Enlace Zapatista
03 de mayo de 2016
Son dos años sin el Maestro Votán Zapatista Galeano. En el
contexto de su ausencia física podemos retomar elementos que nos dan luces de
la importancia de la organización, la vida en comunidad y los esfuerzos
colectivos.
Con nudo en la garganta,
los dientes apretados y el dolor en el corazón, no podemos dejar de denunciar
que nuestro Maestro fue asesinado y que los cobardes responsables son muchos:
el desprecio del sistema capitalista hacia los pueblos indígenas en
resistencia, la política de contrainsurgencia del Estado mexicano en contra de
las comunidades zapatistas, los criminales que ostentan cargos institucionales,
los grupos de poder locales y caciques de la región, los medios de comunicación
de paga.
Todos y cada uno de ellos
fueron representados por los asesinos de la CIOAC y periodistas que trabajan
para La Jornada y El Universal, los primeros autores
materiales del asesinato y los segundos como viles cómplices presentando a los
agresores como los agredidos, tratando de reducir un acto de guerra a una falaz
“refriega” intercomunitaria. Este
ataque paramilitar dejó a otros compañeros heridos de gravedad y tuvo también
como objetivo una escuela zapatista.
La vileza con que actuaron
los homicidas pone de manifiesto cómo se articula la guerra de exterminio en
contra del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Aludo al proceso de
descomposición en el que algunas organizaciones sociales han mutado hasta
convertirse en bandas paramilitares, esta involución no sería posible sin la
existencia de programas “sociales”
como el denominado “Cruzada contra el
Hambre”, debido a que dichos proyectos son tan sólo el parapeto
institucional que genera, por un lado, el enriquecimiento -aún más- de la clase
política en el poder a través de la corrupción, y por el otro, la compra de
votos y despojo de tierras, reforzando así
las estructuras del poder caciquil.
En suma, el ataque hacia
la organización de las comunidades zapatistas involucró a todo el aparato
institucional, desde los grupos más
reaccionarios y confesos, hasta los que se reclaman “progresistas” y de “izquierda”.
Buscando con ello una respuesta que ayudara a generar el caldo de cultivo para
una escalada represiva de mayor profundidad.
Frente a este contexto de
guerra total, la respuesta del Ejército Zapatista de Liberación Nacional fue
clara, contundente, creativa y fundamentalmente colectiva y organizada. Ante
las aspiraciones bélicas de arriba por que se optara por la venganza y la
muerte, las comunidades rebeldes eligieron la vida y la justicia.
Fue así que la vida de un
indígena, un Maestro, un Votán, un compañero, movilizó a miles de mujeres y
hombres bases de apoyo, milicianos e insurgentes zapatistas y a otras decenas
de miles más personas en el mundo; y además con su vida como ejemplo, se retomó
el ejercicio de la solidaridad como un acto colectivo.
Cartas, pronunciamientos,
movilizaciones, pláticas, cierres de calles y avenidas, toma de espacios
públicos, estuvieron contagiadas del dolor y la rabia, pero también de la
inventiva y dignidad zapatista. Artistas, poetas, músicos, mujeres, luchador@s
sociales, trabajador@s, estudiantes, maestr@s, colectivos, organizaciones,
barrios, comunidades, la raza pues, con sus propios esfuerzos se dispuso no
sólo a sumar, sino a construir para poner un granito de arena en la
reconstrucción de lo que la muerte pretendió de manera inútil destruir.
No sólo, pero fue
principalmente desde los espacios de lucha convocados por adherentes a la Sexta
que se pudo tejer de manera tal, que se logró dar cuenta cabal sobre el hecho
que nuestro compromiso no es la búsqueda de gestionar y administrar la
solidaridad, por el contrario, la misma la fuimos tejiendo con no pocos
esfuerzos abajo, con aquell@s que no ven a los pueblos indios zapatistas como
los “pobrecitos”, sino como compañer@s
de lucha de l@s cuales hay mucho que aprender.
Sucedió entonces un
abrazo, uno colectivo, por el dolor, por la rabia, por la vida. Desde la Sexta,
con modestos pero con esfuerzos propios, abrazamos al Votán Galeano, a su
familia, a su escuela y clínica autónomas, a su comunidad La Realidad, a su
Caracol y a su Ejército Zapatista. Fue un reivindicar la vida y una repulsa a
la muerte.
Quedó de manifiesto que el
actor fundamental en la lucha de transformación es el colectivo, o mejor aún:
lo colectivo. Resaltamos que ante un acto de represión la respuesta siempre
tendrá que ser la organización, no como consigna, sí como principio para
levantarse. Fuimos testigos que en el tema de la justicia no se recurre a los
responsables del crimen, léase al Estado o al poder, como tampoco a quienes
llegan a convertirse en diques para la resistencia y la auto-organización,
buscando mediatizar el conflicto, hablamos de los esfuerzos tipo ONG’s; pudimos
entender que la construcción de la justicia se encuentra en el trabajo diario
de comunidades organizadas.
Fue un 2 de mayo del 2014
que la muerte pobló el territorio zapatista, fue una madrugada del día 25 del mismo mes y año en que la vida
colectiva resurgió de nueva cuenta, dotando de sentido no a una frase, sino a
un principio: ¡Viva la Vida! ¡Muera la
muerte!… y con ello nos suma decir, no como consigna, sino como acto de
memoria y justicia: ¡Viva Galeano!
¡Justicia
para el Votán Galeano!
¡Viva la
vida! ¡Viva el Votán Galeano!
¡Viva el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional!
Contra el despojo y la
represión: ¡la Solidaridad!
Red contra la
Represión y por la Solidaridad
(RvsR)
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