Historia de la lucha y la cultura
zapatista • 2007, Paraíso, Tulijá,
MAREZ Ricardo Flores Magón. Foto: S. Petersen
La memoria se cultiva y se produce en
colectivo
Colectivo Híjar,
Desinformémonos, periodismo de abajo:
https://desinformemonos.org/el-derecho-a-la-memoria/
01 de agosto de 2020.
VER VIDEO:
Revelan historia de las Fuerzas de Liberación
Nacional y la guerra fría en México entre 1969-1974
El 6
de agosto de 1969 se fundan en Monterrey, Nuevo León,
las Fuerzas de Liberación Nacional, organización político-militar que
buscaba la transformación de México por la vía armada. Las FLN se
distinguieron de otras organizaciones por la elección de “la acumulación
de fuerzas en silencio”, lo cual implicaba la preparación no solo
práctica sino política de sus militantes para, luego, emprender la lucha.
El 14 de febrero de 1974 se marca
como la fecha del exterminio de las FLN. Un día antes, cae en Monterrey
una casa de seguridad, dos de sus ocupantes son detenidos y torturados hasta
que un día después, conducen a las fuerzas represivas a San Miguel Nepantla
donde caerá la Casa Grande con un saldo de 5 compañeros y compañeras
asesinados y 2 capturados. De ahí, seguirán a Chiapas tras el primer
Núcleo Guerrillero Emiliano Zapata, con el mismo resultado, caen 8
compañeros y 1 compañera. Dos de ellos, Murcia y Alfonso,
sus nombres de guerra, son capturados, trasladados al Campo Militar N°
1 y desaparecidos hasta la fecha. Justo un año después, caerán Aurora
y Gonzalo en Tabasco.
Ese mismo día, fueron detenidos con
violencia por la Dirección Federal de Seguridad, varios compañeros en Monterrey
y en la Ciudad de México, Alberto Híjar Serrano, y sujetos de desaparición
forzada durante 6 días para luego ser presentados en la cárcel de Lecumberri.
Supimos que fueron cautivos en Circular Morelia 8, Col. Roma, centro
clandestino de detención de la DFS. En febrero y agosto de 2019, colocamos
placas de mosaico por la memoria en Circular Morelia y en la Casa
Grande en Nepantla.
Damos testimonio de que la memoria se
cultiva y se produce en colectivo. Desde niñas, cuando atestiguamos el
violento secuestro de nuestro papá, la realidad nos fue explicada amorosamente.
Dicen los expertos que estos acontecimientos impactan, al menos, tres
generaciones familiares. A la par, cuentos, películas, canciones, retratos y
personajes, actos político-culturales diversos alimentaron nuestra infancia. Vietnam,
Cuba, Uruguay, Chile, toda Nuestramérica poblaban
nuestros imaginarios infantiles y, por supuesto, la otra historia de
México.
Nuestra identidad se construyó con todo
ello incluido. Esto resulta importante porque creemos que la memoria
constitutiva individual, la que nos distingue, nos ubica y forma parte de nuestra
vida cotidiana, es elegible. Habrá quien repudie su herencia y su memoria de
lucha y habrá quienes la asumamos como parte integral de nuestras vidas para
reproducirla, erigirla colectivamente, transmitirla y documentarla. El
pasado se atropella con el presente y la memoria no solo se ubica en el
recuerdo y en la razón sino en el cuerpo y en las emociones. Cada
febrero duele.
“Memorias heridas” denomina Paul Ricoeur a aquellas
que enfrentan diversas dificultades para construir su relato. Este es el caso
que nos ocupa: la falta de testimonios directos, la falta de evidencias
físicas, el silencio necesario. Incluso, hay una memoria por adscripción cuando
uno elige acontecimientos y personajes del pasado remoto o reciente, como parte
de la historia propia, como parte de la genealogía personal.
