La foto con un hombre inocente (acerca del trabajo periodístico de Anabel Hernández y sus pretendidas implicaciones)
Javier
Hernández Alpízar
Zapateando
Babel
Concedamos, por
mor del argumento, que el trabajo de investigación periodística de Anabel
Hernández publicado en diversas entregas en Proceso y difundido por ella en
diversos foros, por ejemplo, en entrevista a Rompeviento TV, ha demostrado
fehacientemente que no hay pruebas sobre la vinculación del ex alcalde de
Iguala José Luis Abarca con la noche de terror de Estado, asesinatos y
desapariciones en Iguala que ha dado origen y legitimidad al movimiento de los
padres y madres de los ejecutados extrajudicialmente y de los 43 desaparecidos
de la Normal de Ayotzinapa; aceptemos también que las declaraciones de bienes
de Abarca están en orden e incluso que cada peso de sus haberes es legal y es
lícito.
Si lo dicho arriba es
cierto, entonces Andrés Manuel López Obrador queda exonerado con todo derecho
de la responsabilidad por haber llevado al poder a Abarca con su apoyo
electoral, como está probado fehacientemente con fotos de campaña. Las fotos
que exhibieron a AMLO, lo mismo que a Peña Nieto, a Rosario Robles, a los chuchos y a otros personajes de la
clase política junto a Abarca no deberían dañar la imagen de nadie, al
documentar la ausencia de pruebas contra Abarca, Anabel Hernández los exoneró a
todos, aunque probablemente no era esa su intención.
Sin embargo, incluso
concedida, repetimos: por mor del
argumento, la inocencia de Abarca y por ello que las fotos de diferentes
políticos con ella son las fotos de personajes públicos con uno de los pocos,
poquísimos, hombres honrados de la clase política en México, de ello no se
sigue que no tenemos ya nada que objetarles políticamente: Peña Nieto tiene un
historial desde que fue gobernador del Estado de México (represión de Atenco,
incluida) hasta la continuación de la guerra sucia contrainsurgente instalada
por Calderón y continuada bajo su mandato, además de la continuación y
profundización de la contrarrevolución en macha al menos desde los ochenta;
Rosario Robles lleva a cuestas la corrupción de la que participó como
presidenta del PRD, la represión de los estudiantes en huelga en la UNAM y su
labor electorera y contrainsurgente como jefa de la “Cruzada contra el Hambre”; los chuchos tienen su participación en
la traición a los acuerdos de San Andrés y su aporte a la contrainsurgencia en
Chiapas y a la represión en diversos estados y municipios donde han sido
gobierno, así como en su entrega a volverse comparsas del PRI y desfondar un proyecto
político que en su origen se reclamó de izquierda.
El caso de AMLO es
especialmente interesante porque una de sus divisas políticas ha sido “la honestidad valiente” y una de sus
promesas programáticas de campaña el “combate
a la corrupción” y a “la mafia en el
poder”. Podríamos pensar que el trabajo periodístico de Anabel Hernández no
es militante y que de manera casual ha probado la inocencia de Abarca en
el proceso de desmontar la mentira de la “verdad
histórica” del gobierno federal priista. Sin embargo, ya Anabel
Hernández ha declarado antes que se dio a la tarea de investigar la posible
corrupción de AMLO y no encontró pruebas de nada chueco: es tan inocente como
Abarca. Esa declaración periodística es un posicionamiento político claro.
Si la foto de Abarca con
AML0 ha quedado anulada como argumento contra él porque es solamente la foto con un hombre inocente y nadie,
ni AMLO, ni Peña, ni Robles ni los
chuchos, debe pasar vergüenza por esa inocente foto, como en el caso de los
otros políticos, de ello no se sigue que AMLO sea inocente de todo desliz
político nefasto. Anabel Hernández, o todo un equipo de periodistas muy capaces
y comprometidos con esa causa, tendrían que probar la inocencia de muchos otros
personajes que han crecido a la sombra de AMLO, han resucitado políticamente
algunos y han tenido cargos importantes o beneficios políticos y económicos
gracias a su apoyo político y electoral y, en algunos casos, han sido
represores del México de abajo, además de otras siniestras corrupciones y
complicidades. La lista, no exhaustiva, incluye a: Juan Sabines, Ángel Aguirre,
Gabino Cué, Manuel Bartlett, Marcelo Ebrard, Miguel Ángel Mancera, René
Bejarano, Carlos Slim, Rudolph Giulianni, Bernardo Bátiz, Dante Delgado,
Ricardo Monreal, Elena Poniatowska y un pudoroso etcétera que deja en el
tintero el asunto de los hijos de AMLO como líderes estatales de Morena.
Probar la inocencia de las
corruptelas de esos personajes, ligados en momentos clave a López Obrador, es
una tarea titánica que no podría cumplir ni Anabel Hernández ni un equipo de
profesionales de la eficiencia de ella. Y no es factible porque sería defender
un imposible. Parafraseando aquel dicharajo lópezobradorista de “no le han quitado ni una pluma a nuestro
gallo” podemos decir que solamente le
han borrado una raya a nuestro tigre.
Todavía puede intentarse
formar una burbuja alrededor de AMLO
arguyendo que él no es responsable por lo que han hecho esos personajes ni
antes ni después de que llegaran al poder (la mayoría, de nuevo, como reciclados)
con su ayuda. Pero si aceptamos el principio de que AMLO no es responsable por
llevar al poder a personajes de la calaña de Aguirre Rivero, entonces sentamos
un precedente laxo que individualiza las responsabilidades y exonera partidos,
grupos e incluso votantes de cualquier partido, ¿o vale sólo para AMLO?
Probablemente Abarca, si aceptamos la palabra profesional de Anabel Hernández,
es uno de los pocos casos de políticos honrados que AMLO llevó al poder y a
puestos clave.
Y aunque este artículo forme
parte de la “pequeña política”, a
juicio de los analistas de la “gran
política” que cartografían fuerzas globales sin dar nombres ni apellidos de
seres de carne y hueso, no es un artículo que eclipse la política (el cálculo
de pros y contras) en nombre de la moral: la moral la introdujeron quienes
hicieron de su divisa la “honestidad
valiente” y de su programa el “combate
a la corrupción”. Después de todo, ellos han reducido la discusión a un
asunto de: capitalismo sí, pero “sin corrupción”.
Por el contrario, podemos
pensar que la relación de AMLO con semejantes personajes en contextos de
alianzas electorales y de poder no se reduce a una casuística moral o inmoral,
sino que tiene que ver con un proyecto político que da pie a tales alianzas,
sociedades y compañías.
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