UNA HISTORIA PARA TRATAR DE
ENTENDER
Enlace Zapatista
17 de noviembre del 2016.
A la Sexta nacional e
internacional:
A quienes simpatizan y
apoyan la lucha de los pueblos originarios:
A quienes son
anticapitalistas:
Compañeras, compañeros,
compañeroas:
Hermanas y hermanos:
Este extenso texto lo hicimos conjuntamente con el
Subcomandante Insurgente Moisés, vocero y actual jefe del EZLN, y consultando
unos detalles con algunas de las Comandantas y Comandantes de la delegación
zapatista que asistió a la primera etapa del V Congreso del Congreso Nacional
Indígena.
Aunque en ésta, como en
otras ocasiones, me toca a mí la redacción, es el Subcomandante Insurgente
Moisés quien lee, agrega o quita, aprueba o rechaza no sólo este texto, sino
todos los que aparecen a la luz pública como auténticos del EZLN. No pocas
veces, a lo largo de estos escritos, usaré el primer pronombre del singular. La
razón de esto se entenderá más adelante.
Aunque la destinataria principal de estas líneas es la Sexta, hemos
decidido ampliar su destino a quienes, sin ser ni estar con nosotras, nosotros,
tienen idénticas inquietudes y parecido empeño.
Va pues:
TAMPOCO NUESTRAS PESADILLAS.
Hace algunos años, la creatividad y el ingenio de algún
colectivo de la Sexta produjo una frase que, al paso del tiempo, fue adjudicada
al zapatismo. Bien saben que estamos en contra del copyright, pero no solemos adjudicarnos ni palabras ni acciones que
no son nuestras. Sin embargo, aunque no de nuestra autoría, la sentencia sí
refleja en parte nuestro sentir como zapatistas que somos.
Enarbolada por la Sexta
contra quienes, con chantajes burdos y amenazas, atacaban (como ahora) al
escepticismo frente al “poder” de las
urnas electorales institucionales, la frase va más allá y define los límites y
carencias de una forma de lucha, la electoral:
“Nuestros sueños no caben
en sus urnas”,
se decía y se dice.
Nosotros, nosotras, como
zapatistas que somos la suscribimos entonces… y ahora. Tiene la virtud de decir
mucho con pocas palabras (un arte ahora olvidado). Pero, desde este lado del pasamontaña, desde
nuestro ser lo que somos, agregamos: “tampoco nuestras pesadillas”.
Cierto, pudimos haber
puesto “y tampoco nuestr@s muert@s”, pero resulta que, en estos
tiempos aciagos, el dolor se ha extendido aún más allá. Ya no sólo es la muerte
natural la responsable de alejarnos de quienes nos hacen falta hoy; como, en
nuestro caso, del Subteniente Insurgente de Infantería Hernán-Omar (parte
nuestra desde antes del alzamiento, y arrebatado por el cáncer de nuestro lado
y del de su compañera e hijo -a quienes abrazamos especialmente en este primer
cumpleaños sin él-).
Ahora son, y en forma
creciente, los asesinatos, las desapariciones, las cárceles, los secuestros.
Si usted es pobre es
vulnerable, si usted es mujer es todavía más vulnerable. Como si el sistema no
se conformara con agredirla por lo que es, y se diera a la macabra tarea de
eliminarla. Es decir, ya no sólo es objeto de acoso y violencia sexual. ¿Qué ha
pasado en este sistema que vuelve “natural”
y hasta “lógico” (“sí, ellas se lo buscaron”, dice la
sociedad entera) ya no sólo la violación, también el secuestro, la desaparición
y el asesinato de mujeres? Sí, mujeres. La democratización
del odio de género iguala edades, razas, colores, estaturas, pesos, credos,
ideologías, militancias o no; todas las diferencias, menos las de clase,
diluidas en una falta mayor: ser mujer.
Y vaya usted agregando
potencias según su diferencia: color, estatura, peso, indígena,
afrodescendiente, niña, niño, ancian@, joven, gay, lesbiana, transgénero, su
modo suyo de usted, cualquiera que sea.
Sí, un sistema empeñado ya no sólo en segregar y despreciar las
diferencias, ahora decidido a eliminarlas por completo. Y no sólo
exterminarlas, ahora haciéndolo con toda la crueldad de que es capaz una modernidad.
Sigue la muerte matando, pero ahora con mayor sadismo.
Entonces, lo que queremos
decir es que no sólo nos faltan las muertas y los muertos, también l@s
desaparecid@s (y con la arroba incluimos no sólo al masculino y al femenino,
también a todo lo que rebasa la falsa dicotomía de género), l@s secuestr@das,
l@s encarcelad@s.
¿Cuántos de los ausentes
de Ayotzinapa caben en cuántas urnas? ¿En qué proyecto partidario se
encuentran?
¿Cuál logotipo
institucional es el que se cruza pensando en quienes nos faltan?
¿Y si ni siquiera hay la
certeza de que murieron? ¿Y si no sólo es la ausencia la que duele, sino que
también se agregan la incertidumbre y la angustia (¿comió?, ¿tiene frío?, ¿se
enfermó?, ¿ha dormido lo suficiente?, ¿alguien lo consuela?, ¿sabe que aún le busco,
que siempre le buscaré?)?
¿En qué aspiración a un
cargo, un puesto, un gobierno, caben las mujeres agredidas, desaparecidas,
asesinadas por todo el espectro ideológico?
¿A cuántas boletas
electorales equivalen los infantes asesinados, por el Partido Acción Nacional,
en la guardería ABC?
¿Por quién votan los
exterminados, por el Partido Revolucionario Institucional y sus réplicas mal
disimuladas, en toda la extensión de las geografías y calendarios del México de
abajo?
¿En cuál conteo de votos
aparecen los perseguidos, por el Partido de la Revolución Democrática, acusados
del delito de ser jóvenes?
¿En cuál partido político
se representan las diferencias sexuales perseguidas en público y en privado,
para las que hay como condena el infierno en vida y en muerte?
¿Cuáles son los partidos
políticos institucionales cuyos logos y consignas manchan los muros que deben
saltar miles de migrantes, hombres, mujeres y niños para caer en manos de
gobernantes-criminales-empresarios de la trata de personas?
Y se podrán encontrar
ejemplos en crónicas, blogs,
reportajes, notas periodísticas, artículos de opinión, hashtags, etc., pero siempre quedará la certeza de que son más los
hechos criminales que no alcanzan siquiera una mención pública.
¿Dónde está la casilla
electoral para que ahí se exprese la explotación, la represión, el despojo y el
desprecio a los pueblos originarios?
¿En cuál urna se depositan
los dolores y las rabias de …
el Yaqui, el Kumiai, el Mayo, el Cucapá, el Tohono O’odham, el
Rarámuri, el Kikapú, el Pame, el Totonaca, el Popoluca, el Nahua, el Maya
Peninsular, el Binizáa, el Mixteco, el Hñähñü, el Mazateco, el Purépecha, el
Mixe, el Chinanteco, el Mazahua, el Me’phaa, el Téenek, el Chontal, el Amuzgo,
el Ópata, el Solteco, el Chatino, el Triqui, el Cora, el Cuicateco, el Huave,
el Tepehuano, el Matlatzinca, el Chichimeca, el Guarijío, el Chuj, el
Jacalteco, el Lacandón, el Comca’ac, el Wixárika, el Kanjobal, el Chocho, el
Tacuate, el Ocuilteco, el Kekchí, el Ixcateco, el Motocintleco, el Quiché, el
Kakchiquel,mel Paipai, el Pápago, el Cochimí, el Ixil, el Kiliwa, el
Aguacateco, el Mame, el Chol, el Tzotzil, el Zoque, el Tojolabal, el Tzeltal?
¿Dónde cabe todo eso?
¿Y cuándo obtuvieron su
registro legal la dictadura del terror y su lógica perversa invadiendo todo y
reajustando los criterios?
Tuve suerte, dice
cualquier mujer u hombre asaltado en la calle, en su casa, en el trabajo, en el
transporte, no me dispararon-acuchillaron.
Tuve suerte, dice la mujer
golpeada y violada, no me secuestraron.
Tuve suerte, dice el
infante sometido a la prostitución, no me quemaron vivo.
Tuve suerte, dice el gay,
la lesbiana, el transexual, loa otroa con los huesos rotos y la piel lacerada,
no me asesinaron.
Tuve suerte, dice el
obrero, la empleada, el trabajador sometido a más horas de trabajo y menor
salario, no me despidieron.
Tuve suerte, dice el líder
social torturado, no me desaparecieron.
Tuve suerte, dice el joven
estudiante asesinado y tirado en una calle, mi familia ya no tendrá que
buscarme.
Tuve suerte, dice el
pueblo originario despojado, no me exterminaron.
Y más:
¿Qué encuesta toma nota de
la destrucción de la Tierra? ¿Por quién
votan las aguas contaminadas, las especies animales acorraladas hasta la
extinción, la tierra estéril, el aire sucio? ¿Dónde se deposita la boleta de un mundo
agonizante?
Entonces tienen razón: “nuestros sueños no caben en sus urnas”.
Pero tampoco nuestras
pesadillas.
Cada quien puede ser
responsable de sus sueños. Falta pedirle cuentas a quien es el responsable de
nuestras pesadillas.
Falta lo que falta…
UN “SÍ”, VARIOS “NO”.
Sí, la propuesta inicial y original es nuestra, del ezetaelene. Nosotras, nosotros, se la hicimos saber a las
delegadas y delegados al Quinto Congreso del Congreso Nacional Indígena. Esto sucedió los días 9, 10, 11 y 13 de
octubre del año 2016, en la sede del CIDECI-Unitierra, en San Cristóbal de Las
Casas, Chiapas, México. En esas fechas
hubo delegadas y delegados de colectivos, organizaciones, barrios, tribus,
naciones y pueblos originarios de las lenguas amuzgo, binni-zaá, chinanteco,
chol, coca, náyeri, cuicateco, kumiai, lacandón, matlatzinca, maya, mayo,
mazahua, mazateco, mixe, mixteco, nahua, ñahñu, ñathô, popoluca, purépecha,
rarámuri, tlapaneco, tojolabal, totonaco, triqui, tzeltal, tzotzil, wixárika,
yaqui, zoque, y chontal. El día 13 de
octubre del 2016, la plenaria de ese Quinto Congreso del CNI decidió hacer suya
la propuesta y someterla a una consulta entre quienes lo integran. El día 14 de octubre del 2016, en horas de la
mañana, el CNI y el EZLN hicieron pública esa decisión en el documento llamado “Que
retiemble en sus centros la tierra”.
