II.- PARTICIPACIÓN DE LA COMISIÓN 6ª DEL EZLN en “Los muros del capital, las grietas de la izquierda”
Kagemusha: Abril también
es mañana
Seminario
“Los muros del capital, las grietas de la izquierda”
Cideci
/ Universidad de la Tierra Chiapas
12 de
abril del 2017
AUDIO:
Hace unos meses, el Subcomandante Insurgente Moisés me dijo una síntesis de
lo que ahora les ha contado a ustedes con más extensión y sustento.
Tal vez sin proponérselo, había él detectado una línea de
tensión entre el pasado y la tormenta que ya está.
Esa madrugada, después de escuchar las historias que, en
voz del SupMoy, contaron los más antiguos de nuestros compañeros, regresé a mi
champa. De todas formas una lluvia,
fuera de temporada, comenzaba a azotar el techo de lámina y era ya imposible
escuchar nada que no fuera la tormenta.
Volví a hurgar en el baúl que me encargó el SupMarcos
porque me pareció haber visto un texto que algo podría referir a lo que acababa
de escuchar.
Revisar esos escritos no es fácil, créanme. La mayoría de los textos que se amontonan con
desorden dentro del recipiente van del año 1983 al primero de enero de 1994, y,
cuando menos hasta 1992, se ve que el Sup no sólo no tenía computadora, tampoco
una máquina de escribir mecánica. Así
que los textos están manuscritos en hojas de todos los tamaños. La letra del finado distaba de ser legible de
por sí, así que agregue usted a eso la mella del tiempo en la montaña, la
humedad y las manchas y quemaduras de tabaco.
Hay ahí de todo.
Por ejemplo, encontré el original manuscrito de las órdenes operativas
para las distintas unidades militares zapatistas la víspera del
alzamiento. No sólo vienen las
plantillas de las unidades, también cada operación detallada con una
minuciosidad que devela una preparación de años.
No son ésos los apuntes de un poeta extraviado en las
montañas del sureste mexicano, o de un contador de historias. Son escritos de un soldado. No, más bien de un mando militar.
Pero sí, abundan y redundan también cuentos e historias,
hay muy pocos poemas y contados son los análisis políticos y económicos.
Bueno, más que análisis, se trata de esquemas y temas
como punteados, como si fueran a ser desarrollados luego, o completados, o
corregidos. He identificado varios de
ellos con algunos que fueron hechos públicos luego, aunque ya pulidos.
Pero no es eso lo que busco. Las historias que recabó el SupMoy me
recordaron que algo había, en este montón desordenado de papeles e ideas, sobre
la genealogía de la lucha anticapitalista.
Aquí está. Éste si
es de después del inicio de la guerra porque está impreso y la tipografía es la
de un procesador de textos.
Por lo que dice, debe haber sido escrito hace unos 20
años, cuando los zapatistas hicieron públicos algunos análisis más profundos
sobre lo que acontecía y lo que preveían seguiría después. Bueno, al menos las primeras líneas, porque
algo parece que es de un período posterior.
El texto tiene un título desconcertante pero que se
acomoda conforme se avanza en la lectura.
Se llama “Abril también es mañana”. Y le siguen lo que
parecen puntos a desarrollar, aunque incompletos en ese momento.
La mayoría de los planteamientos aparecieron ya
desarrollados en textos que fueron hechos públicos alrededor de los años
1996-1997, así que no los aburriré de nuevo repitiéndolos. Los principales han sido agrupados ahora en
un libro llamado “Escritos sobre la guerra y la economía política”,
elaborado por la editorial “Pensamiento Crítico Ediciones”. Si alguien le interesa conocer más sobre eso,
este libro podría servirle. O puede
consultar también la página electrónica de Enlace Zapatista.
La parte que me interesa mostrarles no aparece en ninguno
de esos escritos públicos y, aunque medianamente desarrollada en su redacción,
se alcanzan a vislumbrar en ella una serie de reflexiones sobre la ciencia
social, es decir, la economía política, así como sobre el añejo y actual reto
de la teoría y la práctica.
Les leo:
.- Las etapas posibles del capitalismo. Más que en una definición científica, el
planteamiento de que el imperialismo era una fase superior del capitalismo, se
convirtió en un plan de acción para las luchas en todo el mundo. De ser “una fase superior”, se
concluyó que el imperialismo era “la última fase” del capitalismo.
.- Sobre esa base se estableció una especie de
división internacional no del trabajo sino de la lucha anticapitalista. En los llamados países del Tercer Mundo, que
no contaban con una industria desarrollada y, por lo tanto, carecían de una
clase obrera sólida, la lucha por el socialismo debía pasar por una lucha
nacionalista, antiimperialista, y anticolonial, y sólo así podrían aspirar a
ser “anticapitalistas”. Se establece que
la lucha contra el capitalismo y por el socialismo pasa necesariamente por la
lucha por la liberación nacional. Eso al
menos en los llamados países del tercer mundo.
Para poder transitar al socialismo, las naciones debían librarse primero
del yugo neocolonial, el impuesto por el imperialismo norteamericano en ese
caso. No era posible la construcción del
socialismo en un solo país, mucho menos si el país era uno
subdesarrollado. La revolución
socialista o era mundial o no lo era. El
análisis científico se convirtió entonces en una especie de comando central de
la revolución mundial y se instaló en la URSS.
