Foto: Pozol
Colectivo
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Nuevos
caracoles zapatistas
J.G.F.
Héctor y David Walker
Praxis en
América Latina:
octubre-noviembre
de 2019.
En el último de su serie de comunicados de mediados de agosto, los
zapatistas anuncian la expansión de su territorio rebelde mediante la creación
de siete nuevos caracoles y cuatro municipios autónomos. Esto fue logrado a
pesar del cerco gubernamental sobre sus comunidades. ¿Cómo fue posible? Los
zapatistas resaltan dos factores:
“Una, y la
más importante, es el trabajo político organizativo y el ejemplo de las
mujeres, hombres, niños y ancianos bases de apoyo zapatistas. De manera
destacada, de las mujeres y jóvenes zapatistas. Compañeras de todas las edades
se movilizaron para hablar con otras hermanas con o sin organización. Los
jóvenes zapatistas, sin abandonar sus gustos y querencias, aprendieron de las
ciencias y las artes, y así contagiaron a más y más jóvenes. La mayoría de esa
juventud, principalmente mujeres, asumen cargos y los empapan de su
creatividad, ingenio e inteligencia. Así que podemos decir, sin pena y con
orgullo, que las mujeres zapatistas no sólo van delante para, como el pájaro
Pujuy, marcarnos el camino y no nos perdamos: también a los lados para que no
nos desviemos; y atrás para que no nos retrasemos.
“Y rompimos
el cerco“. Enlace Zapatista, 17 de agosto 2019.
Este primer
factor es el factor subjetivo, es decir, las acciones e ideas de los sujetos de
cambio. Ante todo, de los propios zapatistas, quienes han venido desarrollando
una auténtica autonomía indígena desde hace más de 25 años. Pero también las
otras personas, indígenas o no indígenas, organizadas o no organizadas, que no
pertenecen al movimiento zapatista, son potenciales sujetos de cambio. Al “contagiarles” su rebeldía mediante
ciencias y artes, los zapatistas están precisamente tratando de despertar en
ellos su creatividad revolucionaria. El crecimiento organizativo, que es una de
las necesidades fundamentales de cualquier movimiento, sólo puede realizarse
plenamente si se concibe a todos los sujetos, tanto dentro como fuera de éste,
precisamente como sujetos, es decir, como agentes en autodesarrollo con
capacidades teóricas y prácticas, no sólo como adición cuantitativa.
Pero esta
importante acción de los zapatistas sería insuficiente sin la confluencia de un
segundo factor:
“La otra es
la política gubernamental destructora de la comunidad y la naturaleza,
particularmente la del actual gobierno autodenominado ‘Cuarta Transformación’.
Las comunidades tradicionalmente partidistas han sido lastimadas por el
desprecio, el racismo y la voracidad del actual gobierno, y han ido pasando a
la rebeldía abierta o escondida. Quien pensó que con su política
contrainsurgente de limosnas, dividiría al zapatismo y compraría la lealtad de
los no-zapatistas, alentando la confrontación y el desánimo, dio los argumentos
que faltaban para convencer a esos hermanos y hermanas de que es preciso
defender la tierra y la naturaleza”.
Este segundo
factor es el objetivo, la realidad económico-social. Los zapatistas ponen aquí
el acento sobre la política contrainsurgente del actual gobierno; sin embargo,
como ellos mismos lo han señalado en documentos previos, “detrás” de dicha política se encuentra en realidad el movimiento
objetivo del capitalismo. Es la lógica de este sistema, en su búsqueda de más y
más ganancias, la que va generando las condiciones para que cada vez más
personas pasen a “la rebeldía abierta o
escondida”. Pero esto no es automático ni ocurre siempre en forma masiva.
Las personas se rebelan cuando sienten la necesidad de ello. Al “contagiarles” rebeldía, los zapatistas
están precisamente tratando de activar el potencial revolucionario preexistente
en sus condiciones de vida, conjuntando así los factores subjetivo y objetivo
necesarios en todo proceso de transformación social. Sin el primero, la
revolución quedaría a merced de la espontaneidad; sin el segundo, al del puro
voluntarismo.