No, ni el EZLN como
organización, ni ninguna, ninguno de sus integrantes, va a participar por un “cargo de elección popular” en el
proceso electoral del 2018.
No, el EZLN no se va a
convertir en un partido político.
No, el EZLN no va a
presentar a una mujer indígena zapatista como candidata a la presidencia de la
República en el año del 2018.
No, el EZLN no “ha dado un giro” de los grados que sean,
ni seguirá su lucha por la vía electoral institucional.
Entonces ¿el EZLN no va a
postular a una indígena zapatista para presidenta de la República? ¿No van a participar directamente en las
elecciones de 2018?
NO.
¿Por qué no? ¿Por las armas?
No. Se equivocan rotundamente quienes piensen que
es por eso: las zapatistas, los zapatistas tomamos las armas para servirnos de
ellas, no para ser esclavizados por ellas.
Entonces, ¿porque el
sistema político electoral institucional es corrupto, inequitativo, fraudulento
e ilegítimo?
No. Aunque fuera diáfano, equitativo, justo y
legítimo, las zapatistas, los zapatistas no participaríamos para alcanzar y
ejercer el Poder desde un puesto, un cargo o un nombramiento institucional.
Pero, en determinadas
circunstancias, por cuestiones estratégicas y/o tácticas, ¿no participarían
directamente para ejercer un cargo?
No. Aunque “las masas” nos lo demanden; aunque la “coyuntura histórica” necesite de
nuestra “participación”; aunque lo
exijan “la Patria”, “la Nación”, “el Pueblo”, “el
Proletariado” (ok, eso ya está muydemodé), o cualquiera que sea el
concepto concreto o abstracto (tras el cual se esconde, o no, la ambición
personal, familiar, de grupo o de clase) que se enarbole como pretexto; aunque
la coyuntura, la confluencia de los astros, las profecías, el índice bursátil,
el manual de materialismo histórico, el Popol Vuh, las encuestas, el
esoterismo, “el análisis concreto de la
realidad concreta”, el etcétera conveniente.
¿Por qué?
Porque el EZLN no lucha para tomar el Poder.
¿Ustedes creen que antes
no nos han ofrecido eso y más? ¿Que no
nos han ofrecido cargos, prebendas, puestos, embajadas, consulados, viajes al
extranjero con “todo incluido”,
además de los presupuestos que vienen adjuntos? ¿Creen que no nos han ofrecido
convertirnos en un partido político institucional, o ingresar a alguno de los
ya existentes, o a los que se formarán, y “gozar
de las prerrogativas de ley” (así dicen)?
¿Aceptamos? No.
Y no nos ofendemos,
entendemos que la ambición, o la falta de imaginación, o la cortedad de miras,
o la ausencia de conocimientos (y, claro, el no saber leer), lleven a más de
uno a urgirse a sí mismo el entrar a un partido político institucional, luego
salirse y pasar a otro, luego salirse y formar otro, luego lo que siga.
Entendemos que, a más de uno, una, todavía le funcione la coartada de “cambiar el sistema desde adentro”. A nosotras, nosotros, no.
Pero, en el caso de la
dirección y tropa zapatista, no sólo es frente al Poder institucional nuestra
negativa, también frente a las formas y procesos autonómicos que las
comunidades crean y profundizan día con día.
Por ejemplo: ningún
insurgente o insurgenta, sea de la comandancia o sea de tropa; ni ninguna
comandanta o comandante del CCRI pueden siquiera ser autoridades en comunidad,
ni en municipio autónomo, ni en las diferentes instancias organizativas
autónomas. No pueden ser consejas ni
consejos autónomos, ni juntas de buen gobierno, ni comisiones, ni ninguna de
las responsabilidades que se designan por asamblea, creadas o por crear en la
construcción de nuestra autonomía, es decir, de nuestra libertad.
Nuestro trabajo, nuestra
tarea como ezetaelene es servir a
nuestras comunidades, acompañarlas, apoyarlas, no mandarlas. Apoyarlas, sí. A veces lo logramos. Y sí, cierto, a veces estorbamos, pero
entonces son los pueblos zapatistas quienes nos dan un zape (o varios, según)
para que corrijamos.
Todo esto no necesitaría
ser aclarado y reafirmado si se hubiera hecho una lectura atenta del texto
titulado: “Que retiemble en sus centros
la tierra”, hecho público la mañana del 14 de octubre del 2016.
No, no participamos en la
redacción del pronunciamiento. El texto
lo hizo la comisión provisional nombrada por la asamblea del CNI y nos lo
dieron a conocer. No le pusimos ni le
quitamos ni una coma, ni un punto. Tal y
como lo escribieron las delegadas y delegados del CNI, así lo hicimos nuestro.
Pero, como está visto, el
analfabetismo funcional no reconoce fronteras ideológicas ni signos
partidarios, pues de todo el espectro político han surgido algunas expresiones,
valoraciones y opiniones que se debaten entre el racismo y la estupidez. Sí, hemos visto a parte de la intelectualidad
de la izquierda institucional, y alguna marginal, coincidir con el paladín
panista “del feminismo”, “la honradez”, “la honestidad”, “la
inclusión” y “la tolerancia”:
Diego Fernández de Cevallos, quien ahora se dedica, junto a la versión
esotérica de “La Ley y el Orden”,
Antonio Lozano Gracia, a esconder a ¿ex? gobernadores en fuga. ¿Alguien olvida a La Calderona aplaudiendo a rabiar cuando el referido Fernández de
Cevallos, siendo candidato presidencial en 1994, llamaba a las mujeres con el “cariñoso” nombre de “el viejerío”, y a los campesinos les
decía “los calzonudos”? ¿Es La
Calderona el símbolo del empoderamiento de las mujeres de arriba o una
simple prestanombres de un psicópata insatisfecho? ¿Todavía engaña a alguien el que se presente
con su nombre de “soltera”?
Como les contaremos más
adelante, las delegadas y delegados del CNI al V Congreso, advertían que el
profundo racismo que hay en la sociedad mexicana era un obstáculo para llevar
adelante la iniciativa.
Nosotros les dijimos que
no era sólo racismo. Hay también, en la clase política mexicana, un profundo
desprecio. Para ella, los pueblos originarios ni siquiera son ya un estorbo, un
mueble viejo que hay que arrojar al pasado adornándolo con citas del Popol Vuh, bordados multicolores y
muñequitos de ocasión. La política de arriba ve a través de los indígenas, como
si fueran las cuentas de vidrio olvidadas por algún conquistador, o los restos
anacrónicos de un pasado atrapado en códices, libros y conferencias “magistrales”. Para la política
institucional los pueblos originarios no existen, y cuando “reaparecen” (así dicen), entonces es una sucia maniobra de una mente
perversa y todo poderosa. Después de 524 años sólo conciben al indígena como
incapaz, tonto, ignorante. Si los originarios hacen algo, es porque alguien los manipula; si piensan lo que
sea, es porque alguien los mal orienta. Para los políticos de arriba de todo el
espectro ideológico, siempre habrá “un
extraño enemigo” detrás de los pueblos indígenas.
El mundo de la política
institucional no es sólo increíblemente cerrado y compacto, no. También es
donde reina la “popularidad” sobre la
racionalidad, la bestialidad sobre la inteligencia, y la desvergüenza sobre un
mínimo de decencia.
De que los medios de paga
trampeen la información para convertirla en mercancía, vaya y pase. De todas
formas, de algo tienen que comer los reporteros y es comprensible que, para
ellos, venda más la “nota periodística”
de que el EZLN va a participar en las
elecciones con una mujer zapatista; en lugar de decir la verdad, a saber,
que el CNI es quien va a decidir si
participa o no con una delegada propia, y, dado el caso, contará con el
apoyo del zapatismo.
Eso se entiende, la falta
de información es también una mercancía. Los reporteros y redactores se ganaron
el pan de cada día, ok (sí, de nada
colegas, no, no hay por qué darlas, no, en serio, paso).
Pero que personas que se
dicen cultas y pensantes, que se supone que saben leer y escribir, y tienen un
mínimo de información, dan clases en centros de estudios superiores, son
eméritos, cobran sin falta sus becas y sueldos, y viajan vendiendo “conocimiento”, no lean lo que el
documento “Que retiemble en sus centros
la tierra” dice claramente, y digan y escriban toda clase de boberías pues
es, ¿cómo decirlo suavemente?… bueno, es de sinvergüenzas y charlatanes.
Como que los 140
caracteres y la casa de cristal plomado de los medios de comunicación, se
convirtieron ya en un muro que niega la realidad, la expulsa y la declara
ilegal. Todo lo que no quepa en un tuit no existe, se dicen y
conforman. Y los medios de paga lo
saben: “nadie va a leer con atención un
documento de 6 cuartillas, así que hacemos un resumen de lo que sea y los
‘líderes de opinión’ en las redes sociales lo darán por cierto”. Se presentan así una serie de barbaridades
que, ya, precipitan una histeria de borrado que tal vez provocará que se
colapse el inmenso reino del pájaro azul.
Cuánto será el desprecio
que le merecen los pueblos originarios a estas personas, que ni siquiera les
conceden existencia. Aunque el texto dice claramente “una mujer indígena delegada del CNI”, la magia de la estupidez
borra “del CNI” y lo suplanta por “del EZLN”.
¿Después? Bueno, pues una
cascada de posicionamientos, comentarios, opiniones, críticas,
descalificaciones, likes y dislikes, pulgares arriba y abajo, y no
pocos dedos medios levantados.
Cuando alguien, que sí se
tomó la molestia de leer el texto original, tímidamente señala que la posible candidata sería del CNI y no
del EZLN y que, ergo, el EZLN no es quien participa en las elecciones, le cae
el mundo encima: “nah, todo es una burda
manipulación del cara de trapo”.
Luego los que reclamaron,
casi inmediatamente, que por qué no se “liberaba”
(sí, así escribieron) primero Chiapas.
