Las batallas del magisterio. Entrevista a los profesores Hugo Aboites (UAM) y Enrique Ávila (Normal Superior)
por Adazahira Chávez
Foto:
Jamie Forde
Publicado
el 23 de septiembre de 2013.
Contra la que sería la
reforma más sencilla de implantar, el Estado mexicano encontró una prolongada
oposición. “Lo que se juega el gobierno
es la credibilidad ante los inversionistas extranjeros”, apunta el
investigador Hugo Aboites.
México. Para el Estado mexicano, es
necesario imponer la reforma educativa con un mínimo consenso social porque
repercutirá en su nivel de credibilidad ante los inversionistas extranjeros,
afirma el investigador y doctor en educación Hugo Aboites. Los profesores tratan de defender las conquistas laborales y educativas
logradas en 80 años, pero sus manifestaciones en la ciudad de México, iniciadas
el 19 de agosto, “no son la última
batalla contra la reforma”, afirma Enrique Ávila Carrillo, profesor de la
Escuela Normal Superior.
El empeño del gobierno en imponer la reforma educativa, coinciden Ávila y Aboites, se debe a los compromisos adquiridos por los
gobiernos federales con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) y los organismos empresariales. “Quizá ahora no se puede echar atrás la reforma al artículo tercero
porque la correlación de fuerzas no es suficiente”, considera Ávila, pero
los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE), especialmente los oaxaqueños, “no
van a tirar la toalla”.
“El paquete general de reformas se colocó para poner a México en posición
de atraer capitales. Si el gobierno se atora en la primera, la educativa, que
se supone que es sencilla –porque el discurso de ‘mejorar la educación’ atrae
opiniones positivas- y no tan importante como la hacendaria y la energética,
envía la imagen de que su programa estructural no podrá realizarse”, valora Aboites, docente de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM).
Quienes encabezan el
gobierno “están empeñados en darles el
control de la educación a los privados, y eso se demuestra con que Sylvia
Schmelkes, la presidenta del Instituto Nacional para la Evaluación de la
Educación, fue parte del organismo empresarial Mexicanos Primero, al lado de
Emilio Azcárraga, Lorenzo Servitje y todos los ricos, que ahora resulta que les
preocupa mucho la educación”, denuncia el profesor normalista. Lo que está
en juego para los profesores es defender los derechos laborales que ganaron
durante 80 años, “desde la época de
Vasconcelos, y que se borran ahora con la mano en la cintura”, indica
Ávila. Además, “la educación está dejando
de ser pública a pasos agigantados”, señala.
La corrupción es otro
motivo detrás del empeño gubernamental en implantar la reforma, agrega Ávila
Carrillo. “El Partido Revolucionario
Institucional (PRI) es sinónimo de
corrupción. Ellos ven al sector como un botín de cargos políticos y grandes
negocios”, indica. Tan sólo en las pruebas Enlace, el gobierno gastó 7 mil millones de pesos “que se van a empresas, al Ceneval
(Centro Nacional de evaluación para la Educación Superior) y a la imprenta del primo del funcionario”, ejemplifica. “Eso se refleja de inmediato en la calidad
de la educación”.
Modelo educativo, errático, individualista y privatizador
Con la evaluación y las reformas, “se trata de adelgazar la planta de
maestros, y que las relaciones laborales pasen a ser simplemente
administrativas con el empleador, sea éste un municipio o una empresa”,
resume Ávila, ex preso político durante el movimiento estudiantil de 1968. “Lo mismo, pero con distintos ritmos, ya
sucedió en Finlandia, España, Grecia e Italia”.
La intención de esta reforma no es
solamente quitar derechos laborales a los profesores, abunda Aboites, sino
fortalecer un modelo educativo contrario al espíritu del artículo tercero
constitucional: “Se trata de formar
capital humano, fuerza de trabajo, y no gente consciente capaz de resolver sus
problemas y cumplir sus compromisos personales, familiares y con sus
comunidades. Eso es lo que habría que decirle a los padres de familia”.
Quienes buscan afianzar el nuevo modelo
educativo y laboral, indica el profesor normalista, son un grupo “que desde hace 70 años se dedica a destruir
la educación pública, con planes y programas como el Plan 11 años –del que
nunca supimos los resultados-, la reforma
conductista, el constructivismo y hasta en un momento, nos prohibieron reprobar
a los alumnos. Son ellos los que han destruido la educación, no los profesores”,
afirma.
El gobierno pretende afianzar un modelo
individualizador que está en marcha y que tiene ejemplos en “el Acuerdo por la Calidad de la Educación y
la Carrera Magisterial, hechos junto con Elba Esther Gordillo”, puntualiza
Ávila. “En esta reforma se habla de que
los directores de las escuelas serán líderes y tomarán cursos de eso. Eso es la
pedagogía nazi, el principio del dirigente y del ultraindividualismo”,
indica el profesor Ávila.
