Fuente: Democracy Now!, 29-03-2014
“Mi
administración se compromete a crear un nivel de transparencia del Gobierno sin
precedentes”, escribió el Presidente Barack Obama el 29 de enero de 2009,
apenas días después de haber asumido la presidencia. Y agregó: “La transparencia fortalecerá nuestra
democracia y promoverá la eficiencia y la eficacia del Gobierno”. Hoy, tras
seis años de mandato, la “nueva era de
transparencia del Gobierno” parece otra gran promesa cínicamente
incumplida.
Durante
el “Sunshine Week”, el evento que la
industria de los medios de comunicación celebra cada año para educar a la
población sobre la importancia de la transparencia del Gobierno, Associated
Press informó que “el año pasado, más que
nunca antes en la historia, el Gobierno censuró partes de expedientes gubernamentales
o directamente denegó el acceso a ellos al público en virtud de la Ley de
Libertad de Información de Estados Unidos (FOIA, por sus siglas en inglés)”. El informe de AP agrega: “El año pasado fue el peor desde que Barack
Obama asumió la presidencia en lo que respecta a los esfuerzos del Gobierno de
ser más transparente con respecto a sus actividades”.
La
noticia no tomó por sorpresa a Ryan Shapiro, un estudiante de posgrado del
Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, por sus siglas en inglés) que
acaba de entablar una demanda a nivel federal contra el FBI, la CIA y la
Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) para intentar
obtener registros públicos sobre el papel desempeñado por Estados Unidos en el
arresto de Nelson Mandela en 1962, que lo harían pasar los siguientes 27 años
en prisión. Cuando sus solicitudes de información sobre Mandela, en virtud de
la Ley de Libertad de Información, fueron denegadas, Ryan Shapiro decidió
entablar una demanda. “Quiero encontrar
estos expedientes, en primer lugar, porque me interesa saber por qué la
comunidad de inteligencia de Estados Unidos consideraba a Mandela una amenaza a
la seguridad estadounidense y qué papel desempeñó la comunidad de inteligencia
de Estados Unidos en el boicot a la lucha de Mandela por la justicia racial y
la democracia en Sudáfrica”.
Cuando
Shapiro presentó su pedido de información a la NSA para obtener detalles del
arresto de Mandela hace más de 50 años, la agencia le respondió: “Con respecto a su solicitud de información
de inteligencia sobre Nelson Mandela, hemos determinado que la existencia o
inexistencia de los materiales que solicita es actualmente un asunto
clasificado”. ¿Medio siglo más tarde?
Shapiro
también quiere obtener información sobre la inclusión de Mandela en la lista de
sospechosos de terrorismo de Estados
Unidos hasta 2008, muchos años después de que fuera el primer presidente de
Sudáfrica elegido democráticamente y varios años después de haber obtenido no
solamente el Premio Nobel de la Paz, sino también la Medalla de Oro del
Congreso de Estados Unidos y la Medalla Presidencial de la Libertad,
condecoración otorgada por el presidente de Estados Unidos.
Le
pregunté a Shapiro por qué quería obtener los documentos. “La respuesta está relacionada con una concepción muy estrecha de la
seguridad nacional, esta concepción miope que antepone las alianzas militares y
el lucro empresarial a los derechos humanos y las libertades civiles”.
Por su
trayectoria, Shapiro tiene un interés personal en el hecho de que el Gobierno
califique a los activistas de “terroristas”.
En 2002, participó en un acto de desobediencia civil cuando se infiltró en una
granja donde se crían patos para la producción de foie gras: “Los animales
están encerrados en jaulas tan pequeñas que no pueden estar de pie, ni moverse
ni extender las alas, estas condiciones horrorosas son la regla general en los
criaderos industriales. Rescaté o robé abiertamente a los animales de la granja
industrial y realicé un documental al respecto. Lo hice como un acto de
desobediencia civil, pero es un delito, por el que tuve que cumplir 40 horas de
servicio comunitario”. Desde entonces, buena parte de los estados del país
han ido aprobando las denominadas leyes ‘Ag-Gag’
que equiparan este tipo de activismo por los derechos de los animales con actos
de terrorismo y pueden implicar penas
de prisión severas.
Shapiro
afirma que la tesis en la que está trabajando, titulada: “Cuerpos en Guerra: animales, la libertad científica y la seguridad
nacional en Estados Unidos”, investiga “el
uso de la retórica y el aparato de seguridad nacional para marginar a los
activistas que protegen los derechos de los animales, desde el siglo XIX hasta
la actualidad”. Para encontrar la respuesta a su investigación, Shapiro
necesita acceder a una gran cantidad de documentos públicos. Ha presentado 700
solicitudes ante el FBI, en virtud de la Ley de Libertad de Información, y está
en busca de 350.000 documentos clasificados, lo que le ha ganado el mote del
solicitante “más prolífico” del
Departamento de Justicia. Por su parte, El FBI calificó parte de su tesis como
una amenaza a la seguridad nacional.
En
2008, cuando Barack Obama estaba en plena campaña electoral, era a menudo
presentado como catedrático de derecho
constitucional. Como tal, suponemos que estudió las obras de uno de los
autores de la Constitución, James Madison, el cuarto Presidente de Estados
Unidos, considerado el “Padre de la
Declaración de Derechos”. Madison escribió en 1822: “Un gobierno popular, sin información popular ni los medios para
obtenerla, no es sino el prólogo de una farsa o una tragedia, o quizá de ambas”.
Tras las revelaciones de Edward Snowden acerca del amplio espionaje y
vigilancia de la NSA y los pésimos antecedentes de falta de transparencia del
Gobierno, el Presidente Obama ya ha sobrepasado trágicamente la farsa.
© 2014 Amy Goodman
Traducción al español
del texto en inglés: Mercedes Camps. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now!
en español, spanish@democracynow.org
Amy
Goodman es la conductora de Democracy
Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 750
emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 400 en español. Es
co-autora del libro "Los que luchan
contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados
Unidos", editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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