Todos los días ocurren sucesos y
acontecimientos que debemos resguardar para alimentar la memoria de lucha,
conmemoraciones que no deben caer en el olvido, nombres y rostros que,
siguiendo a Julius Fucik, debemos hacer nuestros. Si no lo hacemos
nosotros, nadie lo hará. Los procesos de memoria son procesos de trabajo con
perspectiva histórica en búsqueda de los sentidos precisos, lo
más apegados a la verdad a partir de los indicios, las huellas, los testimonios
directos e indirectos, de ahí la importancia de la documentación e
investigación precisa alrededor de la otra historia, la que no
ocupa reportajes ni el interés de los medios de comunicación masivos sino, más
bien, el trabajo constante y tenaz de compañeras y compañeros de distintas
disciplinas que diario dan cuenta de los hechos, los trabajos y quehaceres, las
microhistorias de personas y comunidades enteras para construir relatos con
historia no ajenos a dificultades, como el filtro del tiempo en el recuerdo
o a conflictos respecto a un mismo hecho. Lo memorable entonces, podrá
integrar una narrativa que será comunicable para quien quiera atenderla,
tal como hace Desinformémonos.
En este camino, se establecen lazos
fuertes y sólidos a partir de lo que une, de lo común compartido y la familia
elegida crece por las relaciones entrañables construidas. Memorias
compartidas que generan una identidad colectiva y una comunidad concreta.
Uno nunca está solo en esta historia y los tiempos infames hacen crecer los motivos
y las causas. Nos reconocemos como comunidad de memoria viva lo cual
exige acciones y prácticas de diversa índole. Praxis de la memoria que
demanda, todo el tiempo, generar los espacios y tiempos, las rutas y
las formas más efectivas para el contagio significativo, de ahí la atención
constante a los empeños y experiencias en otros lugares y países de los que
aprendemos tanto.
Ejercemos nuestro derecho a la memoria, lo que incluye no solo el
reconocimiento y la emulación de tantas y tan dignas vidas ejemplares, el
establecer nuestro calendario conmemorativo y las efemérides que nos son
significativas, la reivindicación de nuestro derecho a ocupar el espacio
público para señalar y denunciar, pero también para honrar
acontecimientos importantes generalmente ignorados por la mayoría. El
derecho a la memoria, como práctica política, incluye también el derecho
a la verdad y a la justicia en todos y cada uno de los acontecimientos
históricos que atesoramos y que, en el caso de la memoria de lucha,
permanecen en su mayoría impunes, como es el caso de las FLN.
Deber de memoria, dicen quienes se sitúan a la altura de
los tiempos infames. A raíz del documental “Nepantla: la insurrección de
la memoria” producido por AMV en 2009 y disponible en YouTube,
recibimos dos mensajes emotivos: el primero, en 2019, del nieto de Fidelino
Velázquez Martínez “Arturo”, campesino indígena caído en
Chiapas en 1974, firmado por toda la familia y, el segundo, en 2020, del
sobrino de Anselmo Ríos Ríos “Gabriel”, caído en la Casa Grande
el mismo año. Esto muestra, además del orgullo y reivindicación de pertenencia
a esta comunidad de memoria, la necesidad de información e
investigación alrededor de hechos del pasado que siguen presentes.
En este sentido y respecto a las FLN,
podemos mencionar las dos tesis, de licenciatura y maestría, de Adela
Cedillo: El fuego y el silencio. Historia de las FLN (1969-1974) y El
suspiro del silencio. De la reconstrucción de las FLN a la fundación del EZLN
(1974-1983); la novela histórica de Fritz Glockner, Veinte de
cobre; los subcapítulos dedicados en México armado (1943-1981) de Laura
Castellanos; los tres libros sobre las FLN editados por La Casa de Todas
y Todos, de la serie Dignificar la historia; la “Relación de
hechos” de julio de 2002 en la Casa Museo del Dr. Margil,
firmada por el SCI Marcos, en donde se reconoce a las FLN como parte
de la historia del EZLN, “los Primeros” los denominan y de
ellos y Murcia hay un mural en el Caracol de La Garrucha pintado por el Muralismo
Comunitario Participativo encabezado por Checo Valdéz, entre otros
materiales, publicaciones y archivos que se siguen produciendo. En esta línea
estarían, por ejemplo, los documentos resguardados en el Centro de
Investigaciones Históricas de los Movimientos Armados (CIHMA) y el Centro
de Documentación de los Movimientos Armados (CEDEMA), así como los
importantes libros testimoniales y los documentales del taller editorial La
Casa del Mago.
Habrá que incluir en esto los archivos familiares de las memorias interrumpidas pero sobrevivientes al silencio y al olvido, como lo han hecho en los Centros Provinciales de Memoria en Argentina con la incorporación de los archivos personales conformados por las madres y abuelas de la Plaza de Mayo en su largo caminar, testimonios valiosos que abonan al conocimiento de hechos que no son del pasado mientras no haya verdad y justicia plenas.
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