Claro, como en Chiapas están los territorios de Yaquis, Kumiai,
Rarámuris, Nahuas, Zapotecos, Mixtecos, Chinantecos, Totonacos, Popolucas,
Mayas Peninsulares, Wixaritaris, por mencionar a algunos. A las primeras
burlas, trataron de corregir y al menos, se pusieron a consultar en google quiénes rayos eran esos otros
indígenas “manipulados por el cara de
calcetín”, y se dieron cuenta de que no sobreviven en Chiapas (lo que,
dicho sea de paso, implicaría que las habilidades manipuladoras del finado
rebasan ya las fronteras de “las montañas
del sureste mexicano”).
Después de consultar a
compas abogados, le pregunté al Subcomandante Insurgente Moisés y no. No habrá
demandas ante la CONAPRED (Comisión Nacional para Prevenir la Discriminación)
por violar el artículo primero de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos y la Ley Federal para Prevenir y Eliminar la Discriminación,
ni ante los tribunales por divulgar información “inexacta o falsa” que causa “un
agravio, ya sea político, económico, en el honor, vida privada y/o imagen”.
No, no sabemos si el
Congreso Nacional Indígena (quien tiene en sus filas a no poc@s especialistas
en jurisprudencia) procederá a las demandas respectivas.
Tampoco sabemos si l@s
alumn@s, lector@s, seguidor@s y quienes les pagan sueldos y becas procederán
judicialmente en su contra por fraude (fraude: engaño, dar apariencia de verdad
a lo que es mentira), según el artículo 386 del Código Penal Federal: “Comete el delito de fraude el que engañando
a uno o aprovechándose del error en que éste se halla se hace ilícitamente de
alguna cosa o alcanza un lucro indebido”.
Sin embargo, ha habido,
hay, y habrá dudas y cuestionamientos legítimos y racionales (la inmensa
mayoría provenientes de compas de la Sexta, pero no sólo). A esas dudas y
cuestionamientos es que, en lo posible, trataremos de dar respuesta en este
texto. Es seguro que nuestras palabras
no serán suficientes. Todas las críticas, desde todo el espectro político e
ideológico, hechas con un mínimo de racionalidad, respeto y con información
verídica, las tomaremos en cuenta hasta donde nos toca.
Y aquí es necesario
dejarles claro algo a tod@s: la propuesta ya no está en manos del zapatismo.
Desde el 13 de octubre del 2016, la propuesta dejó de ser sólo nuestra y se
convirtió en conjunta en el Quinto Congreso del CNI.
Y más: desde el día en que
inició la consulta del CNI, la aceptación, el rechazo y/o la modificación de la
propuesta, corresponde única y exclusivamente a los colectivos, organizaciones,
barrios, tribus, naciones y pueblos originarios organizados en el Congreso
Nacional Indígena. Ya no al EZLN. El
resultado de esa consulta y las decisiones conducentes, si las hubiere, se
conocerán en la Segunda Etapa del Quinto Congreso, los días 29, 30 y 31 de
diciembre del 2016 y el primero de enero del 2017, en Chiapas, México. O antes, si así lo decide el CNI.
Claro, usted se está
preguntando por qué hicimos esa propuesta, si seguimos pensando como hemos
dicho desde el inicio de nuestra lucha y ahora lo ratificamos. Bueno, ahora les platicamos.
Cuando el Subcomandante
Insurgente Moisés me dijo que me tocaba explicarle a la Sexta, le pregunté cómo
debía hacerlo. “Muy sencillo”, me respondió, “cuéntales
lo que pasó”. Así que eso haré…
UNA PEQUEÑA Y CORTA
GENEALOGÍA.
No hemos podido precisar la fecha. Ambos coincidimos en que es entre los años
2013-2014. Aunque el finado Supmarcos
no estaba difunto todavía, su muerte ya había sido decidida, el Subcomandante
Insurgente Moisés ya tenía la jefatura del EZLN y los primeros avistamientos de
la Hidra empezaban a hacerse más claros.
No sé allá, pero acá las
ideas no surgen en un momento particular, ni tienen un autor o autora
precisa. Nacen y luego se van moldeando,
a veces alcanzan a convertirse en una propuesta, luego en una iniciativa.
Otras, las más, se quedan en ideas solamente. Para pasar el límite entre idea y
propuesta se necesitan meses, años, a veces décadas. Y, si eso ocurre, basta
que la idea se concrete en la palabra de alguien para que empiece su
accidentado caminar.
Tampoco surgió de una
reunión exprofeso. Si me apuran, diré que comenzó una madrugada de café y
tabaco. Analizábamos lo que los distintos puestos de vigía detectaban, y los
cambios profundos que, aunque iniciados tiempo antes, ya se manifestaban en los
pueblos y parajes zapatistas.
Yo digo que la idea
empieza a andar por el Subcomandante Insurgente Moisés. Estoy casi seguro de
que a mí no se me hubiera ocurrido algo tan descabellado y absurdo.
Como quiera que haya sido,
fue hasta que el SubMoy la habló que
nos pusimos a pensarla en serio, con el famoso método zapatista de ir vuelteando y vueltando, hasta llegar a donde queremos, es decir, hasta “el día después”.
Empezamos por el
principio, es decir, por las dificultades y los obstáculos. Si unas y otros son
suficientemente grandes como para que sean dignas de un desafío, entonces se
pasa a la siguiente fase: lo que tiene en contra. Después, y sólo después, se
analizan los pros, lo que tiene de bueno. Es decir, no se decide hasta no saber
si vale la pena. O sea que primero va el qué, luego todo lo que va en contra y
a favor del cómo, luego dónde y cuándo (el calendario y la geografía), y, ya al
final del principio, quién.
Todo esto no es de una
persona, sino que se va abriendo a colectivos cada vez mayores. Ahí se va “completando” a partir de las preguntas,
primero de los comités “más viejos”
(nos referimos a quienes tienen más antigüedad y conocen de primera mano
nuestra historia), luego con los que se han ido incorporando al trabajo de
dirección organizativa, luego quienes están ya como “suplentes” (es decir, los que van relevando a las jefas y jefes),
por último, a quienes están en formación, l@s “candidat@s” (o sea los que se están preparando para hacer el
trabajo). Aquí ya estoy hablando de
cientos de cabezas, de pensamientos, del ir y venir de la palabra, del oído;
hablo ya de un corazón colectivo que se va ensanchando, haciéndose más y más
grande.
El siguiente paso tiene
que ver con la respuesta a la pregunta “¿Quién
lo va a hacer?”. Si corresponde a las autoridades autónomas, entonces la
consulta pasa a ellas; si a las comunidades, entonces se hace una consulta
general: a todas y todos. Si no le toca a ninguna de esas instancias, entonces
se tiene que preguntar a quien lo va a hacer, a veces en forma indirecta, a
veces directamente. Si ese “quién”
responde afirmativamente, entonces se consulta con tod@s para definir si sí se
apoya y cómo.
En eso anduvimos 2 o 3
años al menos. Es decir, la idea iba y venía, pero sin pasar más allá. Después,
me dijeron que hiciera un sondeo con gente cercana. Lo hice.
Tiempo después,
amaneciendo este año del 2016, el Subcomandante Insurgente Moisés me llamó y me
dijo: “Hay un trabajo, hay que hablarlo”.
El tono me provocó
inquietud: la última vez que lo escuché, terminé muerto y renacido en una sola
jornada, hará ya poco más de dos años.
No obstante, acudí a la reunión.
Debió ser el primero de
enero de este año del 2016, en el 22 aniversario del alzamiento. No había nadie
más en la champa de la Comandancia General del EZLN que, desde hace ya más de 3
años, ocupa el SubMoy. El café estaba frío, pero había tabaco
suficiente. Él me explicó a grandes
rasgos, como suele hacer: como si estuviera pensando en voz alta. Expuso los
contras, los pros, y esperó. Entendí que era mi turno. La idea, como ya
expliqué, tenía tiempo madurándose, así que me limité a acotar los contras y
añadir interrogantes a los pros. El “quién” nos rebasaba, y todo lo que no
tiene que ver directamente con nosotros, nosotras, es un enigma. Cuando el SubMoy respondió a mi pregunta de “¿quién?”, con un lacónico “el cumpleañero” (es decir, el CNI, que
cumpliría 20 años), lo inseguro se redujo: llevábamos 2 décadas de conocernos y
el Congreso Nacional Indígena era la iniciativa más sólida desde que salimos a
la luz pública: el CNI se había mantenido, con sus altibajos, leal a su
esencia, y, aunque lejano su dolor de los medios de comunicación, representaba
al sector más golpeado por la Hidra. Sin embargo, todo eso no hacía sino
acrecentar las dudas.
“En realidad”, le dije, “no
es posible saber qué va a pasar. Eso va
a desatar varios nudos y, cierto, lo que de ahí resulte es, en el mejor de los
casos, una incógnita. No sabemos si va a
aceptar el Congreso Nacional Indígena, ni mucho menos si la Sexta va a
entender. Y, bueno, los otros de allá arriba
no piensan, reaccionan con el hígado, y van a romper cosas que tal vez sea
imposible rearmar. Es muy
arriesgado. Ahora mismo, mirando y
analizando lo que hay afuera, te digo que es más probable que salga mal a que
salga bien”.
El SubMoy dejó de lado la taza de café y encendió un cigarrillo. “Por
eso, ahí es donde entras tú. Sabes bien que nuestro modo es prepararnos primero
para que salga mal, recuerda cómo fue el alzamiento y todo lo que le ha
seguido. Entonces si sale mal, necesitamos…”
Me precipité y lo
interrumpí: “¿un plan alterno?”.
Se rio de buena gana y
dijo: “No, necesitamos a quién echarle la
culpa de que salió mal”.
A grandes rasgos, el
Subcomandante Insurgente Moisés fue recordando pedazos de la película “La Ley de Herodes” y, cuando pensaba yo
que se detendría en el discurso final del diputado Vargas (la historia de un
mediocre que se hace criminal y luego gobernante, ¿les suena?), se refirió a la
parte de “Hay una noticia buena y una
mala”.