De ahí partían las estrategias y tácticas para las luchas
anticapitalistas en todo el mundo. Quien
acataba las órdenes, recibía el beneplácito de la “vanguardia” mundial. Para quien no, para quien pretendía construir
su propio camino, es decir, su propia lucha, había la condena, el ostracismo y
la etiqueta de moda para descalificar.
La ciencia de la historia, la economía política, dejó de
ser ciencia y abandonó el análisis científico, supliéndolo por la
consigna. Si la realidad no coincidía
con la visión del Comité Central, la realidad era catalogada como reaccionaria,
pequeño burguesa, divisionista, revisionista, y muchos “istas”
semejantes. El pensamiento crítico pasó
del análisis a la justificación, y los
tropiezos y errores se cubrieron con la coartada del enfrentamiento con el
imperialismo norteamericano. El simplismo
de un mundo bipolar invadió a la ciencia social y, al igual que las fuerzas
políticas y los gobiernos, tomó partido por uno de los dos grandes y únicos
contendientes. La inteligencia fue
derrotada y la mediocridad se instaló cómodamente.
.- Mediando el siglo XX, todos estaban contentos y
tranquilos. El mal llamado “bloque socialista”
se enfrascaba en lo que nosotros llamamos la Tercera Guerra Mundial. En Asia, África y particularmente en América
Latina, las luchas transcurrían sin mayor relevancia para esa guerra, la que
importaba, y las organizaciones partidarias de la izquierda de entonces eran
conminadas a dirigir sus esfuerzos principales al apoyo del Bloque
Socialista. Todo intento de lucha
debía tener el visto bueno de los tanques, pensantes y no, que, en la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, redactaban manuales que, más que
simplificar, amordazaron el desarrollo de la ciencia social. Como si fuera en las olimpiadas, en la
ciencia social se competía no por mejor entender lo que ocurría y lo que
vendría, sino por más alto y más veces levantar la bandera propia, fuera la de
las barras y las estrellas, fuera la de la hoz y el martillo.
En el escenario mundial todo parecía previsible y
sencillo… pero en eso llegó Fidel. Y “la
problema”, como dicen los compas, es que no llegó solo, sino que traía de
la mano a un tal Camilo que en el apellido llevaba la definición; y, con ese
tremendo par, llegaba también un argentino-médico-fotógrafo-asmático, sin
nombre relevante en el árbol genealógico de la revolución mundial y sin cargo
alguno en ninguna estructura. Apenas unos
meses después el planeta entero lo conocería con sólo tres letras: Che.
Luego pasó lo que pasó, y la luz que iluminó el Caribe en
esos primeros años de la década de los 60´s se convirtió, sin proponérselo, en
un virus que contaminó el continente.
Después de un largo calendario de derrotas en ese dolor llamado
Latinoamérica, un pueblo entero se organizaba y cambiaba de destino y extendía
su nombre.
Desde la fracasada invasión mercenaria con patrocinio
norteamericano, Cuba se llamó Fidel y Fidel Castro tuvo a “Cuba” como
apellido de resistencia y rebeldía, de lucha.
El país más pequeño, el más despreciado, el más
humillado, se levantaba y, con su acción organizada, cambiaba la geografía
mundial.
El estadista que el pueblo cubano puso al frente, en unos
cuantos años prácticamente borró a los demás “líderes mundiales” y, como
debe de ser, en torno a su figura se convocaron los extremos: los pocos para
adular, los más para atacar.
Sólo unos cuantos miraron y aprendieron que algo nuevo
había surgido y que la revolución cubana no sólo había roto el dominio que
sobre la América entera imponía el imperio de las barras y la estrellas, el “norte
revuelto y brutal”.
También había hecho pedazos la ya entonces acartonada
teoría social que era pastoreada por los comisarios que, en todo el espectro
político, son la constante y nunca la excepción.
Todavía, casi 60 años después, no falta algún viejo
comisario que, “heroicamente” atrincherado en la academia y ahora con las redes
sociales como arma, pretende dictarle al pueblo de Cuba lo que debe o no hacer
y deshacer.
Ajeno a las masturbaciones teóricas de la tibia academia,
el pueblo de Cuba inició su largo camino de resistencia, y fue avanzando en
condiciones adversas sin precedentes.
Todavía hoy sigue padeciendo el bloqueo económico más
extenso e intenso en la historia mundial.
Y no sólo, también ha resistido ataques terroristas, ha sido invadido
militarmente, le ha propinado al soberbio tío Sam su primera derrota en el
continente, y, con todo en contra, ha construido su propio destino.
Pero no sólo ha recibido los ataques de la derecha
mundial, también la izquierda bien portada ha arremetido contra ese pueblo,
socorrida de clichés y lugares comunes que obvian no sólo la realidad cubana,
también y sobre todo su heroico esfuerzo para levantarse de sus errores y
fracasos.
Con el único objetivo de hacerse agradable a la derecha,
la izquierda institucional en todo el mundo ha atacado a la revolución cubana
repitiendo los dichos de la derecha y siguiendo la moda en turno.
Es tan consistente la resistencia del pueblo de Cuba, que
la histeria intelectual que abunda y redunda en este roto país que se llama “México”,
seguramente diría que se ha mantenido porque es una creación de Salinas, y a
que es apoyada por la “mafia del poder”.
