La Tribu Yaqui lucha contra la construcción del Gasoducto Agua Prieta.
Al-Dabi Olvera
Fuente: Actualidad RT
Publicado: 15 de noviembre
de 2016
Cuando habla un yaqui del norte de México, siempre se refiere
a la resistencia de los ocho pueblos de su tribu a lo largo de los siglos.
Bácum, Cócorit, Vícam,
Torim, Potam, Huíviris, Rahum y Belén,
junto con el Río Yaqui y la Sierra del Bacatete, forman parte de una integridad
territorial que no se puede ver por separado. Allí, desde tiempos ancestrales,
la tribu yaqui realiza ceremonias como las danzas del venado o de danza de
pascola y toda la ritualidad de la Semana Santa. Así, los yaquis tienen una
identidad híbrida que utiliza simbología católica, pero se centran en la
transmisión del conocimiento íntimamente ligado a los elementos que integran a
la tierra.
"Nuestra raíces, usos y costumbres, tradiciones y cultura"
son "el patrimonio que nos han dejado",
según ha explicado en entrevista exclusiva a RT Higinio Ochoa, habitante del
pueblo yaqui Loma de Bácum.
Defender lo que son ha
llevado a 'los espartanos de América',
como los definió el general estadounidense William Tecumseh Sherman
(1820-1891), a enfrentarse a cruentos intentos para borrarlos del mapa, como
las denominadas guerras del Yaqui,
que tuvieron lugar a finales del siglo XIX y comienzos del XX y culminaron con
la deportación de miles de indígenas a los estados mexicanos de Oaxaca y
Yucatán.
"Quisieron exterminar a los yaquis" y su legado "costó lágrimas, sudor y sangre",
recuerda Higinio Ochoa.
En 1940, una vez
finalizadas esas contiendas, el presidente Lázaro Cárdenas firmó un decreto que
reconoció su territorio y les otorgó el derecho al 50 % del agua de la presa de
la Angostura, construida donde comienza su río sagrado, en el estado vecino de
Chihuahua.
En su libro 'Las tribus yaquis de Sonora' (1938), el
antropólogo comunista mexicano Alfonso Fabila ya anunciaba la "injusticia hídrica" cometida
por grandes agricultores y la construcción de diversas presas en el siglo XX.
Los yaquis sufrieron
nuevos intentos de despojo de su territorio y su cultura en el siglo XXI. Así,
el Gobierno del conservador Felipe Calderón (2006-2012) construyó el Acueducto Independencia
para tomar más agua del río Yaqui.
El entonces gobernador de
Sonora y copartidario de Calderón, Guillermo Padrés, persiguió a los yaquis que
se enfrentaron a la construcción de esa infraestructura. Esa represión provocó
que los voceros yaquis del pueblo de Vícam, Mario Luna y Fernando Jiménez,
fueran encarcelados, mientras que otro portavoz, Tomás Rojo, se exilió en la
Ciudad de México.
Si bien la Suprema Corte
de Justicia de México ordenó la cancelación de operaciones del Acueducto
Independencia y la celebración de una consulta a la tribu, el tubo todavía toma
agua del Río Yaqui, que se ve casi seco durante todo el año.
Mientras Mario Luna se
encontraba en prisión, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) ganó las
elecciones de ese estado y la empresa Sempra Energy obtuvo una licitación para
ejecutar otro proyecto en el territorio yaqui: el Gasoducto Agua Prieta.
Enramada tradicional de la
Tribu Yaqui / Al-Dabi Olvera
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Un tubo de
gas en medio del territorio
Esa firma obtuvo la licitación para construir un primer tramo
que conectará la red de gas desde Arizona (EE.UU.) hasta el puerto de Guaymas
(Sonora) y, desde allí, un segundo hasta El Oro (Sinaloa), que es el que
atravesaría 80 kilómetros del territorio yaqui.
Como el Acueducto
Independencia, el Gasoducto Agua Prieta ha generado división en esta tribu.
Casilda Flores, de Loma de Bácum, relata a RT que, como pueblo indígena, los
yaquis tienen derecho a ser consultados para el paso de cualquier proyecto en
su territorio y los ocho pueblos deben tomar una decisión consensuada al 100 %.
Hasta el momento, siete gobernadores aceptaron la entrada del gasoducto, pero
Loma de Bácum aún no.
El yaqui Guadalupe Flores
Maldonado cuenta que en abril de 2015 se consultó al pueblo de Belém y la
empresa dio siete millones a las autoridades tradicionales, en dos pagos: el
primero al firmar y el segundo al terminar la obra o seis meses después. "Trataron de usar a los demás pueblos
para obligarnos a firmar" y "ahí
empezaron las presiones", denuncia este hombre.