(Nota ociosa: “La Ley de Herodes” es un filme de Luis
Estrada, con Martín Torres como ayudante de dirección, historia y guion de
Jaime Sampietro, Fernando León, Vicente Leñero y el mismo Luis Estrada,
fotografía de Norman Christianson, música de Santiago Ojeda, maquillaje de Alfredo
Mora y Felipe Salazar. Junto con “El
Infierno” -también de Luis Estrada, con el gran Joaquín Cosío en el
reparto, con el papel del “Cochiloco”-,
son las únicas películas que han logrado desplazar a las de Jean Claude Van
Damme del “top” cinéfilo en las
comunidades y los campamentos zapatistas).
Luego añadió: “necesitamos planear primero qué vamos a hacer
con la noticia mala”.
No se necesitaba mucho
para adivinar que la noticia mala era el fracaso de la iniciativa. Y no me
refiero a que no tuviera éxito en sí, sino a que fuera rechazada por el CNI,
quien, de aceptarla, se convertiría en el protagonista indiscutible de algo que
habría de asombrar a México y al mundo.
El Subcomandante
Insurgente Moisés fue avanzando en los detalles.
“Mira, lo primero que le va a preocupar al CNI es que los
acusen de que traicionan su palabra, de que se van a meter a la mierda, que se
van a desviar del camino, que están claudicando. O sea que ya se dejaron convencer por el
sistema y que quieren la paga, o sea el Poder, mandar, ser como los otros. Que se rindieron, que se vendieron. Esas críticas, pues de por sí las van a
tener, pero estoy seguro de que tienen la cabeza y el pensamiento para
responder cabal. Pero el problema es que
quién los va a escuchar. Los van a
atacar muy fuerte y no les darán la oportunidad siquiera de defenderse.
Pero ahí les podemos echar la mano. Si nosotros, o sea tú, se pone para recibir
las críticas y los ataques, entonces el CNI podrá ver no sólo quiénes saltan,
también podrá ver puntos a favor y en contra que no se podrían ver hasta que se
hace público. Todo eso les va a ayudar a
decidir si sí o si no”.
Siguió hablando. Casi que hizo un retrato hablado de lo que ha
pasado en las 4 últimas semanas. Dijo
quién iba a decir qué, quién se iba a poner en contra y por qué, cuál iba a ser
el pensamiento del Mandón, quiénes se
iban a confundir, quiénes se iban a esperanzar, quiénes iban a extender sus
alas de buitres, y quiénes iban a apoyar con todo porque iban a entender cabal
lo que se ponía en juego.
Después de unas horas de
preguntas y respuestas, le dije: “Pero
para eso no es necesario que esté presente. Bastarán algunos comunicados, tal vez
alguna entrevista. Los medios son así, pensarán que nada ha cambiado, que se
puede hacer lo mismo. Los de arriba, bueno, son tan predecibles que hasta dan
flojera. Saldrán con lo del protagonismo, la manipulación, el divisionismo. Eso
sí, se concentrarán en una persona, en eso tienes razón. Pero, te repito, para
eso no es necesario que asista. Es más, son tan cuadrados que sin siquiera
decir nada, irán en contra de mí”.
“No”,
dijo el SubMoy, “tienes que presentar la propuesta tú.
No sólo porque si te ven ahí pensarán que es tu maña y la contra va a
caer redondita, también y sobre todo porque los compas del CNI tienen que
entender que no es algo que sólo tenga que ver con los pueblos indígenas. Es más grande, muy grande”.
Entonces, después de
encender otro cigarrillo, agregó: “Tan
grande, o más, que el primero de enero de 1994”.
No era nada despreciable
la aseveración, sobre todo viniendo de quien venía. El Subcomandante Insurgente
Moisés no sólo es veterano de guerra, llegó al EZLN desde mucho antes del
inicio de la guerra. El primero de enero de 1994 le tocó asumir el mando de un
regimiento y tomar la plaza de la cabecera municipal de Las Margaritas, al
mismo tiempo que cargaba el cuerpo ya sin vida del Subcomandante Insurgente
Pedro. Años después, se encargó de las comunidades zapatistas. El 26 de octubre
del 2010 fue ascendido al grado de Subcomandante Insurgente, el más alto en la
jerarquía militar del EZLN. En el año de 2012, “el día del fin del mundo”, fue él quien organizó y coordinó la
movilización silenciosa de más de 40 mil hombres, mujeres, niños y ancianos
zapatistas que, en esa fecha, sorprendieron al mundo. El 14 de febrero del
2013, asumió la vocería y jefatura del zapatismo. Desde entonces, toda nuestra
palabra pública, y cualquier iniciativa nacional o internacional, debe pasar
por su aprobación.
Y tuvo y tiene razón: el
empeño es tan, pero tan terrible y maravilloso, que podría ser más grande que
aquel primero de enero del año 1994 que nos marcó indeleblemente.
“Aunque el CNI rechace la propuesta, con sólo ponerse a
pensar, a discutir, a dialogar, ya no será igual, porque se pasará del ‘esto
nos hacen’ a ‘vamos a hacer algo’, y eso ya lleva a otro pensamiento”, siguió diciendo el Subcomandante
Insurgente Moisés.
“Y no estarán solos ni solas”, dijo casi al final, “además de nosotras y nosotros, tendrán de
su lado las artes y las ciencias”.
Antes de retirarme, le
pregunté por qué el Congreso Nacional Indígena.
El Subcomandante Insurgente Moisés se levantó para acompañarme a la
salida y me respondió:
“Porque son los únicos que pueden hacer lo que nosotros no
podemos”.
Luego pasó lo que
pasó. El magisterio democrático refrendó
su rebeldía, los pueblos originarios siguieron padeciendo golpes, despojos y
desprecios, la Hidra siguió devorando mundos, y el CompARTE estalló en colores,
sonidos, formas y movimientos que no fueron sino el preludio de lo que vendría
después: un temblor terrible y maravilloso.
Todavía la víspera le
pregunté al Subcomandante Insurgente Moisés si había algún cambio. “De por sí como dijimos, prepárate para
salir”, me respondió sin añadir más.
Llegamos el día 9 de
octubre al CIDECI, cuando la tarde ya colgaba sus ropas manchadas en árboles y
casas. Más tarde, cuando la noche ya era
ama y señora del calendario y de la geografía, las delegaciones del CNI
llegaron espaciadas. No era corto el
camino que debían recorrer para llegar.
Habíamos seguido con
atención todos y cada uno de los procesos en el seno del CNI, su palabra
pública y privada. El CNI es el único espacio donde los originarios pueden
hacerse escuchar. Sabíamos ya que, a la cuenta de asesinados, desaparecidos,
encarcelados, golpeados, se sumarían ahora los cadáveres de territorios
enteros.
“Cuando un territorio de un pueblo, nación, tribu o barrio
originario es despojado o destruido”, decía el Tata Grande, Juan Chávez Alonso, un
indígena purépecha que fue maestro y guía del CNI y del EZLN, “entonces mueren con él los originarios que
tiene en él raíz y casa. Y cuando muere
un pueblo originario, un mundo se apaga”.
Sabíamos ya entonces que
en las mesas de trabajo y las relatorías de ese Congreso habría menos
mundos. No eran pocos los que llegarían
a despedirse, aunque no lo supieran todavía.
“Hay que empezar ya”, me dijo el Subcomandante Insurgente Moisés, “hay que compartir la carga” …
NACE UNA PROPUESTA
El día 9 de octubre del 2016, ya noche, pedimos unas primeras
reuniones con quienes iban llegando. Nos reunimos en un apartado de las instalaciones
del CIDECI-Unitierra. La delegación zapatista se sentó frente a las delegadas y
delegados del CNI que estaban llegando. Permitan que les hable un poco de la
delegación zapatista: eran 34, 17 mujeres y 17 varones; de ell@s, sólo 7 eran
de “l@s viej@s”; el resto, 27, eran
comandantas y comandantes que eran niñas y jóvenes cuando nos alzamos el
primero de enero de 1994.
Saludamos con un apretón
de manos. Tod@s se sentaron, menos el Subcomandante Insurgente Moisés y yo. Él
me hizo una señal.
Empecé a hablar, tratando
de recordar todo lo que habíamos hablado antes, explicando lo que, palabras
más, palabras menos, habría de repetir al día siguiente, 10 de octubre, en la
plenaria cerrada, y luego en la plenaria abierta del 13 de octubre:
“Pensamos que tenemos que tomar una decisión como CNI y EZLN.
Tenemos que decidir si este Quinto Congreso es como otras reuniones, donde
decimos nuestros dolores, platicamos de nuestras resistencias, nos quejamos,
maldecimos al sistema, declaramos que no nos vamos a rendir, y nos vamos cada quien,
a su tierra a seguir llevando la cuenta de agresiones, despojos, injusticias,
muertes.
Nuestro dolor cada vez llega a menos
personas. Nuestras muertes no encuentran
eco como antes. Y no es que la gente de
afuera se haya hecho cínica o apática.
Es que la guerra que padecemos desde hace tiempo como pueblos
originarios, ya les llegó, ya está en sus calles, en sus casas, en sus escuelas,
en sus lugares de trabajo. Nuestros dolores son ya uno más entre muchos otros. Y,
aunque el dolor se extiende y se hace más hondo, estamos más solos que nunca
antes. Cada vez vamos a ser menos.
Pronto el CNI no podrá reunirse porque no se pueda
salir de sus territorios, sea por la paga, sea por el mal gobierno, sea por las
empresas, sea por la delincuencia, sea porque la muerte natural o la muerte
mala lo impidan. En un tiempo más estaremos hablando sólo entre nosotros
mismos, sabiendo ya lo que vamos a decir.
Ustedes, delegadas y delegados al CNI, están aquí
porque los mandataron, porque sus pueblos, naciones, tribus y barrios buscan
apoyo, palabra y oído que les alivie y conforte. Vienen a hablar y a escuchar.
Ustedes se deben a sus pueblos, a nadie más. Todo está muy mal y, ustedes y
nosotros los sabemos, se va a poner peor. Tienen que hacer algo”.
Les conté entonces una
anécdota sucedida al finado Supmarcos
cuando la Otra Campaña, hace 10 años.
Contó él que, en una
nación originaria en el noroeste de México, se reunió con un jefe
indígena. Como en otras veces, el finado
fue criticado porque el dicho jefe había recibido antes a gobiernos
institucionales. El finado dijo que a él no lo habían mandado a juzgar y a
condenar o absolver, sino que debía escuchar porque un día se iba a necesitar.
