Un pueblo unido, jamás será vencido (podemos cambiar aquello que nos han dicho que era imposible cambiar)
por
MUJERES QUE SABEN LATIN
22
septiembre, 2013
Yadira Hidalgo González
“La
forma más común de la que la gente entregue su poder, es que crea que no lo
tiene”
Con esta frase abre el estupendo
documental de Jennifer Siebel Newsom Miss Representation,
premiado en el Festival de Sundance en el año 2011. En él, se hace un análisis
y reflexión, a través de las voces de reconocidas actrices y políticas, así
como de estudiantes e intelectuales, sobre la forma en la que las mujeres hemos
sido representadas en los medios de comunicación y la pasividad y normalización
con la que todas las personas consumimos estos mensajes, que en su mayoría,
ofenden, ridiculizan y estereotipan las acciones de las mujeres y al mundo
femenino.
Miss Representation es una denuncia de que aquello que consideramos normal no lo es y
demuestra con datos duros y exposición de casos que lo que muchas veces nos
cuentan los medios de las mujeres, no solamente no aporta nada a la
construcción de sociedades igualitarias y respetuosas sino que además, lastima
la dignidad y propicia la violencia contra el 52 por ciento de la población
mundial.
Usar los medios a nuestro
alcance para difundir y propiciar cambios en la forma en la que ordinariamente
concebimos al mundo, es una forma de usar el poder, un poder instrínseco del
cual muchas veces dudamos, debido a que nos han socializado en la idea de que
carecemos de él y que además, la única manera de ejercerlo es vertical e
individualmente. Por ello, al mirarnos en soledad, nunca creeríamos que somos
capaces de contar con poder alguno.
Sin embargo, los últimos
acontecimientos emanados de las marchas y protestas contra la llamada Reforma
Educativa, por parte de integrantes del magisterio mexicano, demuestran
claramente lo que es hacer uso del poder de otra manera, de una manera más
efectiva y apabullante, de una manera colectiva.
El poder utilizado y
ejercido de manera colectiva conlleva compromisos que representan todo un
reto para la población mexicana, acostumbrada a viejas prácticas políticas como
la de centrarse en la figura del líder. Sin embargo, esta figura se ha ido
desgastando al quedar demostrada no sólo su ineficacia para los tiempos que
corren, sino la facilidad con la que la corrupción y la coerción alcanzan
más fácilmente a una persona que a 30 0 50 mil. Al desconocer a sus líderes, el magisterio y la
sociedad civil que les apoya, ha dado un paso importante en la evolución de la
democracia en este país.
Pero no todo es miel sobre
hojuelas, el aparato represor, como ya lo vimos la madrugada del 14 de
septiembre, tiene a la fuerza bruta de su lado y hará uso de ella cuando así lo
crea necesario. Así mismo, tiene la capacidad económica y logística para
utilizarla según su conveniencia, como quedó demostrado en los acarreos de los
gobiernos priístas que se llevaron a cabo en diferentes partes de la república
durante la ceremonia del Grito de Independencia.
La respuesta de la sociedad
civil se ha hecho patente en las redes sociales, que se han convertido en el
medio más utilizado para difundir y acceder a la información que nunca se verá
en los medios tradicionales y por ello, ha habido intentos de utilizar las
redes para tratar de “desmovilizar” la
fuerza del poder ciudadano que cada día es más tangible y crece como una bola
de nieve.
El reto actual es no dejar
caer esa fuerza que se ha creado y al mismo tiempo convertirla en indudables
demostraciones del poder colectivo. Las mega marchas y las manifestaciones han
demostrado servir para lo que son, pero es tiempo de comenzar a usar ese poder
de convocatoria para impulsar acciones alternas que sean igual de contundentes.
El tiempo que corre lo permite:
somos millones a quienes las reformas promovidas por los gobernantes en turno
nos afectan en diferentes formas, son millones quienes actualmente
están padeciendo las consecuencias de la corrupción y la mala planeación
gubernamental frente a los desastres naturales, somos millones quienes cotidianamente
demostramos nuestro hartazgo.
Por ello es que hoy, más
que nunca, la consabida frase que no falta en ninguna marcha vuelve a cobrar el
sentido, otrora diluido en la demagogia. El rescate de las palabras y su
resignificación, también son muestras de ese enorme poder colectivo con el que
entre todas y todos, podemos cambiar aquello que nos han dicho que era
imposible cambiar.
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