El
feminismo en la UNAM: Asamblea Inter Universitaria de Mujeres (ASIUM)
Texto: Jocelyn
García,
Letruda,
feminista y (h)artista,
Fotografías:
Feministas de FFyL, Dian Como La Flor, Jocelyn García,
Publicado
originalmente en Colectiva Oleaje:
Publicado en
Desinformémonos:
Nota editorial:
Debido a la extensión
original de esta investigación, se ha decidido hacer dos entregas de la misma
para profundizar como es debido en la coyuntura actual en la FFyL-UNAM.
Invitamos a nuestras lectoras a estar pendientes de la segunda entrega.
Al cierre de esta entrega, 13:00 horas del 8
de noviembre, fue nombrado reelecto Enrique Graue como rector de la UNAM. Es
decir, no se ve que el panorama respecto a los casos de violencia de género
dentro de la universidad vaya a cambiar, ¿seguirá la simulación del protocolo
de género y la UNAD? ¿Será que sólo interesa la imagen protocolaria de la
máxima casa de estudios cuando se adhiere a programas de la ONU como He for She y no lo que hay de fondo: la
seguridad de las mujeres?
Desde Oleaje
queremos pronunciarnos y respaldar la lucha organizada de las compañeras que se
han atrevido a alzar la voz y a exigir justicia.
¡Se
va a caer!
Para ver fotos
originales de esta publicación ir a:
Colectiva
Oleaje,
09 de
noviembre de 2019.
PARTE 1
Desde hace años el feminismo en la UNAM, con sus diversas
vertientes, ha ido creciendo en la Facultad de Filosofía y Letras. Si bien,
antes ya había grupos feministas consolidados, el primer paro y asamblea
feministas fueron los que marcaron un parteaguas. Así, el movimiento ha ido aumentando
y tomando fuerza día con día.
Como
antecedente general está caso de feminicidio de Alí Cuevas Castrejón a manos de
su expareja en 2009. Alí era estudiante de la FFyL; compañeras y profesoras
crearon en su nombre el colectivo Alí Somos Todas. Desde entonces ya
se exigía justicia, debido proceso y esclarecimiento en los casos de violencia
machista contra las mujeres a las autoridades estatales y universitarias.
2016
El primer paro feminista, en noviembre de 2016, destapó la cloaca
machista que está inmersa en las entrañas de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UNAM, y en la Academia en general. Por primera vez, las feministas se
unieron para actuar dentro de sus espacios de estudio. Se hizo un tendedero de
denuncias anónimas, escraches, asambleas feministas. Se tomaron las
instalaciones rumbo a la organización y participación de la marcha por el Día
Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer.
Los
hombres de siempre
Los nombres de directivos, administrativos, profesores y alumnos
miembros de la comunidad de la FFyL formaban parte de las listas de agresores,
encubridores, violadores y machistas. Edgar Chías, Alberto del León Leal, José
Francisco Mendoza, son sólo algunos de los nombres de profesores denunciados
como presuntos agresores y misóginos que empezaron a sonar por ese año (y que
hasta la fecha siguen impunes). No hubo marcha atrás. Las compañeras
universitarias descubrieron la potencia de su fuerza colectiva al alzar la voz;
hicieron real la consigna “si tocan a una, respondemos todas”.
No conozco a
una sola mujer de la FFyL que no haya vivido o presenciado una agresión o
comentario machista dentro de las instalaciones. Desde compañeros de clase que
hacen mansplaining, profesores que
humillan a las mujeres en clase o hacen comentarios denigrantes como “¿para qué estudian si se van a casar?”,
“ustedes nunca serán escritoras”, “¿qué no conocen el dicho mujer que sabe
latín, ni encuentra marido ni tiene buen fin?”; hasta entorpecimiento en
procesos de titulación o trámites académicos; pasando por los diversos abusos
de poder, confianza y violencias físicas, sexuales y psicológicas.