El jefe indígena lo recibió por aparte y en privado.
Le dijo el jefe al finado:
“Sé bien que no querían que te reunieras
conmigo, que te presionaron para que no estuvieras aquí. A mí también me presionaron para que no te
recibiera. No sé por qué estás aquí. Me imagino que quienes te mandaron así te
dijeron, que nos vieras y escucharas. No
lo sé. Pero te voy a decir por qué te
recibí. Yo he recibido a los gobiernos. Han venido de todos los colores y de todos
los tamaños. Llegan, se toman su foto,
dicen unas palabras, se van, no vuelven.
Yo los he recibido porque mis anteriores me dijeron que mi deber era ver
que mi gente, mi pueblo, no muriera, que sobreviviera. Por eso los recibí a ésos, por eso te recibo a
ti. No creo que me traigas ni consejos
ni enseñanzas, aunque es bueno que no busques foto y escuches en lugar de
hablar. A ésos los recibí porque pienso
que así mi pueblo sobrevive un tiempo más y no muere. Por eso te recibo a ti, porque creo que algo
se verá de lo que somos y esa mirada, aunque sólo por poco tiempo, ayudará a mi
pueblo a sobrevivir”. El finado
anotó todo en su cuaderno, por eso tenía cabal las palabras del jefe indígena.
Después de esas palabras,
el jefe quedó callado. El finado pidió entonces
permiso para hablarle. El jefe le concedió la palabra. El finado dijo, palabras
más, palabras menos (no las anotó en el cuaderno porque no podía hablar y
apuntar al mismo tiempo): “Gracias por
recibirme. Sólo tengo una pregunta: ¿no le preocupa haberse equivocado, es
decir, que el recibir a los gobiernos o a mí, no le haya ayudado a su pueblo a
no morir y sea juzgado como un mal jefe?”
El jefe indígena esperó a
ver si era toda la pregunta, luego respondió: “A mí sólo me puede juzgar mi propio pueblo. Si mi pueblo me condena por eso que hice y
hago, quiere decir que no me equivoqué. Porque para que me juzgue y condene, mi
pueblo tiene que haber sobrevivido. Así que habré cumplido mi deber y daré
buenas cuentas a los muertos, aunque los vivos me condenen”.
Aquí termina la anécdota
del difunto. Seguí hablando:
“Por eso ustedes tienen que tener claro a quién le deben. Al EZLN no le deben nada. Tampoco a la Sexta. A nadie que no sean sus propios pueblos, a
quienes representan, le deben nada.
Tienen que hacer algo, porque pronto para muchos no habrá nada y será
demasiado tarde”.
Les dijimos que tenían que
hacer algo, que su deber era para con sus barrios, tribus, naciones y pueblos
originarios, para con sus colectivos y organizaciones.
Les dijimos que hicieran
algo, lo que fuera; que, si lo veían necesario, se entraran en Morena (está en
las grabaciones y lo pueden certificar las delegadas y delegados asistentes;
fue la única vez que, por nuestra parte, se mencionó a quienes después, y antes
que nadie, deslegitimaron y condenaron la propuesta, haciendo gala de estupidez,
racismo, intolerancia, desprecio y franca esquizofrenia. Sí, la primera opción que el zapatismo le
presentó al CNI fue apoyar al Partido Movimiento de Regeneración Nacional). O
que entraran a cualquier otro partido político. O que hicieran su propio
partido político.
Que en todo eso no los
íbamos a seguir, pero íbamos a comprender por qué lo hacían y no tendrían, de
parte nuestra, ni juicios ni condenas.
Les dijimos que si les
estorbaba la Sexta, que la dejaran.
Que si les estorbaba el
EZLN que cortaran la relación con nosotros.
No necesito decirles que,
a cada una de esas opciones, las delegadas y delegados hacían gestos como de
estarse espantando moscas impertinentes. Todas y todos se mantenían
callados. Seguí:
“Hagan algo, eso u otra
cosa.”
Aquí voltee a ver al
Subcomandante Insurgente Moisés. Él hizo
un gesto de que continuara:
“Nosotros les venimos a proponer otra cosa: estamos golpeados,
con muertes, desapariciones, secuestros, encarcelamientos, despojos,
injusticias, territorios enteros destruidos y otros en vías de extinción. Estamos acorralados, sin esperanzas, sin
fuerzas, sin apoyos, débiles, agonizantes.
Para los políticos y los medios, aunque sean de izquierda o
progresistas, no existimos.
Así que nosotros, nosotras, zapatistas, pensamos
que es el momento de pasar a la ofensiva. Llegó la hora del contra ataque. Y
hay que empezar golpeando uno de los corazones del sistema: la política de
arriba.
Por eso les proponemos que el CNI forme una Junta
de Gobierno Indígena (así se llamaba en nuestra propuesta original; ya en asamblea,
y a propuesta de una delegación indígena magonista de Oaxaca, pasó a llamarse: ‘Concejo Indígena de Gobierno’), un
colectivo, formado por delegados del CNI, que aspire a gobernar el país. Y que se presente a las elecciones
presidenciales del 2018 con una mujer indígena del CNI como candidata
independiente”.
No, ante esa propuesta las
delegadas y delegados no hicieron como si se espantaran un insecto molesto, sino
que francamente se enojaron. A algunos les molestó mucho (bueno, más bien se
encabronaron). Otros más dijeron que
como chiste era muy malo, que no les daba risa sino dolor de estómago. Pero la mayoría guardó silencio.
Debo decirles que, en el
modo de los originarios, el silencio no significa acuerdo, convencimiento o
falta de argumentos. Significa que
escuchan y, ojo, piensan y analizan antes de hablar (sí, a más de un@ le haría
mucho bien seguir ese método).
¿Por qué nos escucharon?
Porque nos consideramos hermanos y hermanas. El respeto que nos tenemos
mutuamente hizo que nos escucharan hasta el final.
Y entendieron que no era
una ocurrencia, sino una idea que podría llegar a ser una propuesta. Y como tal empezaron a pensarla.
Después de un alargado
silencio, alguien inició diciendo algo como: “estoy pensando que así podríamos reconstruir el CNI, que la iniciativa
le daría otra vez visibilidad a los indígenas. Porque, hay que decirlo claro
compas, no existimos para la clase política. Ya ni como objeto de limosna nos
mencionan. Y creo que con esta propuesta no sólo podríamos encontrarnos con
otros indígenas, también nos encontraríamos con mucha gente de abajo que está
jodida. Hay mucho descontento en todo el país, y no hay alternativa para los
indígenas, y tampoco para los que no son indígenas. Claro, la propuesta tiene varias cosas en
contra que tenemos que analizar con seriedad”.
Alguien más tomó la
palabra y mencionó dos contras: el racismo que hay en la sociedad mexicana; y
que los iban a criticar y atacar por buscar el Poder. Ambos puntos en contra se
repitieron en las valoraciones posteriores. No, ni en esa reunión, ni en las
subsiguientes, nadie mencionó como punto en contra que se acusara de querer “dividir a la izquierda”.
Así fue como la idea
empezó a dejar de ser sólo nuestra. Así es como el CNI empezó a pensarla y a
hacerla suya. La palabra fue ensanchándose a más y más. Pronto, todas las
delegaciones estaban pensando, opinando, valorando. La absurda idea empezaba a
convertirse en una propuesta colectiva.
En la asamblea plenaria
cerrada del día 10 de octubre y en las mesas de trabajo del día 11, la palabra
iba y venía. Sin dejar de cumplir con el
mandato que llevaban las delegaciones, el tema central dejó de ser la denuncia. La posibilidad de pasar a la ofensiva se convirtió
en lo más importante. En las mesas de trabajo (fueron 4), a las que podían
asistir como observadores, algun@s compas de la Sexta, cuando se tocaba el
tema, se movían nerviosos en sus asientos, se miraban un@s a otr@s (no podían
hablar, sólo escuchar), volteaban a ver a la delegación zapatista (nos habíamos
repartido para cubrir las 4 mesas y tener así cabal el apunte de todas las
denuncias y experiencias de las delegaciones del CNI). Más de un@ se salió con
molestia manifiesta.
Un movimiento febril
recorría reuniones grandes y pequeñas. Quienes podían, llamaron por teléfono a
sus pueblos contándoles lo que se discutía, pidiendo opiniones, pareceres. Los pros y los contras eran analizados y
discutidos. Se hacían listas de unos y otros. Se pesaban. Se buscaba la
respuesta a una pregunta: “¿Valdría la pena?”.
La idea había ya dejado de
ser del EZLN. Era ya del Congreso Nacional Indígena. En el corazón colectivo de
los pueblos originarios crecía el eco de las palabras iniciales del Subcomandante
Insurgente Moisés, a nombre de todas y todos los zapatistas:
“Ahora es la hora del Congreso Nacional Indígena. Que a su
paso retiemble en su centro la tierra. Que en su sueño se derroten el cinismo y
la apatía. Que en su palabra se levante la de quien no tiene voz. Que en su mirada
se ilumine la oscuridad. Que en su oído encuentre casa el dolor de quien se
piensa solo. Que en su corazón encuentre consuelo y esperanza la desesperación.
Que con su desafío se asombre de nuevo el mundo”
Pero faltaba lo que
faltaba.
Además de valorar los pros
y los contras, para el CNI tenía que quedar claro cuál era el papel del
zapatismo en esa iniciativa.
Con la antelación debida,
el Subcomandante Insurgente Moisés y el Comité Clandestino Revolucionario
Indígena, habían organizado una pequeña fiesta para homenajear al cumpleañero,
el Congreso Nacional Indígena, que ese día 12 de octubre del 2016 llegaba a los
20 años de ser casa, oído, palabra y eco de los pueblos originarios de México.
¿El lugar? El caracol de Oventik, en las montañas del
sureste mexicano.
Se recibió a las
delegaciones del CNI conforme a los protocolos zapatistas para invitados
especiales. Claro, hubo un esfuerzo extra
por honrar a esas visitas. No todos los días se podía recibir a nuestros
familiares más cercanos, a quienes tienen en común con los pueblos zapatistas
la sangre, el dolor, la rabia, la resistencia y la rebeldía. Es decir, la historia.
