Megaproyectos
de la 4T, entre la defensa de AMLO y el rechazo de afectados
Nayeli
Escalona,
Contralínea:
13 de enero
de 2020.
El Tren Maya, el Corredor Transístmico y el aeropuerto de Santa
Lucía, principales megaproyectos del gobierno federal, se enfrentan al rechazo
de sectores sociales. Mientras el presidente López Obrador afirma que éstos no dañarán el ambiente ni desplazarán a
comunidades indígenas, opositores señalan que son obras basadas en el despojo y
la destrucción.
A lo largo del país
se desarrollan focos rojos de descontento social. Muchos de ellos, producto de
megaproyectos impulsados por gobiernos pasados, pero también están los surgidos
por las grandes obras de la administración de Andrés Manuel López Obrador,
principalmente el Tren Maya, el Corredor Transístmico y el aeropuerto de Santa
Lucía.
En ese contexto, el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) ha llamado a una serie de
movilizaciones entre el 20 y el 22 de febrero, que incluyen una marcha en la
Ciudad de México por “Justicia para nuestro Hermano Samir Flores
Soberanes” y contra los megaproyectos.
A pesar de que los
zapatistas no son los únicos actores sociales que rechazan las grandes
infraestructuras, las resistencias no están cohesionadas.
El activista Miguel
Ángel García, coordinador de Maderas del Pueblo e integrante del Istmo es
Nuestro, expone que esto se debe a que López Obrador aún “tiene un cheque en blanco de 30
millones de votantes”.
En entrevista,
advierte que, gracias a ese capital social, el gobierno “ya logró pasar las reformas
energética, educativa y biotecnológica, y vienen las reformas agraria y del
agua, que ya están en discusión. A López Obrador nadie lo cuestiona, sólo somos
unos cuantos”.
Incluso muchos
opositores a megaproyectos no necesariamente están en contra del gobierno, como
explica Lidia Suárez, colaboradora de la organización Nueva Constituyente
Ciudadana Popular de Baja California. “En mi organización todavía siguen
optimistas, esperando que la cuarta transformación mejore las condiciones en el
país, y que van a haber políticas que sí favorezcan las necesidades sociales”.
No obstante, para la
activista “eso es relativo, porque veo una continuidad de un proyecto neoliberal.
Se ve claro por las inversiones privadas”. Nueva Constituyente lucha en
Mexicali contra la privatización y venta del agua a Estados Unidos, vía la
instalación de dos desalinizadoras; así como de la construcción de la cervecera
Constellation Brands.
De esta última,
Suárez señala que se trata de “una inversión de 750 millones de dólares
que se ha estado deteniendo por las presiones sociales. Estos megaproyectos son
de mucho riesgo, de deterioro ambiental y contra el derecho al agua de la
población”.
Por ello, considera
que la nueva política del agua es evidencia de que no hay cambio: “los
diputados de Baja California han dicho que la iniciativa de Ley de Aguas
federal no intenta privatizar pero, ¿por qué permiten que se instalen
desalinizadoras? Están poniendo las condiciones necesarias para que estas
empresas se instalen tranquilamente y hagan sus negocios y se beneficien”.
La activista señala
que tampoco existe un cambio en la política económica: “a nivel del proyecto real de un
país que [el presidente] tanto criticaba, no veo una alternativa al
neoliberalismo. Ni veo que se le apoye a todos los pueblos originarios: los
están devastando”.
Oaxaca:
renace la oposición
Las diversas resistencias se encuentran pero no alcanzan a hacer
un frente común. López Obrador “todavía tiene un gran capital para hacer lo
que quiere, como lo dice en sus mañaneras. Se burla de la democracia. No
entiendo cómo intelectuales siguen creyendo en eso si lo dice Andrés Manuel.
Mientras [la gente le] tenga confianza, va a avalar todo lo que
haga y diga [el presidente], entonces tiene un cheque en blanco muy peligroso”,
dice el coordinador de Maderas del Pueblo.
No obstante, Oaxaca
puede ser el principal obstáculo para los megaproyectos de este gobierno,
considera Mario Quintero. El integrante de la Asamblea de los Pueblos Indígenas
del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio (APIIDTT) explica a
Contralínea los esfuerzos que están haciendo para cohesionar la lucha, pero a
nivel regional.
“Con varias
organizaciones, comunidades y pueblos de la región, del estado y de otros
estados promovemos la campaña el Istmo es Nuestro, que reivindica la consigna
de la década de 1990 por la defensa del territorio del Istmo de Tehuantepec:
Oaxaca, Veracruz, Tabasco y Chiapas”.
El opositor refiere
que esa campaña fue revivida “por el anuncio de imponer nuevamente el
proyecto del corredor interoceánico con la cuarta transformación”.
Agrega que, desde 2004, López Obrador promueve esa obra: “en su libro ‘Un plan de nación’
anunció el desarrollo del Istmo, luego en su campaña de 2006, en su campaña de
2012. No por nada visitó 11 veces Oaxaca en 2019: obviamente entiende que es
donde está la mayor fuerza de resistencia y de movilización y va a haber mucha
confronta”.
Con sede en
Juchitán, la APIIDTT no sólo promueve la campaña contra el Corredor
Transístmico, sino que también se encuentra en resistencia civil contra las
altas tarifas de energía eléctrica y por el derecho humano ésta, y es parte del
Congreso Nacional Indígena y del Consejo Indígena de Gobierno y de la Red
Nacional de Resistencia Civil. Por ello, también se opone a la industria
eólica.