Feminazis,
no mujeres violentadas
Entonces, la comunidad de la Facultad de Filosofía y Letras, no
entendía muy bien lo que sucedía. Había ánimos diversos y confusos respecto al
feminismo en la UNAM. Desde los que decían que no debían de ser separatistas
porque excluían a los hombres y los que nos llamaban “Feminazis” y amenazaban con golpear a las paristas; hasta quienes
querían sumarse, pero no sabían cómo apoyar o temían ser señalados(as) por
congeniar con ideales feministas.
Hay que
recordar que asumirse feminista es un proceso individual y complejo; tener un
cerco mediático que sataniza la libertad de las mujeres por ponerse del lado de
ellas mismas y no del opresor, es un acto político y revolucionario que
conlleva mucho trabajo y esfuerzo.
2017
Posteriormente, el 3 de mayo de 2017, asesinaron dentro de Ciudad
Universitaria a Lesvy Berlín Osorio.
Fue un crimen que marcó a todas las miembros de la comunidad universitaria. Un
espacio considerado “seguro” para
nosotras, se mostraba hostil y peligroso. Ya no había más en dónde refugiarse
de la violencia. Descubrimos que estábamos expuestas y que nuestras vidas
corrían riesgo en cualquier lugar. Peor aún, descubrimos que a las autoridades
de “la máxima casa de estudios” no le
importaban nuestras vidas ni nuestra seguridad. La PGR, UNAM, sociedad y
autoridades se empeñaron en revictimizar a Lesvy.
Si bien el
feminismo en la UNAM ya había comenzado meses atrás, este fue un hecho que nos
marcó y afianzó nuestro accionar político y comunitario. Las redes de cuidado y
acompañamiento de, por y para mujeres se convirtieron en el lugar de encuentro
y libertad para muchas. Así fue como nació Oleaje,
por ejemplo.
Nuevamente
las miembros de la comunidad de la Facultad de Filosofía y Letras se
organizaron para exigir justicia; el esclarecimiento de los hechos ocurridos
dentro de las instalaciones, disculpas públicas, acompañamiento y asesoría para
la familia de Lesvy.
Caravana
por Lesvy
Se llevó a cabo una marcha multitudinaria de Facultad de Ciencias
Políticas y Sociales a la cabina telefónica de la Facultad de Ingeniería en
donde fue hallado el cuerpo de Lesvy. Dentro de los contingentes que gritaban
consignas como “no fue suicidio, fue feminicidio” y “Lesvy no ha muerto, Lesvy somos todas”, se dejaban ver
lágrimas de tristeza y rabia, además de pancartas con denuncias de agresiones
cometidas dentro de CU.
Esta vez,
toda la comunidad universitaria se sumó a las exigencias; no podían no hacer
nada respecto a un feminicidio dentro de las instalaciones. La universidad,
como institución, brilló por su incompetencia para hacer el debido
acompañamiento a los familiares y brindar las herramientas necesarias para la
investigación.
Recuerdo que
en todos lados se hablaba de lo ocurrido, se creó el hashtag #SiMeMatan
como protesta y visibilización en redes sociales sobre estos tipos de
revictimización. Se señaló el entorpecimiento en centrar el foco en lo que
verdaderamente importa: nos están matando por el simple hecho de ser mujeres.
Rumbo al 25
de noviembre nuevamente se organizó paro en la Facultad de Filosofía y Letras
por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer. A
un año de distancia, la lista de agresores había crecido, y continuó así. Los
nombres que sonaban entonces como presuntos agresores, además de los
anteriores, eran: Cristopher Yescas, David Lara, Edward Bush, Huberto Bátiz,
Alejandro Manzano, etc.
Los
tendederos de denuncia y las paredes de los baños de mujeres de FFyL han sido
la herramienta de denuncia, autocuidado y prevención que han encontrado las
miembros de la comunidad. Muchas veces compartimos espacios con agresores sin
saber que lo son, y aunque lo sepamos, rara vez las autoridades hacen algo.
