Publicado
el 30-07-2013
Alejandro Lugo Morán, uno de los compañeros aún
procesados por la represión del 1 de diciembre de 2012
Alejandro es muy alto para ser detenido por un solo elemento de la
policía capitalina, es alto y es fornido, por lo que para que su detención se
concretara varios policías intervinieron. El video lo demuestra
contundentemente. Fue así como lo conocí, a través de las cámaras de vigilancia
de la Secretaría Seguridad Pública, a través de las fotografías que se le
tomaron al interior de la cárcel, las fotos que su madre y su compañera nos
mandaron para hacer un perfil en nuestra página; lo que terminó de darnos una
idea de quién era fue la entrevista que nos dio su hermana a un lado del patio
de los juzgados del Reclusorio Norte.
Todo ese tiempo, mientras su familia y amigos,
colectivos y organizaciones sociales se movilizaron por su liberación y la de
los otros detenidos y él continuaba preso. Las semanas se agotaron y en varios
momentos la posibilidad de que él y los últimos 13 detenidos que se mantuvieron
detenidos, fueran liberados, se escapaba, sin embargo, en las filas de la
visita el ánimo no se caía. Aquel 27 de diciembre por la noche Alejandro fue el
último en ser liberado y fue el más pesado cuando intentaron cargarlo para
vitorearlo. Sus dreadlocks
sobresalían, eran su atadura a la vida antes de convertirse en preso político.
Ahora Alejandro es nuestro amigo, hemos
convivido en muchas actividades políticas en una ciudad que ha mostrado el
rostro perverso de su gobierno, hemos bromeado mucho sobre la situación de la
prisión (mejor reír que llorar), nos hemos tomado unas limonadas en ratos de
ocio o mientras descansábamos luego de grabaciones o conferencias de prensa. Nos
reímos mucho con historias que hablan de máquinas para engargolar las copias de
la recomendación 07/13 que se emitió por parte de organizamos de derechos
humanos, nos reímos porque se trata de una historia que hacía de Alejandro
alguien más humano que sólo un preso más víctima del sistema político mexicano.
Ni qué decir de que nos ha enseñado a jugar
baraja y al mismo tiempo la hemos pasado muy bien discutiendo sobre temas
políticos, que gracias a las diferencias de concepción, lo que hemos hecho
es enriquecernos en debates e ideas. Por eso y por mucha camaradería, Alejandro
es nuestro amigo. Nos parece injusta la historia que le ha tocado vivir desde
el 1 de diciembre, pero para ese relato, mejor que él mismo hable.
Heriberto Paredes Coronel
Conocí a Alejandro el miércoles 5 de diciembre del 2012 en el Juzgado 47
del Reclusorio Norte, me encontraba esperando a que se desahogaran las pruebas
de mi detención arbitraria y preparando mi defensa; el caso: 1 de diciembre.
Mismo caso que nos mantenía recluidas a 70 personas. Ese día fue la primera vez
que las chicas que permanecíamos presas en Santa Marta veíamos a todos los
hombres que estaban en el RENO.
En esta ocasión no hablaré de la injusticia, la
arbitrariedad, la violencia o las violaciones a las que fuimos sometidas
aquellos días; esta vez, quiero hablar de cuando conocí a Alejandro, de cuando
entró a ese mini cuartucho, donde los presos esperamos que el proceso se lleve
a cabo, del otro lado de la reja, viendo a los familiares y amigos con las
caras desencajadas. No puedo explicarlo muy bien, sólo sé que comenzamos a
platicar de nuestras respectivas detenciones, de las condiciones en las que
estábamos, de cómo nos sentíamos, bastó compartir más o menos media hora de
charla, para que Alejandro Lugo se convirtiera en mi hermanito. Recuerdo con
dolor el día de mi liberación, el 9 de diciembre, lo hago así porque dejábamos
a 14 personas que desde entonces y hasta ahora son de los míos.
Tras las rejas, entre ellos, aquel personaje
grande y entero que me reconfortó con sus palabras en esos momentos de
frustración y miedo, aquel que conocí en el Juzgado 47 del RENO. Pasó un tiempo
más para que lo viera en libertad y mientras tanto la conexión con su
compañera, no se hizo esperar, comencé a conocerlo más a profundidad a través
de ella. Cuando al fin lo veo en libertad, trabajo le costó reconocerme, pero
eso no importó, estábamos marchando, exigiendo el desistimiento de los cargos
imputados a él y 13 personas más.
Desde ahí, no hemos dejado de caminar juntos
haciendo la misma exigencia, y se han sumado y multiplicado más razones para
caminar juntos, porque ahora existe gran cariño de mi parte hacia Alejandro y
toda su familia, ahora Alejandro Lugo Morán es mi amigo en toda la extensión de
la palabra.
Regina López
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