Sembrando
Vida y organización comunitaria
Ana de Ita,
Directora
del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano (Ceecam),
La Jornada:
06 de
noviembre de 2019
Uno de los programas ‘estrella’
para el campo del presidente López Obrador debilita
desde dentro la organización comunitaria.
El programa
busca establecer en dos años un millón de hectáreas con milpa intercalada con
árboles frutales y maderables y generar 400 mil empleos. Las comunidades y
ejidos son seleccionados por su biodiversidad, pobreza y violencia y ascienden
a un total de 4 mil 120.
El programa Sembrando Vida se presenta ante las
asambleas comunitarias y ejidales para saber si aceptan participar. Hasta ese
momento reconoce que la tierra es de los ejidos y comunidades y que la asamblea
es la máxima autoridad en el territorio.
El problema
empieza con el requisito de que cada campesino o campesina -pues se prioriza la
participación de las mujeres- cuente con 2.5 hectáreas de tierra en posesión.
Los ejidatarios y comuneros son dueños de la mitad del territorio nacional,
pero en muchos casos no tienen esa superficie parcelada para su uso personal y
muchos jóvenes y mujeres no poseen tierra. Según el programa en estos casos
pueden acceder a la extensión requerida estableciendo un contrato de aparcería
con el núcleo agrario por lo menos hasta 2024. El ejido o la comunidad cede
tierras de uso común y propiedad colectiva al productor, quien dará a cambio la
mitad de su cosecha, pero no compartirá el pago de 5 mil pesos mensuales que le
otorga el programa.
Los ejidos y
las comunidades le dieron la vuelta a la privatización de la tierra que
significó el Programa de Certificación de Derechos Ejidales (Procede),
certificando la mayor proporción de la tierra, como de uso común, porque
mantiene las características de inalienable, imprescriptible e inembargable. Sembrando Vida impulsa que la propiedad
social colectiva sea parcelada e individualizada, será muy difícil que cuando
termine el programa, esa tierra vuelva a ser de uso común del núcleo agrario.
Los
programas forestales que otorgan recursos para los bosques y selvas que son
propiedad social colectiva se entregan al conjunto del ejido o comunidad, cuyas
asambleas definen su uso y distribución. Esto permite que una parte de los
recursos se invierta en aserraderos, beneficios, transportes o en
infraestructura, como letrinas, canchas, caminos, mantenimiento de escuelas,
etcétera, además de destinar otra parte de ellos al pago de las labores que
cada uno de los participantes realiza.
#NoProyectosDeDespojoDestruccionyMuerte #CNI-CIG |
Experiencias
autogestivas de empresas forestales ejidales también consideran el impulso a la
organización comunitaria y tienen en sus reglamentos la prioridad de contratar
para los trabajos a los hijos, a las mujeres, o a los avecindados sin tierra.
Pero en el
caso de Sembrando Vida los recursos
se otorgan a los productores individuales, quienes normalmente los destinan al
consumo personal, que no fortalece la organización comunitaria, ni dinamiza la
economía local. En regiones en las que ya ha iniciado el programa se ha notado
un aumento del consumo suntuario, por ejemplo de cerveza en lata.
El programa
se propone crear una organización paralela a la organización agraria, pues los
participantes se deben integrar a una Comunidad de Aprendizaje Campesina
integrada por 25 de ellos, que deben responder a un técnico productivo y a un
técnico social. Existe también un coordinador territorial para cada 50 mil
hectáreas y 20 mil productores. Los recursos del programa fortalecen esta
estructura gubernamental que puede ser utilizada con distintos fines.
Este
programa también provoca la diferenciación social, ya que hay un abismo entre
los campesinos que reciben su cosecha como producto de su trabajo, y aquellos
que, además de su cosecha, recibirán un salario de 5 mil pesos por mes, durante
seis años.
La
significativa entrada de dinero a las comunidades, que se celebra pues por
supuesto lo necesitan, debería estar dirigida de forma autogestiva por las
asambleas comunitarias para evitar la polarización social y redistribuir
oportunidades y tareas.
Pese a que Sembrando Vida operará en 19 estados, el
que concentra un quinto del programa es Chiapas, con 200 mil hectáreas y 80 mil
productores, a los que según cifras oficiales llegarán 400 millones de pesos
cada mes.
Sembrando Vida operará en 70 de los 118 municipios del estado y en mil 185
ejidos y comunidades. A su paso
competirá con esfuerzos de organización autónomos que por años han promovido la
agroecología, intervendrá en la
reserva de la biosfera Montes Azules, se
encontrará con los Municipios Autónomos Zapatistas, topará con movimientos de resistencia al despojo de sus territorios y
bienes naturales por empresas extractivas, buscará detener a los migrantes que quieren llegar a Estados Unidos.
El gobierno
de la 4T ha decidido impulsar la individualización de los apoyos antes que
consolidar las estructuras organizativas comunitarias que son una fortaleza
real en el país. Pronto podrán observarse los impactos de tantas balas de azúcar.
#NoPIM #NoSembrarMuerte |
Comentarios