No es competencia olímpica por el galardón “sexenio de la muerte”, es carrera de relevos de errores y fracasos
J. Jesús Esquivel
Corresponsal de la revista
Proceso en Washington
RompeViento TV
10 de agosto de 2016
Washington – La insignificancia que le da el gobierno de
Enrique Peña Nieto a las estadísticas de homicidios, ejecuciones, asesinatos,
desapariciones y secuestros que han ocurrido en lo que va de su sexenio,
irremediablemente me recuerda la arrogancia con la cual abordaba Felipe
Calderón a los muertos en el suyo.
Fueron pocos los que
pensaron que el de Peña Nieto superaría o igualaría al sexenio de la muerte de
Calderón. Lo está superando.
Los números trágicos están
ahí, son una evidencia inalterable del fracaso de la lucha contra el crimen, y
en especial contra el crimen organizado, de la Secretaría de Gobernación y de
la Procuraduría General de la República.
“No lo logrará”, recuerdo que me dijo un alto mando de la DEA, en
febrero de 2013, dos meses después de que Peña Nieto reemplazara a Calderón en
Los Pinos. ¿Por qué?, recuerdo
haberle preguntado al agente especial de la DEA asignado a una región de
Estados Unidos colindante con el norte de México. “Muy sencillo”, me respondió, “Calderón
provocó una diversificación de crímenes cometidos por los cárteles de la droga
cuando sacó a las calles al ejército para combatirlos, y eso fue el peor error
que pudo haber cometido un gobierno mexicano… Después de lo que hizo Calderón,
ya nada será igual en tu país”, me machó el agente estadunide.
Tenía razón, desde el sexenio de la muerte ya nada volvió a
ser igual en México. Lo he repetido hasta el cansancio y me duele hacerlo otra
vez: los mexicanos ya nos acostumbramos a los muertos, y nada en este sentido
de violencia extrema nos sorprende. Perdimos la sensibilidad sobre lo más
preciado: la vida.
Duele asumir que México se
encuentre entre los países más violentos del mundo. No tenemos guerra civil, ni
vivimos otra revolución, pero la inseguridad en el país engorda cada día más
los números de muertes violentas, mientras el gobierno sigue indolente por no
asumir las consecuencias.
El mismo gobierno de Peña
Nieto, que ha logrado que los medios de comunicación pastoreados por Los Pinos
no destaquen la realidad dolosa de la nación en sus primeras planas, ofrece
estadísticas que dan pie a una pregunta futurista escalofriante: ¿reemplazará
el de Peña Nieto al de Calderón en el mote de “El Sexenio de la Muerte”? Como van las cosas, posiblemente sí.
De acuerdo con los números
que ofrece el Sistema Nacional de Seguridad Pública, hasta el mes de junio de
este año y desde que comenzó el sexenio de Peña Nieto se registraron 50 mil 156
homicidios dolosos. Este número equivale a casi el 50 por ciento de todos los
homicidios dolosos cometidos en el sexenio
de la muerte.
El número de muertos en el
actual sexenio es de escándalo y de alarma, pero el gobierno de Peña Nieto
actúa como si no pasara nada.
Con la mayoría de los
medios de comunicación bajo su control, Peña Nieto tal vez piense que los
mexicanos no somos conscientes de la trágica realidad del país. Aun cuando
tenemos gobernantes retrógradas que cometen toda índole de violaciones contra
el derecho a la libertad de expresión y de prensa, como los gobernadores de
Veracruz, Guerrero y Oaxaca, por dar solo unos ejemplos y que por el bien de la
estabilidad estomacal ya ni siquiera mencionamos sus nombres, las redes
sociales son ahora la ventana más utilizada para exponer las graves
consecuencias del problema de la inseguridad.
¿Cómo pretende un gobierno
ocultar con el silencio de los medios de comunicación que controla, cifras tan
macabras de su probado fracaso para controlar a los criminales? Fácil, podría
decir cualquier alto funcionario de la Secretaría de Gobernación, ignorando y
descalificando a los medios de comunicación que las revelan.
Ésta, aunque maquiavélica,
es la otra cara de la tragedia que comenzó con el sexenio de la muerte, la de ignorar la tragedia de las víctimas de
la inseguridad y del crimen organizado y tildar de amarillistas y escandalosos
a los medios de comunicación que le machacan a Peña Nieto, en su cara, que la
criminalidad y los criminales lo tienen rebasado, que al “sexenio de la muerte” de Calderón lo está opacando el suyo.
No, no es una competencia
olímpica por el galardón del “sexenio de
la muerte”, la que hay entre Peña Nieto y Calderón, más bien parece una
carrera de relevos donde solamente se pasan la estafeta de los errores y los
fracasos.
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