Días después de ese relámpago de habilidad militar y
convicción que le dio nuevo significado a un pequeño territorio y acomodó el
nombre de “Playa Girón” en el casi vacío estante de victorias de la
izquierda mundial, en aquel primero de mayo de 1961 el pueblo de Cuba decía,
por la voz enronquecida de un barbón enfundado en su traje verde olivo de
combate, las siguientes palabras:
“Si a Mr. Kennedy
no le gusta el socialismo, bueno, a nosotros no nos gusta el imperialismo, a
nosotros no nos gusta el capitalismo.
Tenemos tanto derecho a protestar de la existencia de un régimen
imperialista y capitalista a 90 millas de nuestras costas, como él se puede
considerar con derecho a protestar de la existencia de un régimen socialista a
90 millas de sus costas.
Ahora bien, a nosotros no se nos ocurriría
protestar de eso, porque eso es una cuestión que les incumbe a ellos, una
cuestión que le incumbe al pueblo de Estados Unidos. Sería absurdo que nosotros pretendiéramos
decirle al pueblo de Estados Unidos qué régimen de gobierno es el que debe
tener, porque en ese caso nosotros consideraríamos que Estados Unidos no es un
pueblo soberano y que nosotros tenemos derecho sobre la vida interior de
Estados Unidos.
El derecho no lo da el tamaño, el derecho no lo
da el que un pueblo sea mayor que otro, ¡eso no importa! Nosotros no tenemos sino un territorio
pequeño, un pueblo pequeño, pero nuestro derecho es un derecho tan respetable
como el de cualquier país, cualquiera que sea su tamaño. A nosotros no se nos ocurre decirle al pueblo
de Estados Unidos qué régimen de gobierno debe tener. Luego es absurdo que al señor Kennedy se le
ocurra decir qué régimen de gobierno es el que quiere que nosotros tengamos
aquí, porque es una cosa absurda; eso nada más se le ocurre al señor Kennedy,
porque no tiene un concepto claro de lo que es la ley internacional y la
soberanía de los pueblos.
El texto sigue con una extensa reflexión sobre la ciencia
social y el pensamiento crítico. Pero me
detengo ahora señalando que bien puede usted intercambiar el nombre de “Kennedy”
por el de “Trump” y verá que en esas palabras había no una declaración
coyuntural, sino una declaración de principios.
Detuve la lectura y miré entonces el reloj de arena.
Se me ocurrió que tal vez no es cualquier arena la que contiene. Y tal vez no es cualquiera porque esta arena
tal vez viene de una playa reiterada en la historia de lucha y resistencia de
la humanidad contra el capitalismo.
Tal vez la arena que fluye de uno a otro lado de este
reloj, viene de un lugar del continente americano y su geografía la ancla en
una isla que se estira en el Caribe, como caimán rebelde que se niega a ser
sometido y por eso endurece la piel y la mirada.
Tal vez, se me ocurre ahora, la arena de este reloj de
arena es arena de Playa Girón, que así se llama esa grieta en el muro del
Capital y que, con su persistencia, nos enseñó a todos que el grande y poderoso
puede ser derrotado por el pequeño y débil cuando hay resistencia organizada,
necio empeño y horizonte.
-*-
Déjenme decirles que el finado SupMarcos, y no sólo él, sentía una gran
admiración por el pueblo de Cuba y un profundo respeto por Fidel Castro Ruz.
En aquella plática informal que tuvimos horas antes de su
muerte, la palabra recaló en el tema militar.
Me contó que él consideraba que la historia militar de lucha de los
pueblos era poco conocida. Se refirió
entonces a la llamada Batalla de Zacatecas y a la Toma de Ciudad Juárez, ambas
conducidas por Francisco Villa. Me contó
que él tomo prestada la concepción que implementó el General Villa para tomar
Ciudad Juárez y con ella diseñó el inicio del alzamiento. “Para la batalla de
Zacatecas no me faltaba caballería”, dijo bromeando, “sino planada”.
En lo internacional, contra el común de la izquierda, su
referencia no era la batalla de Leningrado, sino la Batalla de Santa Clara,
conducida por el Che, la de Cuito Cuanabale que dirigió Fidel Castro, y la de
Playa Girón, también comandada por Fidel Castro.
Aproveché para preguntarle por qué, siempre que nombraba
a Fidel Castro, no decía “Comandante” si toda la izquierda
latinoamericana lo hacía. Así me
respondió:
“El que todos así lo llamaran
pudiera bastar, pero no es por eso.
Nosotros somos un ejército y cuando decimos “comandante” decimos
mando. Y a nosotros no nos manda nadie,
como no sean nuestros pueblos. Pero
Fidel Castro no necesita que nosotros le digamos así. A él su pueblo le ha dado ese grado y no
necesita más.”
Se siguió contándome sobre Playa Girón y, con admiración,
narraba la ocasión en que Fidel Castro discute y manotea con sus oficiales
porque no lo dejan avanzar hacia Playa Girón a combatir contra los
mercenarios. “Imagínate”, me dijo riendo de buena gana, “Fidel contra todo su
Estado Mayor. Él emperrado en que quiere
estar en el frente de combate y los demás en que no, que tiene qué
cuidarse. Y, ¿sabes?, Fidel Castro no
argumentó que era su deber, les dijo que era su derecho.” Encendió su pipa el finado y,
después de la primera pitada la levantó como si brindara y dijo: “Por supuesto que la discusión la ganó Fidel”.