Al principio no entendí
por qué el Subcomandante Insurgente Moisés había dispuesto el acomodo de las
delegaciones de esa forma: en el templete principal acomodó a las delegaciones
del CNI, y enfrente puso una pequeña tarima donde se colocó la dirección
zapatista, encabezada por él mismo.
Yo pude ver todo porque me
movía de un lado a otro, tratando de convencer a las compañeras y compañeros
del CNI que podían subirse a las bancas para ver mejor. “Es que traigo lodo en los zapatos y voy a manchar la banca”,
argumentó una delegada. “Compañera”, le dije, “aquí lo que sobra es lodo, así que no
tengas pena”.
El CNI nombró a una mujer
indígena delegada para tomar la palabra en la ceremonia. Habló el Comandante
David para dar la bienvenida. Luego habló la compañera del Congreso Nacional
Indígena. Ella habló como se habla entre familiares: con el corazón en la mano.
No voy a repetir sus palabras, ni las que luego el Subcomandante Insurgente
Moisés dijo a nombre de todas y todos nosotras. Ya se iba a retirar la
compañera del CNI cuando el Subcomandante Insurgente Moisés le pidió que se quedara.
Ahí quedó la compañera
durante todo el acto, rodeada de la jefatura indígena zapatista, de frente a
las delegaciones del Congreso Nacional Indígena.
Entonces entendí.
Yo miraba desde un
costado, pero con la perspectiva visual de las delegaciones del CNI, quienes
pudieron ver cómo una mujer, indígena como ellas y ellos, del Congreso Nacional
Indígena como ellos y ellas, era acompañada por la máxima autoridad del EZLN,
cubriéndola, protegiéndola, acompañándola, apoyándola, marcando lo que nos hacía
diferentes, pero compañeras y compañeros.
Fue así como, con ese
símbolo, el Subcomandante Insurgente Moisés respondió a la pregunta que rondaba
a las delegaciones del CNI desde el primer día: “¿Qué lugar iba a tener el EZLN en la iniciativa si se aprobaba?”
Hubo después bailables,
obras de teatro, canciones y poesías.
Al final del acto, una
compañía miliciana zapatista presentó un comunicado completo sin decir una
palabra.
¿Después? La comida: res y guajolote, a elegir, café y
pozol. Luego se retiraron.
Al otro día, el 13 de
octubre, fue la asamblea general resolutiva…
¿POR QUÉ?
El 13 de octubre inició con buenos augurios: una de las mesas
de trabajo no había terminado y la apertura de la asamblea plenaria se fue
retrasando. Después se inició con la presentación de las relatorías. Sí, una de
las mesas no había terminado de transcribir. Siguió el retraso, como debe ser
en cualquier decisión importante. Oh, lo sé. De balde lo decimos, si nosotros
somos la actualización constante del software
“la rebelión de los colgados”.
Por indicaciones del
Subcomandante Insurgente Moisés, en las tres asambleas plenarias (la cerrada,
la de inauguración y la de cierre) la delegación zapatista se sentó hasta
atrás, al fondo del auditorio del Cideci-Unitierra. Así quedaba claro de qué
iba el asunto: era la hora del Congreso Nacional Indígena.
Cuando al fin se llegó al
tema de “Propuestas para el
fortalecimiento del CNI”, el Subcomandante Insurgente Moisés pidió la
palabra para la delegación zapatista. Le fue concedida y el SubMoy pasó al frente. Inició sus
palabras más o menos así:
“Me contaron una película, creo que se llama ‘La Ley de
Herodes’
(risas generales, menos mi mueca particular porque ya sabía lo que seguía). Entonces en esa película que me contaron hay
una parte donde el Vargas dice: traigo una noticia buena y una mala (más
risas generales, más muecas particulares). Entonces
tenemos que ver cómo vamos a hacer con la noticia mala. O sea, a quién le vamos a echar la culpa de
que salió mal. Entonces le voy a pedir
al SupGaleano que pase a explicar la propuesta” (más risas generales, ya
ninguna mueca particular).
Pasé al frente. Después de aclarar de que hacía con mucho
gusto mi trabajo de “punching bag”, o
de “plan alternativo”, y que para mí
era un poderoso afrodisíaco el recibir críticas e insultos (bueno, lo dije en
forma más prosaica, pero ése era el tenor), dije lo que tenía encomendado
decir. Lo haré de forma sintética,
puesto que ya son varias cuartillas y, si usted ya ha llegado hasta ésta,
merece un poco de consideración. Además,
ahora sabrá usted el por qué el ezetaelene
hizo esa propuesta y por qué al CNI.
Primero insistimos en que
nuestra propuesta original era la de una mujer indígena, delegada del CNI, de
sangre indígena, que hablara su lengua y conociera su cultura. Y abrimos con
esto porque lo referente a “una mujer”
se había ido diluyendo en los conversatorios y mesas de trabajo. Primero
pasaron a decir “la candidata o
candidato”, luego “el candidato o
candidata”, luego sólo “el candidato”.
Luego les recordamos que
no se podía tomar una decisión ahí, en ese Quinto Congreso, porque era un
compromiso desde su nacimiento, que el Congreso Nacional Indígena consultaba
con quienes lo forman las propuestas que se presentaban en las reuniones. Los
siete principios obligaban al CNI a consultarse a sí mismo, según el modo de
cada quien.
Después les dijimos lo que
creemos respecto a la iniciativa:
Que el Concejo Indígena de
Gobierno debería estar formado por delegados y delegadas de todos los
colectivos, organizaciones, barrios, tribus, naciones y pueblos originarios
organizados en el Congreso Nacional Indígena.
Que no van a ganar porque
el sistema electoral en México está hecho para beneficiar a los partidos
políticos, no para la ciudadanía.
Que, si ganan, no se los
van a reconocer, porque el fraude no es una anomalía del sistema electoral
mexicano, es su columna vertebral, su esencia.
Que, si ganan y se los
reconocen, no van a poder hacer nada trascendental, porque allá arriba no hay nada
que hacer. Las cuestiones fundamentales
de la maltrecha nación mexicana no se deciden ni en el poder ejecutivo, ni en
las cámaras legislativas, ni en el poder judicial. El Mandón
no tiene cargo visible y despacha en las catacumbas del poder financiero
internacional.
Y que, no a pesar de todo
lo anterior, sino precisamente por todo lo anterior, podían y debían hacerlo.
Porque su acción iba a
significar no sólo un testimonio de inconformidad, sino un desafío que
seguramente encontraría eco en los muchos abajos que hay en México y en el
mundo; que podría generarse un proceso de reorganización combativa no sólo de
los pueblos originarios, también de obreros, campesinos, empleados, colonos,
maestros, estudiantes, en fin, de toda esa gente cuyo silencio e inmovilidad no
es sinónimo de apatía, sino de ausencia de convocatoria.
En respuesta a lo que se
había dicho de que era imposible, que había mucho en contra, que no se iba a
ganar, les respondimos que, si nos hubiéramos encontrado el 31 de diciembre del
1993 y les hubiéramos dicho que, en unas horas, nos íbamos a alzar en armas,
declarar la guerra al mal gobierno y atacar los cuarteles de la policía y el
ejército, también nos hubieran dicho que era imposible, que había mucho en
contra, que no se iba a ganar.
Les dijimos que no
importaba si ganaban o no la presidencia de la República, que lo que iba a
importar era el desafío, la irreverencia, la insumisión, el quiebre total de la
imagen del indígena objeto de la limosna y la lástima (imagen tan arraigada en
la derecha y, quién lo dijera, también en la izquierda institucional del “cambio verdadero” y sus intelectuales
orgánicos adictos al opio de las redes sociales), que su atrevimiento cimbraría
al sistema político entero y que tendría ecos de esperanza no en uno, sino en
muchos de los Méxicos de abajo… y del mundo.
Les dijimos que la
iniciativa estaba a tiempo para que, con toda libertad y responsabilidad,
decidieran hasta dónde la llevaban, qué tan lejos llegaban.
Les dijimos que podrían
decidir en todo momento qué, porque era su paso, y que el destino que se
marcaban rompería todos los esquemas, sobre todo los de quienes se creen y
piensan vanguardia del cambio y la revolución.
Les dijimos que, si
estaban dispuestos a desafiar a una sociedad racista, deberían ir más allá y
desafiar también a un sistema patriarcal y machista (no es lo mismo, se lo
pueden aclarar quienes militan en la lucha feminista).
Les dijimos que las
comandantas zapatistas decían que ellas podían ver de apoyar a las compañeras
que quedaran en el Concejo Indígena de Gobierno, y a la compañera que quedara
como vocera y candidata, cuidando a sus hijos en comunidad. Que los cuidaríamos bien, como si fueran
propios. Irían a la escuela autónoma para que no se retrasen en sus estudios,
veríamos de que doctoras y doctores solidarios estuvieran pendientes de su salud.
Y que, si tenían animalitos, pues también los íbamos a cuidar. Que las
compañeras del CNI fueran sin pena a ese trabajo si así lo mandaba el acuerdo
del CNI.
Les dijimos que no se
preocuparan si no saben hablar bien español. Que el Peña Nieto tampoco sabe y
ahí está.
Les dijimos que podíamos
reorientar nuestra economía de resistencia y hacer un llamado a personas,
colectivos y organizaciones de México y el mundo, para conseguir la paga para moverse
a donde fuera necesario. Así podrían tener la libertad de renunciar a la paga
económica institucional que el sistema da a las candidaturas independientes.
Les dijimos que no sólo
pensábamos que podían gobernar nuestro país que se llama México, también podían
gobernar el mundo entero.
Les dijimos que
aprovecharan para hablar y escuchar a otros pueblos originarios, y a otros y
otras que no son indígenas, pero que igual están sufriendo sin esperanza ni
alternativa.
Les dijimos que había
cosas que nosotras, nosotros como zapatistas podíamos hacer y el CNI no. Y que
el CNI podía hacer cosas que nosotros, nosotras como zapatistas no podíamos
hacer.
Les dijimos que ellas,
ellos, el colectivo que se nombra Congreso Nacional Indígena, podía hacer lo
que nadie más (incluyendo al zapatismo) podía hacer: unir. Porque un movimiento
legítimo, como el de los pueblos originarios, puede y debe ser un punto de
unión entre los diferentes pero iguales en empeño.
