Domingo 2 de
octubre, 4 pm, marcha de Tlatelolco al Zócalo
Comité 68
Las actividades y marchas conmemorativas de los sucesos de
Tlatelolco que se han venido realizando año con año, con la divisa de “2 de
Octubre No se Olvida” han sido verdaderas jornadas de lucha popular en
las que no sólo se refrendan las reclamaciones históricas y los asuntos
pendientes, sino también los temas y casos de actualidad referidos a las
prácticas de violencia política ejercida por el sistema en sus modalidades de
fuerza militar o policíaca, y sus complementos judiciales y mediáticos. Se
trata de las mismas situaciones vividas con especial gravedad en el movimiento
estudiantil de 1968, ahora restablecidas en sus contenidos, aunque con nuevas
coberturas o disfraces, en la situación actual, obligando al pueblo a responder
puntualmente y en cada ocasión a las formas violentas que se ejercen en su
contra.
Esta historia y estas
circunstancias han conducido a una conciencia popular creciente de que las
políticas y los procedimientos de gobernabilidad y control de los movimientos
sociales y de oposición política, diseñados y aplicados por el régimen y el
sistema político prevaleciente, a partir de la estructura institucional de los
poderes de la República, pero también de los llamados poderes fácticos,
consistente en una práctica de violencia sistemática e incluso extrema que no
ha dudado en transgredir su propia legalidad para imponerse para la prevalencia
de sus exclusivos intereses económicos y políticos.
Pero la contraparte de
esta práctica abusiva y desviada de ejercicio del poder ha sido la conciencia
creciente de que los movimientos sociales se han venido constituyendo en un
poder fáctico, que dentro de la legalidad puede determinar también decisiones
trascendentes de poder. Desde el movimiento social hemos reclamado reformas
legislativas para abrir mecanismos legales y democráticos de revocación de
mandatos, para todos los niveles de gobierno; de medios eficaces para recurrir
a juicio político de funcionarios coludidos con los criminales de todo tipo,
incluyendo jueces cómplices de narcotraficantes, de secuestradores, etc.
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