Luego, dando por terminado el tema, añadió: “Fidel Castro es el Maradona de la política internacional. Y nunca le van a perdonar los goles que le
metió a quien se atrevió a enfrentarlo”.
Recordé las palabras del difunto SupMarcos cuando leía
sobre lo que el famélico espectro político de Latinoamérica opinó sobre la
muerte de Fidel Castro. La reiteración
en la derecha, y en la izquierda bien portada, de reproches y supuestas
críticas. La derecha que nunca le
perdonará las derrotas que les propinó, y la izquierda institucional que no lo
absolverá de haber sido todo lo que ella, en su mediocridad, nunca llegará a
ser.
También están los mediocres que ahora dictan juicios y
sentencias y simplemente no pueden explicar por qué, si era un dictador, la
mayor potencia mundial no pudo organizar una rebelión popular, y optó por los
atentados terroristas para anularlo.
Lejos de la películas de ficción y series televisivas,
donde los servicios secretos norteamericanos acaban con los malos armados sólo
con un lapicero, fracasaron en Cuba sencillamente porque “Comandante Fidel”
era el nombre, la imagen y la voz que ese pueblo tomaba para reafirmar lo que
todo el tiempo y en contra de todo construía: su libertad.
Y el dinero buscó y busca y siempre encuentra psicópatas dispuestos
a vender su sed de sangre y destrucción.
Siempre encontrará a los Mas Canosa, a los Posada Carriles, aunque, en
otra geografía y calendario, se llamen acá Felipe Calderón Hinojosa o como su
antes esposa y ahora pretendida amasia Margara Zavala; o como Mauricio Macri en
Argentina; o como Temer en Brasil, o como Leopoldo López en Venezuela. Políticos, psicópatas y corruptos todos
ellos, siempre dispuestos a que otros mueran y ellos cobren.
Les cuento esto no sólo porque el tema toca lo pequeño que
se rebela y se alza rompiendo moldes impuestos, también por lo que ahora les
narro: me tocó reportarme con el Subcomandante Insurgente Moisés en una de
nuestras posiciones, precisamente unos días después de la muerte de Fidel
Castro.
Cuando llegué, la insurgenta Erika me dijo sin poder
contener las lágrimas: “Se murió el Fidel Cuba”. Así dijo.
La revolución cubana tiene 58 años resistiendo contra todo, la
insurgenta Erika debe andar por los veintitantos, nunca ha salido de estas
tierras, aprendió el español en un campamento de montaña, batalla con las
matemáticas y las palabras “duras”, y, a pesar de eso, o precisamente
por todo eso, ha sintetizado en dos palabras toda una historia de lucha, de
resistencia y rebeldía.
Y vengo a hablarles de Cuba, es decir, de Fidel Castro, y
de Fidel Castro, es decir, de Cuba, por la sencilla razón de que ya no hablan
de él. Tal vez porque piensan que ha
muerto y, con él, la Cuba rebelde. En lo
que se refiere a Fidel Castro Ruz, sólo les decimos: “si no lo pudieron matar
cuando estaba vivo, menos van a poder ahora que ha muerto”.
Todo esto viene al caso, o cosa, según, porque es cierto,
el difunto SupMarcos tenía razón: Abril también es mañana.
-*-
Volviendo a aquella ocasión, como el tiempo se alargaba, seguí platicando
con el finado SupMarcos cuando todavía no estaba finado. El tiempo en La Realidad zapatista había
entrado en ese ritmo en que parece que el día tiene prisa por irse y la noche
sigue de perezosa. Me parece que todo lo
operativo de ese día 24 de mayo del 2014 lo estaba resolviendo el Subcomandante
Insurgente Moisés, pues al SupMarcos nadie se le acercaba con informes o
preguntas. Como si el SubMoy estuviera
haciendo todo lo posible para que el SupMarcos pasara tranquilo sus últimos
minutos.
Como seguíamos ahí, esperando, le pregunté por qué decía
eso de que él era el personaje y no Durito, el Viejo Antonio y los otros seres
que poblaron sus relatos. Claro, todavía
no conocía yo, ni nadie, el texto que leería la madrugada siguiente y que se
titula “Entre la luz y la sombra”.
Antes de responderme, el Sup miró ambos relojes.
Nunca antes había hecho eso. Siempre o consultaba uno o checaba el otro,
dependiendo siempre de la situación.
Después de confrontar ambos relojes, suspiró
profundamente y me preguntó:
“¿Qué es lo que no entiendes?”
“Eso”, le
respondí, “porque entonces ¿quién eres? o más bien ¿quién
has sido?”.
Entonces se cuadró e inclinando la cabeza,
paradójicamente tratando de imitar el tono de voz de los serios y formales
samuráis de Akira Kurosawa, dijo:
“Kagemusha”.
Y digo que paradójicamente, porque el SupMarcos bromeaba
de todo y de todo se burlaba, sobre todo de sí mismo.
Yo puse la misma cara que ustedes están poniendo
ahora.
“¿Qué diablos es eso de
Kagemusha?”
