Para
las Fuerzas de Liberación Nacional Febrero es un mes de recuerdos tristes y de
actitudes ejemplares de nuestros primeros compañeros que perdieron la vida. Esa
dura realidad se repitió en otras épocas, muchas veces también en febrero.
Hoy decimos PRESENTE a la memoria de ellas y
ellos caídos en desigual combate en 1974. Su entrega a la causa nace en la
búsqueda colectiva por la liberación de México del dominio pro imperialista
sobre una serie de malos gobiernos que desde entonces todavía padecemos.
En una apretada síntesis y para evitar la
desmemoria histórica, en aquella época se realizaban -nunca sin dificultades-,
trabajos político sin usar la violencia en las ciudades y se dedicaba tiempo y
espacio al entrenamiento de un núcleo de combatientes en la Selva, que con el
tiempo, poco a poco, sin importar cuanto tomase en lograrlo, se convertiría así
en el ejército del pueblo.
Así, una fría noche de febrero, un batallón de
soldados rodeó la “Casa Grande” (Casa
de reclutas), dispararon y exigieron rendición. Nuestros compañeros no lo
hicieron y los asesinaron. Exhibiendo aún más su vergonzante cobardía, a
nuestros heridos los remataron.
Con los acontecimientos de febrero no sólo
perdimos a nuestros primeros compañeros, sino que los trabajos políticos y
militares de las FLN fueron descubiertos y la necesidad de defendernos con las
armas en la mano se convirtió en una realidad constante. Cinco años nos tomó
retomar el ritmo de los trabajos, pero nunca lo suspendimos.
Así, en 1979, en el mes de febrero, una nueva
generación de combatientes publicó nuestro periódico interno “NEPANTLA”, órgano de agitación
interna de las FLN, que lleva el nombre del pueblo donde aquellos compañeros
siempre presentes en nuestra memoria dieron ejemplo de dignidad y cuyo último
aliento dio un impulso a nuestros trabajos que llega hasta nuestros días.
Como recientemente nos propusimos –a pesar de no
contar con nuestras instalaciones-, buscamos en nuestros archivos internos,
para de ahí retomar lo que sobre aquellos acontecimientos se escribió. Sabemos
que algunos van a negar dichos sucesos (ya han pasado 35 años),
especialmente esos pseudohistoriadores que viven de “becas” estatales y periodistas que cuentan con algún subsidio
oficial (que en México se le dice “chayote”),
y que se suman a la desmemoria y distorsión intencional (recuerden a quién
sirven los pueblos sin historia), y miran para otro lado cuando se les muestran
evidencias históricas, siempre apegadas a la verdad.
Afortunadamente son más los compañeros
conscientes que buscan en la historia el camino de nuestra liberación que
aquellos desmemoriados recalcitrantes, por lo que hoy presentamos a ustedes un
ejemplo de periodismo verdaderamente libre e independiente. Una copia
facsimilar de dos artículos aparecidos en la primera página del primer ejemplar
de nuestro periódico interno “NEPANTLA”.
“Sin más que decir y sí mucho por hacer” con respeto decimos…
¡PRESENTES!
Compañer@s:
Soledad María Luisa Gabriel |
Manolo Salvador |
¡Vivir por la Patria!
o
¡Morir por la Libertad!
o
¡Morir por la Libertad!
E D I T O R I A L
(Editorial de Nepantla Año 1, N° 1, 14 de
febrero de 1979)
Hoy
14 de febrero de 1979 iniciamos la publicación de NEPANTLA. La fecha,
obviamente, no es coincidencia, pues un día como éste, hace cinco años,
sufrimos las primeras bajas en nuestras filas.
Desde entonces ha corrido mucha agua bajo los
puentes. Y sin embargo, las enseñanzas que se desprende de aquellos
acontecimientos conservan su vigencia.
¿Qué reflexiones, pues, son pertinentes?
Entre los múltiples riesgos que enfrenta el
proceso revolucionario, uno de los más graves, por su difícil predicción, es la
traición. Ella fue quien guio a nuestros enemigos hasta la casa de Nepantla.
Ella fue quien pidió una rendición que no habría de darse.
Pero como antítesis de esa inmoral violación a
la fidelidad que se debe a los principios –y a las personas-, surge la actitud
firme y valerosa de los revolucionarios, que no transigen con esos principios y
admiten el sacrificio como una eventualidad más de la lucha auténtica.