La sororidad
y la lucha se fue gestando entre paredes, mismas que trabajadores y alumnos
varones encubridores se empeñaban en limpiar porque “daban mala imagen”.
2018
Recién pasadas las actividades por el Día Internacional de la
Mujer, 8 de marzo, nuevamente las estudiantes organizadas de la FFyL llamaban a
asamblea separatista por un caso en concreto.
Hacía meses
que compañeras habían denunciado a su agresor y violador, estudiante del
Colegio de Estudios Latinoamericanos; sin embargo, el proceso fue entorpecido
por el abogado de la facultad, Jesús E. Juárez González, quien además de dejar
parada las denuncias de las compañeras, tuvo el descaro de llamarlas para
informarles de una “contrademanda”
por parte de su agresor e informarles que, según el procedimiento, serían
expulsadas.
Por ello,
las miembros de la comunidad se unieron para defender a las compañeras y amigas
contra tal injusticia, abuso de poder, misoginia y falta de lógica y ética. La
FFyL entonces ya contaba con un “protocolo
de género” y una oficina especial para llevar las denuncias que entrasen en
éste. Sin embargo, todo era una simulación para cumplir con la imagen
institucional; rara vez se hicieron las diligencias correspondientes y de la
manera adecuada.
Cabe
mencionar que la entonces abogada de la comisión de género, Socorro Damián Escobar, apoyó la
organización y las demandas de las mujeres organizadas. Por ello fue acosada
por directivos, principalmente por Jorge Linares Salgado, director de la FFyL;
al grado de relegarla de sus actividades y retener pagos. Esto es un abuso de
poder y una violencia económica. En meses posteriores, Socorro tuvo que
renunciar debido al hostigamiento y acoso laboral por parte de autoridades de
la UNAM.
Asamblea
Inter Universitaria de Mujeres
Gracias al paro se logró frenar la expulsión injustificada de las
compañeras víctimas de agresiones. Comenzó entonces un arduo trabajo por las
autodenominadas Mujeres Organizadas de la FFyL, el cual continúa hasta la
fecha. Las feministas de diversas vertientes se encontraron nuevamente en el
espacio académico. Denunciaron las violencias machistas que eran normalizadas
por el resto de la comunidad. A través de tendederos, pintas, stickers, mesas
de denuncia y conversatorios se fue trabajando el camino hasta convocar a una
Asamblea Inter Universitaria de Mujeres.
También en
marzo, Graciela María de la Luz Gómez
y su hija Graziella Sol Cifuentes
fueron asesinadas y calcinadas en su domicilio; eran miembros de la comunidad
universitaria. Como parece ser la costumbre de las autoridades, la universidad
tardó en pronunciarse al respecto.
Las
denuncias y el apoyo no cesaron, desde escuelas de educación media superior
hasta posgrado de escuelas públicas y privadas. La ASIUM logró convocar a más
de 800 mujeres; estudiantes, académicas y trabajadoras; en su primera sesión en
el Auditorio Ho Chi Minh de la Facultad de Economía.
El trabajo
conjunto con otros grupos de mujeres organizadas se englobó en la ASIUM. Hubo
más sesiones para trabajar los casos de violencia contra las mujeres en los
espacios educativos y para elaborar una propuesta de protocolo feminista.
Mariela
Vanessa Díaz Valverde
En Abril de ese año, la comunidad de la Facultad de Filosofía y
Letras padeció la desaparición de una de las miembros de su comunidad estudiantil:
Mariela Vanessa Díaz Valverde.
Nuevamente las autoridades mostraron su incompetencia, trataron de ocultar toda
información sobre Mariela; se negaron a hablar con los familiares y colaborar
en la investigación. No fue sino hasta que, por presión mediática y de la
comunidad universitaria, a través de un comunicado, los directivos prometieron
dar acompañamiento a la familia Díaz Valverde. Sin embargo quedó en eso, en
promesa.