“Un señuelo”, me respondió, “un distractor, una sombra,
la sombra del guerrero”.
Entendí entonces el por qué, en sus últimos textos, había
aparecido de pronto un nuevo personaje: “Sombra, el guerrero”.
“¿Y entonces?”, pregunté porque sí.
“Entonces nada, alguien tenía
que hacerlo y a mí me tocó”.
“¿Y entonces que vas a hacer?”, le insistí.
“Morirme”, me respondió mientras se colocaba el pasamontañas. Se acomodó entonces la gorra, encendió la
pipa y, dirigiéndose a la guardia que resguardaba la puerta, ordenó por última
vez: “Dile al SubMoy que estoy listo”.
-*-
Viene la tormenta.
Una y otra vez, el dinero tratará de romper la historia que importa. Y una y otra vez, será vencido. Como en un mes de abril de hace ya 56 años,
en Playa Girón, generaciones enteras se arrancarán los juegos de un tirón y se
levantarán desafiando el destino que se les impone.
Ese día volverán a escucharse, aunque con otra voz, las
palabras que el pueblo de Cuba dirigió a quienes pretendieron doblegarlo:
“Tampoco escaparán al
veredicto de la historia, que no será un simple veredicto de palabra, sino el
veredicto que marca inexorable el destino de los explotadores de todo el mundo,
como un reloj que le dice ‘tus días
están contados, el fin de tu sistema explotador se acerca’…”.
Cuba pervivirá.
Los pueblos originarios pervivirán.
La humanidad pervivirá.
Y cuando se diga “Patria”, se dirá “mundo”,
se dirá “casa”, se dirá “vida”.
Cierto, no habrá relámpagos más fieros, ni tormenta más
grande, pero al final, esta tierra se levantará y con ella sus mujeres, sus
hombres y quienes son lo que son sin ser ni uno ni otra.
La memoria no olvidará, pero no habrá celebraciones.
No porque no valdrá la pena, sino porque la vida entera
será entonces lo que siempre debería ser, es decir, una celebración.
Y cuando ese mañana llegue, yo, nuevo Kagemusha nómada, sólo lamentaré no estar presente para mirarles burlón y decirles:
“Odio decir que se los dije,
pero se los dije”.
Gracias, no muchas, pero siempre sí unas pocas
bastantes.
SupGaleano.
Abril del 2017.
Palabras del
Subcomandante Insurgente Moisés, jueves 13 de abril de 2017.
Seminario
“Los muros del capital, las grietas de la izquierda”
Cideci
/ Universidad de la Tierra, Chiapas
13 de
abril de 2017
AUDIO:
Buenas tardes o buenos días a los que nos escuchan en el mundo.
Lo que les voy a platicar compañeros, compañeras,
hermanos y hermanas aquí presentes y los que nos ven en otro lado… Lo que yo
les platico no es lo que yo creo, sino de lo que creen las compañeras y los
compañeros bases de apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
Las compañeras y los compañeros que aquí están al lado
nuestro hemos entendido de que somos el apoyo de las miles de compañeras bases
de apoyo; somos apoyo de ellos, de los miles de compañeros bases de apoyo. Así
lo hemos definido últimamente porque les pasamos lo que vemos, lo que
escuchamos, lo que llegamos a saber. Y ¿qué es eso de lo que llegamos a saber o
que llegamos a escuchar? Es el muro del Trump.
Cuando empezamos a escucharlo eso, cuando empezamos a
saber cómo está eso, nos reunimos con las compañeras del Comité Clandestino
Revolucionario Indígena y con los compañeros del Comité Clandestino
Revolucionario Indígena y empezamos a platicar de lo que les pasa a los
hermanos y hermanas migrantes que están en Estados Unidos.
Como siempre, las compañeras comandantas, los compañeros
comandantes, somos parte de ellos. Eso es lo que dijeron. Y entonces, son
iguales que nosotros, que nosotras, dicen. Pero está muy cabrón lo que les va a
pasar, porque esos hermanos y hermanas migrantes no fueron porque quisieron,
fueron porque entonces ya les está apretando la vida de su pueblo o en la finca
de donde estaba (para ya no decir país).
Entonces, no tienen nada. Y si tenía algo, lo tuvo que
vender o lo tuvo que empeñar, para tener el dinero y irse pues en Estados
Unidos, porque ahí se piensa que ahí hay trabajo.
Entonces, ya que están allá y ahora los están corriendo.
¿A dónde va a ir en esa finca si ya no tiene nada? Y entonces es ahí donde
dijimos pues, hablando, discutiendo, pensando, estudiando, analizando que está
igualito a como era antes, hace cientos de años, como lo que les pasó a
nuestros tatarabuelos. Porque las mejores tierras las tuvieron los
terratenientes. Nos quitaron, nos desalojaron de ahí. Nos mandaron en los cerros.
Hoy, nos están queriendo quitar otra vez el cerro. Antes no les servía, hoy, sí
el cerro les sirve: hay algo ahí. Y ahora ¿a dónde nos vamos? Los que todavía
estamos ahí en la tierra donde estamos viviendo. Pero ellos ya no están en su
tierra. Ya los dejó, ya los vendió o los malvendió. Entonces, no tienen para
dónde.