Claro que esa firmeza no era fruto de un día. Se
fue gestando en la entrega cotidiana a las tareas concretas que constituyen la
revolución. Y resultó –como se esperaba- el medio eficaz para mantener viva la
llama revolucionaria.
Se dice que en momentos de gran peligro, los
seres humanos recorren minuciosamente –y con paradójica celeridad- las páginas
de su vida. Seguramente nuestros compañeros vieron desfilar ante sus ojos
muchos acontecimientos.
Seguramente pensaron en nosotros, aún en quienes
no los conocíamos personalmente, y reafirmaron su confianza en que sabríamos
entender, asimilar y, también, seguir su ejemplo. Así, decidieron escribir la
penúltima página como lo habían prometido: con dignidad y valor. A nosotros nos
toca escribir la última, mostrando con nuestra creciente entrega a la
revolución, que la llama encendida en Nepantla continúa ardiendo, y que
reiteraremos nuestro compromiso de Vivir por la Patria o Morir por la Libertad.
★ POR QUÉ NEPANTLA ★
La
idea de una publicación que funcionase como órgano de las Fuerzas de Liberación
Nacional, no es del todo nueva, su germen se halla en los planes generales de
la organización trazados desde los primeros comunicados. Si no se había
realizado antes, se debe a que, para ser llevado a la práctica, todo proyecto
revolucionario exige determinadas condiciones materiales y políticas, que no se
habían alcanzado.
Por otra parte, el desarrollo de la organización
–reflejo y acicate de la evolución de sus militantes- ha llegado a un punto que
reclama, de una manera natural, la existencia de este órgano de comunicación.
¿Qué necesidades viene a cubrir NEPANTLA?
1ª. Complementar la
formación política que nuestros cuadros reciben de sus responsables. ¿Cómo?
Fijando la posición de las F.L.N. ante situaciones que demandan una actitud
precisa: la reforma política y la consiguiente participación de sedicentes
partidos de izquierda en las
elecciones, etc.; asumiendo en la lucha ideológica una línea revolucionaria
contra las desviaciones y las ideas erróneas.
2ª. Dar a los compañeros de
todos los niveles un foro donde expresan sus propias ideas, sobre los temas que
les interesen.
3ª. Establecer una
comunicación más abierta, crítica y comprometida, entre la Dirección y los
militantes.
4ª. Prepararnos para
elaborar publicaciones cualitativa y cuantitativamente distintas,
imprescindibles para propagar entre el pueblo trabajador los programas y
planteamientos que lo atraigan a la lucha.
Es importante asumir la publicación de NEPANTLA como una empresa típicamente
revolucionaria, i.e. colectiva.
Esto quiere decir que la participación de cada
militante será decisiva para el buen éxito del proyecto.
¿Cómo se desarrollará esta participación? A
reserva –lógicamente- de que la práctica nos haga modificar criterios,
seguiremos este procedimiento: el militante (urbano o profesional) discutirá
con su responsable el contenido general de su colaboración, en completa
libertad. Las únicas y obvias restricciones están dictadas por la seguridad
personal de los militantes, por una parte, y el principio “nada contra la revolución”, por la otra. Ya se verá que este
último criterio no es tan difícil de aplicar como pudiera pensarse.
Luego, por medio de su responsable, el militante
hará llegar su colaboración a la Dirección de NEPANTLA, la cual hará las observaciones pertinentes y procederá
–si así lo determina- a la publicación del artículo.
Para terminar, tengamos presente que, en su afán
de minimizar las posibilidades revolucionarias de los pueblos que explota, el
imperialismo pregona nuestras supuestas incapacidades, haciéndonos creer que
estas tareas –y con ellas nuestra liberación- están más allá de nuestras
fuerzas. Pero esto no es cierto. Hay que tener claros cuáles son los
propósitos que perseguimos con este trabajo, hay que sobreponerse a la feroz y
mal entendida “autocrítica” que ha
esterilizado tantos talentos. Hay que mostrarnos a nosotros mismos en la
práctica, que NEPANTLA, que la
revolución misma, son posibles.
¡Vivir por la Patria o
Morir por la Libertad!
La Dirección de las
Fuerzas de Liberación Nacional.
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