Ora que si quieres 'seguro de desempleo' lo pagas tú con lo del Infonavit. Al cabo que con tu precario trabajo tampoco podrás pagar nunca un crédito de vivienda... |
por Carlos
López*
Martes, 25 de Marzo de 2014
El pasado 18 de marzo se
aprobó en el pleno de la Cámara de Diputados el dictamen por el cual se crea el
Seguro de Desempleo y la Pensión Universal. La situación puede
sintetizarse en una frase: los
trabajadores van a pagar con sus ahorros para la vivienda su propio seguro de
desempleo. El dictamen que aprobó la mayoría priista, apoyada por sus
partidos satélites, Nueva Alianza, Verde Ecologista y de la Revolución
Democrática, consiste en transferir el 3 % de la subcuenta de vivienda a las
AFORES para que, en caso de quedar desempleado, el trabajador “decida” si utiliza ese dinero en el
seguro de desempleo, o si lo deja en la subcuenta de vivienda –para ver si en
algún momento puede aspirar a conseguir un crédito–, o bien, lo usa para su
retiro. A este 3 % que pagará el trabajador se suma en una cuenta mixta la generosísima aportación gubernamental de
0.5 % del salario para formar un “fondo
solidario”, con lo cual quedan completos los recursos de los que puede
echar mano el desempleado, que ascienden a $1,096 al mes (menos de un salario
mínimo) que serán entregados durante un periodo de 6 meses y sólo cada cinco
años, después de cubrir algunos pequeños requisitos como los siguientes: haber
cotizado al menos 104 semanas en los últimos tres años, o 26 en los últimos
doce meses si se es trabajador a destajo, es decir, “por tiempo” o “por obra”;
cubrir los programas de “colocación”
y “capacitación” de la Secretaría de
Trabajo y Previsión Social, y por último, no
contar con ninguna otra fuente de ingresos.
El golpe contra de los trabajadores es brutal si se toma en cuenta el
contexto en el que se llevó a cabo. En primer lugar, hay que pensar en la
legislación vigente en materia laboral. Recordemos que, con la reforma a la Ley
Federal del Trabajo que se aprobó a finales de 2012, la estabilidad en el
empleo quedó completamente deshecha al legalizar la contratación por horas, a
prueba y la subcontratación; que los trabajadores quedaron prácticamente sin
posibilidad alguna de defender sus derechos a través de la huelga y la firma de
contratos colectivos, y que se eximió de toda responsabilidad jurídica y
laboral a los patrones y empresarios. En este sentido, se podría pensar que el Seguro de Desempleo era una medida urgente y necesaria para limitar los
efectos de la llamada “Reforma Laboral”,
pero eso es un vil engaño.
El Seguro de Desempleo pierde
toda razón de ser en la medida que la estabilidad en el empleo no existe, ni en
la ley ni en los hechos, para la inmensa mayoría de los trabajadores, y carece
de cualquier fundamento si se considera que la inmensa mayoría, también, sólo
puede acceder a trabajos precarios o de plano informales, situación en la que
se encuentran 6 de cada 10 asalariados mexicanos, según cifras de la OCDE.
El Seguro de Desempleo no tiene
ninguna razón de ser en un país donde solo 10 mexicanos y sus familias
concentran 132 mil 900 millones de dólares, que equivalen al 11 por ciento del
PIB y a 1.8 billones de pesos, mientras que los ingresos de más de 100 millones
de mexicanos sólo alcanzan a sumar 1.3 billones.
El Seguro de Desempleo no tiene
razón de ser cuando 4 de cada 10 mexicanos no tienen dinero para comprar
alimentos, ni cuando existen 2 millones 539 mil “ciudadanos” sin trabajo.
El Seguro de Desempleo es una
medida asesina que elimina el derecho de los trabajadores a adquirir una casa o
departamento, transfiriendo el 3 % de la subcuenta de vivienda de cada
trabajador a la banca privada, a las AFORES, que ya de por sí ganaron en lo que
va del año 970 millones de pesos por “comisiones”
de las cuentas “no asignadas”.