Y entonces alguien compañero Comité dice: “sí es
cierto” y daba el ejemplo de la fábrica del Ford. Que el loco del Trump
tiene que regresarlo a ese empresario para que esté la fábrica en Estados
Unidos. Otra vez, aquí en México, los que están trabajando acá no van a tener
trabajo. Allá va a ir pues la fábrica y allá va a haber trabajo. Va a haber
trabajo para los de allí, pero para los migrantes no va a haber trabajo.
Entonces, ya de ahí, ¿qué vamos a hacer? fue nuestra
pregunta. Y dijimos: “tenemos que apoyar”. Necesitamos decirles que
entonces luchen ahí porque ya no tienen para dónde irse.
Entonces, empezamos a recordar el año 1994, 1995… que en
ese tiempo decíamos que la sociedad civil que nos ayudaron, tanto de México y
del mundo. Entonces empezamos a decir: creemos, creo que entonces nos toca
ahora. De que hay que apoyar, así como ese pueblo solidario que nos apoyó
porque vieron que estamos en lucha. Creo que también nosotros nos toca ahora de
apoyar a ese pueblo que hay que decirles que luchen con resistencia y con
rebeldía. Porque ya no les queda de otra.
Y entonces, empezamos a bolsear nuestras bolsas: no hay
euro, no hay dólar, no hay nada. Pero entonces descubrimos pues que ahí está
ahí el resultado del trabajo colectivo de pueblos, de regiones, de municipios
autónomos rebeldes zapatistas y la zona, donde trabaja la Junta de Buen
Gobierno.
Dijimos: sí, hay guineo (o sea, plátano), hay yuca, hay
camote… pero eso se va a podrir, ¿cómo le vamos a hacer? Entonces, nace la
idea, ahora sí como dice el compa: no lo traje, se me olvidó, pero aquí está el
compañero doctor Raymundo. Ahí lo tiene en su mano pues. Los 3 mil y tantos de
kilos de café, ya están aquí. Listo para que se prepare, para tomar.
Entonces dijimos ahí eso de que podemos apoyar ahí en
eso. Y como su primer arranque de los hermanos y las hermanas allá es que se
organicen para ver cómo van a vender y de ahí sacar pues el dólar, para
convertir en lucha, en resistencia y rebeldía donde están pues. Y entonces
dijimos: pero entonces se necesita café que más o menos esté bien. Porque nació
la idea de que no pues lo vamos a juntar tan pronto. Es cosa entonces de que le
platicamos a las bases de apoyo de cómo está, y por qué y para qué. Como lo
pensaron en aquellos años cuando nos ayudaron cuando estábamos en la necesidad.
Pero entonces, ahí es donde empezó a salir de que “es
que va a salir distinto, la molida del café, otro medio cafecito porque es bien
doradito, otro va a ser muy negro porque está muy quemado…” Son distintos
pues y entonces dijimos que mejor lo vemos en colectivo. Entonces regresaron
los compañeros y las compañeras comandantes, comandantas. Lo explicaron en cada
zona y los compañeros dijeron: ¡Sí!
Hay compañeros, compañeras en los pueblos que trabajan el
café y hay otros que no. Entonces los compañeros dijeron: cada pueblo como
estamos organizados en colectivo, el compañero o la compañera que vende su café
en vez de que lo va a vender en otro lado, comprémoselo al compañero y que
salga la paga ahí en el trabajo colectivo en el pueblo. Otros pensaron de que
entonces en la región -región le decimos cuando se compone en 20, 30 o 40
pueblos, a eso le decimos región-. Los otros dijeron entonces: vamos a
comprarnos nosotros nuestro café que tenemos. La paga sale en el trabajo
colectivo de la región. Otros, otras zonas así lo pensaron. Otras zonas
dijeron: que se encarguen los compañeros y las compañeras autoridades de los
municipios autónomos rebeldes zapatistas. Que salga ahí en el trabajo colectivo
y que compren el café de los compañeros y también de los hermanos y hermanas,
si es que no alcanzamos, según lo que nos toca a cada quien de cada zona. Y
otros dijeron: ahí está ya el trabajo colectivo de la zona, o sea, la Junta de
Buen Gobierno. Pues nada más la asamblea de autoridades, mujeres y hombres,
sacan el acuerdo y ya la Junta de Buen Gobierno se encarga de comprar el café
de los compañeros y de las compañeras. Es así como logramos juntar en días.
Ya de ahí, entonces, como les digo pensamos de que debe
salir más o menos de calidad pues el café. Entonces, colectivos de compañeros
de la zona que tienen la máquina para tostar, la máquina para moler el café,
ahí lo mandamos los 5 mil kilos de café que lo juntamos todavía en pergamino.
Entonces, son 3,791.5 los kilos de café de lo que salió de los 5 mil kilos en
pergamino. Ya molido pues.
Entonces, nosotros estábamos confiados pues de que ahora
sí la máquina es la que se encarga de tostarlo y de molerlo. Entonces, ya se
organizaron las zonas: cuántos trabajadores van ahí donde está la máquina.
Compañeras que también que son las que saben el tipo de molido del café.
Nosotros estábamos muy contentos porque ahora sí que la máquina se encarga y,
en el primer día, se chingó la máquina. Y entonces, los compañeros que estaban
ahí en eso decían: “alguien hizo un complot”. Dicen: “¿cómo? No, no
fue un complot”. Tenemos que verlo cómo vamos a hacer esto.