Pero no “unir” bajo una sigla, una jerarquía,
una lista de siglas reales o suplantadas. No. Unir como punto de confluencia,
ser el asidero donde las diferencias y rivalidades encuentran punto común,
donde coinciden. La tierra, pues. Y para ello quién mejor que quienes son el
color que son de la tierra.
Les dijimos que, en torno
a ese Concejo y a esa mujer indígena, podía generarse un gran movimiento que
cimbrara el sistema político entero.
Un movimiento donde
confluyeran todos los abajos.
Un movimiento que haría
retemblar en sus centros la tierra.
Sí, ya en plural, porque
son muchos los mundos que en la tierra yacen y aguardan una buena sacudida para
nacerse.
Les dijimos que tal vez,
entonces, no importará si se juntan o no las firmas, si sale o no la paga para
moverse, si se obtiene o no el registro de la candidata, si se presentan o no
las otras candidaturas a debatir, si se participa o no en las elecciones, si se
gana o no, si se reconoce o no el triunfo, si se puede o no algo hacer allá
arriba.
Y no iba a importar porque
serían otros los problemas, otras las preguntas, otras las respuestas.
Les dijimos que no les
íbamos a heredar nuestras fobias y filias, que respetaríamos sus decisiones,
sus pasos, sus caminos.
Les dijimos que, como
zapatistas, seríamos una fuerza más entre las que seguramente habrían de
sentirse convocadas por su desafío.
Y les dijimos lo más
importante que habíamos ido a decirles: que estábamos dispuestos a apoyar con
toda nuestra fuerza.
Que íbamos a apoyar con
todo lo que tenemos, que, aunque poco, es lo que somos.
Siguieron las
participaciones, todas ya en el sentido de hacer propia del CNI la
propuesta. Alguno que otro pidiendo que
ya se decidiera ahí mismo. La inmensa mayoría señalando que había que
consultar.
La comisión relatora nos
pasó una copia del proyecto de resolutivo.
Instintivamente tomé un
lapicero para agregar comas, y puntos.
El Subcomandante
Insurgente Moisés me detuvo y murmuró:
“No, ya esa palabra es de ellas y ellos. Es grande esa palabra, más grande que
nosotros, nosotras, zapatistas. Como
decía el finado: somos los más pequeños, nos toca hacernos a un lado y
esperar…”
LA CONSULTA INTERNA
ZAPATISTA.
Podríamos darles los resultados y ya. Pero creemos que tal vez les ayude a
entender, y entendernos, si les platicamos cómo fue el proceso.
Desde el día 15 de octubre
del 2016, la delegación zapatista al Quinto Congreso del Congreso Nacional
Indígena, junto con la CG-CCRI del EZLN, se dieron a la tarea de organizar la
consulta interna para conocer la opinión y decisión de las bases de apoyo
zapatistas sobre la propuesta central.
La consulta interna la
hicimos en todas y cada una de las comunidades, colectivos, regiones y zonas
zapatistas. También incluimos en la
consulta a las compañeras, compañeros, hermanos y hermanas de la ciudad, que
participan en diversos equipos de apoyo de la Comisión Sexta del EZLN. No se incluyó en la consulta a las tropas
insurgentes zapatistas porque no es nuestro trabajo tomar ese tipo de
decisiones.
La consulta la hicimos
según nuestro modo, siguiendo una guía que realizó el Subcomandante Insurgente
Moisés, la mañana del día 14 de octubre del 2016, antes de que se hiciera
público el texto “Que retiemble en sus
centros la tierra”:
1.- Información. – O sea que, en cada comunidad, colectivo, región
y zona, primero se informó lo que se dijo en esos días del mes de octubre del
2016. Se informó de los dolores de nuestros hermanos pueblos del Congreso
Nacional Indígena, de todas las maldades que les hacen por los capitalistas,
que explotan, reprimen, desprecian y roban a los pueblos originarios, de cómo
están matando pueblos enteros. Pero no sólo, también informamos de cómo se
organizan y resisten contra esa política de muerte y destrucción. Para este
informe usamos la relatoría que hizo la comisión provisional del CNI, el
documento que se hizo que se llama “Que
retiemble en sus centros la tierra”, y el resumen y los apuntes que tomó la
delegación zapatista a esa primera etapa del Quinto Congreso del CNI.
Este punto es muy
importante, porque es aquí donde convertimos a nuestras hermanas y hermanos,
compañeros y compañeras, en oído y corazón para los dolores y resistencia de
otros que son como nosotros en otras partes. Es muy importante y urgente este
punto porque si no nos escuchamos entre nosotros, pues menos nos van a escuchar
otras personas.
2.- La propuesta. – Se dijo y se explicó
cuál es la propuesta: que el Congreso Nacional Indígena nombre un Concejo
Indígena de Gobierno (que es como una Junta de Buen Gobierno, pero nacional o
sea en todo México), formado por representantes mujeres y hombres de cada uno
de los colectivos, organizaciones, barrios, tribus, naciones y pueblos que
están organizados en el Congreso Nacional Indígena. O sea que este Concejo está formado por
indígenas, y ellas y ellos son los que van a gobernar el país.
Ese Concejo Indígena de
Gobierno es colectivo, o sea que no una persona manda, sino que entre todas y
todos hacen sus acuerdos para gobernar.
Ese Concejo Indígena de Gobierno no hace lo que se le ocurre, sino que
toma en cuenta lo que dicen los pueblos de todo México, indígenas y no
indígenas.
O sea que ese Concejo
tiene los 7 principios del Mandar Obedeciendo: servir y no servirse;
representar y no suplantar; construir y no destruir; obedecer y no mandar;
proponer y no imponer; convencer y no vencer; bajar y no subir.
Ese Concejo Indígena de
Gobierno tiene como voz a una mujer indígena del CNI (no del EZLN), o sea que
tiene sangre indígena, que habla su lengua originaria y conoce su cultura. O
sea que tiene como vocera a una mujer indígena del CNI.
Esa mujer indígena del CNI
es la que se presenta como candidata a la presidencia de México en 2018. Como
no se puede que se ponen todos los nombres de quienes son del Concejo Indígena
de Gobierno, porque puede haber confusión, entonces el nombre que se pone es el
de la vocera del Concejo. No es que esa
mujer indígena está en un partido político, sino que es candidata
independiente. Así se dice cuando alguien está en una elección, pero no
pertenece a un partido político.
Entonces, ese Concejo
Indígena de Gobierno, junto con la mujer indígena del CNI, se ponen a recorrer
todo lo que se pueda de México y el mundo para explicar cómo está la situación
en que estamos por culpa del sistema capitalista, que explota, reprime, roba y
desprecia a la gente de abajo, a los pobres del campo y de la ciudad, y que
además ya está destruyendo la naturaleza o sea que está matando al mundo en que
vivimos.
Ese Concejo Indígena de
Gobierno va a tratar de hablar y escuchar a todos los indígenas de México mero
en sus pueblos, regiones, zonas, estados, para convencerlos de que se
organicen, de que no se dejen, de que resistan y de que se gobiernen ellos
mismos, así como de por sí hacemos como zapatistas que somos, que nadie nos
dice cómo o qué tenemos que hacer, sino que mismos pueblos deciden y mandan.
Ese Concejo Indígena de
Gobierno también va a tratar de hablar y escuchar a quienes no son indígenas,
pero que también son explotados, reprimidos, robados y despreciados en México y
el mundo. Igual les va a llevar un
mensaje de organización y lucha, de resistencia y rebeldía, según su modo de
cada quien, según su calendario y su geografía.
Para que esa mujer
indígena, delegada del CNI, sea reconocida como candidata por las leyes
mexicanas tiene que juntar casi un millón de firmas de personas con credencial
de elector. Si las junta y están cabal las firmas, entonces sí la reconocen
como que es candidata independiente para presidenta de México, y se pone su
nombre para que, en el año 2018, la gente vota o no, según su pensamiento de
cada quien. Entonces se trata de que el Concejo Indígena de Gobierno y la
vocera indígena, recorren México y donde haya personas mexicanas para conseguir
las firmas para registrar. Luego otra vuelta de recorrido para que la apoyen y
votan por la indígena del CNI.
Como zapatistas pensamos
que, cuando hacen ese recorrido el Concejo Indígena de Gobierno y su vocera,
van a conocer muchos dolores y rabias que hay en México y el mundo. Dolores y
rabias de personas indígenas, pero también de personas que no son indígenas,
pero que también sufren, pero resisten.
Entonces eso es lo que se
quiere. No se busca que una mujer
indígena del CNI sea presidenta, sino que lo que se quiere es llevar un mensaje
de lucha y organización a los pobres del campo y de la ciudad de México y del
mundo. No es que tomamos en cuenta de que, si se juntan las firmas o se gana la
elección, es que sale bien. Sino que
sale bien si se puede hablar y escuchar a quienes nadie habla ni escucha. Ahí
vamos a ver si sale bien o no, si es que mucha gente va a agarrar fuerza y
esperanza para organizarse, resistir y rebelarse.
¿Hasta dónde se
llega? Es hasta donde lo decida el
Congreso Nacional Indígena.
3.– Luego se dijeron y se
explicaron los puntos en contra de
esa propuesta. Por ejemplo:
.- nos van a criticar como
zapatistas que somos, porque dijimos que no luchamos por el Poder y ya queremos
tener el Poder.
.- nos van a criticar que
traicionamos nuestra palabra que no queremos cargo.
.- nos van a criticar que
hablamos mal de los partidos políticos pero que vamos a hacer igual que eso que
criticamos.
.- nos van a acusar que
estamos apoyando al partido PRI porque vamos a dividir los votos para la
izquierda y así gana la derecha.
.- nos van a criticar de
que las mujeres indígenas no tienen educación y no saben hablar la castilla.
.- nos van a despreciar
que los indígenas no tenemos buen pensamiento para gobernar.
.- nos van a burlar mucho
y a mal hablar de nosotras y nosotros como indígenas que somos.
(Ojo racistas y machistas:
antes de que iniciaran sus ataques, los indígenas zapatistas ya sabíamos lo que
iban a decir ustedes. Y eso que
nosotras, nosotros, somos los tontos e ignorantes, y ustedes son los muy inteligentes
y sabios).
En las asambleas
participaron las compañeras y compañeros diciendo de otras cosas que pueden ser
puntos en contra.
