Luis Hernández Navarro
Martes 6 de diciembre de
2016
Más de 100 mil pequeñas escuelas están sembradas en las
comunidades rurales más incomunicadas del país. En ellas, uno o dos maestros
enseñan los seis grados de educación primaria, en un solo salón de clases, a
niños de todas las edades y niveles de instrucción. Se les conoce como multigrado.
Sus aulas carecen de
pupitres, bancas, escritorios y hasta de pizarrones. Con frecuencia tienen piso
de tierra y techo de lámina. Muy pocas son territorio
Telcel. Cuatro de cada diez escuelas en el país no tienen drenaje, en tres
no hay agua y en una hacen falta electricidad y sanitarios.
Los profesores que enseñan
en ellas deben vivir allí. Trasladarse a ellas desde los grandes centros
urbanos les toma horas. Deben hacerlo en transporte público en pésimo estado e
incluso por tramos a pie. Con harta frecuencia, para su alimentación y
hospedaje dependen de la buena voluntad de los padres de familia.
Los niños que asisten a
estos planteles son en su mayoría pobres. 78% están considerados parte de
familias que viven en alta y muy alta marginación. Muchos llegan a clases con
el estómago vacío, sin probar bocado, después de caminar por agrestes senderos.
No pocos deben, además de estudiar, ayudar a sus padres en labores agrícolas,
recogiendo leña o acarreando agua.
Los maestros no sólo dan
clases simultáneamente en todos los grados. Son, al mismo tiempo, intendentes,
secretarios y directores. Como pueden, organizan actividades deportivas y
artísticas. Carecen de materiales escolares, de metodologías acordes con esa
realidad y del apoyo institucional para hacer bien su trabajo.
No obstante, sus enormes
penurias, han dado resultados dignos. Según el Instituto Nacional de Estadística
y Geografía (Inegi), 85.73% de los más de 5.25 millones de niños entre 6 y 14
años, que viven en comunidades de no más de 2 mil 500 habitantes, saben leer y
escribir. La media nacional para ese mismo segmento de la población es apenas
ligeramente inferior: 87.46%.
Sin embargo, a pesar de
que esas escuelas tienen una problemática particular, las autoridades
educativas las tratan como si fueran una versión reducida de planteles de
organización completa. Un maestro multigrado rural es evaluado de la misma
manera y con los mismos criterios que un profesor de un centro educativo urbano.
Pero, no obstante, sus
carencias, las comunidades, un buen número de ellas indígenas, están orgullosas
de sus escuelas. Muchas son producto de la lucha y las gestiones de los
pobladores. En no pocos casos, son ellos quienes las sostienen en pie y les dan
mantenimiento. Ellos las plantaron como una semilla para cosechar la educación
de sus hijos.
Sin embargo, ahora las
autoridades educativas amenazan con cerrar 100 mil de esas escuelas para
reconcentrar a sus alumnos en planteles completos ubicados en grandes centros
de población.
El 13 de mayo de este año,
en la Universidad Panamericana y la menor inversión, y anunció el proyecto de
reconcentrar 100 mil escuelas. Todo, en nombre de la inclusión y la equidad.
Un proyecto de esta
naturaleza es un atentado a la vida comunitaria, a la diversidad cultural y a
la pluralidad lingüística. Lejos de impulsar la educación bilingüe
intercultural, la reconcentración homogeniza la diversidad cultural y las
lenguas, las reduce.
En el mundo existen muchos
ejemplos de escuelas multigrado exitosas. Es el caso de Colombia, Bangladesh,
Cuba y Finlandia. En cambio, con frecuencia, la reconcentración (instrumentada
en diversos países desde dictaduras) ha resultado un fracaso.
Los ambiciosos planes de
transporte que acompañan la reconcentración escolar, destinados al traslado de
niños a kilómetros de distancia de donde viven, pueden ser un magnífico negocio
para las empresas beneficiadas por la subrogación del servicio, pero son un
riesgo y un desgaste para los estudiantes, y una forma de alejarlos de sus
familias.
Es falso que la
centralización escolar sea un indicador de progreso. Muchos países
industrializados tienen un porcentaje muy alto de escuelas de primaria
multigrado que funcionan muy bien. 40% de los planteles de Australia, 35% de
Noruega, 34% de Francia y 30% de Finlandia son escuelas de ese tipo.
Lejos de apoyar los
planteles multigrado, el gobierno federal ha optado por combatirlos. Por
ejemplo, el programa Escuelas al Cien,
encargado de mejorar la infraestructura escolar, destina la mayor cantidad de
recursos a los estados mejor equipados. A partir de una fórmula definida por la
Secretaría de Hacienda, le da al estado de México, que sólo tiene 74 escuelas
con infraestructura deficiente, 9.01% del financiamiento. En cambio, a Durango,
con 63.3% de los planteles escolares en modalidad multigrado, le asigna
solamente 1.64%.
La reconcentración escolar
es un proyecto antirrural, neocolonial, anticomunitario, de muy dudosa eficacia
pedagógica. Es parte de una operación de despojo territorial. Más temprano que
tarde, tendrá consecuencias insospechadas para sus promotores.
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