En mayo, ya
con el feminismo en la UNAM consolidado dentro de la facultad, las estudiantes
acompañaron a Araceli Osorio, madre de Lesvy Berlín Osorio en el aniversario
luctuoso de la misma; además iban otros familiares de víctimas de feminicidio,
desaparición forzada, etc. Fue una marcha y mitin conmemorativo dentro de las
instalaciones de Ciudad Universitaria (de “Las
Islas” al memorial para Lesvy).
Ataque
porril
El 3 de septiembre de ese mismo año, los estudiantes de CCH-Oriente marcharon del Metrobús La
Bombilla a Rectoría para exigir justicia y el debido proceso por el reciente
secuestro y feminicidio de la compañera Miranda
Mendoza Flores. A estas exigencias se sumó CCH-Azcapotzalco para denunciar la falta de transparencia en el
presupuesto asignado y exigir mayor seguridad. Mientras se realizaba un mitin
posterior a la marcha, un grupo de choque con vínculos con altos directivos de
la UNAM y partidos políticos, mejor conocidos como porros, atacaron a
estudiantes en la explanada de Rectoría dentro de CU.
Tras dicho
ataque, surgió con fuerza el feminismo en la UNAM para denunciar la falta de
seguridad dentro de las instalaciones educativas y la falta de transparencia en
los presupuestos asignados para ello. Recientemente, en Ciudad Universitaria se
había creado una unidad de vigilancia, que dicho sea de paso, amedrentaba a la
comunidad más que cuidarla.
Durante la
organización estudiantil, marchas, paros, asambleas por facultades e
interunivesitarias, no cesaron las violencias y agresiones contra las
compañeras feministas organizadas, pese a que la ASIUM ya contaba con
trayectoria y trabajo desde hacía meses.
De nuevo, la
comunidad feminista se topaba con algo que ya sabía: “aunque el macho se vista de izquierda o de estudiante organizado,
macho se queda”; “el amigo de unas es
el agresor de otras”. Los espacios de organización fueron tomados por los
varones de la comunidad; trataron de callar y minimizar el trabajo que las
compañeras hacían. Desde empujones, desdenes con señas y abucheos; hasta
amenazas directas y agresiones físicas por grupos politizados autodenominados “de izquierda”.
Feminismo
en la UNAM cuestionado
La violencia dentro del espacio de organización estudiantil creció
al nivel de negar la palabra a las compañeras dentro de asamblea. Se convocó,
nuevamente, a la ASIUM en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, el 12
de septiembre, para crear puntos respecto al eje de género en el pliego
petitorio general. Sin embargo, en la Interuniversitaria general siguieron
callando y negándole voz a la ASIUM; al grado de someter a votación, como hace
siglos, si las mujeres teníamos o no voto dentro del movimiento estudiantil.
Posteriormente,
rumbo al 25 de noviembre, se organizó paro y marcha separatista por el Día Internacional
de la Eliminación de la Violencia Contra la Mujer; tras meses de descontento
con la organización estudiantil mixta, de gritar “fuera porros” y “fuera
machos de la UNAM”.
Las
denuncias por violencia en la FFyL siguieron creciendo; varios de los
compañeros estudiantes varones que formaban parte del movimiento estudiantil
fueron señalados como presuntos agresores; aunado a la cifra de profesores y
administrativos acosadores y misóginos. Ahora también había que depurar los
espacios políticos, por ello se designó un protocolo de acción independiente y
feminista de seguridad; se fue formando orgánicamente tras las experiencias
acumuladas desde 2016: “Entre todas nos cuidamos”, “juntas
nos quitamos el miedo”, “si tocan a una, respondemos todas”,
“espacios
separatistas y seguros libres de agresores”.
Comentarios