Miles
de presos en Pensilvania padecen los estragos de la Hepatitis “C”
Por Mumia Abu-Jamal
–©’17maj
Traducción
Amig@s de Mumia, México
4
de enero de 2017
Hace unas pocas
horas, le llamé por teléfono a mi abogado civil Bret Grote, del Abolitionist
Law Center (Centro de Derecho Abolicionista) en Pittsburgh, Pensilvania. Pude
escuchar la emoción en su voz.
Me dijo que habíamos ganado el caso Abu-Jamal vs Wetzel y que el juez federal Robert Mariani
había concedido nuestra petición para un interdicto preliminar que ordena
al personal de salud en la prisión a poner fin a su protocolo
anti-constitucional y empezar a administrar el tratamiento para mi infección de
hepatitis con los medicamentos anti-virales de acción inmediata.
Me alegró escuchar la buena noticia. ¡Es maravilloso que hemos
ganado!
Pensé en el trabajo duro y eficaz de Bret y del abogado Bob
Boyle.
Pensé en todas las personas que llenaron el tribunal para
mi audiencia gracias a la habilidad organizativa de la hermana Pam África, la
Dra. Suzanne Ross, la Dra. Johanna Fernández y otras personas que ayudaron.
Pensé en el Dr. Joseph Harris, el perito que nos asombró con sus
explicaciones médicas y argumentos científicos tan claros que todo el mundo
pudo entenderlos.
Pensé en los miles de presos en Pensilvania que padecen los
estragos de Hepatitis C y que ahora tienen esperanza.
Pensé en los presos que sufrieron Hepatitis C y murieron de la
infección cuando su hígado dejó de funcionar. No vivieron para celebrar este
día.
Desde la nación encarcelada, soy
Mumia Abu-Jamal.
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