Entonces, ahí estaba Sergio, un compañero insurgente.
Entonces le llaman. ¿Será que nos pueden echar la mano? Para ver qué. Entonces
el compañero insurgente va y lo checa. Y resulta que es un balero que se trabó.
Pero no es la culpa del capitalismo pues. Así empezamos a decir: no es culpa
del capitalismo. No es la mafia del poder, dijimos. Esto es el problema de
nosotros por no darle mantenimiento de la máquina pues. Y luego, un compañero
que estaba ahí dice: no hace falta grasa ahí hay cebo (la grasa del ganado
pues). Con eso, sin sal, se usa como grasa. No se necesita comprar grasa. Lo único
que faltaba pues es la limpieza pues. Darle mantenimiento pues.
Total, necesitamos así que se saliera pues el trabajo.
Empezó pues la coordinación, porque los compañeros
estaban ya ahí los que se encargan de tostar; está ahí la compañera pendiente
porque es por días de trabajo pues. Y estaban ahí los compañeros choferes
esperando para sacar pues el producto. Están ahí los compañeros para embolsar y
sellar. Pero todo estaba parado porque la máquina hizo un complot. Y entonces,
empezó ahora sí la organización. Un grupo de compañeros y compañeras que ayudan
de la ciudad, tuvimos que avisarles que si nos pueden conseguir el balero, para
que entonces lo vaya a traer y lo acerque pues donde estamos, mientras nosotros
lo mandamos al compañero a recogerla.
Entonces, el colectivismo cuando se organiza y se
coordina es como si fuera la rueda pues: gira parejo. Porque entonces así lo
resolvimos inmediatamente ahí eso, porque está todo parado. Lo sacó pues el
balero el compañero insurgente, lo volvió a meter… y a chambear. Entonces, pues
ahí lo tenemos el café ahora.
La idea de esto es de que entonces es para los
compañeros, compañeras, hermanos y hermanas migrantes en Estados Unidos. Es
apoyar la lucha que están haciendo. Donde les decimos: es necesario que se
tienen que organizarse en donde están y de resistir y de rebelarse. ¿En qué
forma? Eso es lo que tienen que pensar.
Y el apoyo que estamos dando es incondicional, como lo
apoyamos así a los hermanos y hermanas maestros aquí en Chiapas. Es apoyar no
para que se venga a ser base de apoyo ni porque le vamos a decir: “esto es
lo que tienen que hacer”. Ellos, ellas, son los que tienen que ver. Porque
entonces aprendimos de lo que nos enseñaron en el año 94 y 95. Porque lo vimos
y lo descubrimos lo que es el arma de lucha que es la resistencia y la
rebeldía.
Eso es lo que vemos con los compañeros y con las
compañeras comandantes, comandantas. Nos damos la pregunta pues de que si no
hubiéramos hecho caso a la idea de las compañeras y de los compañeros bases de
apoyo en el 94, porque ellas, ellos lo dijeron de que tenemos que pelear
también como bases de apoyo, pero no con las armas como las que tienen las
milicianas, los milicianos, los compañeros y compañeras insurgentes,
insurgentas. Sino, nosotros estamos en contra del gobierno -así lo dijeron- y
por lo tanto no vamos a vendernos, no vamos a rendirnos ni nos vamos a desviar.
Tenemos que rechazar esa limosna, ese sobrante, esa migaja. Entonces, como lo
entendimos eso empezamos ahora sí a pensarlo cómo. Y gracias a eso, por eso
estamos hablando hoy aquí, porque 23 años fue esa lucha con esa arma que se
llama resistencia y rebeldía.
Entonces, la comparación que hacemos con los compañeros y
compañeras comandantes, comandantas: si hubiéramos hecho 23 años balazos,
bombazos, emboscadas, no habría municipios autónomos rebeldes zapatistas, no
habría Juntas de Buen Gobierno, no habría educación, o sea, escuelas
zapatistas, no habría clínicas ni hospitales zapatistas, ni hubieran pasado
tantos encuentros que hemos hecho, porque no iba a dar tiempo. Y sabemos lo que
sí va a haber: 23 años de balazos.
Pero esa arma que se descubrió eso es lo que nos ha hecho
lo que somos ahora pues. Y entonces, con esa arma de lucha, resistencia y
rebeldía por supuesto de que se tiene que organizarse. Entonces, eso es lo que
ha hecho de que entonces han construido un pequeño mundo con un nuevo sistema
de su gobierno.
Cada quien tiene que ver, pero hemos visto de que el arma
de lucha con resistencia y rebeldía sí se puede. Tampoco es que estamos negando
la herramienta que tenemos. Nosotros le decimos herramienta a nuestras
chimbitas. Es una herramienta más para nosotros, es como tener machetes, es
como tener moto sierras, es como tener hacha, es como tener otros tipos de
herramientas y ahí va también pues esa chimbita -o sea, el arma pues, ¿no?- Y
entonces, cuando se necesita la tienes que usarla, pero hay que saber usarla.
Porque como ya escuchamos aquí el enemigo capitalista no
nos va a dejar. No nos van a permitir de que ahora sea el pueblo, mujeres y hombres,
que van a tener que mandar. Jamás nos van a permitir. No lo van a negociar ni
lo van a dialogar su forma de cómo explotar. No van a decir: “ah bueno, te
voy a medio explotar ahora”. No va a haber eso. No va a decir: “ah,
entonces renuncio de explotar”. Tampoco. No va a ver nada más que el
pueblo, mujeres y hombres que tienen que organizarse.