Por su parte, Casilda
Flores cuenta que 'la tropa' —como
tradicionalmente se denomina a la población yaqui— no aceptó en los demás
pueblos y solamente las autoridades dieron el consentimiento del paso del tubo,
por lo que el asedio no solo es contra Loma de Bácum, sino contra los
opositores de otras localidades.
Atardecer en el Río Yaqui / Al-Dabi
Olvera
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Pueblo yaqui de Vícam, uno de
los mayores centros de oposición al Acueducto Independencia / Al-Dabi Olvera
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Los problemas
del tubo
En su último año de mandato, Felipe Calderón lanzó diversas
licitaciones para construir gasoductos al por mayor.
En 2015, el que fuera
secretario de Energía de México, Pedro Joaquín Coldwell, anunció que entre 2016
y 2019 en México operarían 12 nuevos gasoductos. Al conocer que existía la
posibilidad de que una de esas estructuras se construyera en Loma de Bácum, sus
habitantes se comunicaron con el pueblo indígena rarámuri de Chihuahua, que
luchó contra el gasoducto que pretendía pasar por sus barrancas y sitios
sagrados y, hasta hoy, sigue detenido.
La nueva gobernadora de
Sonora, Claudia Pavlovich, ha insistido a través de los medios de comunicación
en que el gasoducto llegará a su destino y supone un factor de desarrollo para
el pueblo yaqui. Sin embargo, aclaró que el proyecto está a cargo de una
empresa privada —a pesar de que fue licitado desde el Gobierno federal— y que
ese pueblo debe alcanzar un acuerdo con la empresa.
En febrero del 2016,
Guadalupe Flores relata que otros pueblos yaquis se reunieron durante horas con
integrantes de la compañía en la Secretaría de Energía, pero no los lograron
convencer.
Finalmente, el 14 de
octubre la firma fue acompañada por 'grupos
de choque' del municipio de Cajeme para proteger los trabajos en Loma de
Bácum, mientras que la semana siguiente otro grupo de choque atacó a la guardia
tradicional de ese pueblo.
El ataque
Ese 21 de octubre, México leyó titulares como: "Se enfrentan en Sonora por
construcción de gasoducto en tierras yaquis; hay un muerto". Las
informaciones detallaron la "lucha
campal" de tres horas entre integrantes de la tribu que están a favor
y en contra de la obra. Desde entonces, la Policía estatal permanece en el
lugar.
"Defendimos la resistencia en Loma de Bácum con piedras y
palos, aunque ella nos llevara la vida misma. Estamos firmes, porque ¡no
vendemos nuestra tierra así nos ofrezcan millones de dólares!", cuenta Higinio Ochoa.
"Nuestra propia gente pisoteó sus usos y costumbres por
el dinero. Si llegaran a conseguir el propósito, ahí se acaba la etnia yaqui:
su identidad, usos y costumbres", relata Casilda Flores.
Cuando se produjo el
ataque, los niños salían de la escuela y pocas personas resguardaban su guardia
tradicional. Un grupo integrado por yaquis de los siete pueblos, en especial de
Loma de Guamúchil-Cócorit, llegó con la intención de imponer una autoridad nueva
para que aceptara el paso del gasoducto.
"Somos nosotros los agredidos, los ofendidos", mientras que "el brazo justiciero cobija a los
agresores" y "Loma de Bácum
está olvidada: estamos sitiados por la policía estatal" denuncia
Higinio Ochoa, quien destaca que, hasta hoy, 21 habitantes de Loma de Bácum
tienen órdenes de aprehensión.
"Nosotros no atacamos a nadie, pero se rompió el tejido
social. Ahora, las mujeres, los hombres y los niños estamos en
resistencia",
relata Casila Flores.
El 28 de octubre, el
vicepresidente del Gasoducto Agua Prieta, Juan Rodríguez Castañeda, declaró que
cuentan con todos los permisos para construir su megaproyecto de 800 kilómetros
y continuarán con los 14 kilómetros que hacen falta. Además, ese hombre aseveró
que la Secretaría de Energía de México ya realizó una "consulta indígena".
En vista de la situación,
Loma de Bácum interpuso quejas ante la Comisión Nacional de Derechos Humanos
(CNDH) y la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Desde entonces,
las autoridades del estado les cancelaron becas y proyectos productivos.
Guadalupe Flores desea que
"nos dejen en paz y respeten
nuestros usos y costumbres", asegura que "el estado no nos ha convencido" ni quieren dinero, sino "que cumplan con la ley, que respeten
nuestra norma interna, que no se metan con nosotros y respeten el territorio
sagrado".
Mural de la Danza del venado de la Tribu Yaqui en la Ciudad de México / Al-Dabi Olvera
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