Resistencia
ancestral mapuche contra el Estado y el Capital
Por la tierra y contra el
capital
Red Latina sin Fronteras
Cada individualidad,
grupo, tribu o pueblo originario tiene sus formas de resistir a este sistema,
tiene sus propias visiones y formas de organizarse. Sin embargo tienen el mismo
enemigo que los reprime y oprime y el fin último de sus luchas es vivir libres
y autónomos”
(Compañero Carlos Gutiérrez Quiduleo)
Breve recorrido de un camino de resistencia.
Es sabido que la lucha del pueblo mapuche lleva ciento
de años. Incluso antes de combatir a los conquistadores españoles, ya habían
frenado el avance del imperio inca impidiendo su avance hacia el sur del
territorio hoy llamado Chile y obligándole a mantener su posición en la zona
central de “Chile”.
Conocidas son también las
batallas y enfrentamientos con los conquistadores españoles, donde por más de
cien años se libró una guerra que puso en jaque las pretensiones de los
conquistadores de dominar el territorio sin mayores obstáculos, obligándoles,
luego de procesos marcados por el exterminio y el cautiverio, a delimitar una
frontera que permitiera a los mapuche mantener su territorio al sur del río Bio
Bio.
Una vez creado el Estado
Chileno, se volvió a intensificar la opresión en territorio mapuche en lo que
la historia de los poderosos aparece denominado hipócritamente como la “pacificación de la Araucanía”, lo que
en verdad se trató de un exterminio étnico y cultural masivo que profundizó el
despojo entregando tierras mapuche a colonos alemanes con el objetivo de “civilizar” las tierras de los “salvajes”.
En las décadas recientes, la
lógica del despojo se ha intensificado tras la instalación de las políticas
económicas neoliberales impuestas en la dictadura, entregando tierras
ancestrales mapuche a empresas forestales e hidroeléctricas, talando bosques,
inundando tierras, plantando pinos que asesinan el ecosistema nativo e
instalando plantas de procesamiento de celulosa que devastan el territorio.
Despojo, represión y resistencias contra el
Estado y el Capital.
Con la llegada de la democracia se intensificó la
lógica mercantil, pero al igual que durante los últimos siglos, la resistencia
mapuche volvió a emerger con propuestas organizativas y acciones directas que
apuntan a la autonomía del pueblo mapuche a través de la recuperación y defensa
de su territorio ancestral. Este objetivo ha tratado de materializarse a través
de las últimas décadas con la articulación entre comunidades así como también
con acción directa contra objetivos de diverso tipo, como los ataques
incendiarios a infraestructura de empresas forestales, de latifundistas, casas
de veraneo de políticos, iglesias, etc. que forman parte de los intereses de
los capitalistas y del Estado chileno presentes en la zona.
Heterogéneo es el panorama
en lo que podemos llamar “lucha mapuche”.
En su paisaje encontramos al mismo tiempo comunidades y grupos asimilados por
la vía institucional chilena, discursos victimistas, comunidades en conflicto,
grupos de resistencia armada, organizaciones político militares, propuestas
anticapitalistas/revolucionarias, ideas de liberación nacional, etc.
En medio de esta diversidad
el Estado chileno busca profundizar la resolución del conflicto a través de la
vía de las instituciones, mostrando al mismo tiempo una imagen de respeto a la
diversidad poniendo gente mapuche al lado de las autoridades en discursos
políticos, insertando el idioma mapuche (el mapuzungun) en edificios estatales
y textos escolares, poniendo gente de origen mapuche en cargos políticos en la “zona de conflicto”, etc.
En paralelo a esto, una
política de intensa represión se ha desatado desde hace años contra las
comunidades mapuche en pie de lucha que no se pliegan a las imposiciones y
ofertas estatales. A ellas se les ataca desde el Estado con allanamientos
continuos, agresiones a niñxs, encarcelamientos, asesinatos, torturas, fiscales
especiales, seguimientos, escuchas telefónicas, uso de testigos encubiertos,
uso de informantes a cambio de beneficios, policías militarizadas, grupos
paramilitares y toda una gama de recursos propios de la guerra contrainsurgente
al servicio del Estado y el Capital.
Rescatando experiencias de una lucha sin
treguas.
A pesar de todas estas herramientas represivas, el
Estado no ha logrado frenar la lucha mapuche en sus expresiones más radicales,
con las cuales nos hermanamos conociendo las diferencias que nos separan con
cualquier posición victimista y etnocéntrica que no ponga atención a la
existencia de otras tendencias en guerra contra el Estado y el capital.
Una vez asumidas ciertas
distancias, rescatamos el accionar permanente contra los intereses
estatales y capitalistas y cómo a pesar de la represión este accionar
continúa e incluso se extiende y se intensifica sobrepasando toda la política
de guerra anti-subversiva desplegada en la zona mapuche con cientos de hombres
y millones de pesos gastados en recursos humanos y técnicos para la represión.
Varios aprendizajes podemos
obtener para nosotrxs mismxs mirando la continua lucha radical mapuche,
elementos que sin duda podrían aportarnos en la lucha insurrecta contra toda
autoridad. Su ritmo de guerra es ya un ejemplo a seguir, intensificando y
diversificando el combate, por un lado contra el despojo de siglos aun vigente,
y por otro lado como respuesta a los golpes represivos.
Así, por ejemplo, en abril
de 2016 mientras el Estado, sus fiscales, policías y agentes de inteligencia
aun no paraban de celebrar y alardear tras la detención de un grupo de
comuneros acusadxs de participar en el atentado incendiario donde murieron
quemados dos latifundistas (2015), grupos de resistencia mapuche realizaron
diversos atentados incendiarios que descolocaron al poder demostrándole que el
encarcelamiento no es sinónimo de derrota y que la lucha sigue y se
intensifica.
Algo importante también a
considerar es que ese continuo accionar a pesar de los arrestos y asesinatos de
comuneros mapuche, de los allanamientos y continuos hostigamientos a
comunidades, e incluso de la traición de mapuches que han terminado colaborando
con el Estado, no tiene necesariamente que ver con una profesionalización
militar mapuche -aunque así lo quiera mostrar el poder-. Todo lo contrario, se
trata de individuxs y colectividades que con ingenio y decisión toman parte
activa en la lucha radical sin dar treguas al enemigo en una guerra que
comienza en el interior mismo de las comunidades en conflicto que avanzan en la
recuperación territorial y resisten las embestidas policiales.
Esa actitud en la lucha, ese
ritmo de guerra, son un ejemplo para nosotrxs. Llevar la guerra a todas partes
desde nuestra posición de continua confrontación es algo sin duda temido por la
autoridad.
Cuán fuertes seríamos si más
compañerxs tuvieran esa actitud de romper su propia rutina y comodidad, para
pasar a desatar la rabia contra la dominación, para devolver los golpes del
enemigo y darlo todo en la insurrección permanente contra el poder.
La experiencia la tenemos
cerca, las ganas y la convicción dentro de nosostrxs.
¡En los bosques, campos y ciudades…
a propagar la guerra contra la
dominación!
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