Entonces, el trabajo colectivo se entiende muy lindo, muy
bonito. Una cosa es lo que se sabe decir en la teoría, o sea, en la
explicación; es otra cosa cuando vas a hacer en los hechos. Pero en la teoría
nos ayuda de entenderlo su gran importancia, lo necesario y el por qué y
el para qué. Y a la hora de que estás
enfrentando que no te sale tal cual que en la teoría, no te debe desanimar ahí
eso, porque teóricamente sabes por qué, para qué y de qué y su gran
importancia.
Y cada quien tiene que hacerlo. Ejemplo, del trabajo
colectivo. Yo no sé cómo deberían hacer un trabajo colectivo los maestros y
maestras. No sé cómo va a hacer un trabajo colectivo las obreras o los obreros.
Cada quien en donde está la tendrán que inventarla, la tendrán que crearla, la
tendrán que imaginarla y estudiarla y decidirla y ponerla en la práctica.
Pero el colectivismo sí tiene la fuerza. Y el
colectivismo hemos entendido que no es… se dice trabajo colectivo lo que es
meramente trabajar la tierra, sino también debe de haber colectivismo en cómo
quieres una buena salud, cómo quieres una buena educación y todo lo demás de
las trece demandas que las hemos planteado. ¿Cómo queremos eso? En colectivo
tiene que salir cómo queremos la ley que debe de haber en donde vivimos. No de
que alguien sabe hacer la ley y que ellos la cagan y el pueblo es el que la
paga.
Entonces, eso es lo que decimos de que el colectivismo no
se trata nada más de cómo trabajar la tierra. Gira en todo. Entonces, ese
trabajo colectivo, en este caso mero en producto pues -ahí lo tenemos ahí, aquí
lo tiene ya el compañero doctor Raymundo- ojalá de que salga en colectivo de
cómo vamos a llevar para entregarles a los hermanos, hermanas, compañeros,
compañeras migrantes allá en los Estados Unidos.
Pensamos de que entonces nosotros, nosotras, los que
estamos entendiendo pues su gran importancia de lucha, que tenemos que hacerla
contra el capitalismo, deberíamos de ingeniar otras cosas de cómo apoyarlos a
los hermanos y las hermanas, a los compañeros y las compañeras allá en los
Estados Unidos. Porque necesitan apoyo, pero ese apoyo decimos de que entonces
que no sea con condición. Porque entonces, si lo condicionamos se va en otro lado.
Necesitamos pues ayudarnos, para que de ahí demostremos de que no necesitamos a
los otros que quieren dar apoyo, pero condicionado.
Entonces, ya está aquí ya el café. Y entonces, a ver
quién va a decir así de que “me lo llevo y les entrego”. No es para que
la vamos a vender, sino que queremos pasarlo en los Estados Unidos. Y de allá
los hermanos, las hermanas, que se organicen para vender pues ahí. Porque es
que se necesita la organización. Hoy más que nunca vemos que se necesita
organizarnos contra el capitalismo. Luchar y trabajar.
Una vez de que entonces hemos caminado dentro de lo que
creímos en la organización, nos vamos a dar cuenta de que tenemos que
reorganizarnos nuevamente. Hasta incluso tenemos que reeducarnos, porque es lo
que estamos viendo eso pues. Nos estamos reeducándonos. Estamos reorganizando
lo que creíamos que ya estaba organizado.
Entonces por eso es tan importante de organizarse. Es una
palabra organizarse. ¿Qué lleva? A lo mejor lleva ajo, a lo mejor lleva aceite,
a lo mejor lleva los condimentos pues. Y eso es lo que tienen que ver. Ya hay
eso. ¿Qué tipo de organización?, ¿de qué se trata esa organización?, ¿para qué
esa organización? Eso es de cada quien, si hay eso.
Por supuesto de que no pase eso de que nos desviamos o
que nos vendemos o que nos rendimos. Porque entonces eso es lo que nos pide en
contra del capitalismo, eso. Porque entonces dejas de luchar. No puedes decir
de que entonces ya no quieres luchar. Y no puedes decir: Entonce”. No se
puede: dejas de luchar y la miseria se va a hacer peor.
Entonces, son cosas que tenemos que pensarlo pues. Y que
cada quien tiene que construir lo que quiere construir. Con ésa su lucha, con
ésa su organización.
Entonces, les hacemos pues entrega acá de ese café para
que entonces ustedes digan quién está puesto -entendiendo eso que estamos
diciendo de que es para esos hermanos y hermanas- y que se organicen para
venderlo. Y que estamos pensando que vamos a tener que apoyarles más, pero sólo
que tienen que estar resistiendo ahí, porque si no, no le vamos a entregar a
Trump el café pues. Necesitamos ahí al pueblo migrante ahí en Estados Unidos
que están organizándose para que la siguiente cosecha les entregamos café
nuevamente.
Y ojalá de que entonces nos acompañen pues así de apoyar
a esos hermanos y hermanas, con lo que vayan a poder. Ya lo tendrán que ver ahí
eso pues ustedes.
Gracias.
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