Oferta-demanda, en vez de alumnos
El modelo de pagar a los profesores de
acuerdo a los resultados de los exámenes suyos y de los alumnos (que se tratan
de llenar bolitas, no de razonar, aclara Ávila) cambiará la dinámica escolar. “De una relación humanística, pasará a una
de oferta-demanda; no se luchará por lo colectivo, sino por la individual. Como
a las escuelas se les restará el gasto si hay malos resultados, y de eso
dependerá el salario, habrá corrupción”. Ávila indica que no es una
afirmación al aire, pues eso ya se practica en algunas de las pruebas que se
hacen: “El día que sé que hay evaluación,
mejor le digo a mis alumnos más ‘burros’ que no vengan, y le pido prestada a la
maestra Petrita algunos alumnos buenos. Eso incluso se hace entre escuelas”,
afirma.
Ávila insiste en que los docentes no se
niegan a la evaluación, “sino a las
tonterías que se le ocurren al gobierno. Imagínate, con todos los años de
servicio que tengo, ahora vendrá un muchachito recién egresado de una escuela
patito, que nunca en su vida ha dado clases, a vigilarme y evaluar”,
ejemplifica el autor de libros de texto como México por su historia, de los
orígenes a la independencia.
La privatización que los profesores
anuncian que se desliza en la reforma tiene antecedentes. Por ejemplo, en
muchas escuelas ya son los padres los que deben organizarse para pagar jergas,
gises, pizarrones, internet y teléfono cuando hay, relata el profesor Ávila. “Además, en las escuelas de tiempo ampliado
se deben pagar 20 pesos diarios por alumno. Súmele a eso las cuotas, las
fiestas y los uniformes, y entonces el gobierno poco a poco se deshace del
compromiso que tiene con la sociedad”.
Polvorín
“Lo que están haciendo en el gobierno es proteger la podredumbre que
generaron en los últimos decenios. Vendieron la nación, rebajaron los niveles
de educación al mínimo y concluyeron que ya no funciona por los ‘privilegios’
de los profesores –que son tener sindicato, aguinaldo de 40 días y los tres
meses pagados por embarazo”, exclama Ávila.
El gobierno buscará una salida política
al problema que le generan las movilizaciones, pues necesita presentar una
imagen de eficiencia y capacidad de liderar. “Por eso no puede reprimir con toda la fuerza del Estado, no es una señal
positiva. ¿Quién quiere invertir en un polvorín?”, precisa Aboites, quien
fue candidato a rector de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. “Al gobierno le conviene una imagen de que
tiene capacidad de dar respuestas más tersas, pero que está dispuesto a usar la
fuerza”.
Lo que podemos esperar es que los
profesores de la Coordinadora “presionarán,
buscarán una salida política, lo pensarán y luego se retirarán a organizarse y
establecer nuevas reglas, pues la sección 59 en Oaxaca se dedicó a ocupar las
escuelas estos días”, informa el investigador Ávila Carrillo.
Los docentes, específicamente los
integrantes dela sección 22 de Oaxaca, “se
retirarán ordenadamente cuando decidan hacerlo. No tirarán la toalla, como los
de Michoacán”, valora Ávila. “Ellos
tienen vida en las comunidades, a través del tequio. Regresan y tienen el
respaldo y respeto de sus pueblos. No es por nada que tienen el control”.
Ávila considera que es muy difícil
echar atrás la reforma al artículo tercero, pues “la correlación de fuerzas no es suficiente, y si Peña Nieto lo abroga,
los legisladores se le echarán encima”, valora. “Quizá lo que sí se logre es reformar la reforma”, aclara.
Una hipotética retirada sin echar abajo
las reformas, considera Ávila, no debe ser vista como un fracaso magisterial,
pues “el simple hecho de que hayan estado
aquí es una victoria. El gobierno creía que con encerrar a Elba Esther Gordillo
en un hospital no iba a haber problema”, valora el docente, quien recuerda
que una movilización similar tuvo lugar a principios de los ochentas, y en ella
la sección 22 consiguió un aumento salarial para los profesores de cerca del 30
por ciento. “Pero eso las televisoras no
quisieron verlo”.
Respecto a las consignas lanzadas por
algunos profesores oaxaqueños contra su secretario general, durante la marcha
del 18 de septiembre, destacadas por diversos medios de comunicación como
expresiones de ruptura interna, Ávila advierte que son expresiones que se
superarán sin llegar a mayores incidentes. “Oaxaca
pertenece a la Coordinadora desde 1982, y desde entonces tiene el control. Eso
no es por obra y gracia del espíritu santo. Por algo es la joya de la corona”,
finaliza.
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