La
lucha universal por la liberación
De este modo, los zapatistas nos están compartiendo implícitamente
una metodología de transformación social que podríamos recrear en nuestros
propios tiempos y espacios, con diferentes sujetos de revolución. Pero este
planteamiento sólo nos muestra el inicio del camino, ya que el llamar a otras personas
a organizarse no es aún la totalidad del cambio social; de hecho, para lograr
éste, es necesaria una comprensión crítica del capitalismo, el reconocimiento
de que ninguna otra solución bastará más que deshacernos de este sistema y
construir sobre sus cenizas uno nuevo, sobre verdaderos fundamentos humanos.
¿Cómo ir concretando esta visión en la forma de acciones desde abajo sin
perdernos en falsas salidas? ¿Es posible y necesario hacer explícito el método
zapatista, es decir, presentarlo en su dimensión universal como una filosofía
de la emancipación humana que podríamos recrear en distintos tiempos y
espacios?
Y no se
trata de “repetir” el ejemplo
zapatista, esto es, de simplemente tratar de duplicarlo. Asimismo, esta
metodología no es sólo cuestión de los zapatistas, si bien su
recreación/concretización es sin duda producto de su particular creatividad. Al
tiempo que la experiencia zapatista es suya y, en ese sentido, única, es
también parte de un universal -una lucha universal por la liberación- a través
del cual mujeres y hombres han desarrollado históricamente formas de
enfrentarse a la opresión, resistiendo y rebelándose durante siglos. La
humanidad ha hecho esto en cada sistema social opresivo, ya sea en la
esclavitud, el feudalismo, el capitalismo/imperialismo, etcétera, en cada
continente del mundo.
En el
periodo “moderno”, el cual comenzó
con el ascenso del capitalismo industrial, la humanidad se ha enfrentado a un
enemigo común que ha buscado imponer su voluntad sobre las personas en todo el globo.
La búsqueda de ganancias -en términos de Marx, plusvalor- nos ha atrapado a
todos en redes opresivas y explotadoras que controlan nuestra fuerza de trabajo
al tiempo que nos empobrecen y destruyen la naturaleza.
A la vez, la
resistencia y la rebelión se han extendido cada vez más, y en ocasiones se han
interconectado. La humanidad ha descubierto no sólo formas de resistir, sino de
visualizar y comenzar a construir alternativas liberadoras.
No estamos
hablando aquí sólo de qué tácticas y estrategias, de qué armas y acciones, sino
también de una forma de actuar y pensar que tenga un doble ritmo: de la
oposición, la resistencia, el decirle “¡no!” a la opresión, surge un “¡sí!”,
un positivo, un deseo, ideas y acciones hacia una forma diferente de vida humana,
no explotadora. Este “¡no”, del cual nace un “¡sí!”,
es el camino de la humanidad hacia la liberación, hacia la plena libertad.
Una
metodología revolucionaria
G.W.F. Hegel, un filósofo que observó esa lucha durante el tiempo
de la Gran revolución francesa de 1789-1793, y que luego viró hacia la
historia, desde la época de los griegos hasta su presente, le dio un nombre a
esa lucha: la dialéctica. Hegel usó algunos términos complejos para
describirla, llamándola “negación de la negación”. Sin
embargo, otro filósofo-activista revolucionario, Karl Marx, sacó esa
metodología de su forma filosófica abstracta y la concretó como “revolución
en permanencia”, queriendo decir que la humanidad en su mismísimo ser,
en su subjetividad, en su “afán de universalidad”, continuará
en resistencia y rebeldía de una forma permanente. La dialéctica, creada por
medio de la revolución en la filosofía de Hegel, y más especialmente por la
filosofía de la revolución de Marx, es un método de revolución permanente.
Es
precisamente esto lo que los zapatistas están practicando/recreando. No porque
necesariamente estén “copiando” a
Marx, sino porque la dialéctica no está sólo en los libros, como una “filosofía”, sino en las acciones y el
pensamiento vivo de las masas de seres humanos.
A menudo, el
método aparece sólo implícitamente, y no siempre es reconocido de manera
explícita. Conocer este método explícitamente es extremadamente importante para
nosotros, de modo que no terminemos desviándonos en soluciones parciales, en el
reformismo u otras trampas que nos impiden destruir totalmente el sistema
explotador actual.
