudieron haber ido con esa impresión.
En relación a las extorsiones
con el tema en cuestión, la cárcel y la lucha anticarcelaria, diré que aquí,
pues cobran por todo, en realidad, por todo y eso a mí me suena ridículo pero
también me preocupa mucho que nadie diga nada. Y sé que el hecho de que yo lo
diga por aquí no cambia nada, pero no pretendo caer en este borreguismo
colectivo.
Te cobran por usar los baños
(el que está en la celda no basta por tantos internos en una celdita) por usar
agua de la llave, pues se va el servicio en las celdas muy seguido, por tomarte
lista, (¿puedes creer? Por pasarte lista) por ir a juzgados, por recibir a tu
abogado, por recibir a tu visita y aparte por el uso de la mesa que usas, por
bajar la escalera en el día de visita, por poder salir de tu celda (le llaman
desapando), en población te cobran los candados, es decir, para poder salir de
tu anexo o dormitorio, te cobran en cada una de las 3 facetas (ingreso, C.O.C y
población) material como escobas, jabón, botes, jalador y no sé qué más, etc.,
etc. ¡Un negociazo este!
Y ¡cuidado donde te niegues a
pagar, viene la mano dura!
No puedo dejar de mencionar
los laicos, que son como unos piojos
blancos y las chinches y las cucarachas, ¡son parte de la cárcel! Pican duro.
Otro aspecto que no me gusta,
de hecho a nadie le gusta, es el hacinamiento. En ingreso y población las
celdas son muy pequeñas, al menos en mi experiencia en ingreso en una celdita
de aprox. 3 metros por 2 y medio vivíamos unos 23 presos y en población en un
cuarto más o menos similar vivíamos unos 17. Es muy incómodo y hasta peligroso
para el físico la manera en que duermes, si es que duermes, sobre todo los
nuevos que duermen hasta sentados en una orilla de la taza del baño cada quien.
El hacinamiento en las cárceles mexicanas es de preocuparse, al menos en el Oriente
a mí me consta.
Y a pesar de que somos muchos,
no pasa nada. Aquí los métodos de domesticación son bastante notables, como el
caso de la religión, es impresionante la cantidad de personas que te dicen: “quizá por voluntad de Dios estamos aquí, él
tiene un propósito para nosotrxs aquí y debemos atender su voluntad” y se
ponen a cantarle y a lloriquearle esperando los saque de aquí pronto. Cuando
saben que soy ateo y me parece una tontada que se cieguen por ese dogma, en seguida
se alejan de mí o me empiezan a hacer preguntas medias raras, pero ese es otro
tema.
Otro caso de tener a los
presos pasivos es el de la droga y respecto al tema, siempre he pensado que
cada quien es libre de elegir como vivir su vida, sin meterse droga o no y qué
tipo de droga, pero también he sostenido que su uso, muchas veces es una
barrera que frena al individuo en sus ansias revolucionarias y terminan
desviando sus objetivos a un letargo de artificial felicidad; sobre todo con
las llamadas drogas duras. Esto entre otras cosas.
La cárcel denigra al preso, lo
humilla, lo pisotea y busca acabar con su dignidad y formar de él un despojo
humano sin voluntad, servil y obediente, premiando con el puesto de “borrega” o “chivato” a quien muestre fidelidad y lealtad al sistema, y
castigando y aislando a quien no acate sus tontas normas o cuestione y
desobedezca sus prácticas de terror.
Por eso me declaro preso
anarquista en lucha anticarcelaria. Plantar cara al poder desde dentro de
prisión es impulsado por conservar nuestra identidad como personas que sentimos
amor por la libertad, por nuestra dignidad y por defender lo que somos,
liberando nuestros impulsos más salvajes si es necesario, y ante tanta
humillación se vuelve necesario hasta lo más destructivo de nuestro ser. Me
considero una persona libre aun dentro de prisión y esto será mientras no
logren destruir mi individualidad, mientras sus modos de control y dominación
no logren traspasar mi negro corazón, mientras siga reconociendo la solidaridad
de lxs compañerxs de afuera hacia lxs presxs que nos encontramos en garras de
cualquier cárcel, de cualquier centro de exterminio, de cualquier instituto de
subordinación.
Las tácticas de terror y miedo
de la cárcel no pueden, ni podrán parar ese huracán de pasión creadora, de
pasión destructiva y de pasión constructiva, esta proyectualidad liberadora; y
aunque enfrentar a su autoridad traiga consigo la eminente consecuencia de la
represión, aquí nadie claudica, nadie da un paso atrás contra el odiado
enemigo.
El sistema carcelario busca
que veamos su violencia hacia nosotrxs como algo normal, que nos acostumbremos,
que comprendamos que así se debe llevarse
la cárcel; en lo personal no pienso dejarme domesticar, no temo a sus
represalias, no soy de los que se declaran enemigos del estado y buscan llevar
su vida “normal” y sin buscarme
problemas, eso no me suena a convicción. No pretendo ser como el que recibe un
golpe y pone la otra mejilla, ni como el que espera a que “las condiciones se den para poder actuar” ¡NO! Más bien creo que
una agresión debe devolverse al doble, ojo por ojo, a su violencia nuestra
violencia antagonista, accionar sin esperar a que los tiempos estén maduros pues tal vez estos se lleguen tarde, a
una fogata responder con un incendio.
Ya no terminé de escribir
todo, pero con eso…
¡Abajo los muros de las
prisiones!
¡Fuego a las cárceles!
¡Por la anarquía!
Carlos “Chivo”, reclusorio Oriente.
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