Además, se debe recordar que en la última década los grupos financieros
obtuvieron utilidades por 785 mil 200 millones de pesos, es decir, sus
ganancias crecieron 16 veces más que la economía mexicana. Si tomamos en
cuenta, también, que la vía más común para obtener un crédito para vivienda es
el llamado “co-financiamiento” entre
el INFONAVIT y las instituciones bancarias, por la vía de los hechos se
privatiza el derecho a la vivienda y se condena a los trabajadores a quedar a
merced del capital financiero. Por último, si a esto sumamos la reciente “Reforma Financiera”, que le permite a
los bancos ejercer acción legal en contra de los deudores para despojarlos de
su patrimonio, tenemos todos los elementos para asegurar que existen
condiciones para una crisis social sin precedentes en la historia de nuestro
país.
El juego de la simulación
La aprobación del
dictamen pasó por una débil resistencia encabezada por la diputada Luisa María
Alcalde dentro de la Cámara, así como una “trifulca”
en el salón de plenos, protagonizada por diputados del PRI y del PT al
momento de la discusión del documento. Los diputados del PAN votaron en contra
del dictamen, no porque les interesen los derechos de los trabajadores, sino porque
su aprobación ya estaba “amarrada”
con la “izquierda moderna”, y porque
el escándalo del caso “Oceanografía”
ponía en riesgo la impunidad de algunos de sus más distinguidos militantes.
Queda demostrado, otra vez, que en este país la vía parlamentaria está
completamente cerrada para la clase trabajadora; que no será en las cámaras ni
a través de los mecanismos de la democracia formal donde se resuelvan los
problemas que afectan día a día a los trabajadores.
Los sindicatos de las centrales oficialistas guardaron un silencio cómplice
para permitir el despojo, mientras que los “independientes”
se limitaron a “pronunciarse en contra”
de la iniciativa. Al mismo tiempo, el máximo dirigente de MORENA, Andrés Manuel
López Obrador, andaba por Tabasco “jurando”
proteger los hidrocarburos a través de una “consulta”;
y su ala movimientista, el dichoso “Congreso
Popular”, marchaba del Ángel al Zócalo con la bendición del Gobierno del
DF, a la retaguardia de los compañeros del SME y de dos pequeños contingentes
de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Ese 18 de marzo,
en el mitin “unitario” aparecieron
líderes obreros por todas partes, de la Nueva Central de Trabajadores y hasta
de la UNT, para pronunciar “combativos”
discursos ente un Zócalo casi vacío, en los que se convocaba a un año de
movilizaciones (¡otro!) en contra del gobierno. Incluso alguien llegó a decir
que se desconocía a Peña Nieto como Presidente, con lo que seguramente puso a temblar a la oligarquía en su
conjunto.
Todo esto forma parte del gran juego de la simulación política, del
espectáculo de la “resistencia” que,
en realidad, mantiene inmovilizada a la gente. Para los oportunistas es más
fácil hacer como que pelean por mantener el control del petróleo en manos del
Estado, que defender los derechos de los trabajadores, simple y sencillamente
porque éstos no les interesan. Desde su visión del mundo, quienes deben
trabajar de sol a sol para salir “al día”
solo son votos y no hombres y mujeres concretos que deben satisfacer sus necesidades
más básicas. Sus teóricos están obsesionados con las “nuevas formas” de hacer política y “los nuevos sujetos” de la historia, desviando la atención de los
trabajadores hacia demandas que no les pertenecen, desgastándolos con promesas
de “reformas” y proyectos “a largo plazo”. Pero eso sí: claman y
reclaman la “unidad de las izquierdas”,
como si fuera posible en las condiciones actuales.
Los comunistas no podemos prestarnos a este juego perverso. Todos nuestros
esfuerzos deben estar encaminados a la organización de la clase trabajadora,
del campo y la ciudad, sin desviar nuestra atención del análisis concreto de la
situación concreta, o en otras palabras: de la reflexión práctica de la
revolución proletaria en estas condiciones económicas, políticas y sociales, y
no en ningunas otras. Los principios de nuestra acción son claros y accesibles
para todo aquel que quiera unirse a esta tarea histórica. Las filas del Partido
Comunista de México
(PCdeM) están abiertas para quienes buscan cambiar ya, desde ahora, el sistema
que hace posible la existencia de tanta desigualdad, para quienes están
dispuestos a acabar para siempre con ella. La lucha por una sociedad comunista
es hoy, la defensa de los derechos trabajadores es una acción inmediata.
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