Sin duda, la
“Cuarta Transformación” es una de
estas trampas y desviaciones, tanto como lo fueron los regímenes autoritarios
que experimentamos en la segunda mitad del siglo XX, a los que los zapatistas
correctamente se resisten y oponen.
¿Cómo hacer
explícita la metodología en una forma que podamos reconocerla y practicarla a
partir de nuestra propia creatividad, sin desviarnos en el camino? ¿No
tendríamos acaso que captar el método de la dialéctica en su totalidad? Éste es
el reto para todos nosotros como pensadores-activistas revolucionarios hoy.
Sujetos,
capitalismo, organización
Tomemos las tres dimensiones que están presentes en la práctica
zapatista, según las mencionamos anteriormente:
1) los sujetos revolucionarios,
2) la resistencia al capitalismo, tal como es llevado adelante por
la “Cuarta Transformación”, y
3) la construcción de organización revolucionaria. En todas estas
tres áreas, Marx tiene mucho que aportar para ayudarnos a hacer explícita esta
metodología, esta forma de pensar y hacer.
1.-
Sujetos de revolución.
En contra de quienes distorsionan el concepto de Marx sobre los
sujetos, incluyendo a muchos de los “marxistas”
de hoy, Marx no veía sólo al proletariado industrial como sujeto
revolucionario. Él escribió sobre los campesinos, tales como los que había en
Rusia, y sobre su forma comunal, el Mir, en tanto posible fuente de
transformación revolucionaria. Reconoció a las mujeres como actores importantes
del cambio social, señalando su actividad en la Primera Internacional, así como
haciendo notar el importante rol de las mujeres indígenas iroquesas en la
decisión sobre la guerra o la paz en América del Norte. Destacó a la dimensión
afro en las revueltas esclavas en Estados Unidos como algo crucial para la
liberación de los trabajadores: “El trabajo cuya piel es blanca no puede
emanciparse allí donde se estigmatiza el trabajo de piel negra”, anotó
en El
Capital.
Para Marx no
sólo era cuestión de reconocer a los diversos sujetos revolucionarios, sino de
concebirlos pensando y actuando en una forma emancipadora. Estas nuevas “fuerzas y pasiones” eran la fuente de
ideas revolucionarias, de la teoría de la revolución de Marx.
2.-
El orden socioeconómico del capitalismo.
Fue Marx quien analizó profundamente la lógica y las graves
contradicciones del capitalismo. Estudiar seriamente El Capital de Marx es
darse cuenta de que éste no es sólo un exhaustivo análisis económico del
capitalismo, sino una expresión del humanismo y la dialéctica de Marx. A
diferencia de muchos “marxistas” del
siglo XX y ahora del XXI, los cuales definen al capitalismo en términos de
relaciones de propiedad
propiedad
privada=capitalismo,
propiedad
estatal=socialismo
El análisis
de Marx se centra sobre las relaciones de producción, sobre las relaciones
humanas en el punto de la producción. Sin una transformación de estas
relaciones, en las cuales el trabajo de hombres y mujeres es visto como una
mercancía; sin una abolición de la ley del valor, no podremos deshacernos del
explotador sistema capitalista. El capitalismo, ya sea privado o estatal, ¡es
capitalismo!, y no un camino hacia el
socialismo. La “Cuarta
Transformación” no es vía alguna hacia la liberación humana.
3.-
La necesidad de organización revolucionaria.
Marx no desarrolló una teoría de la organización, pero sí tuvo un
concepto de que habría de ser ésta. En primer lugar, reconoció que la
autoactividad de las masas, tal como en la Comuna de París de 1871, debía ser
la fuente de cualquier transformación social. Sin una relación con la
autoactividad de las masas, ninguna organización revolucionaria sería
auténticamente viable.
Al mismo
tiempo, Marx reconoció la necesidad de que los pensadores-activistas
revolucionarios estuvieran organizados. De allí su participación en distintas
organizaciones, desde la Liga Comunista en tiempos de las revoluciones de 1848
hasta la primera Asociación Internacional de Trabajadores en la década de 1860.