Resistencias
desagregadas
Miguel Ángel García observa que los movimientos de oposición sí
tienen una oportunidad de frenar las grandes obras, en especial el Tren Maya y
el Corredor Transístmico: “Hay que ganar tiempo: los inversionistas no
van a venir, ésa es la gran ventaja: no van a venir si no hay paz social”.
Pero las luchas son
aisladas, como la que libran los miembros de la Asamblea Veracruzana de
Iniciativas en Defensa del Ambiente. De ésta, el poeta Juan Alberto Arellano
Mariano, conocido como Majloc,
refiere que es contra las mineras cercanas a Laguna Verde: Caballo Blanco y El Cobre,
que quieren ser intervenidos por empresas de capital canadienses.
“Queremos la
cancelación de las concesiones mineras por el riesgo que representan, por estar
en un lugar de biodiversidad muy grande de Veracruz y de México.
Principalmente, porque están cerca de Laguna Verde”.
Arellano Mariano
critica que, en su discurso, López Obrador dice no al neoliberalismo, pero todos los proyectos que está impulsando
son neoliberales. “Ninguno es de sustentabilidad desde adentro, que se preocupe primero
por lo que se preocupan los pueblos: por el agua, por la comida, por la
seguridad. ¿Cómo quieres poner un corredor industrial interoceánico que pasa de
Veracruz a Oaxaca, una zona donde no se ha parado el problema de seguridad?
Siguen extorsiones, sigue la desigualdad. En un lugar donde Pemex llegó y
prometió progreso, pero la inseguridad creció, y donde hay personas muy ricas y
personas muy pobres”.
Otras
resistencias
Los proyectos como el Tren Maya y el Corredor Transístmico deben
ser estructurados con los pueblos por medio de consultas, además de tomar en
consideración las opiniones de científicos y académicos para que tengan el
menor impacto posible en la gente, dice Arturo Mendoza, activista del Colectivo
Hermanos Serdán.
“Pero en relación con los demás
megaproyectos -como la hidroeléctrica en Morelos, el fracking, la minería a
cielo abierto- sí estamos totalmente en
contra. No apoyamos ese tipo de megaproyectos. También el planteamiento del
Tren Maya y el Corredor Transístmico pues, como lo tienen actualmente, no lo
apoyamos en esa tónica”.
Arturo Mendoza
asegura que el colectivo en el que participa no espera nada del gobierno de
López Obrador: “sabemos que la problemática, primero, es de la mentalidad del modelo
neoliberal, y pues también porque muchos personajes [a favor de ese modelo económico] siguen incrustados en el
gobierno”.
Agrega que su lucha
concreta es contra la privatización del agua en Puebla. “Y también estamos defendiendo el
territorio nahua del pueblo de La Resurrección, con un juicio de amparo por una
consulta de los pueblos originarios, y estamos en pláticas con el gobierno
municipal para una reforma al Código Reglamentario municipal donde se incluyan
los derechos de los pueblos originarios”.
Atomizadas, las
luchas se desarrollan sólo para resolver problemas locales. Sebastián José
Sánchez Ramos, originario de La Resurrección, Puebla, explica que el problema
social se ha desatado por la zona arqueológica: “son 170 hectáreas donde apareció
un dueño, que supuestamente ya tenía su escritura y estaba empalmada con las
escrituras que tenemos nosotros”.
Agrega que la
resistencia se agudizó porque en mayo del año pasado el supuesto dueño con el
que mantienen un pleito legal se acercó al Infonavit para hacer negocio: “ya
estaba mostrando el terreno para vender las 170 hectáreas. El agua, los
terrenos. Preguntamos a cuánto [iban a pagar] el metro cuadrado y dijeron que a 30 pesitos. ¡Imagínese! ¿Para qué me
sirven 30 pesos? Para nada. Ahorita ya nos organizamos, somos 450 afectados. No
todos participan, pero sí la mayoría”.
La
convocatoria del EZLN
“Hace 1 año, en diciembre de 2018, el capataz que ahora manda en
el lugar que se llama México, hizo una simulación de que pidió permiso a la
Madre Tierra para destruirla, entonces siguió unas cuantas personas disfrazadas
de indígenas y le pusieron a la Madre Tierra un pollo, trago y tortillas. Así
cree el capataz que la Madre Tierra le da su permiso para matarla y hacer un
tren que debería llamarse como su familia del capataz”, dijo el
subcomandante Moisés al conmemorarse el 26 aniversario del levantamiento armado
en Chiapas, días antes de anunciar las movilizaciones contra los megaproyectos.
Para el 2 de enero,
en su primera conferencia mañanera de 2020, el presidente Andrés Manuel López
Obrador respondió al EZLN que no cuenta
con información completa, pues la construcción del Tren Maya traerá beneficios
y desarrollo sin afectar a las comunidades indígenas.
No obstante, el 7 de
enero el EZLN convocó a las jornadas de resistencia en febrero: el 20, acciones
dislocadas en México y el mundo en defensa del territorio y la Madre Tierra, “por
justicia para nuestros muertos, nuestros desaparecidos, nuestros presos y en
contra de los megaproyectos de muerte”; el 21, a una marcha en la
Ciudad de México que partirá de las oficinas de la Comisión Federal de
Electricidad en Paseo de la Reforma, a las 4 de la tarde; y el 22, a una Asamblea en Defensa del Territorio y la
Madre Tierra, en el centro de la comunidad de Amilcingo, Temoac, Morelos, a partir de las 10 de la mañana.
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