Dr. Francisco Pineda.
Fotografía de Francisco
Mata Rosas.
La Casa de Todas y Todos
21 noviembre, 2016
La situación del movimiento maderista, en el momento que los
zapatistas iniciaron la lucha armada en Morelos, no era precisamente óptima. Si
observamos la estrategia que se proponía seguir Madero, los resultados después
de 3 meses y medio, hablan por sí mismos. Cuenta Francisco Vázquez Gómez que a
principios de noviembre preguntó a Madero, en San Antonio Texas, con qué
elementos contaba para la revolución que pensaba hacer, y la respuesta fue,
poco más o menos:
“Aquiles Serdán dará el golpe en Puebla; Cosío Robelo, en la
capital; Robles Domínguez, en Guerrero, Ramón Rosales, en Hidalgo; Abraham
González, en Chihuahua, y Soto al sur del Estado. Además, mi tío Catarino
estará cerca del Bravo con seiscientos hombres montados y armados para
recibirme el 19 en la noche. Por otra parte, el ejército federal se volteará y
dentro de quince días estaremos en la ciudad de México, con toda seguridad”.[1]
Como se dice, hacía
cuentas muy alegres. Womack toma la referencia de Roque Estrada, que en lo
sustancial no es muy diferente:
“Madero sabía que no podía sostener una insurrección general,
ni económica ni políticamente. Le costaría demasiado y probablemente se saldría
de cauce. De manera que su plan revolucionario final estableció pocos centros
de acción. Madero propuso dar tres golpes (a las ciudades de Puebla, Pachuca y
México) cuando volviese a entrar en el país por el norte. Los revolucionarios y
sus simpatizantes civiles y militares se levantarían ‘como un solo hombre’, se
apoderarían de las calles y de las guarniciones en esas ciudades y obligarían
al gobierno a tratar con Madero, mientras avanzase éste triunfalmente por
Chihuahua”.[2]
Pero Madero, educado en
Europa y Estados Unidos, y su flamante Consejo Estratégico no tomaron en cuenta
un factor central, la condición humana, y llamaron a la revolución en México,
en punto de las 6 de la tarde, del 20 de noviembre. Cuando ingresó al país la
noche anterior, el Tío Catarino y su grupo, que debía darle calurosa bienvenida, nunca llegó. Las
armas y municiones que pagó por adelantado jamás aparecieron.[3]
Se sumió en la decepción y regresó a Estados Unidos. Dicen que no se le volvió
a ver por un buen tiempo. El segundo intento de ingreso al país también
fracasó, pues la inminente toma de Ciudad Juárez, a principios de febrero,
falló por la derrota de Pascual Orozco. El tercer intento funcionó, a fuerza,
porque en Texas ya se había dado la orden de arrestarlo. Aunque Madero deseaba
un momento más auspicioso, el 14 de febrero tuvo que cruzar la frontera oeste
de El Paso, disimuladamente.[4] Luego, se produjo la derrota de Casas
Grandes.
Desde otro ángulo, al
centrar la atención en la segunda Zona Militar, el principal teatro de operaciones
—Chihuahua y Durango— donde la dictadura concentró más de cinco mil efectivos y
el maderismo jugaba su principal carta, la situación en ese momento mostraba
una leve recuperación de la tendencia descendente de los efectos de las
acciones sobre el ejército federal. Desde diciembre de 1910 hasta marzo, el
número de heridos por mes fue 150, 93, 63, 71 y el de muertos 59, 106, 27, 40
entre los federales.[5] Desde el punto de vista de las bajas que
causaban a los federales, para el mes de marzo había un ligero repunte, en
relación con febrero.
El ejército de la
dictadura no se derrumbaba, ni se volteaba. Sí, en cambio, se estaba
extendiendo territorialmente el movimiento armado.
“Desde el inicio de marzo fue notable el incremento de la
actividad insurgente, y no hubo ni un día de ese mes que no se diera cuando
menos una acción armada; el número de éstas casi se duplicó, en relación al mes
anterior, alcanzando la cifra de ciento cuarenta”.[6]
No era ese el objetivo de
los dirigentes de la lucha antiporfirista, pues el control de la situación
peligraba. Así entendieron muchos la movilización estadounidense en la frontera
y se dieron a la tarea de buscar un arreglo con el dictador. Los más activos
fueron los Madero, que ya habían invertido en la guerra 8 millones de pesos, al
endeudarse con los bancos de México.
La situación interna del
maderismo se volvía más conflictiva debido a que su vocero, Francisco Vázquez
Gómez, percibía “limanturismo en la
familia Madero” (papá, tíos, hermanos); e “intromisión de limantourismo en los asuntos de la Revolución”. Se
negó, por ejemplo, a acudir el 24 de febrero a Corpus Christi donde se efectuó
un encuentro entre los Madero y el enviado del ministro de hacienda, el
terrateniente Íñigo Noriega, “porque todo
se reduce a pedir perdón y amnistía. Pancho y yo hablamos en El Paso de una
transacción o arreglo posible; pero esto oficialmente y en virtud de un pacto o
convenio formal y público, mas no en comisiones secretas, sin poderes y cuyo
compromiso nadie garantiza”. El distanciamiento fue mayor cuando escribió
molesto a Gustavo Madero “parece que en
Corpus Christi creen que esto es asunto de familia; y si es así yo no tengo
nada que hacer”.[7]
Vázquez Gómez en esto
tenía razón. “Desde el punto de vista de
la fortuna de la familia, la revolución era un desastre. Impulsados por la
comprensión de ese hecho, Ernesto Madero, Evaristo Madero (hermano de Ernesto y
tío de Francisco) y Rafael Hernández llegaron a Corpus Christi para discutir
las bases de la paz con don Francisco [padre] y Alfonso Madero, esperando
llegar a algún acuerdo informal que pudieran presentarle después a Díaz. Aún
cuando más tarde Ernesto lo negó, hay evidencia de que también debía participar
en las conversaciones un representante del gobierno mexicano”.[8]
Para comienzos de marzo,
las vías del arreglo estaban allanadas desde los 2 campos. Las maniobras
militares de Estados Unidos acelerarían la transacción a la democracia.
“Nos fuimos a Villa de Ayala a pegar el grito. Allí nos
levantamos con otros 100 ya con escopetas, con rifles de 12, granaderos, y
puñalitos nomás, y otros con el corazón nomás” – Serafín Placencia
Gutiérrez, capitán segundo de caballería del Ejército Libertador[9]
NOTAS:
[1] Francisco Vázquez Gómez, Memorias políticas
(1909-1913), Universidad Iberoamericana/El Caballito, México, 1982, pp. 59-60
[2] John Womack, op. cit., p. 66
[3] Charles Cumberland, op. cit., p. 146
[4] Ibíd., p. 152
[5] Secretaría de Guerra y Marina, Campaña de
1910 a 1911: estudio en general de las operaciones que han tenido lugar del 18
de noviembre de 1910 al 25 de mayo de 1911, en la parte que corresponde a la
2a. Zona Militar. Talleres del Departamento de Estado Mayor, México, 1913
[6] Santiago Portilla Gil de Portearroyo, op.
cit., p. 227
[7] Telegramas del 24 y el 25 de febrero
reproducidos en Francisco Vázquez Gómez, op. cit. (subrayados de FVG) pp. 80 y
81
[8] Charles Cumberland, op. cit., p. 154
[9] Entrevista con el señor Serafín Placencia
Gutiérrez, op. cit.
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