Por qué el bloqueo de
combustible en Francia está calando más que el resto de protestas
Por Geoffroy Clavel
El Huffington Post
Este artículo fue
publicado originalmente en la edición francesa del ‘HuffPost’ y ha sido traducido del francés por Marina Velasco
Serrano
Publicado: 24/05/2016
Red latina sin fronteras
Se ha convertido en el centro de las protestas en Francia. Los
bloqueos de las refinerías y gasolineras están consiguiendo eso que las huelgas
de transportes públicos y las manifestaciones no, es decir, amenazar con
perturbar de forma duradera el buen funcionamiento del país con el fin de
paralizar la reforma laboral de la ministra de Empleo, Myriam El Khomri, que
pretende aprobar el gobierno socialista
de François Hollande.
Las movilizaciones contra
este polémico proyecto de ley llevan sucediéndose desde marzo; en abril
comenzaron las jornadas de huelga y surgió el movimiento Nuit Debout. Las
manifestaciones contaban con el apoyo de una gran parte de la población, pero
todo quedó sobre el papel. En cambio, los parones en las refinerías y los
bloqueos de depósitos de carburante han logrado suspender la actividad de las
ocho refinerías de Francia y han dejado sin carburante al 20% de las
gasolineras del país. Es ahora cuando el panorama —y la población— se han
revolucionado por completo.
El primer ministro, Manuel
Valls, ha denunciado este lunes durante una visita a Jerusalén el “chantaje” de una parte de la
Confederación General del Trabajo (CGT) y ha asegurado que se desbloquearán las
reservas de combustible. “Apelo a los
franceses a que no cedan al pánico”, dijo Valls en un intento por que los
conductores no se precipiten a las estaciones de servicio para anticiparse a una
eventual escasez de reservas.
El pánico podría actuar
como efecto dominó y precipitar la tan temida sequía de combustible.
Pese a las protestas del
Ejecutivo, que jura que de momento no existe tal carencia, los primeros
resultados están ahí: 1500 de las 12.000 estaciones de servicio que hay en
Francia han interrumpido parcial o totalmente su suministro, según el
secretario de Estado de Transportes, Alain Vidalies. Varios departamentos ya
han empezado a racionar la distribución de combustible, lo que no ha hecho más
que alimentar la psicosis mediática, tal y como atestiguan las portadas de la
prensa cotidiana regional de este lunes.
Da igual que el conjunto
del territorio no se haya visto afectado (todavía) y que los stocks
estratégicos (que representan el equivalente a tres meses de consumo) estén
llenos: el miedo de que escasee la gasolina se ha impuesto en la mente de
muchos franceses, que se han lanzado este fin de semana a las estaciones de
servicio. Un pánico que podría actuar como efecto dominó y precipitar la tan
temida sequía.
EL COCHE PUEDE MÁS QUE
LOS TRENES
¿Y cómo se explica que ese miedo se haya hecho tan viral?
Técnicamente, la movilización que afecta al sector petrolero es sensiblemente
comparable a la de la Sociedad Nacional de Ferrocarriles Franceses (SCNF), que
ha encadenado varias jornadas de huelga en los últimos dos meses. No obstante,
pese a que el seguimiento ha sido considerable (hasta un 50% de trabajadores,
según la CGT, y la supresión de uno de cada dos trenes de alta velocidad o TGV
y de más de la mitad de las cercanías), el caos no se ha instalado en ese
ámbito. ¿El motivo? Los servicios mínimos, que permiten a la empresa
ferroviaria anticipar el estado del tráfico, desplegar efectivos en las zonas
tensas y, por tanto, atenuar las molestias provocadas por los paros.
Las primeras muestras de
desabastecimiento han hecho que los franceses se lancen a las gasolineras,
empujando a las autoridades a decretar el racionamiento de combustible.
En cambio, en el sector
petrolero el efecto sorpresa ha calado hondo y ha desatado una reacción
psicológica en cadena: las primeras muestras de desabastecimiento han hecho que
los franceses se lancen a las gasolineras, empujando a las autoridades a decretar
el racionamiento de gasolina, lo que alerta aún más a los medios y a los
conductores. Al final, basta que se bloquee una pequeña minoría de reservas de
carburantes (5%, según el ministerio de Transportes) para que surja el espectro
del desabastecimiento en un aspecto esencial en la vida cotidiana de los
franceses.
Recordemos que la gran
mayoría de las personas activas dependen de su vehículo personal para llegar al
trabajo. Más allá de la región parisina —la única en la que los transportes
públicos se utilizan al mismo nivel que el automóvil—, más del 70% de los
desplazamientos entre el domicilio y el lugar de trabajo se hacen en coche,
según las cifras del Insee (Instituto Nacional de Estadísticas). Este
porcentaje alcanza un 90% en las regiones rurales del oeste, donde la escasez
afecta mucho más. Con la amenaza de la sequía petrolera casi uno de cada seis
activos se encuentra con la dificultad de no poder llegar al trabajo.
LA PESADILLA DE UNA
CONVERGENCIA DE BLOQUEOS
A diferencia de lo que ocurre con el transporte público, crear
una impresión de escasez de gasolina es mucho más fácil, ya que los lugares
donde se producen y almacenan los carburantes están centralizados y sus
efectivos son especialistas. Varias decenas de huelguistas pueden interrumpir
la cadena de fabricación o bloquear el acceso a las reservas. “Es como la tripulación de un barco. Cuando
de 10 trabajadores, hay 5 que se niegan a hacerlo, el barco no puede seguir
avanzando y se para. Con las refinerías es lo mismo”, resume en France Info
Emmanuel Lépine, responsable del tema del petróleo en la CGT. Incluso cuando se
pone en marcha de nuevo una refinería, se necesitan varios días antes de que
vuelva a funcionar a pleno rendimiento.
La parálisis del sector
petrolero es, por tanto, un tema de preocupación central. Pero hay algo peor
para el gobierno: la “generalización de
las huelgas” que la CGT y Fuerza Obrera (FO) piden. Su objetivo es hacer
converger las huelgas de sectores para lograr un parón duradero de todo o parte
del territorio francés.
El bloqueo de los
depósitos de almacenamiento ilustra la eficacia de esa convergencia de luchas.
Mientras que algunos sitios están bloqueados desde dentro por los asalariados
en huelga, otros están bloqueados por fuera por parte de camioneros, que frenan
o impiden el acceso a las refinerías para luchar contra la ley del Trabajo.
Muestra de que esta
convergencia preocupa es la promesa del Ejecutivo de que no dudará en utilizar
la fuerza para desbloquear los depósitos. “Si
los trabajadores están de acuerdo, seguirán las movilizaciones y se ampliarán”,
ha amenazado el presidente de la CGT, Philippe Martínez.
En los puertos, los
estibadores ya se han unido a los petroleros. También es posible que los
transportes públicos sigan este camino. De momento, la CGT ha convocado a la
empresa de transportes parisinos (RATP) para llevar a cabo una huelga
prorrogable e ilimitada a partir del jueves 2 de junio.
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