Pero Marx nunca vio a la organización revolucionaria por separado. Ésta no
podía distanciarse de la autoactividad de las masas, so pena de convertirse en
una mera secta elitista. Igual de importante, Marx se negó a separar la
organización revolucionaria de una organización del pensamiento. La
organización revolucionaria del pensamiento estuvo en el centro de todos los
escritos de Marx, extendiéndose hasta la profundidad de El capital.
Cuando los
revolucionarios presentaron sus “programas”
sin una seria consideración de la organización revolucionaria del pensamiento
que Marx había estado desarrollando por décadas, él no dudó en hacer una fuerte
crítica. De allí su Crítica al Programa de Gotha de 1875, escrita contra aquellos “marxistas” y otros que habían fallado en
captar lo que era necesario para superar al capitalismo.
En cada una
de estas tres áreas, que son justamente objeto de reflexión para los
zapatistas, Marx puede ser de mucha ayuda. No porque él tenga “la respuesta” -sólo nosotros, en tanto
revolucionarios vivos, podemos desarrollar esto-, sino porque nos ofrece una
metodología crucial: la dialéctica, la dialéctica de la revolución permanente,
la cual se puede volver auténticamente nuestra cuando comprendemos su
significado y la recreamos en la práctica con nuestra creatividad.
Una
filosofía de la revolución en permanencia
Queremos cerrar con Marx, no sólo como filósofo revolucionario,
sino especialmente como filósofo de la
revolución en permanencia. Nos centramos en esto no para llamar a la
revolución en abstracto, sino para decir que la dialéctica es cuestión del “movimiento
absoluto del devenir”, el cual no se detendrá hasta que la humanidad
sea libre.
En la última
década de su vida, Marx estuvo estudiando la comuna campesina rusa, el Mir.
Vera Zasulich le había preguntado si esta forma campesina de organización y
vida colectiva podría convertirse en el fundamento para que Rusia pasara por
alto al explotador sistema capitalista y fuera directamente al socialismo. Marx
estudió la economía rusa y se involucró seriamente con la cuestión. En un
borrador de su respuesta escribió lo siguiente:
“[…] gracias
a una combinación única de las circunstancias, la comunidad rural, que existe aún
a escala nacional, puede deshacerse gradualmente de sus caracteres primitivos y
desarrollarse directamente como elemento de la producción colectiva a escala
nacional. Precisamente merced a que es contemporánea de la producción
capitalista, puede apropiarse todas las realizaciones positivas de ésta, sin
pasar por todas sus terribles peripecias. Rusia no vive aislada del mundo
moderno […]
Por una
parte, la ‘comunidad rural’ ha sido llevada casi al último extremo y, por otra,
la acecha una poderosa conspiración con el fin de asestarle el golpe de gracia.
Para salvar la comunidad rusa hace falta una revolución rusa […]”
Si la
revolución se produce en su tiempo oportuno, si concentra todas sus fuerzas
para asegurar el libre desarrollo de la comunidad rural, ésta se erigirá pronto
en elemento regenerador de la sociedad rusa y en elemento de superioridad sobre
los países sojuzgados por el régimen capitalista.
Mujeres
zapatistas
Por supuesto, vivimos cerca de un siglo y medio después de que
Marx escribiera estas palabras, y las circunstancias de la resistencia y
rebeldía zapatistas no pueden ser comparadas en una relación de uno a uno con
la comuna campesina rusa de la que Marx está hablando aquí. No obstante, la
transformación revolucionaria de la sociedad sobre la que Marx llama la
atención es más necesaria hoy que nunca. Los tentáculos del capitalismo se
extienden a cada rincón del planeta.
Por
supuesto, los zapatistas están conscientes de ello. De allí su insistencia en
la acción para romper cualquier intento de mantenernos aislados; de allí que
propongan “semilleros” para discutir
ideas críticas en torno a la transformación social.
El desafío
para nosotros es “unirnos” a ellos.
Unirnos en nuestros propios calendarios y geografías. Unirnos a ellos en reunir
a la práctica con la teoría, en proyectar la acción y el pensamiento
revolucionarios. Como Praxis en América Latina, vemos el
concepto de la revolución en permanencia
de Marx, la dialéctica viva, como
algo clave para ayudarnos a lograr esto.
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