José Rocca
Fuente:
Red Latina sin fronteras
Primera quincena Agosto.
El gobierno bate el parche y aplaude la supuesta instalación
de una tercera gran planta de celulosa en las márgenes del Río Negro. Diversos
titulares de prensa en gran destaque se suman a la claque.
La algarabía se fundamenta
en declaraciones del vice presidente senior del desarrollo de negocios de la
empresa finlandesa UPM en Uruguay Jaako Sarantola “Uruguay podría albergar una tercera planta de celulosa (….) si se adecuara la infraestructura logística
que permita el desarrollo de emprendimientos de gran escala orientados a la
exportación. Si estos desafíos pueden ser resueltos en los próximos años
Uruguay podría ser una alternativa competitiva para atender las oportunidades
del mercado de celulosa de UPM en la década del 2020”.
La experiencia de efectos
negativos sobre la economía, la naturaleza, la sociedad de los enclaves de
monocultivos forestales y de las plantas de celulosa en Uruguay y en el mundo,
no es obstáculo para el optimismo oficialista.
Además UPM condiciona la
posibilidad de concreción de la planta de celulosa a que la infraestructura se
adecue a sus requerimientos. Su planteo no es nuevo. En 2014 durante el viaje
del ex presidente Mújica a Finlandia la empresa había indicado que Uruguay no
poseía vías férreas, ferrocarriles, rutas, caminos, puerto acorde a sus
aspiraciones. Queda claro que la exigencia de UPM implica que el costo de la
red logística a su disposición correrá por cuenta y riesgo del Estado uruguayo.
Sobre ese supuesto la empresa considera que Uruguay constituye una alternativa
a futuro. “Se espera que hacia el final
de la década del 2020 la demanda global de celulosa kraft blanqueada aumente
unos 20 millones de toneladas”.
La respuesta del gobierno
es de sometimiento a los intereses de la empresa. Las obras públicas tendrán
por objetivo crear las condiciones para la instalación de la planta pese a la
distancia entre el “podría” de las
declaraciones de Saransola y la posible inversión. Una tómbola que llega al
grado de que se debe apostar hasta sobre el recorrido que tendrían las vías de
comunicación pues se desconoce la localización exacta de la planta en caso de
concretarse.
La estrategia implica que
las inversiones públicas en caminos, trenes, puerto no procuran integrar el
país, abaratar los costos de transporte de alimentos para la población, acercar
los niños a escuelas y liceos sino trasladar celulosa desde una empresa en zona
franca hacia el puerto para su exportación. La lógica de enclave es ajena a las
necesidades locales.
La propuesta viene
adornada con cifras de dudoso origen. Se especula con una inversión de 1000
millones de dólares por parte del gobierno uruguayo y 4000 millones de UPM. De
ser verdad una parte importante sería en maquinarias e instalaciones que
traería la misma empresa. La experiencia indica que en pocos años el ingreso de
capital se verá contrarrestado por la futura transferencia de ganancias al
exterior. La forestal obtendrá utilidades como poseedora de tierras, productora
de eucalipto, celulosa y comercializadora de sus productos.
La obra generará algunos
puestos de trabajo provisorios durante la construcción, pero también
incentivará mayores plantaciones con monocultivo de eucalipto y por lo tanto
pérdida de empleo en el área rural por sustitución de actividades. El rubro es
uno de los que genera menor cantidad de mano obra permanente por hectárea y la
fase industrial genera ocupación muy escasa. Además la afectación del suelo,
del aire, del agua provocará pérdidas de empleo en sectores como la pesca, la
apicultura entre otros.
Desde el punto de vista
fiscal la empresa no pagará la mayor parte de los tributos por estar en zona
franca pero el sector público asumirá los costos de la logística y mantenimiento
de la infraestructura.
El incremento en la
producción de celulosa no se concretará en mejoras en la calidad de vida local.
Al contrario los frutos de la actividad en zona franca irán al exterior.
Obviamente la dinámica de la cadena depende absolutamente de factores ajenos a
la realidad local. La sustitución de alimentos por eucalipto no es buena para
el país que sacrificará la calidad del agua, del suelo, del territorio.
De soberanía, ni hablamos.
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