Por ejemplo, dijeron de la
seguridad, que los gobiernos pueden hacer un ataque contra el Congreso Nacional
Indígena y la candidata para que no gana; que los malos gobiernos pueden
atacarnos a las comunidades zapatistas para que no apoyamos al CNI; que se hace
trampa para que no avanza su lucha del CNI porque de por sí los malos gobiernos
son mañosos y traicioneros; que se van a llegar los zopilotes políticos para
ver qué sacan de ganancia individual de su lucha de los pueblos indígenas; que
hay quien va a querer llevar la lucha de los pueblos indígenas por otro camino;
y otras cosas.
4.- Luego se dijeron los puntos a favor de esa propuesta. Por ejemplo:
.- sirve para que la
sociedad mexicana vuelva a ver y escuchar a los pueblos indios de México, que
ahora ya ni los mencionan.
.- sirve para que se puede
escuchar y hablar con indígenas de todo México que no están organizados y los
están destruyendo por los malditos capitalistas.
.- sirve para que los
indígenas vuelvan a tener orgullo y honor de ser indígenas, de su color, su
lengua, su cultura, su arte, su historia.
.- sirve para que las
mujeres indígenas se levanten con su propia voz y se organicen, así como se han
levantado y organizado las mujeres zapatistas.
.- sirve para explicar a
la gente de abajo de toda la destrucción y mal que están haciendo los malditos
capitalistas.
.- sirve al Congreso
Nacional Indígena para que se conoce cómo es su modo del CNI y más pueblos,
naciones, tribus y barrios indígenas se entran en el CNI y se conocen entre sí
como indígenas y ven sus dolores y sus fuerzas.
.- sirve como zapatistas
que somos porque así podemos apoyar a nuestros hermanos y hermanas indígenas de
otras partes, para que siguen su lucha y pueden vivir con libertad y dignidad.
.- sirve para los pueblos
zapatistas porque así más gente conoce cómo es nuestra historia de lucha y cómo
nos hemos organizado, y se animan.
.- sirve para los pueblos
zapatistas porque así aprendemos a organizarnos ya no sólo para ayudarnos entre
nosotros, sino que también organizarnos para apoyar a otros que luchan, como
hicimos con los maestros democráticos.
5.- Luego se pasó a pensar si esa propuesta le sirve al Congreso
Nacional Indígena o no le sirve.
6.- Después se pasó a pensar si esta idea nos sirve como zapatistas que
somos o no nos sirve.
7.- Luego se pasó a discutir si sí apoyamos o no apoyamos esa propuesta
y, si sale que sí, cómo no podemos apoyar como zapatistas que somos; y luego
cómo sí podemos apoyar como zapatistas que somos.
Por ejemplo, no podemos apoyar con las firmas porque
de por sí los zapatistas no usan credencial de elector; tampoco podemos ser candidatas o candidatos porque como zapatistas no luchamos por el Poder; no podemos votar porque no usamos ese
modo de votar de poner un papel en una caja, sino que tomamos nuestros acuerdos
en asambleas donde todos participan y dicen su palabra.
Pero sí podemos apoyar de otras formas, por ejemplo: podemos apoyar explicando esa buena idea y
convenciendo a los que sí usan la credencial, que la usan para apoyar a la
mujer indígena del CNI; podemos hablar
con la gente de la ciudad que nos apoya como zapatistas para que también
apoyen al Concejo Indígena de Gobierno; podemos organizarnos como colectivos y gobiernos
autónomos para conseguir algo de
paga para apoyar al CNI y que pueda viajar a todos lados que necesita;
podemos hablar y convencer a gente de la ciudad para que también se organiza
para conseguir paga para el CNI; podemos explicar
en México y el mundo cómo es que hacemos para gobernarnos nosotros mismos y
así vea la gente de buen pensamiento que como indígenas sí sabemos gobernar.
Y, bueno, también se les
informó a todos los pueblos otro de los acuerdos del Quinto Congreso: que es
que si, en la consulta zapatista interna (y en la de cualquier colectivo,
organización, barrio, tribu, nación y pueblo originario del CNI) sale como
resultado que no se apoya la propuesta, que es mala idea y no se está de acuerdo,
entonces el Congreso Nacional Indígena respeta esa decisión, aunque la mayoría
diga que sí apoya. Es decir, se sigue
tomando en cuenta como parte del CNI. O
sea que no es fuerza que, quien no está de acuerdo, tiene que hacer lo que
decida la mayoría. O sea que se respeta
la autonomía, los modos de cada quien.
Igual como se hace en las
comunidades indígenas zapatistas, no es que vamos a ver mal o a sacar de
zapatista a quien piense diferente, sino que vamos a respetar y tomar en
cuenta. Como es en nuestras asambleas
comunitarias, que no porque alguien está pensando en contra de lo que dice la
mayoría, lo sacamos, sino que sigue.
Como se puede ver, la
consulta interna se enfocó a si se apoyaba o no lo que resultara de la consulta
del CNI. Estos son los resultados:
Se consultaron varias
decenas de miles de hombres y mujeres zapatistas. De ellas y ellos, la inmensa
mayoría se manifestó por apoyar la decisión a la que llegue el CNI en la medida
de nuestras posibilidades. Se manifestaron en contra 52 compas (26 compañeras y
26 compañeros). Se manifestaron como “no
sé”, o “indecisos”, 65 compas (36
compañeras y 29 compañeros). Las razones que dieron quienes se manifestaron en
contra son diversas: desde el compa que dijo: “yo voy a votar en contra para ver si es cierto que me respetan y no me
sacan de zapatista”; hasta quienes argumentaron que no iban a estar en su
pueblo y no querían comprometerse porque no iban a poder cumplir el trabajo que
saliera. Quienes se manifestaron indecisos dijeron, entre otras cosas, que de
balde se decide si todavía no se sabe qué va a decir el CNI, que qué tal que
dicen que sí apoyan y el CNI dice que no hace.
¿QUÉ ESPERAR?
Compas:
Ya, ésta es la última
parte. Gracias a quienes llegaron hasta
estas líneas… ¿eh?… sí, claro, quedan pendientes… sí… dudas, claro… preguntas,
por supuesto…, ¿qué?… ¿cuál va a ser el resultado de la consulta del CNI?…
¿Quieren un spoiler?… ok, ok, ok, dejen pregunto… Ya… que les diga la verdad, así que va:
Les somos sinceros: no
tenemos ni la más remota idea.
Y es en serio.
Ya hemos visto antes cómo
una propuesta se va modelando con el trabajo de la palabra en el modo de los
originarios. Como si una idea no fuera más que una masa deforme de barro y
fueran manos colectivas las que le van dando forma, tamaño, color, destino.
Así que, al igual que
ustedes, estamos esperando.
Aunque, cierto, nosotros,
nosotras zapatistas, no esperamos lo mismo que ustedes.
Ustedes, creemos, están
esperando cuál es el resultado y todo lo de ahí se va a derivar.
Nosotras, nosotros
zapatistas estamos esperando lo que va a ocurrir luego, el día después. Y preparándonos ya para ese calendario.
Desde las montañas del
Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente
Moisés.
Subcomandante Insurgente
Galeano.
México, noviembre del
2016.
Del cuaderno de Apuntes del
Gato-Perro.
No crean que no me he preparado para el caso en que, en la
consulta del CNI, sale que se rechaza la propuesta. No, no me preocupa. He tomado mis providencias. Por ejemplo: ya tengo un certificado médico
de que estoy en lista de espera para una operación de cambio de sexo, así como
un trámite de adopción con una familia indígena zapatista. Así podrán decir que todo era una jugada para
ser yo el candidato… ok, ok, ok, la
candidata a la presidencia de la República.
Ah, mi perversidad es
sublime ¿no?
Claro, con esa salida se
me arruinará la correspondencia femenina. Oh, esperen, ya no hay
correspondencia, ni femenina ni no femenina. Ah, si tuviera redes sociales me
haría varias cuentas alternas (no se hagan, de por sí así hacen) y me auto daba
rt, follow y like, y también
me auto troleaba, para que se viera que todo es f-i-d-e-d-i-g-n-o. ¿Cuántas
cuentas alternas se pueden sacar como límite?
No se hagan, seguro que ya lo investigaron.
En fin, ya se me ocurrirá
algo.
Ahora que, si sale que se
aprueba, pues habrá que chambearle para conseguir paga. Entonces me pondré en
contacto con loas compañeroas de la Brigada Callejera, que me aparten una
esquina en La Meche. Ni modo, la calle es de quien la talonea. Estoy seguro que mi pancita causará furor…
¿eh?… ok, ok, ok, mi panza… ¿qué?…
bueno pues, mi panzota… ¿no les digo?, si de que son maloras, son.
El SupGaleano reventando
varias fajas.
(no, gracias, de veras, no, no necesito que alguien me venga a
fajar… voooi, oigan, de plano enseñan
el cobre, oigan, puro albur sesentero, oigan, por eso no loas quieren los bien
portados, oigan… ¿eh?… ¿un reality show
para conseguir paga?… ¿con Trump, Macri, Temer, Putin y Rajoy intercambiando
nudes?…mta magre… ya no vean esa
televisión… mejor series de TV en producción alternativa… sí, en los puestos de
eje central ya está la nueva temporada de Games
of Thrones… sí, resulta que el Tyrion y el Snow son parientes con la
Dayanaris… como se diga, pues… sí, un dragón para cada quien, un mensaje de
equidad… sí, en el nuevo escudo se unen el león, el lobo y el dragón… bueno,
sí, una versión de la Hidra… sí, como si unieras al gran capital financiero,
con el industrial y el comercial… sí, el sistema se recompone y todos los de
arriba contentos, y los de abajo pues a la chinga… sí, pero están viendo un
final alternativo… sí, cuando toda la banda está agarrando la jarra para
celebrar no sé qué, llega una mujer indígena, se caga en el trono de hierro y
con un soplete lo derrite … bueno, están viendo si le quitan el soplete y le
dan una caja de cerillos, para que tarde, el suspenso pues… sí, chance y otra
temporada, depende de cuántos cerillos le lleve… sí, ahí acaba… pues por el
Brexit ése, los costos se fueron a las nubes.
Y ahora con el Trump, pues peor… ¿Qué? ¿que no haga spoilers? Oh, pues, para qué me invitan si ya saben
cómo soy).
Doy fe.
Miau-guau.
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